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Desde la asunción del nuevo gobierno, han sido pocas las normas
propuestas en la anunciada reforma del Estado vinculadas a la
salud. No se han realizado grandes modificaciones ni en el
esquema de aportes al sistema de salud, ni en la organización
del subsector de la seguridad social.
Es cierto que, frente a las urgencias del país, la salud, aún en
crisis histórica, quizá no ocupa un lugar prioritario. Algunas
de las regulaciones conocidas incluyen medidas sobre las
prepagas, la eliminación de intermediarios para captar agentes
del sistema laboral, y la implementación de la receta
electrónica. Otras, sin embargo, quedaron relegadas en el
proyecto original de la Ley de bases.
Recientemente se ha publicado la Resolución 3934/2024 de la
Superintendencia de Servicios de Salud, la cual establece reglas
sobre los planes de salud, la obligación de informar si estos
son abiertos o cerrados, y la cobertura médico-asistencial de
prácticas, además de transparentar una cartilla de prestadores.
La medida responde a la necesidad de asegurar la sostenibilidad
financiera del sistema, promoviendo una prescripción más
responsable y transparente, en particular para medicamentos de
alto costo.
Podemos preguntarnos si esto tiene implicancias para el ca-
pital humano en salud. La consecuencia directa es que limita la
flexibilidad de los profesionales al restringir la emisión de
recetas y otras prescripciones a aquellos médicos que formen
parte de las cartillas de las obras sociales y prepagas.
Esta limitación podría reducir la demanda de quienes trabajan
fuera de estas cartillas, ya que disminuye la posibilidad de
atraer pacientes de estos sistemas para consultas en clínicas y
consultorios privados. A primera vista, esta consecuencia no
parece ser perjudicial, ya que incrementa la responsabilidad de
los profesionales en el sistema y en los costos derivados de sus
decisiones.
La sostenibilidad del sistema de salud depende no solo de la
regulación de costos, sino también del desarrollo adecuado del
capital humano. Este cambio, sin embargo, no parece vinculado a
que la fidelidad a la cartilla se traduzca en un mayor ingreso
para los profesionales.
Por otro lado, para las obras sociales más pequeñas y en zonas
con menor acceso a profesionales, particularmente en ciertas
especialidades, esta medida puede dejar a algunos pacientes sin
atención adecuada, ya que podrían no encontrar médicos en sus
cartillas o verse obligados a trasladarse a otra localidad para
recibir atención, reduciendo la accesibilidad.
Existe una consecuencia menos directa que merece ser analizada
en el contexto del multiempleo. Este es un fenómeno extendido en
el sector salud en la Argentina, impulsado por bajos salarios y
la necesidad de aumentar ingresos trabajando en distintas
instituciones.
En general, el registro de los diferentes trabajos de un
profesional está vinculado a la forma de pago. Así, es sencillo
identificar empleos en relación de dependencia con su
correspondiente registro formal, ya sea en funciones
asistenciales, docentes o de gestión.
No obstante, el análisis del trabajo realizado en el ejercicio
libre de la profesión, donde los profesionales facturan según su
actividad, es más complejo. Considerando que cada cambio de
reglas, lugar de trabajo o supervisores implica un contexto
diferente, el acceso a esta información se vuelve casi
imposible.
Por ejemplo, un profesional que trabaja en un hospital público y
da clases en una universidad es identificable, al igual que
alguien que hace guardias en dos hospitales distintos. Sin
embargo, si alguien pertenece a la cartilla de varias obras
sociales y, para asistir a sus pacientes, se desplaza entre
distintos policonsultorios, estos trabajos no pueden
identificarse con facilidad. Además, si un profesional trabaja
en un sistema capitado con 1.000 afiliados y, simultáneamente,
en otro sistema con 500, no existen herramientas para
identificar esto.
Este contexto de ejercicio libre de la profesión, en el que los
profesionales se mueven de un consultorio a otro, o de una obra
social a una prepaga, influye en el estrés, el cansancio y la
calidad del trabajo profesional. La transparencia en las
cartillas podría permitir identificar esta diversidad de tareas.
En la Argentina, la crisis de ingresos en el sector salud se ha
visto agravada por la inflación y la escasa actualización de
salarios en instituciones públicas y privadas. Los ingresos
insuficientes generan desmotivación y fuga de talento, además de
dificultar la sostenibilidad laboral de los médicos.
Es fundamental contar con más información sobre el trabajo de
los profesionales de la salud, en particular de los médicos, y
sus movimientos, para poder prevenir el agravamiento de la
crisis de capital humano.
En las grandes ciudades, la accesibilidad a servicios se
sostiene debido a la mayor oferta, pero en localidades menos
atractivas, la crisis será cada vez más evidente, y el éxodo
profesional no cesará.
Para equilibrar los objetivos financieros de la resolución con
el bienestar y desarrollo del capital humano en salud, las obras
sociales y prepagas deberían considerar incentivos para los
profesionales que se adhieran a la cartilla y cumplan las nuevas
normas.
Asimismo, deberían contemplarse ciertas flexibilidades en zonas
desfavorecidas y en especialidades de difícil acceso. Además, la
constitución de una base de datos de los profesionales en las
cartillas permitiría conocer mejor el comportamiento del capital
humano en el subsector de la seguridad social, donde la relación
de dependencia no es la norma, y el ejercicio libre de la
profesión dificulta la cuantificación del multiempleo
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