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Ante la desinformación general tanto en redes sociales
como en medios de comunicación sobre la mal llamada
“triangulación”, intentaré contribuir al debate
destacando lo que a mi saber y entender son los
aciertos, errores y contradicciones de las medidas
tomadas el último año.
En diciembre de 2023 el DNU 70/23 habilitó a las
prepagas para incorporarse al sistema de obras sociales
en una categoría que se llamó “inciso i”. Eso les
permitiría sumarse y obtener los aportes sin necesidad
de contratar con una obra social.
Pese a no ser una prioridad en un sector tan necesitado
de reformas estructurales, y en algunos aspectos
considero que es muy discutible igualar derechos a
entidades de distinta naturaleza como obras sociales y
prepagas, considero que fue una decisión correcta
tomando en cuenta el funcionamiento del sistema
heredado. Hubo una ampliación y un avance de las
libertades.
El 21 de febrero de 2024 mediante el decreto 171/24 se
determina que la inscripción por parte de las Entidades
de Medicina Prepaga (EMP) en el REGISTRO NACIONAL DE
AGENTES DEL SEGURO (R.N.A.S.) era voluntaria. Bienvenida
nuevamente la libertad.
En octubre de 2024 mediante la Resolución 3284/2024
(contradiciendo un decreto…) se obliga a que con
vigencia 1/12/24 todas las prepagas estén inscriptas en
el R.N.A.S. Vale aclarar que hasta ese momento muy pocas
se habían anotado, entre otras razones porque muchas
tienen acuerdos de complementación de coberturas con
obras sociales. En muchos casos la obra social cubre la
alta complejidad, cumpliendo un rol de “reasegurador”.
Las prepagas llegan de esta manera a ofrecer planes más
competitivos en coberturas y precios a sus afiliados.
Esta obligación de inscripción fue un claro retroceso en
las libertades.
Pese a que desde el 1 de diciembre de 2024 las prepagas
libremente podían comercializar sus planes a empleados
en relación de dependencia de manera directa o a través
de una obra social, inesperadamente el 31 de enero de
2025 mediante la Resolución 1/2025 el gobierno
interviene y pasa “de prepo” a más de un millón de
titulares a la prepagas. El cambio se realiza de manera
retroactiva al 1 de enero. A las obras sociales que
durante el mes de enero otorgaron coberturas de alta
complejidad como trasplantes, medicación oncológica,
hemofilia, discapacidad, etc., se les quita los recursos
para poder hacer frente a esas prestaciones. Un claro
atropello a la libertad.
La Resolución 1/2025 publicada el 31 de enero de 2025
tiene groseros errores técnicos y su implementación está
trayendo muchas dificultades a los beneficiarios del
sistema, especialmente en los casos donde prepaga y obra
social complementan la cobertura del Programa Médico
Obligatorio (PMO). Durante febrero miles de
beneficiarios con patologías complejas no encontraban
respuesta a sus urgencias ni en la prepaga ni en su obra
social.
Impensada y contradictoria medida de un gobierno que se
auto proclama liberal. Doctrina que abracé de joven
leyendo a Ludwing von Mises, Guy Sorman y Alberto
Benegas Lynch (h).
Me trajo el recuerdo de lo sucedido en el año 2008. Pese
a que se podía optar libremente entre el sistema de
jubilación privada de las AFJP o el sistema estatal de
reparto, la ex- presidenta Cristina Fernández de
Kirchner y su ministro de economía Amado Boudou
decidieron intervenir y pasar “de prepo” a todos los
argentinos al sistema estatal. Con una salvedad, el
instrumento utilizado fue una ley y no una resolución
“floja de papeles” firmada por un funcionario de medio
rango…
Uno de los principales argumentos de las medidas tomadas
es quitar privilegios a la “casta sindical”. Esto no es
cierto. Ninguno de los principales dirigentes sindicales
“triangula” aportes y contribuciones con empresas de
medicina prepaga.
Quien realmente hizo un cambio significativo en este
aspecto fue el expresidente Menem en el año 1997 cuando
terminó con el sistema de afiliados cautivos que tenían
las obras sociales sindicales y decreta la libre
elección.
Esa “desregulación” del sistema dio una mayor libertad y
mejoró lo anterior, pero tuvo errores que requieren
cambios estructurales. Es necesario incorporar al
sistema un mayor componente solidario, como realizan los
países desarrollados (a excepción de EE. UU.) y varios
países de la región.
Otro argumento utilizado es que van a bajar las cuotas.
Salvo que sean obligadas a hacerlo, lamentablemente no
va a ocurrir. Por un lado, se ha generado una
expectativa en la población de que así será y este
cambio no rige para aquellos afiliados que contratan una
prepaga de manera directa. Mi madre de 83 años me llamó
contenta hace unos días que había leído en el diario que
le iban a bajar la cuota…
Por el otro, en muchos casos las prepagas van a tener
que absorber coberturas de alta complejidad que brindaba
la obra social y que le cuesta más caro darla,
especialmente a las pequeñas y medianas. También habrá
un mayor costo por la antiselección que se espera.
Como me dijeron hace poco: “si era tan bueno el cambio,
¿por qué tuvieron que hacerlo por obligación?”.
Volviendo al ejemplo de la jubilación, si el sistema de
reparto era tanto mejor que el de las AFJP, ¿por qué fue
necesario hacerlo “por obligación?”.
En el mercado de seguros de salud privado o de empresas
de medicina prepaga rige la libre competencia. Las
empresas intentan captar afiliados con las mejores
ofertas de planes y precios posibles. Solo es cuestión
de mirar las agresivas pro- mociones que muchas de estas
realizan.
Ninguna empresa de medicina prepaga va a perder
competitividad dejando dinero que no agregue valor en un
intermediario.
Tampoco existe un nivel de concentración de mercado que
requiera de este tipo de intervención. La concentración
actual es muy similar al que tienen otras industrias de
servicios como seguros, bancos y ART. Aunque
lamentablemente estas medidas van a acelerar el proceso
de concentración.
El sistema actual de libre elección requiere ser
corregido. El valor por cápita que reciben obras
sociales y prepagas no debiera ser individual
dependiendo del valor del salario del trabajador y la
composición de su grupo familiar. Como en otros sistemas
de salud de la región y de los países desarrollados, a
excepción de EE. UU., es imprescindible que con- temple
un esquema mayor de solidaridad. Una opción es que el
valor recibido por cápita sea el mismo para todos con un
ajuste de riesgo por edad, sexo y localidad.
No muy distinto fue lo sucedido con la libertad de
precios de las cuotas. En diciembre de 2023 en cadena
nacional el presidente anunció que los precios serían
libres. Se ejecuta la me- dida mediante el DNU 70/23.
Poco tiempo después, utilizando el argumento de la
cartelización se vuelve para atrás y nuevamente se
implementan controles de precios.
Los cambios de reglas de juego y regulaciones de los
últimos años, especialmente en materia de libertad de
precios, coberturas y contrataciones, no hacen más que
ahuyentar inversiones en un sector dinámico de la
economía. Los servicios que prestan las prepagas se
deterioran año a año. No ingresan nuevas empresas y las
existentes se concentran cada vez más intentando cumplir
como pueden con las obligaciones comprometidas con
afiliados, prestadores y empleados.
Esperemos que puedan revisarse y retrotraer las
últimas medidas tomadas y como dice el actual presidente
volver a abrazar las ideas de la libertad.
(*) Consultor de Entidades de Medicina Prepaga y Obras
Sociales.
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