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La
aceleración inflacionaria argentina
(y vamos por la..., perdimos la
cuenta)
La historia argentina desde 1945
está plagada de procesos
inflacionarios. No se trata de un
problema que caracterizó a un
gobierno en particular. Es un
problema que permeó a todos los
gobiernos de todos los colores
políticos. En la historia argentina
hubo gobiernos peronistas,
radicales, militares, más
recientemente alianzas como Frente
para la Victoria, Cambiemos, Frente
de Todos, y todos tuvieron como
“política de Estado” la inflación.
Está tan lejos de la animosidad
afirmar que la inflación es
transversal a todos los colores
políticos que en la historia
argentina hay ejemplo de sobra. Hubo
gobiernos peronistas que cayeron en
hiperinflación (1975) y que a su vez
erradicaron la inflación
(1991-1999); gobiernos radicales que
lograron controlar la inflación
(1963-1967; 1985-1986) y cayeron en
hiperinflación (1989); sin entrar en
las alianzas actuales que terminaron
por generar un nuevo emergente
político en la Argentina que es el
partido libertario que llegó a la
presidencia de la Nación como
primera experiencia libertaria de
gobierno del mundo. Su consigna
central: erradicar definitivamente
la inflación de la Argentina. Esto
demuestra que la inflación -para
ponerlo en términos epidemiológicos-
es una enfermedad crónica y la
principal dolencia de la Argentina.
Esta introducción viene a colación
de que el presente estudio analizará
el impacto de la última aceleración
inflacionaria que golpeó a todo el
país, pero con particular virulencia
al sector de la medicina privada la
cual, además del flagelo
inflacionario, sufrió el flagelo de
la pandemia de la que todavía no se
recuperó. Se presenta también un
análisis histórico de las
estrategias de supervivencia que los
prestadores médicos privados
aplicaron para poder seguir estando
a flote y una agenda de políticas
públicas para su recuperación en la
nueva Argentina que el gobierno
libertario propone.

Inflación postpandemia
El Gráfico 1 presenta la evolución
del Índice de Precios al Consumidor
(IPC) y un conjunto de precios de
módulos de prestaciones médicas que
recaba y actualiza de forma
permanente la Comisión de
Administración de ADECRA+CEDIM. El
período que abarca corresponde a
enero 2020, justo antes de que se
desatara la pandemia, hasta junio
2024.
Dicho gráfico muestra la
desaceleración que tuvo el IPC
producto del confinamiento
coercitivo que sufrió la población
en el 2020 y la más fuerte
desaceleración que tuvieron los
módulos de la medicina privada
producto del virtual congelamiento
de precios sufrido por la medicina
privada en el 2020.
A partir de enero 2021 hasta marzo
2022, el IPC se recupera y se vuelve
a colocar en un valor de 50%
interanual que tenía en enero 2020,
antes de la pandemia. Los precios de
los módulos también fueron se
recuperando, aunque a una velocidad
menor que la aceleración del IPC.
A partir de abril del 2022, pasada
la segunda ola del COVID, la
actividad económica busca su total
recuperación de la pandemia lo que
llevó –por la displicencia fiscal y
monetaria del Estado– a que la
inflación general medida por el IPC
se re acelere hasta llegar a marzo
del 2023 con una inflación
interanual del 100%. La medicina
privada, adaptada a la aceleración
inflacionaria, acompañó esta
aceleración con el precio de los
módulos y logró hacerlo al mismo
ritmo a la inflación general.
A partir de abril del 2023, la
inflación vuelve a experimentar otra
aceleración que ya toma por sorpresa
y/o sin suficiente fuerza
negociadora a los prestadores
médicos privados haciendo que el
precio de los módulos se acelere
también, pero por detrás del IPC.
Se llega una situación en la primera
mitad del 2024 donde el precio de
los módulos está algo por encima del
nivel del IPC tomando como base de
partida enero 2020. El tema es que
la carrera ha sido desigual. Toda
vez que en el Gráfico 1 las barras
son más altas que la línea, los
precios de los prestadores médicos
privados corrieron por detrás de la
inflación general (IPC).
Los
costos médicos
Los costos de producir atención
médica tuvieron un derrotero
parecido más a la inflación que a
los precios de los módulos. El
Departamento de Estudios Económicos
de ADECRA+CEDIM lleva un monitoreo
trimestral de los costos de producir
atención médica con su Índice de
Precios de Insumos de la Atención
Médica. Agregando este Índice de
costos de atención médica al gráfico
anterior se obtiene el Gráfico 2.

