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Recientes declaraciones del exministro de
economía de la Nación, Martin Guzmán, han reavivado una polémica
sobre la gestión de la pandemia de la Covid-19 en nuestro país.
El 2 de septiembre próximo pasado, Infobae tituló en una nota en
su sitio web lo siguiente: Martín Guzmán aseguró que la
cuarentena por la pandemia se extendió porque “fue una bandera
política que hacía más fuerte al Gobierno”.
El exministro de Economía de Alberto Fernández admitió en una
entrevista que las restricciones sanitarias que se adoptaron
fueron “más largas de lo que debieron haber sido”. En el cuerpo
de la nota se lee:
“Por mucho tiempo era ‘no, no se puede’. Después creo que pasó a
ser un problema más político, una bandera política el hecho de
que la administración de la pandemia es lo que hacía fuerte al
Gobierno. Entonces en ese caso lo que yo les decía es sepamos
que le va a afectar más a la capacidad de recuperación del
salario real formal e informal porque entonces a mediados de
2021 el trabajador formal ya estaba recuperando el salario, pero
el informal seguía cayendo. Eso tenía que ver mucho con las
restricciones sanitarias”, explicó.
“La extensión fue más larga de lo que debió haber sido. Desde el
punto de vista, dada la información técnica que tenía, fue más
larga de lo que debía haber sido”, reconoció. La pandemia dejó
130 mil víctimas fatales y la segunda ola de contagios se
produjo en mayo de 2021 cuando se establecieron restricciones
extremas durante 9 días. Luego de ese período lentamente la
actividad fue volviendo a la normalidad en nuestro país.
Al respecto de esta confesión del exministro de economía,
recopilé una serie de párrafos escritos en diferentes artículos
que publiqué en esta misma revista en donde advertía el manejo
político de la pandemia y el daño que esto provocó.
No solo fue la cantidad de muertos que pudieron evitarse con una
vacunación adecuada, sino también el desastre económico que
estas decisiones provocaron, el impacto en el estado de la salud
mental de gran parte de la población y la oportunidad perdida de
reformar y fortalecer el sistema de salud.
En la edición 119 de noviembre del 2020 en un artículo
denominado “Algunas respuestas que va dejando la pandemia en
Argentina”, escribí lo siguiente:
Las decisiones tomadas tuvieron un carácter netamente político,
no sanitario. No me refiero a política sanitaria, ni política
estratégica. Política en su acepción más transaccional,
electoralista. Se tomaron las decisiones mirando análisis de
encuestas y Big Data sobre el humor de la población y la
variación en la imagen positiva del gobierno y sus funcionarios.
La decisión de flexibilizar el ASPO (el 18 de julio) y pasar de
fase 1 a fase 3 en el AMBA, en una etapa clara de aumento de la
pendiente de la curva (o sea, en el peor momento que se podría
haber elegido para adoptar esta medida de relajación), estuvo
influenciada por la caída de la imagen del gobierno y el aumento
del descontento social con estas medidas.
Finalmente, el 8 de octubre el presidente en conferencia de
prensa y con anuncios de cierta flexibilidad admitió que la
decisión de estas aperturas era política, no epidemiológica. La
imagen negativa del gobierno y sus dirigentes superaban
ampliamente a la positiva.
También el manejo de la vacunación fue vergonzoso, muy poco
transparente y con tintes políticos. En la edición 121 de marzo
de 2021 de esta misma revista publiqué el articulo “Gobernanza
en Salud: el Plan Estratégico para la vacunación contra el
Covid-19 en Argentina”. En el mismo decía:
Pero la gran oportunidad que daba el tener la vacuna en tiempo
récord traía una expectativa e ilusión a toda la ciudadanía que
fue totalmente desaprovechada. Podría haber significado un
inicio mejor del 2021. Hoy reina el descrédito, la desconfianza
y una gran incertidumbre en momentos críticos en donde debiera
haber reinado la transparencia, la honestidad y el sentido
común.
Otro tiro en el pie que nos damos desde el propio sistema de
salud, desde supuestos grandes sanitaristas que venían a poner
la salud en marcha y a mejorar la equidad. Sin embrago en una
acción concreta y crítica como lo es el plan de vacunación, la
inequidad, la falta de transparencia, la falta de sentido común
aumentó descaradamente.
