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Primera Plana


LAS PREPAGAS EN EL BANQUILLO DE ACUSADOS

Por el Lic. Patricio Pasman (*)


Termina un año en el cual las Entidades de Medicina Prepaga estuvieron en el banquillo de acusados. Fueron criticadas e insultadas desde todos lados. No es algo nuevo, claro. Sin embargo, nunca se había llegado a semejante nivel de agresión desde tantos lugares distintos.
Funcionarios, legisladores, medios de comunicación, afiliados y no afiliados, médicos y prestadores en general, fueron todas voces críticas que fuimos escuchando en el 2024, y especialmente muy duros desde el anonimato del mundo de las redes sociales. En enero incluso, fue escrachado en un restaurante el dueño de una de las principales prepagas de la Argentina. Una vergüenza.
Varios representantes del sector acudieron a medios de comunicación con las explicaciones y números que mostraban como había llegado el sector a diciembre de 2023 después de años de “populismo a las clases medias altas”.
Era imprescindible corregir esto lo antes posible. Un di- rector de una importante y prestigiosa clínica de Capital, en diciembre de 2023 me decía muy apenado: “... Pato, estamos al borde de la mala praxis todos los días…”.
Se presentaron distintos cuadros y gráficos muy claros y contundentes mostrando el enorme atraso en las cuotas y, por ende, en los valores que se pagaban a médicos y sanatorios. Fue en vano. Las prepagas eran y son los “malos de la película”. Cosa juzgada. “No más pruebas, señor Juez”.
El director ejecutivo de United Healthcare, Brian Thompson, fue asesinado a tiros en el centro de Manhattan, aparentemente con mensajes en las balas y casquillos que decían “retrasar, negar, defender”. Es el título de un libro escrito en 2010 por Jay Feinman que critica fuertemente a las aseguradoras de salud.
Tras conocerse la identidad del asesino, Luigi Mangione, y su perfil ideológico, las redes sociales se han inundado de comentarios que no solo no condenan las acciones del joven, sino que justifican el crimen.
“Sinceramente, sí, estuvo mal por su parte tomarse la justicia por su mano, pero el director general abandonó a sabiendas a quienes necesitaban la ayuda de sus seguros y estafó cientos de miles de dólares cada año, así que es tan culpable como su propio asesino”, escribió un usuario en X, respondiendo a una publicación sobre Luigi Mangione, reposteado luego por miles de usuarios.

Un poster a favor de Luigi Mangione se observa fuera del hotel Hilton Midtown
de Nueva York, donde fue el crimen del Ceo de UnitedHealthCare (AP Photo/
Julia Demaree Nikhinson).