Allí se observa cómo los costos de
producir atención médica (salarios,
insumos médicos, insumos no médicos,
servicios públicos e inversiones)
van en sintonía con el IPC y un poco
por encima. Lo cual se traduce en
que los costos marchan
consistentemente por encima del
precio de los módulos. En otras
palabras, los prestadores médicos
institucionales vivieron y siguen
viviendo con la línea de flotación
de los costos por encima de la
cabeza (pérdidas económicas).
La pregunta que todos se hacen a
esta altura es cómo se logra
sobrevivir con pérdidas económicas
sistemáticas. La respuesta pasa por
identificar los tres tipos de
resultados que tiene toda
institución. Estos resultados son:
a) los resultados monetarios de
caja; y b) los resultados económicos
devengados; y c) los resultados
intangibles.
Los resultados monetarios de caja
son los usualmente más utilizados y
surgen de la diferencia entre los
flujos corrientes de entrada de
dinero menos los flujos salientes de
gasto. Este resultado equilibrado o
positivo es el que permite la
sobrevivencia de la institución,
pero no la sustentabilidad de largo
plazo. La sustentabilidad se logra
con el resultado económico que tiene
en cuenta no sólo los flujos de
entrada corriente de dinero sino
también los derechos de cobro y no
solo los flujos salientes de gasto
sino también las obligaciones de
pago que todavía no se
efectivizaron; en otras palabras, es
el balance de la institución
considerando activos, pasivos y
patrimonio neto. Los resultados
intangibles son los reputacionales
que están determinados por la
calidad en la producción del
servicio, la calidad de los
servicios otorgados y el prestigio
de la marca.
El sistema privado de salud en la
Argentina logra sobrevivir porque
desarrolló habilidades para
estabilizar la ecuación de los
resultados monetarios de caja, pero
tiene claramente comprometida la
sustentabilidad por el lado de los
resultados económicos. Esto se
detecta palpablemente con el fin de
la emergencia sanitaria que se
prolongó desde el año 2002
postergando la exigibilidad de las
deudas impositivas de las
instituciones de salud. Finalizada
la emergencia, las deudas
impositivas se hacen exigibles y
quedó al desnudo la endeblez
patrimonial de muchas instituciones
privadas de salud. (1) Lo mismo
ocurre con los pasivos contingentes
crecientes que se producen con la
acumulación de antigüedad de la
planta de personal. Estos
compromisos no se manifiestan en el
resultado monetario de caja hasta
que se hacen exigibles cuando llega
el momento de la desvinculación
laboral.
Los resultados intangibles son
todavía más difíciles de
exteriorizar mientras son positivos
y se exteriorizan cuando son
negativos. El paciente no percibe la
calidad en el pro- ceso de atención
médica y del resultado cuando es
buena, en cambio, sí la percibe
cuando se deteriora. Hacer “cerrar”
la ecuación monetaria de caja muchas
veces induce (casi
involuntariamente) a ahorrar
adquiriendo insumos de inferior
calidad, sobre exigiendo al
personal, obviando algunos procesos
no vitales de la atención médica,
etc. El paciente no detecta estas
acciones tendientes a “cerrar” la
ecuación de caja. Las detecta cuando
las sufre en las demoras en su
recuperación, en las demoras para la
atención o el destrato por parte del
personal. La búsqueda del equilibrio
de caja muchas veces conlleva a
resultados intangibles negativos.
Siendo estos últimos de carácter
claramente reputacional, afectan la
imagen y la marca siendo luego
costoso de revertir.
En conclusión, la sobrevivencia de
los prestadores médicos privados se
dio por sus habilidades para
equilibrar la ecuación del resultado
monetario de caja. Pero la mayoría
tiene una situación patrimonial
endeble producto de la acumulación
sistemática de resultados económicos
negativos. Muchos prestadores,
incluso, logran con algunos
resultados de caja positivos
expandirse, hacer obras de
mejoramiento de la institución e
invertir en su imagen; es decir,
buscan proteger sus resultados
intangibles positivos.