Desde la elección y compra de los Kits diagnósticos (por qué los
de Abbott si y no los Neo Kits o por qué no los dos, por
ejemplo) hasta el manejo de la información epidemiológica. La
información sobre cantidad de casos positivos es desastrosa. No
solo de la cantidad de casos sino también de muertos, nunca se
cargó en tiempo real, por el contrario, se hizo con enormes
desfasajes de tiempo generando errores garrafales.
Tanto es así que Our World in Data, una página en tiempo real
sobre los números de la pandemia, con base en la Universidad de
Oxford, informó que la Argentina dejó de formar parte de su mapa
de datos porque las cifras oficiales agregadas por el Gobierno
no reúnen la calidad suficiente para reflejar el alcance de las
pruebas.
La falta de gobernanza con respecto al plan de vacunación
comenzó a mostrarse ya desde la elección de la vacuna a apli-
car. Al día de hoy no queda claro el por qué se decidió por la
Sputnik V y no la de Pfizer cuando éramos uno de los países
prioritarios para esa empresa por haberse desarrollado aquí uno
de los ensayos clínicos que más n aportó al estudio mundial.
No hubo transparencia, integridad, rendición de cuentas ni
capacidad política tampoco en estos casos, atributos esenciales
de la gobernanza. Finalmente, el caso que termina eyectando del
gobierno al Ministro de Salud, es la frutilla de todo este
desmanejo y falta de gobernanza.
No fue solo la gravedad de un vacunatorio en el Ministerio para
personas consideradas VIP. Fue una acción masiva en todo el
país. Se permitió la vacunación de personas a quienes no les
correspondía, dejando postergadas a las personas esenciales en
un marco de extrema escases de vacunas.
La información que seguramente procesaban en el Ministerio
mostraba quienes se vacunaban, grupos etareos, grupos de riesgo,
etc. No se ejerció ninguna acción correctiva en la medida que se
fueron observando esos datos.
Por el contrario, se llegó al extremo de hacer estas excepciones
la norma. Se politizó la vacunación con puestos callejeros
montados por agrupaciones políticas claramente identificadas
para la inscripción para la vacunación.
En la edición 122 de mayo de 2021 en el artículo “La gestión
de la segunda ola” escribí:
A este dilema que se enfrenta el gobierno se llega por varias
causas. En primer lugar, analizábamos en la edición anterior una
crisis de gobernanza, esto es falta de transparencia, rendición
de cuentas y buenas prácticas de gobierno.
Esta falta de gobernanza se observó tanto en el manejo de la
información (Our World Data sacó a la Argentina de su base de
datos por la pésima calidad de su información), como en la
gestión de la política de testeos y especialmente en la
implementación del plan estratégico de vacunación.
Un segundo aspecto está relacionado con el manejo del ASPO tan
prolongado del año pasado. Se anunciaban restricciones cada 15
días dejando entrever que al finalizar ese período se saldría de
ellas.
Sin embargo, se prolongaron por siete meses lo que detonó la
paciencia y salud mental de la población que ya no quiere saber
más nada con medidas totalmente restrictivas. Malgastamos la
bala de plata, o sea la única medida realmente eficaz en
momentos de colapso del sistema.
Un tercer aspecto tiene que ver con el manejo escandaloso del
Plan Estratégico de Vacunación y la salida eyectada del Ministro
de Salud. La vacunación fue anunciada como la solución y final
de la pandemia. Se generaron enormes expectativas en la
población. Se hicieron anuncios rimbombantes de fabricación
local de vacunas, de aplicación de millones de dosis en épocas
tempranas de este año y sin embargo nada de eso ocurrió.
Fallaron todas las apuestas. Nuevamente un manejo turbio y poco
transparente en cuanto a las adquisiciones de las vacunas (ya
había pasado con los test) hasta el salteo de los grupos de
riesgo para vacunar militantes políticos jóvenes mostraron la
peor cara de la administración de esta pandemia.
Los dichos del exministro Martin Guzmán motivaron un acción
judicial de un fiscal. Esperemos que esa investigación de luz a
los oscuros manejos políticos que se hicieron en la pandemia
para que exista un “Nunca Más” en salud.
Sería interesante conocer quienes se beneficiaron políticamente
y en otros aspectos con una ASPO tan prolongada y con el manejo
del plan de vacunación. Por ejemplo, si existieron beneficios
económicos en elegir una vacuna por sobre otra. O quienes fueron
los funcionarios beneficiados por los vacunatorios VIP entre
otros manejos oscuros.
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(*)
Especialista Médico en Salud Pública. Presidente del
Grupo PAIS |
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