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Está a la vista que 2024 ha sido un
año de transformaciones profundas en
la vida cotidiana de los ciudadanos,
producto de los cambios políticos,
económicos y sociales llevados a
cabo, y aún en desarrollo, por el
gobierno que asumiera el 10 de
diciembre de 2023.
El sistema de Obras Sociales
Nacionales -y seguramente también
las de los otros subsistemas- no
podía quedar al margen de esos
cambios, ya sea por impacto directo
o como por sus consecuencias o
secuelas.
Entre los grandes cambios se destaca
la incorporación de las Empresas de
Medicina Prepaga como Agentes del
Seguro de Salud dentro del mismo o
similar marco legal de estos, y para
ese subsistema -Pre-Pago- la
posibilidad de incorporar
trabajadores en relación de
dependencia sin necesidad de
recurrir a la triangulación o
gerenciamiento a través de Obras
Sociales, entre otros cambios.
En lo económico, la desregulación de
las cuotas de las Prepagas y de los
valores de los coseguros en las
Obras Sociales, son cambios
económicos en ambos subsistemas, que
empujan hacia arriba el gasto de
bolsillo de los individuos, y se
suman al des- comedido incremento de
los precios de los medicamentos,
que, justo es decirlo, viene de años
atrás, pero agrega mayor impacto a
los problemas de salud, impacto cuya
forma de medirse no parece haberse
establecido pero que es improbable
fuere a ser positiva.
La idea básica de la competencia
entre entidades que financien
servicios de atención de salud para
que la gente pueda elegir entre las
mejores o las más eficaces o las más
eficientes, responde a los
principios clásicos de la economía
convencional pero quizás no tanto a
los de la economía en salud.
Empezamos por poner al mismo nivel
instituciones sin fines de lucro con
empresas cuyo objetivo es el lucro.
Por otra parte, el mercado de la
salud -por denominarlo de alguna
manera- responde a otro tipo de
principios y de reglas debido muchos
factores relacionados a la
excepcionalidad que impone el
elemento humano implicado, eje del
sistema.
La salud ha sido considerada siempre
un bien preferente, es decir, un
bien al que la sociedad le asigna
tanto valor que debe ser protegido u
otorgado al menor costo posible o
aún sin costo.
Sin embargo, es absolutamente cierto
que, si bien para un individuo en
particular su atención puede no
tener costo, el cuidado de su salud
tiene un precio, y alguien lo tiene
que pagar, lo que origina un dilema.
Para resolver este dilema se idearon
ciertos mecanismos tales como el
sistema de las “mutuas” de la Baja
Edad Media, las mutuales de los
siglos XVIII y XIX y en nuestro
país, las Obras Sociales del siglo
XX, bajo el principio de que “aporta
por lo que se gana y se recibe por
lo que se necesita”.
La Medicina Prepaga es un emergente
comercial de esta modalidad, en la
cual se recibe por lo que se paga, y
no necesariamente por lo que se
necesita. Esto estaría parcialmente
modificado por la incorporación de
estas empresas al sistema de Agentes
del Seguro, un hecho que en
principio parece beneficioso.
Sin embargo, ello no soluciona
ciertas situaciones distorsivas de
difícil resolución: por caso, la
financiación de la atención de las
personas con discapacidad (y dentro
de las prestaciones más costosas, el
transporte) y los bajos aportes de
la población de pequeños
contribuyentes.
Frente a los cada vez más altos
precios de los servicios
asistenciales, no es casual que
estos grupos encuentren dificultades
para asociarse a los Agentes del
Seguro.
Quizás se debería pensar en una
suerte de Obra Social tipo Medicaid
gestionada por el Estado,
compartiendo su adhesión con OOSS y
Prepagas que acepten recibir esta
población, como está ocurriendo
ahora.
En él mientras tanto, el
conocimiento científico y el
desarrollo tecnológico siguen su
ruta de crecimiento constante,
indiferentes de la posibilidad de
financiamiento ya sea de las
instituciones o de las personas.
Por este camino, más allá de la
libre elección entre Obras Sociales
y Prepagas, u otros cambios de orden
económico, arriesgamos olvidar el
principio de considerar la salud
como bien preferente, y quizás
resultaría necesario la priorización
de atenciones, lo que más allá de
cualquier justificación económica
implica seleccionar quién recibe y
quién no recibe daciones de salud;
la liberación de cuotas y coseguros
suena a un primer paso en este
sentido aunque la idea y el objetivo
se basara en una cuestión de
economía teórica exclusivamente. De
nuevo: la economía de salud no es
economía clásica.
En una visión prospectiva, de un
sistema de salud eficaz, efectivo,
eficiente, equitativo y accesible,
como atributos de calidad en la
atención de la salud (como pensaba
Avedis Donabedian) parece estar
alejándose en el tiempo.
| (*)
Director Médico - Construir
Salud (Obra Social del
Personal de la Construcción
– OSPeCon) |
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