Se produce así la paradoja de la
sospecha: los prestadores privados
de la salud alertan y peticionan
ante diferentes autoridades de
gobierno nacional, provincial y
municipal de manera directa y a
través de los medios de comunicación
sobre la falta de recursos en la
salud privada, pero reciben como
respuesta que cómo puede ser que
falten los recursos cuando tal
prestador está construyendo un nuevo
edificio o tal otro prestador
construye en un country o un barrio
acaudalado. La situación no es
necesariamente contradictoria. Hay
prestadores que con excedentes de
caja invierten en reputación sin
mejorar la sustentabilidad económica
endeble de sus balances.
El
pilar de la ecuación de caja: la
ocupación
Una variable central en la
sobrevivencia de los prestadores
privados de la salud es la ocupación
de la capacidad instalada. La
medicina privada es una actividad de
alto gasto fijo. La dotación de
médicos, enfermeras, mucamas,
personal de apoyo, insumos médicos y
equipamiento médico en
funcionamiento (muchos de alta
tecnología como la terapia intensiva
o la imagenología) que requieren ser
mantenido operativos,
independientemente de si están en
uso o no, representan entre el 70% -
80% del gasto operativo corriente de
un prestador médico. Por esta razón,
tener capacidad instalada desocupada
es una fuente muy desestabilizante
de pérdidas monetarias. De esta
forma, la tasa de ocupación es el
principal indicador del flujo de
entrada monetaria que sostiene la
ecuación de caja.
Por esta razón, el resultado
monetario de caja de una institución
depende decisivamente de lo más
próximo que se pueda estar al 100%
de la ocupación. La Comisión de
Directores Médicos de ADECRA lleva
un relevamiento de la tasa de
ocupación de un conjunto de
instituciones asociadas que permiten
ir haciendo el monitoreo de esta
importante variable de
sostenibilidad del resultado de caja
de las instituciones (Gráfico 3).

En el Gráfico 3 se suma a las series
estadísticas que se viene
analizando, la evolución del
porcentaje de ocupación de las
instituciones representadas en la
Comisión de Directores Médicos de
ADECRA+CEDIM. Es interesante
observar lo sucedido en el 2020
durante la pandemia. Al hecho de que
los costos médicos estaban por
encima de los precios de los módulos
se sumó la fuerte contracción de la
ocupación (llegó al 70% en junio
2020 cuando todavía no se había
producido la 1° ola de COVID y la
población estaba encerrada) lo que
conllevó obligadamente a las
instituciones de salud privada a
sostenerse con los subsidios
directos del Estado (ATP - REPRO, un
programa de subsidios al salario del
gobierno).
Con el desconfinamiento parcial de
finales del 2020 y principios del
2021 la tasa de ocupación se
recupera, sin llegar al 95%,
operando como una bocanada de
oxígeno financiero para las
instituciones. A mediados del 2021
ataca la 2° ola de COVID donde las
instituciones llegaron a estar
desbordadas en las áreas de cuidados
críticos, pero por las medidas de
distanciamiento de pacientes la tasa
de ocupación estuvo lejos de la
óptima (alrededor del 88%). Esto fue
una importante fuente de estrés
financiero en las instituciones
privadas de salud.
En el 2022 la ocupación subió a
cerca del 98% lo que permitió a las
entidades recuperarse
financieramente sumado a que los
precios de los módulos tendieron
también a recuperarse colocándose
más en sintonía con los costos de
producir atención médica. Fue un
período de relativo alivio luego de
dos años muy difíciles (2020 y 2021)
de incertidumbre respecto a la
capacidad de respuesta médica ante
la amenaza del COVID, de estrés
financiero por las bajas tasas de
ocupación y de costos que no dejaban
de estar por encima de los precios
de los módulos que el gobierno no
desistía en sus intentos de
mantenerlos congelados.
El descanso duró poco porque en el
2023 se re acelera la inflación,
adoptando una espiralización muy
riesgosa que amenazaba con
hiperinflación, con el consiguiente
impacto sobre los costos y el
retraso en los precios de los
módulos; más el agravante de la
caída en la tasa de ocupación que,
si bien no cayó por debajo del 90%,
sumó estrés financiero en un momento
nada propicio. Otra vez las
dirigencias y los mandos medios de
los prestadores médicos privados
fueron colocados bajo fuerte presión
ante la escasez monetaria para
mantener las operaciones médicas en
funcionamiento.
En la primera mitad del 2024, la
inflación se desacelera, el
crecimiento de los costos de
atención médica también se calma y
los precios de los módulos muestran
una tendencia a la recuperación,
pero no llegan a alcanzar la curva
de los costos manteniéndose por
debajo. De todas formas, el hecho de
que la inflación y los costos ceden
y que cabría esperar con ello la
recuperación también de la tasa de
ocupación, es factible esperar que
en la segunda mitad del 2024 la
recuperación en el precio de los
módulos se mantenga y cierren un
poco más la brecha con los costos.