No solo en nuestro país las prepagas son los “malos de la película”.
Declaraba hace tres meses el primer ministro británico Keir Starmer, que el Servicio de Salud (NHS) de Reino Unido reconocido mundialmente como uno de los mejores sistemas de salud del mundo, atraviesa una de las peores crisis de su historia. Un informe reveló el estado siniestro del sistema de sanidad, que estaría provocando miles de muertes al año.
En España creció en los últimos años del 21 al 29% las personas que compran seguros privados de salud como complemento del sistema público. La queja fundamental son las largas listas de espera. En Madrid miles de médicos se manifestaron en las calles pidiendo por mejoras en sus ingresos.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) expresa con total claridad: “ningún país, por más rico que sea, está en condiciones de proveer a toda la población todas las tecnologías o intervenciones que podrían mejorar la salud o prolongar la vida”.
Recursos finitos y demandas infinitas. Esto sucede en todas las coberturas de salud del mundo, estén a cargo de países, provincias, mutuales, seguros privados o prepagas.
El 20 de diciembre de 2023 el flamante nuevo presidente argentino en su primera cadena nacional declaró que habría libertad de precios a las prepagas. Esa misma mañana se había publicado un Decreto de Necesidad y Urgencia, el ya famoso DNU 70/23, que eliminaba el requisito de la aprobación del Estado (Ministerio de Salud) para el aumento de las cuotas que abonan los usuarios de la medicina prepaga.
Pese a que solo el 16% más rico de la Argentina goza, o como piensan algunos “sufre”, de tener la cobertura médica de una prepaga, la libertad de precios surgió como uno de los grandes ejes del plan de gobierno. Del sistema de salud del restante 84% de los argentinos, poco y nada se dijo al respecto.
La libertad de precios, como canta el gran Sabina, “duró lo que duran dos peces en un whisky on the rocks”. El 8 de febrero, a menos de 40 días de esa cadena nacional, el ministro de Economía declaró en un tuit. “Las prepagas le están declarando la guerra a la clase media. Nosotros desde el gobierno, vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para defender a la clase media”.
Las clases medias altas, mayormente votantes de LLA, según las encuestas de opinión pública, estaban de acuerdo mayormente con las políticas del gobierno menos con lo que refería a los aumentos de las prepagas. “Está todo bien, bancamos el ajuste, pero no me dejen sin mi prepaga…”. Siguiendo con las metáforas “rockeras”, como ironizaba Charly durante la guerra de Malvinas, “pero no bombardeen Buenos Aires…”.
Durante esos meses las prepagas fueron “trending topic” en redes sociales y medios de comunicación. La cobertura del 16% más rico de la Argentina pasó a ser un tema dominante en la opinión pública. “Van a dejar a la gente sin cobertura médica”, repetían en varios medios comunicadores con un total des- conocimiento del sistema de salud argentino.
Los 47 millones de argentinos (y también extranjeros…) tenemos cobertura médica a través de la red de hospitales públicos. Además, todos aquellos que tienen un empleo formal, complementan esa cobertura con una obra social que es de afiliación obligatoria.
Según el muy buen trabajo que año a año realiza la consultora Prosanity junto con IPEGSA, solo el 24% de las obras sociales (19% de los beneficiarios) tienen la posibilidad de cubrir el PMO sin contar gastos de administración.
“Pará, pará…” diría un famoso entrevistador de TV, “¿Vos me estás diciendo que en el sistema de seguridad social hay más de 12 millones de personas que pese a tener un empleo formal, su obra social no dispone de los recursos mínimos para cubrir un Programa Médico Obligatorio?”.
Así es. Según el informe realizado por esta consultora, el aporte promedio por persona de las obras sociales nacionales es de $ 32.816 y el costo mínimo del PMO es de $ 42.000. De esto no se habla. Ni en los medios, ni en cadena nacional, ni en los tuits.
Tampoco de las enormes dificultades que atraviesa el sistema público, que es adonde acceden como única cobertura médica aquellos que no tienen un empleo formal y no pagan un plan privado. Esto suele ser, según los distintos estudios, la población más vulnerable del país. Pero los aumentos de las prepagas siguen siendo “trending topic”…
No es la idea del artículo victimizar al sector sin hacer una autocrítica. Sería muy tonto creer que todas las críticas son injustas. Es necesario escucharlas y evaluar muchas de ellas para aprender y mejorar. Se han cometido muchos errores. Hay mucho trabajo por hacer, especialmente en temas de comunicación.
El populismo nos ha hecho daño. Esta idea que todos tenemos derecho a que nos cubran todo con los mejores servicios posibles sin pagar los costos correspondientes se incorporó al pensamiento general. Nos pasó con las tarifas de gas y luz, con el costo del transporte y, aunque suene extraño, también con las cuotas de la medicina prepaga.
“En economía se puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias” es una frase popularizada por Paul Samuelson y atribuida a John M. Keynes. El deterioro de los servicios, la escasa remuneración a los profesionales, el menor tiempo de atención en las consultas médicas, la demora en los turnos, el cobro indebido de dinero por parte de médicos o instituciones; son solo algunas de las consecuencias del control de los precios de las cuotas.
El crecimiento del gasto en medicamentos ambulatorios, incluidos los de alto precio, es cada vez más difícil de financiar. Con información real de la evolución del gasto en medicamentos en los últimos 10 años de cinco importantes prepagas de más de 200 mil afiliados cada una, el incremento fue del 116%.
En el año 2013 el porcentaje del gasto correspondiente a los medicamentos ambulatorios sobre el gasto total era del 11,53%. En el 2023 fue del 24,87%.
La matemática en esto es cruel. Por un lado, la torta para distribuir es más pequeña. Por el otro, al ser más grande la porción de la torta que va a los laboratorios, indefectiblemente se achica la porción restante para el resto de las prestaciones. Por ejemplo, para honorarios de los profesionales médicos. También en estos últimos 10 años el gasto en prótesis pasó del 3 al 5%.


Pese a ser “los malos de la película”, paradójicamente el sector año a año crece en cantidad de afiliados. Incluso en este complejo año que finaliza. Según el relevamiento que realiza mi consultora los meses de diciembre de cada año, actualmente hay más de 8 millones de personas que pagan todos los meses, ya sea en forma total directa o en parte con sus aportes y contribuciones de ley, la cobertura de una prepaga. En el año 2002 el sector tenía un poco más de 3 millones de afiliados. Rarezas que suceden en un sector tan criticado.


En 1957 se publicó la famosa novela de Ayn Rand “La rebelión de Atlas”. La trama consiste en manera muy resumida en la acción de un grupo de fuertes empresarios de los Estados Unidos que, ante el avance del intervencionismo estatal, cada vez más asfixiante, abandonan sus empresas y se retiran a un valle oculto a esperar que se derrumbe todo a causa de la incapacidad de los burócratas. Si las prepagas son el problema del sistema de salud argentino, podría evaluarse una alternativa similar.
Quizás, como se describe en la genial novela de Rand, este sector tan vapuleado comience a ser valorado en los esfuerzos que hace para dar una amplia cobertura médica de calidad.
O quizás no, y habremos resuelto uno de los problemas del sistema de salud argentino.


(*) Consultor de Entidades de Medicina Prepaga y Obras Sociales.

 

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