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 Debate

      
EL DESAFÍO DE LA AUTONOMÍA Y LA RESPONSABILIDAD EN LA FORMACIÓN DE PROFESIONALES DE LA SALUD
 Por el Dr. Marcelo García Dieguez (*)


En el complejo panorama de la atención sanitaria actual, la falta de profesionales en áreas y especialidades claves, la formación de profesionales se pone en foco como posible fuente de soluciones por lo que, tanto los procesos de grado como los de postgrado, se enfrentan a desafíos sin precedentes.
El sistema actual, que otorga títulos habilitantes a los graduados para ejercer sin supervisión acorde con las actividades reservadas inmediatamente después de completar sus estudios universitarios, genera una situación paradójica: profesionales noveles se encuentran ante casos de complejidad impredecible, creando una tensión palpable entre la necesidad de ganar experiencia práctica y el imperativo primordial de garantizar la seguridad del paciente.
Esto se ha visto potenciado en el último tiempo por la disminución de interés en las residencias médicas. Esta tensión entre la necesidad de hacer prácticas para preparar a los graduados para la práctica y la falta de autonomía de los estudiantes puede ser analizada desde diferentes aspectos tanto en los fundamentos como en la construcción de soluciones. Deben analizarse las implicaciones éticas y legales de la práctica durante la formación, el impacto económico, la mirada de las universidades. Solo así es posible analizar soluciones que podrían llevarnos a mejorar la oferta de capital humano en el sistema de salud.

La formación de profesionales de la salud ¿Conocimientos o competencias?

El primer punto de inflexión en este debate se centra en la naturaleza misma de la educación médica. Tradicionalmente, nuestros sistemas de evaluación y diseño curricular han puesto un énfasis significativo en la acumulación de conocimientos teóricos.
Sin embargo, surge la pregunta de si la simple suma de evaluaciones aprobadas es suficiente para asegurar que los graduados podrán resolver problemas en la práctica real. El desarrollo sucesivo de estándares con los que la CONEAU ha llevado adelante los procesos de acreditación han ido poniendo un énfasis creciente en la necesidad mínima de prácticas, la carga horaria de las actividades prácticas y de orientar la formación a competencias.
La simulación ha venido a traer algunas soluciones, pero los entornos de simulación, por avanzados que sean, no pueden replicar de manera realista la complejidad y variabilidad de los casos clínicos que un profesional encontrará en su práctica diaria. En todo caso los deja mejor preparados para la práctica en campo real, el problema es que esto solo ocurrirá al obtener su título habilitante.
La práctica final obligatoria ha sido una respuesta para incrementar la práctica en ámbitos de asistencia, aunque la autonomía que puede tener un estudiante sigue siendo limitada. Además, la formación de posgrado especializada en residencia, si bien disponible para todos los graduados, no es requerida para la habilitación profesional, y cada vez menos elegida.

La ética de la práctica durante la formación

El aprendizaje en escenarios reales sigue siendo fundamental para el desarrollo de competencias clínicas. Sin embargo, este proceso plantea dilemas éticos significativos. Por un lado, los estudiantes y residentes necesitan oportunidades para practicar y desarrollar sus habilidades. Por otro, los pacientes tienen derecho a recibir la mejor atención posible y a ser informados sobre quién los está tratando. La clave para este dilema está en que las instituciones aseguren una supervisión adecuada.
Principios que deben asegurarse tanto en instituciones públicas como privadas, formativas y asistenciales. Sin embargo, la implementación efectiva de esta supervisión enfrenta obstáculos prácticos, como la escasez de personal docente y la presión asistencial en los centros de salud. En ese sentido es clave la existencia de un sistema de aseguramiento de la calidad -intrainstitucional como un sistema de acreditación externo-, que verifiquen el cumplimiento de los más altos estándares, para asegurar que la supervisión es adecuada al estado de desarrollo de competencias de los aprendices.

