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Un cisne negro se denomina aquellos sucesos que ocurren por
sorpresa, de tal manera que ningún analista había previsto ni
tenido en cuenta porque, a priori, eran improbables. Terminan
teniendo un gran impacto y repercusión trascendental eso es lo
que sucedió en la Argentina hace más de un año.
Ganó las elecciones un candidato sin
experiencia política, pero que interpreto mejor que nadie que
estamos girando sobre un mismo eje desde hace por lo menos 40
años. Siempre en sentido descendente.
Fue muy disruptivo y desnudo discursos acerca
del “cambio para que nada cambie” , exponiendo a lo que se
denominó “la casta”. La pregunta es si lo podrá llevar adelante
o se quedará como una expresión deseos e ideas. Hasta ahora
sigue avanzando a pesar de la debilidad política y de las
polémicas no exentas de conflictividad.
Para gobernar no solamente se necesitan ideas
sino equipos de trabajos que todos los días impulsen los
cambios, legisladores que defiendan y concreten las ideas en el
Poder Legislativo.
Es cierto que a diferencia de lo que dice Alan Blinder
(Princeton, USA) acerca de los políticos que usan la economía
como los borrachos a las farolas, solo para apoyarse, pero no
para iluminarse. Estamos frente a un Presidente que es
economista y que actúa como tal si bien la política y la
ideología comienzan a invadir algunas decisiones.
Todo programa económico integral tiene dos partes. Una primera
parte que es el programa de estabilización: la lucha
antiinflacionaria, restaurar el valor de la moneda, restaurar
los precios relativos que se distorsionaron y resolver los
problemas del sector cambiario (en nuestro caso salir del cepo).
Y hay una segunda parte que son las reformas estructurales, que
permiten que la Argentina desarrolle su potencial y que sea
competitiva. Aquí es donde aparece el problema político y es un
problema más grande: que este es un país lleno de prebendas. Y
cuando hace reformas estructurales está atacando las prebendas.
Y el que las goza no tiene ningún interés que se las saquen
(Ricardo Arriazu, La Gaceta de Tucumán -2004).
Por otra parte, la relación entre la política y salud durante
estos 40 años de democracia nos muestran algunas cuestiones que
quiero resaltar:
Durante 1988 se dio la última discusión
sistémica sobre la reforma del sistema de salud. Leyendo los
diarios de sesiones nos damos cuenta que en realidad no se
discutió sobre el PAMI, las obras sociales provinciales y la
medicina prepaga. La discusión se concentró en las personas sin
cobertura para la cual quedo la ley 23.661 que no se pudo
aplicar por falta de financiamiento y de apoyo político y la
23.660 que modernizó parcialmente el sistema de obras sociales
nacionales.
Durante los años noventa las reformas se
concentraron en la Seguridad Social Nacional y la inserción de
las prepagas. Para el sector público llegaron financiamiento del
Banco Mundial destinado al HP de Autogestión y del BID para una
reforma de la atención primaria que no se pudieron concretar. Se
organizó la Superintendencia de Servicios de Salud y se diseñó
el Programa Médico Obligatorio y también se dio forma al ANMAT
que marco un camino de avanzada en América en la regulación del
medicamento.
Como síntesis podríamos decir que el sistema
vive atravesado por una profunda inequidad en el acceso, los
procesos y los resultados sanitarios. La falta de acceso a
medicamentos, los tiempos de espera para acceder a una cirugía,
las dificultades para acceder a algún tipo de tratamiento
oncológico son todas formas en las que se manifiesta la
inequidad.
Mientras tanto durante estos años se desaprovecharon ven- tanas
de oportunidades para ganar gobernabilidad:
Del
Ministerio de Salud para ganar capacidad de gobernanza en un
momento de crisis (fundamentalmente con el PAMI y la cuestión
del medicamento) (2002/2003).
Después se repetiría en el año 2020 con la pandemia y no
aprovechar ese particular tiempo para incluir a los prestadores
privados y construir un sistema nacional de información
sanitaria.
Las
provincias a través de sus gobernadores siguen sin asumir un rol
activo y protagónico en materia de gobernanza de la salud de los
habitantes de sus propias jurisdicciones.
El
PAMI a pesar de la críticas que recibió durante todos estos años
y los deficientes resultados no ha planteado un esquema
diferente de organización y se ha mantenido como un fondo
económico dominado por la lógica política antes que la
sanitaria.
La
Seguridad Social Nacional ha permanecido con algunos cambios
durante los años noventa oscurecida siempre por la lógica
sindical por encima de la sanitaria.