Sin embargo, las encuestas
prestacionales del tercer trimestre
2024 (aún en desarrollo) muestran un
estancamiento y tendencia a la
disminución de la tasa de ocupación
general y de áreas cerradas para la
mayoría de las instituciones
prestadoras de servicios de salud.
El
Índice de sustentabilidad de
ADECRA+CEDIM
Combinando la evolución real del
precio de los módulos respecto al
IPC y la tasa de ocupación se puede
obtener un indicador de la evolución
de la sustentabilidad de las
instituciones privadas de salud.
Estos dos factores corresponden a
las variables precio y cantidad las
cuales determinan la evolución del
flujo de ingresos de las
instituciones. Cabe aclarar que este
Índice de Sustentabilidad no
considera el índice de costos porque
no se dispone de la variable
cantidades de insumos consumidos en
la producción de atención médica.
Esta es una variable que cada
institución administra en función de
su organización y la eficiencia en
la producción.
En este sentido, el Índice refleja
la evolución de la sustentabilidad
desde la dimensión de los ingresos.
Cuando el índice cae hay una
tendencia a la disminución de los
ingresos lo cual es una disminución
de la sustentabilidad y cuando sube
hay una tendencia al aumento de los
ingresos que refleja una tendencia a
favor de la sustentabilidad. En esta
perspectiva, se trata de un índice
de tendencia más que de
sustentabilidad propiamente dicha.
En el Gráfico 4 se presenta la
tendencia que tuvo la
sustentabilidad de las instituciones
de la medicina privada tomando como
punto de partida el 1° trimestre del
2020, justo antes de que se desate
la crisis por el confinamiento de la
pandemia.

En la primera mitad del 2020 hay una
fuerte caída en la tendencia de la
sustentabilidad por efecto del
desplome en la tasa de ocupación.
Hasta marzo 2021 la tendencia de la
sustentabilidad se mantiene un 15%
por debajo del 1° trimestre 2020 por
efecto de la caída en el valor real
de los precios de los módulos a
pesar de que la ocupación se
recuperó. A mediados del 2021 hay
una nueva caída de la
sustentabilidad porque al efecto
negativo de los precios de los
módulos se suma una nueva caída de
la ocupación producto de la segunda
ola de COVID. En el 2022 hay una
tendencia a recuperar
sustentabilidad gracias a que se
recupera la ocupación y los precios
que, si bien no se recuperan
totalmente, dejan de caer en
términos reales lo cual dio cierta
estabilidad a la sustentabilidad
(aunque se mantuvo por debajo de la
situación pre pandemia).
En el 2023 se observa una clara
tendencia al deterioro de la
sustentabilidad por caída real de
los precios de los módulos y de la
ocupación, a la vez, tocando piso en
diciembre del 2023 con un valor de
77 respecto a 100 en prepandemia.
Este fue el momento de máxima
tensión y preocupación sufrida en
las instituciones privadas de salud.
En el 2024 se recupera
sustentabilidad gracias a que se
desacelera la inflación y los
precios de los módulos tienden a
recuperarse en términos reales. En
este sentido, si se consolidan las
bajas tasas de inflación, es de
esperar que mejore la
sustentabilidad dado que hay espacio
para recuperar ocupación (está en el
orden del 90% de la capacidad) y
recuperar valor real de los precios
de los módulos (están todavía 25%
abajo respecto a la situación
prepandemia). (2)
En resumidas cuentas, la
sustentabilidad de las instituciones
privadas de salud sufrió mucho
durante la pandemia por pérdida en
el valor real de los precios de los
módulo y caída de la ocupación; tuvo
un período de descompresión en el
2022 gracias a la recuperación de la
ocupación, pero no tanto de los
precios reales que se mantuvieron
25% abajo respecto de la situación
prepandemia; el 2023 fue aciago por
la combinación de caídas en el valor
real del precio de los módulos y de
la ocupación. En el 2024 aparece
nuevamente cierta descompresión,
pero objetivamente la situación no
es mejor que el 2022; de todas
formas, el estrés financiero sufrido
en el 2023 ha sido tan intenso que
volver a la situación del 2022 se
siente como un alivio.
