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A partir de la asunción del nuevo
Ministro de Salud de la Nación, al menos tres aspectos
diferencian claramente esta nueva gestión respecto a la del
gobierno de Alberto Fernández:
1. Una mayor concentración de poder en el Ministerio de Salud de
la Nación.
2. Una mayor coherencia con la política general del gobierno.
3. Una franca política de descentralización de las políticas
públicas hacia las provincias.
En primer lugar, se observa que el Ministro de Salud de la
Nación realmente ejerce el mando no solo del Ministerio de
Salud, sino también del INSSJyP (PAMI) y de la Superintendencia
de Servicios de Salud (SSSalud). Existe hoy un claro
alineamiento político de estos tres organismos históricamente
divorciados entre sí y esto representa una gran fortaleza y abre
buenas perspectivas.
El segundo aspecto es la coherencia entre las políticas
generales del gobierno y las aplicadas por salud. Esta
coherencia no se observaba desde el gobierno de Menem en donde
las políticas generales de descentralización y privatizaciones
fueron acompañadas desde salud con el decreto 9/93 de libre
elección de Obras Sociales y el decreto 578/83 de Hospital
Público de Autogestión Hospitalaria entre otras medidas.
Estas medidas apuntaban a introducir eficiencia en el sistema a
partir de una mayor competencia, en concordancia no solo con las
políticas nacionales, sino también con un contexto internacional
con un capitalismo fortalecido después de la caída del muro de
Berlín.
Con la finalización del menemismo y la entronización del
kirchnerismo se cambió totalmente el rumbo de las políticas
generales con la nacionalización de la mayoría de las empresas
que habían sido privatizadas y con una fuerte presencia del
Estado en todos los aspectos de la vida cotidiana. Sin embargo,
Salud fue una de las pocas áreas que no sufrió variaciones
conservando prácticamente la misma estructura generada en la
década de los 90.
En la actualidad desde el Ministerio de Salud y la SSSalud se
establecieron diferentes normativas que van en pos de una mayor
desregulación del mercado de la salud en lo que hace a las
prepagas médicas, la seguridad social y los medicamentos en
concordancia con las políticas liberales del gobierno nacional.
Entre otras cuestiones se modificó el marco de regulación de la
medicina prepaga y de las obras sociales para que puedan
competir, se profundizó la implementación de la receta digital y
se habilitó la venta de medicamentos de venta libre por fuera de
las farmacias entre otras cuestiones.
El tercer aspecto es una clara concepción del federalismo en
salud en cuanto a servicios públicos al menos. La idea que sean
las provincias quienes asuman el rol rector de las políticas
públicas en cada territorio geográfico es clara. La propuesta
latente es que cada provincia avance hacia sistemas o seguros
provinciales de salud.
De cara al futuro
Algunos otros aspectos seguramente requerirán definiciones que
acompañen estas primeras medidas de gobierno en salud para
consolidar este modelo.
Uno de ellos, central a mi entender, es que hacer con el PAMI.
En este esquema planteado tan claramente, al menos dos podrían
ser los caminos por seguir siendo coherentes con las políticas
generales. Cualquiera de los dos significaría una importantísima
reforma que realmente modificaría la estructura actual del
sistema.
Un primer camino podría ser la permanencia del jubilado en su
obra social de origen achicando paulatinamente la masa de
afiliados y dejando un PAMI residual. Este afiliado pasaría a
pertenecer a un Agente del Seguro regulado por la SSSalud y por
lo tanto podría elegir su propia obra social o prepaga médica.
Esto será coherente con el punto dos planteado más arriba
Un segundo camino será la descentralización de la atención de
los beneficiarios del PAMI hacia las provincias en concordancia
con lo planteado en el punto tres de más arriba y contribuiría
fuertemente a la conformación de sistemas o seguros provinciales
de salud.
Tal es la importancia del PAMI, que cualquier decisión que se
tome modificará el sistema de salud en su conjunto.
Otros aspectos necesarios por resolver a futuro para consolidar
estas políticas según mi parecer serían una reforma importante
del PMO y el achicamiento de agentes del seguro. La modificación
del PMO resulta necesaria para la sustentabilidad del sistema en
este contexto. La segunda cuestión es algo que ya ha comenzado a
operarse en forma silenciosa pero constante.
Finalmente, se deberá tomar algunas decisiones respecto a la
política de medicamentos. A fin de introducir efectiva
competencia se debería avanzar hacia un verdadero mercado de
genéricos que compitan por precio y no por marcas. Por otro
lado, el avance de los medicamentos de alto precio requiere de
una conformación de una verdadera Agencia de Evaluación con
capacidad de rectoría y de un fondo o seguro de enfermedades
catastróficas.
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(*)
Especialista
Médico en Salud Pública. Secretario General del Grupo
PAIS |
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