La
medicina prepaga creció sin controles y desvinculada del
sistema. El proyecto de regulación de la medicina prepaga
aprobado tuvo aspectos regulatorios necesarios para el sistema y
otros inaplicables (2011). Como bien menciona Jorge Colina el
error conceptual que cometieron los legisladores al aprobar la
ley de medicina prepaga es creer que un seguro privado
voluntario puede reemplazar las falencias del sistema público y
de la seguridad social, cuando técnicamente no es más que un
complemento parcial de estos dos mecanismos de cobertura social.
Al mismo tiempo que se desaprovechaban oportunidades la relación
de la salud con los tres poderes que constituyen el estado
fueron pasando por distintas etapas:
Poder Ejecutivo Nacional: la tendencia fue un
Ministerio que anhelo volver a ser el Ministerio de Salud de
Carrillo (1945-52) y con el poder previo a la transferencia de
servicios a las provincias. El sistema público hace mucho tiempo
que está en caída y el Ministerio no ha podido, no ha sabido o
no ha querido reconvertirse para construir gobernanza desde un
contexto federal. Solo apunto a organizar cajas centrales
(disfrazados de programas) para justificar su existencia durante
estos últimos años. Respecto de los Poderes Ejecutivos
Provinciales su falta de vocación y compromiso con la salud
hacen que siga siendo subsidiaria dentro de las funciones
gubernamentales. La falta de claridad entre lo que debe hacer
nación, provincias y municipios en materia de salud no ayuda,
sino que aumenta la superposición de funciones y los costos de
transacción. La presencia de una SSSalud y un PAMI que tienen
agendas propias genera debilidades y dispersiones sobre la
gobernanza del sistema. Algo que se ha revertido en el último
tiempo con la llegada de un Ministro que tiene poder y
conocimiento sobre el tema, tendiendo articular las decisiones
entre el Ministerio, la SSSalud y el PAMI.
Poder Legislativo Nacional: alto grado de
irresponsabilidad fiscal. Existe un desconocimiento muy grande
de la política que en definitiva es quien legisla, acerca del
funcionamiento, organización y como opera el sistema sanitario
argentino. Sus intervenciones tienden a crear más problemas que
soluciones a la complejidad y fragmentación del sistema.
Poder Judicial de la Nación: los amparos han
involucrado a los jueces y sus fallos carecen en la mayoría de
los casos de la calidad de la evidencia necesaria y terminan
generando serias distorsiones y señales negativas para la
asignación de recursos de los financiadores y proveedores.
Y por si esto fuera poco la larga convivencia que oscila entre
la indecencia y escasa transparencia entre el sistema público,
la seguridad social y el privado asegurador y prestador de
servicios de salud ha generado vicios y distorsiones que no son
fáciles de desarmar y ordenar institucionalmente.
Nos encontramos con un panorama donde la legislación vigente en
la Seguridad Social requiere correcciones a la luz de este nuevo
escenario que estamos viviendo de impulsar la libertad de
elección a los usuarios e impulsar la libre competencia entre
Obras Sociales y Prepagas.
El Gobierno Nacional avanzó en la reglamentación del DNU 70/23,
con la publicación de los Decretos 170/2024, 171/2024 y
172/2024. Se modificaron distintos artículos de las leyes
26.682, 23.660, 23.661, el decreto N° 504/98 y se deroga el
N°343/2023. Estas modificaciones permitirán, entre otras cosas,
que los beneficiarios puedan elegir derivar sus aportes y
contribuciones a una Obra Social o a una Entidad de Medicina
Prepaga.
De esta forma, la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación
en coordinación con el Ministerio de Salud y la Superintendencia
de Servicios de Salud de la Nación, y como resultado del diálogo
con los distintos sectores, establecieron que los beneficiarios
tengan el derecho de libre elección desde el inicio de su
contratación. Esto significa que pueden elegir entre una obra
social o una empresa de medicina prepaga sin estar obligados a
permanecer por 12 meses en la obra social de su actividad.
La diferente naturaleza de las organizaciones que van a competir
(obras sociales sin fines de lucro versus medicina prepaga donde
conviven organizaciones con o y sin fines de lucro, resultará
una experiencia interesante que deberíamos evaluar para poder
verificar la capacidad y la flexibilidad de dichos modelos
organizativos responden a la demanda de la sociedad.
En cuanto a los presupuestos claramente las empresas deberán
comenzar a pensar como dar un giro hacia la prevención para
poder sostener el sistema y comenzar un trabajo de educación del
paciente / usuario respecto de lo que implica un seguro de
salud. No pueden seguir sentados sobre la recuperación de la
salud pérdida corriendo desde atrás para resolver el problema
sin tratar de evitarlo o prevenirlo. Esto implica invertir en
prevención e involucrar a los pacientes y sus familias en el
cuidado de la salud.