Lo que queda claro es que el sistema
privado de salud quedó muy golpeado
en la dimensión de la
sustentabilidad de sus ingresos
desde la pandemia. (3)
El
deterioro de la sustentabilidad se
traduce en caída del salario real
El aspecto más negativo de la
tendencia a la pérdida de
sustentabilidad financiera es que la
caída del salario real del personal
de las instituciones privadas de
salud se vuelve inexorable. El
Gráfico 5 muestra esta cruda
realidad. El salario real de la
Sanidad tuvo una estrepitosa caída
en el 2020 producto del desplome en
la sustentabilidad a raíz del
congelamiento de precios y la caída
en la ocupación. En el 2021, aun
cuando las instituciones de salud no
recuperaron la sustentabilidad
prepandemia, se hicieron denodados
esfuerzos para recuperar el valor
real de las remuneraciones del
personal. Esta situación se pudo
mantener en el 2022. Pero en el
2023, la aceleración inflacionaria y
la profundización a la caída en la
tendencia de la sustentabilidad,
llevó a la profunda caída del
salario real del personal.

En el 2024, las negociaciones
paritarias buscan recuperar el
salario real, pero en la medida que
dicha recuperación de las
remuneraciones no se ajuste al ritmo
de recuperación de la
sustentabilidad, el aumento del
salario real quedará trunco. Esto se
observa en el Gráfico 5 en los meses
de julio, agosto y setiembre, donde
los aumentos son a mayor ritmo que
la sustentabilidad y ya se tiende a
observar un aplanamiento del salario
real.
Propuesta de política
En el proyecto de Presupuesto 2025
el gobierno explicita su intención
para los próximos años. Plantea un
2024 que termina con una caída de
casi 4% en la actividad económica y
una tasa de inflación interanual en
diciembre de este año
desacelerándose, pero en el orden
todavía del 100%. Para el 2025 en
adelante proyecta tasas de
crecimiento de la economía al 5%
anual, una tasa de inflación anual
más convergente todavía llegando al
2027 con una inflación de 7% anual y
un dólar que se mantendrá apreciado
(serían un dólar de $950 a precios
actuales). Estas proyecciones están
apoyadas en el supuesto de un
crecimiento sostenido en el valor de
las exportaciones hasta llegar al
2027 a nivel 30% superior al actual.
Habrá que ver.
Si estas proyecciones se cumplen, el
entorno para la medicina privada
será propicio para su recuperación,
fundamentalmente por el tipo de
cambio bajo que facilitará la
inversión en tecnología, mantendrá
precios accesibles para los insumos
importados y -lo más importante de
todo- es que permitirá recuperar el
valor real de las remuneraciones del
equipo de salud. (4)
Sin embargo, para que las
instituciones privadas de salud
puedan aprovechar la economía más
ordenada para recuperarse necesitan
sanearse patrimonialmente. En
términos de los tres tipos de
resultado analizados, esto implica
no solamente vivir de los resultados
positivos de caja y reputacionales
sino también con resultados
económicos positivos y sustentables.
La agenda para el saneamiento
patrimonial de las instituciones
tiene tres puntos fundamentales: a)
saneamiento impositivo; b)
saneamiento laboral; y c)
saneamiento prestacional.
a) Saneamiento impositivo
La principal amenaza de la gran
mayoría de los prestadores privados
es la deuda impositiva no resuelta
luego de 20 años de emergencia
sanitaria y la crónica negativa del
Estado a reconocer los créditos de
IVA no computables que quedan
incrustados en los costos de los
prestadores privados por la exención
que se otorga a las obras sociales y
la alícuota reducida a prepagas.
El saneamiento de los prestadores
privados podría instrumentarse
consolidando la deuda que los
prestadores tienen con el fisco y la
deuda que el fisco tiene con los
prestadores por acumulación de
créditos de IVA no computables.
Luego, a los efectos de normalizar
la relación tributaria entre el
fisco y los prestadores privados en
adelante es muy importante dejar
establecido un mecanismo permanente
de compensación de créditos de IVA
contra contribuciones patronales;
una propuesta que ya ha sido
analizada por las autoridades de
turno una infinidad de veces y ha
llegado a plasmarse en proyectos de
ley -algunos, nunca tratados y otros
que fueron perdiendo estado
parlamentario. Actualmente, se
encuentra para ser discutido en
Comisiones de Diputados, el proyecto
de Ley “Régimen Especial para el
Tratamiento del IVA No Computable
para Establecimientos Sanitarios del
Sector Privado” Expte. 3454-D-2024,
ingresado el 01 de julio de este
año.
