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Termina un año en el cual las Entidades de Medicina
Prepaga estuvieron en el banquillo de acusados. Fueron
criticadas e insultadas desde todos lados. No es algo
nuevo, claro. Sin embargo, nunca se había llegado a
semejante nivel de agresión desde tantos lugares
distintos.
Funcionarios, legisladores, medios de comunicación,
afiliados y no afiliados, médicos y prestadores en
general, fueron todas voces críticas que fuimos
escuchando en el 2024, y especialmente muy duros desde
el anonimato del mundo de las redes sociales. En enero
incluso, fue escrachado en un restaurante el dueño de
una de las principales prepagas de la Argentina. Una
vergüenza.
Varios representantes del sector acudieron a medios de
comunicación con las explicaciones y números que
mostraban como había llegado el sector a diciembre de
2023 después de años de “populismo a las clases medias
altas”.
Era imprescindible corregir esto lo antes posible. Un
di- rector de una importante y prestigiosa clínica de
Capital, en diciembre de 2023 me decía muy apenado: “...
Pato, estamos al borde de la mala praxis todos los
días…”.
Se presentaron distintos cuadros y gráficos muy claros y
contundentes mostrando el enorme atraso en las cuotas y,
por ende, en los valores que se pagaban a médicos y
sanatorios. Fue en vano. Las prepagas eran y son los
“malos de la película”. Cosa juzgada. “No más pruebas,
señor Juez”.
El director ejecutivo de United Healthcare, Brian
Thompson, fue asesinado a tiros en el centro de
Manhattan, aparentemente con mensajes en las balas y
casquillos que decían “retrasar, negar, defender”. Es el
título de un libro escrito en 2010 por Jay Feinman que
critica fuertemente a las aseguradoras de salud.
Tras conocerse la identidad del asesino, Luigi Mangione,
y su perfil ideológico, las redes sociales se han
inundado de comentarios que no solo no condenan las
acciones del joven, sino que justifican el crimen.
“Sinceramente, sí, estuvo mal por su parte tomarse la
justicia por su mano, pero el director general abandonó
a sabiendas a quienes necesitaban la ayuda de sus
seguros y estafó cientos de miles de dólares cada año,
así que es tan culpable como su propio asesino”,
escribió un usuario en X, respondiendo a una publicación
sobre Luigi Mangione, reposteado luego por miles de
usuarios.