Responsabilidades legales

El aspecto legal de la práctica médica durante la formación es otro terreno lleno de incertidumbres. Uno podría preguntarse si los principios de responsabilidad civil y penal se aplican de manera diferente cuando se trata de estudiantes o profesionales en formación. Con los estudiantes parece más sencillo establecer los límites, pero alcanzada la residencia y con un título habilitante, debemos analizar cuanta responsabilidad recae en el residente con capacidad de decisión limitada y cuanta sobre los supervisores y las instituciones formadoras.
Estas preguntas no tienen respuestas sencillas y las re- soluciones judiciales varían significativamente entre jurisdicciones. Existe una tensión inherente entre garantizar la seguridad del paciente y la necesidad de proteger legalmente a los profesionales en formación. En algunos países, se han establecido marcos legales específicos para la práctica médica supervisada. La llamada ley Nicolás ley de Calidad y Seguridad Sanitaria reserva un capítulo para los profesionales en formación constituyendo un paso significativo a darle un tratamiento a los problemas que estamos analizando.

El impacto económico: un costo oculto

Un aspecto a menudo pasado por alto en este debate es el impacto económico de la formación de profesionales de la salud. La inexperiencia y la inseguridad de los profesionales noveles pueden llevar a un incremento en el gasto sanitario por diferentes razones como el aumento del uso de pruebas diagnósticas, la necesidad de repetir procedimientos, un mayor tiempo para llevar adelante la precitas y consultas, incluso con mayor posibilidad de complicaciones o efectos colaterales. Estos costos adicionales rara vez se cuantifican de manera sistemática, pero su impacto en el sistema de salud podría ser significativo. La gran pregunta es quien debe asumir estos costos y si la inversión que hoy se realiza da los frutos que se esperan en formación de capital humano.

La autonomía universitaria y los títulos habilitantes

La autonomía universitaria es un principio fundamental en la educación superior argentina encalado en los principios reformistas que han sido orgullo del sistema por más de un siglo. En este marco las universidades tienen la responsabilidad de otorgar títulos que habilitan a los graduados para ejercer todas las actividades reservadas a su profesión. Pero en el contexto de las profesiones de salud, plantea desafíos únicos devolviéndonos la pregunta sobre si podemos garantizar que los graduados estén verdaderamente preparados para una práctica autónoma cuando durante su formación no han tenido la oportunidad de ejercer con plena autonomía.

Propuestas para el cambio

Tal vez estemos en el momento de debatir la incorporación de la formación de postgrado especializada e integrarla a la formación previa a la habilitación, o la búsqueda de títulos con habilitación atenuada solo válidos para ingresar a la formación de posgrado como ocurre con otros países.
Este licenciamiento gradual permitiría a los graduados ejercer con niveles crecientes de autonomía a medida que ganan experiencia y demuestran competencias específicas. Por supuesto que es necesaria una revisión de los marcos legales, tal vez el aspecto de mayor complejidad por sus implicancias políticas. Esto no es nuevo y es la práctica habitual en los países de América del Norte y de Europa. Las condiciones para avanzar en este sentido están dadas en nuestro país.
Todo esto no es posible sin un fortalecimiento del sistema de residencias y sobre todo del aseguramiento de la calidad de formación en residencias y una mayor incorporación de la simulación. Es imperativo que se inicie un diálogo abierto y constructivo entre todos los sectores involucrados sobre estos temas.
Debemos estar dispuestos a cuestionar paradigmas establecidos y a innovar en nuestros métodos de enseñanza, evaluación y regulación profesional. El objetivo final debe ser crear un sistema que equilibre la necesidad de experiencia práctica con la seguridad del paciente, que promueva la excelencia profesional sin comprometer la ética, y que prepare a nuestros profesionales de la salud no solo para los desafíos de hoy, sino también para los del futuro

 

(*)  Médico (MP 18877). Profesor Asociado. Departamento de Ciencias de la Salud. Universidad Nacional del Sur. Ex director nacional de Capital Humano Ministerio de Salud

 
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