Otro tema muy importante a resolver
de cara a un entorno con una
economía más ordenada es el desorden
impositivo provocado por las
provincias con sus municipios con
los impuestos a los Ingresos Brutos,
a los Sellos y las tasas de
industria y comercio que -al igual
que los créditos de IVA no
computables- quedan incrustados en
los costos de los prestadores. Esta
es una agenda más complicada porque
depende de cada provincia y cada
municipio, aunque a nivel de una
reforma tributaria más integral la
solución de fondo pasaría por una
consolidación de tributos a las
ventas nacionales, provinciales y
municipales dentro de un IVA
unificado. Esto puede parecer
irreal, pero no lo es; es el camino
que Brasil -país con similares
distorsiones impositivas que
Argentina- comenzará a transitar a
partir del 2025.
b) Saneamiento laboral
Los cambios en la legislación
laborales abordados en la sancionada
Ley de Bases fueron necesarios,
aunque se limitaron a normalizar
situaciones irregulares -la
principal fue la eliminación de la
multiplicación de la indemnización
por despido- pero no a modernizar
las instituciones laborales para
colocarlas a los requerimientos del
siglo XXI. La medicina privada
todavía se rige por convenios
colectivos negociados en 1975 -o
sea, tienen 50 años de edad-, nunca
adaptados a los cambios de
realidades sociales y productivas; y
los convenios colectivos más
recientes guardan las mismas
estructuras rígidas de los viejos
convenios.
Sería muy importante que la
autoridad laboral nacional dé la
opción a las instituciones de salud
a optar por salirse del convenio
colectivo sectorial para negociar su
propio convenio a nivel de empresa o
a nivel de grupos de empresas con
sus propios trabajadores. La
filosofía moderna en materia de
instituciones laborales tiende a
priorizar los acuerdos individuales
y de empresa por encima de los
convenios sectoriales. Otra vez,
parece irreal pero no lo es; es el
camino que Brasil -país con
similares distorsiones laborales que
Argentina- ya viene transitando
desde el 2017.
c) Saneamiento prestacional
Es muy importante dinamizar la
institucionalidad de la
certificación y la acreditación de
calidad. La incorporación de
tecnología médica debe tener el
objetivo concreto y palpable de
mejorar la calidad médica, en lugar
de renovar equipamiento con fines
meramente comerciales. Para ello, la
institucionalidad debe prever que el
mercado de la medicina privada
remunere de forma diferencial la
calidad. Un sistema de atención
médica que se precie de dar calidad
debe necesariamente que tener
instituciones económicas que
remuneren económicamente la calidad
ya que ésta requiere inversiones e
innovación permanentes.
Referencias:
1) Se estima por versiones
extraoficiales que hay unas 5.000
instituciones privadas de salud con
deuda impositiva que pasa a ser
exigible con el fin de la emergencia
sanitaria. Y que con el fin de la
medida de no embargabilidad
dispuesta por Ministerio de
Economía, en enero de 2025 no podría
hacer frente a embargos judiciales.
2) El análisis de los precios de los
módulos es desde el punto de vista
económico. Sin embargo, no es menor
el aumento del índice de rotación de
cuentas por cobrar en el período pos
pandemia, así como el incremento en
el peso que los débitos
prestacionales tienen sobre el total
del ingreso.
3) Debe tenerse en cuenta que, en
condiciones normales de desarrollo
económico, las tasas de ocupación
rondan el 80% a 85%. Mantener
permanentemente tasas de ocupación
más altas lleva al desgaste de las
estructuras, equipamiento y capital
humano, convirtiéndose en uno de los
factores de burnout y de baja de
calidad en la prestación del
servicio en todas sus aristas,
conflictuando la sustentabilidad de
las organizaciones.
4) Estadísticamente se observa una
correlación negativa entre tipo de
cambio real y salario real. Períodos
de tipo de cambio real bajo están
asociados a salario real alto.
En el caso de la Argentina esta
relación inversa es la que siempre
genera las dudas sobre la
sostenibilidad del tipo de cambio
real a nivel bajo ya que, por
diferentes causas, la historia
mostró que el tipo de cambio cuando
fue bajo, lo fue artificialmente.
(*) Departamento de Investigación
Económica - ADECRA+CEDIM.
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