Un poster a favor de
Luigi Mangione se observa fuera del hotel Hilton Midtown
de Nueva York, donde fue el crimen del Ceo de
UnitedHealthCare (AP Photo/
Julia Demaree Nikhinson).
No solo en nuestro país las prepagas
son los “malos de la película”.
Declaraba hace tres meses el primer ministro británico
Keir Starmer, que el Servicio de Salud (NHS) de Reino
Unido reconocido mundialmente como uno de los mejores
sistemas de salud del mundo, atraviesa una de las peores
crisis de su historia. Un informe reveló el estado
siniestro del sistema de sanidad, que estaría provocando
miles de muertes al año.
En España creció en los últimos años del 21 al 29% las
personas que compran seguros privados de salud como
complemento del sistema público. La queja fundamental
son las largas listas de espera. En Madrid miles de
médicos se manifestaron en las calles pidiendo por
mejoras en sus ingresos.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) expresa con
total claridad: “ningún país, por más rico que sea, está
en condiciones de proveer a toda la población todas las
tecnologías o intervenciones que podrían mejorar la
salud o prolongar la vida”.
Recursos finitos y demandas infinitas. Esto sucede en
todas las coberturas de salud del mundo, estén a cargo
de países, provincias, mutuales, seguros privados o
prepagas.
El 20 de diciembre de 2023 el flamante nuevo presidente
argentino en su primera cadena nacional declaró que
habría libertad de precios a las prepagas. Esa misma
mañana se había publicado un Decreto de Necesidad y
Urgencia, el ya famoso DNU 70/23, que eliminaba el
requisito de la aprobación del Estado (Ministerio de
Salud) para el aumento de las cuotas que abonan los
usuarios de la medicina prepaga.
Pese a que solo el 16% más rico de la Argentina goza, o
como piensan algunos “sufre”, de tener la cobertura
médica de una prepaga, la libertad de precios surgió
como uno de los grandes ejes del plan de gobierno. Del
sistema de salud del restante 84% de los argentinos,
poco y nada se dijo al respecto.
La libertad de precios, como canta el gran Sabina, “duró
lo que duran dos peces en un whisky on the rocks”. El 8
de febrero, a menos de 40 días de esa cadena nacional,
el ministro de Economía declaró en un tuit. “Las
prepagas le están declarando la guerra a la clase media.
Nosotros desde el gobierno, vamos a hacer todo lo que
esté a nuestro alcance para defender a la clase media”.
Las clases medias altas, mayormente votantes de LLA,
según las encuestas de opinión pública, estaban de
acuerdo mayormente con las políticas del gobierno menos
con lo que refería a los aumentos de las prepagas. “Está
todo bien, bancamos el ajuste, pero no me dejen sin mi
prepaga…”. Siguiendo con las metáforas “rockeras”, como
ironizaba Charly durante la guerra de Malvinas, “pero no
bombardeen Buenos Aires…”.
Durante esos meses las prepagas fueron “trending topic”
en redes sociales y medios de comunicación. La cobertura
del 16% más rico de la Argentina pasó a ser un tema
dominante en la opinión pública. “Van a dejar a la gente
sin cobertura médica”, repetían en varios medios
comunicadores con un total des- conocimiento del sistema
de salud argentino.
Los 47 millones de argentinos (y también extranjeros…)
tenemos cobertura médica a través de la red de
hospitales públicos. Además, todos aquellos que tienen
un empleo formal, complementan esa cobertura con una
obra social que es de afiliación obligatoria.
Según el muy buen trabajo que año a año realiza la
consultora Prosanity junto con IPEGSA, solo el 24% de
las obras sociales (19% de los beneficiarios) tienen la
posibilidad de cubrir el PMO sin contar gastos de
administración.
“Pará, pará…” diría un famoso entrevistador de TV, “¿Vos
me estás diciendo que en el sistema de seguridad social
hay más de 12 millones de personas que pese a tener un
empleo formal, su obra social no dispone de los recursos
mínimos para cubrir un Programa Médico Obligatorio?”.
Así es. Según el informe realizado por esta consultora,
el aporte promedio por persona de las obras sociales
nacionales es de $ 32.816 y el costo mínimo del PMO es
de $ 42.000. De esto no se habla. Ni en los medios, ni
en cadena nacional, ni en los tuits.
Tampoco de las enormes dificultades que atraviesa el
sistema público, que es adonde acceden como única
cobertura médica aquellos que no tienen un empleo formal
y no pagan un plan privado. Esto suele ser, según los
distintos estudios, la población más vulnerable del
país. Pero los aumentos de las prepagas siguen siendo “trending
topic”…
No es la idea del artículo victimizar al sector sin
hacer una autocrítica. Sería muy tonto creer que todas
las críticas son injustas. Es necesario escucharlas y
evaluar muchas de ellas para aprender y mejorar. Se han
cometido muchos errores. Hay mucho trabajo por hacer,
especialmente en temas de comunicación.
El populismo nos ha hecho daño. Esta idea que todos
tenemos derecho a que nos cubran todo con los mejores
servicios posibles sin pagar los costos correspondientes
se incorporó al pensamiento general. Nos pasó con las
tarifas de gas y luz, con el costo del transporte y,
aunque suene extraño, también con las cuotas de la
medicina prepaga.
“En economía se puede hacer cualquier cosa, menos evitar
las consecuencias” es una frase popularizada por Paul
Samuelson y atribuida a John M. Keynes. El deterioro de
los servicios, la escasa remuneración a los
profesionales, el menor tiempo de atención en las
consultas médicas, la demora en los turnos, el cobro
indebido de dinero por parte de médicos o instituciones;
son solo algunas de las consecuencias del control de los
precios de las cuotas.
El crecimiento del gasto en medicamentos ambulatorios,
incluidos los de alto precio, es cada vez más difícil de
financiar. Con información real de la evolución del
gasto en medicamentos en los últimos 10 años de cinco
importantes prepagas de más de 200 mil afiliados cada
una, el incremento fue del 116%.
En el año 2013 el porcentaje del gasto correspondiente a
los medicamentos ambulatorios sobre el gasto total era
del 11,53%. En el 2023 fue del 24,87%.
La matemática en esto es cruel. Por un lado, la torta
para distribuir es más pequeña. Por el otro, al ser más
grande la porción de la torta que va a los laboratorios,
indefectiblemente se achica la porción restante para el
resto de las prestaciones. Por ejemplo, para honorarios
de los profesionales médicos. También en estos últimos
10 años el gasto en prótesis pasó del 3 al 5%.

Pese a ser “los malos de la película”, paradójicamente
el sector año a año crece en cantidad de afiliados.
Incluso en este complejo año que finaliza. Según el
relevamiento que realiza mi consultora los meses de
diciembre de cada año, actualmente hay más de 8 millones
de personas que pagan todos los meses, ya sea en forma
total directa o en parte con sus aportes y
contribuciones de ley, la cobertura de una prepaga. En
el año 2002 el sector tenía un poco más de 3 millones de
afiliados. Rarezas que suceden en un sector tan
criticado.

En 1957 se publicó la famosa novela de Ayn Rand “La
rebelión de Atlas”. La trama consiste en manera muy
resumida en la acción de un grupo de fuertes empresarios
de los Estados Unidos que, ante el avance del
intervencionismo estatal, cada vez más asfixiante,
abandonan sus empresas y se retiran a un valle oculto a
esperar que se derrumbe todo a causa de la incapacidad
de los burócratas. Si las prepagas son el problema del
sistema de salud argentino, podría evaluarse una
alternativa similar.
Quizás, como se describe en la genial novela de Rand,
este sector tan vapuleado comience a ser valorado en los
esfuerzos que hace para dar una amplia cobertura médica
de calidad.
O quizás no, y habremos resuelto uno de los problemas
del sistema de salud argentino.
(*) Consultor de Entidades de Medicina Prepaga y Obras
Sociales.
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