En este mercado conviven empresas integradas (muy pocas entre
las que podemos mencionar los hospitales de comunidad, pero
también algunas obras sociales como OSECAC, Unión Personal, o
Gastronómicos) con fondos financiadores puros que contratan la
mayoría de los servicios en el mercado. Sera interesante en este
sentido verificar la evolución de las empresas como se van a
reconfigurar en términos de tamaño y servicios propios y
contratados externamente.
La pregunta que no podemos dejar de hacernos es si estamos
ingresando en un escenario que se conoce competencia regulada (Enthoven)
o en cambio estamos yendo a un entorno donde se produce la
desregulación dejando a las fuerzas del mercado que hagan su
trabajo (mano invisible) con consecuencias conocidas por la
teoría y la práctica. Las fallas de mercado existen en salud y
pueden traer graves consecuencias sociales.
Recordemos que el enfoque de la competencia regulada busca
equilibrar la competencia en mercados donde la intervención
gubernamental es necesaria para garantizar la equidad y la
eficiencia. Un mercado fallado sin regulación puede terminar
peor que desde donde se inicio es por ello relevante que este
acompañado de un marco que permita una contenida interacción
entre la oferta y la demanda.
Aplicado al mercado de seguros de salud, especialmente entre
obras sociales y prepagas, este enfoque puede servir para
ordenar al sector a partir de los siguientes lineamientos por
donde debería transitar esa relación en aseguradores,
prestadores y usuarios de los servicios.
1. Establecimiento de estándares mínimos: se
pueden definir criterios y estándares mínimos que todas las
entidades, tanto obras sociales como prepagas, deben cumplir en
términos de calidad de atención, cobertura y servicios,
asegurando que todos los afiliados reciban un nivel adecuado de
atención. Definir un plan de beneficios sanitarios resultará
clave y fundamental para establecer una base de competencia.
2. Transparencia en la información: fomentar la
transparencia en la información sobre costos, beneficios y
calidad de los servicios ofrecidos por ambas categorías de
seguros. Esto permitiría a los consumidores tomar decisiones más
informadas y fomentar la competencia basada en la calidad. El
compromiso de la SSSalud con el usuario y el relevamiento de la
información para poder evaluar, comparar, y decidir.
3. Regulación de precios: implementar
regulaciones que eviten prácticas abusivas en la fijación de
precios, garantizando que las tarifas sean justas y accesibles
para los afiliados, y evitando la competencia desleal entre
obras sociales y prepagas.
4. Facilitar la elección del usuario: crear
sistemas que permitan a los usuarios comparar fácilmente las
distintas opciones disponibles en el mercado. Esto podría
incluir plataformas digitales donde se presenten las
características y costos de cada opción.
5. Promoción de la competencia en calidad:
incentivar a las empresas a competir no solo en precio, sino
también en la calidad de los servicios ofrecidos. Esto puede
incluir la creación de un sistema de evaluación y certificación
que premie a las entidades que proporcionan atención de alta
calidad. Aquí es necesario promover e incentivar aquellos
seguros y prestadores que han pasado por instancias de
acreditación.
6. Mecanismos de resolución de conflictos:
establecer procedimientos claros para la resolución de disputas
entre afiliados y proveedores de salud, lo que podría aumentar
la confianza de los consumidores en el sistema.
7. Integración de servicios: fomentar la
colaboración entre obras sociales y prepagas para crear redes
integradas de atención que puedan ofrecer un servicio más
completo y eficiente, beneficiando a los afiliados. Esta medida
puede ser una alternativa sobre todo para localidades del
interior del país que no cuentan con muchos afiliados y donde se
estarán dando seguramente diferentes opciones para el usuario
que en algunos casos puede significar irse del mercado de
seguros y pasarse al sistema provincial de salud si este tuviera
una oferta atractiva.
La mayoría de estas funciones pasan por la autoridad regulatoria
(Superintendencia de Servicios de Salud / Ministerio de Salud)
que deberá cumplir su rol de regulación y control para darle
credibilidad y legitimidad al sistema.
El desafío de los próximos meses es la puesta en marcha y el
monitoreo de esta situación con todas las implicancias que pueda
tener. El partido se juega ahora en los detalles, en el accionar
de la microeconomía que requiere de agentes preparados para
actuar racionalmente en un nuevo entorno demarcado por la
estabilidad y baja inflación
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