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El Consentimiento Informado, baluarte de la ética médica, a
menudo se ve reducido a un mero formalismo legal. Sin embargo,
su esencia radica en un diálogo sincero, un intercambio que
garantiza la autonomía del paciente y su participación en la
gestión de su salud.
En el quehacer clínico cotidiano, afrontamos retos que
obstaculizan este ideal. La complejidad del léxico médico, la
escasez de tiempo y las barreras emocionales o culturales pueden
abrir una brecha entre la información proporcionada y la
comprensión real del paciente.
Las consultas médicas suelen ser breves, limitando el espacio
para un diálogo profundo, en muchas ocasiones este procedimiento
se encuentra delegado a personal administrativo de las
instituciones, los pacientes pueden tener creencias
tradicionales sobre la salud y la enfermedad que difieren
significativamente de la medicina occidental, y tantas otras
barreras que nos distancian del ideal en cuanto a la figura de
consentimiento informado.
Destacamos la importancia que implica que los médicos -no el
personal administrativo- tomen a su cargo la celebración del
acto de suscripción del Consentimiento Informado, para que el
mismo sea un verdadero instrumento que refleje, en un escrito,
el resultado y las conclusiones de una auténtica conversación
entre médico y paciente.
Conversación a través de la cual el médico desde su saber, y
ubicándose en el “peldaño” adecuado en términos intelectuales,
le brinde al paciente la información técnica de las prácticas
que va a transitar, y fundamentalmente se pueda asegurar que el
paciente, que muchas veces llega a este acto con algunas
informaciones previas que ha obtenido por algunos medios,
comprendió lo informado.
Del mismo modo en ese espacio de diálogo, es estratégico que el
médico repare en el deber del paciente de brindar toda la
información que él le requiera, y de cumplir con el tratamiento
indicado.
La mediación, en este contexto, emerge como una herramienta
invaluable, un puente que facilita un diálogo claro y
significativo.
Herramientas de mediación para un
Consentimiento Informado efectivo
Escucha
activa
Trasciende la simple audición; implica comprensión profunda. Al
prestar atención plena, el médico capta las inquietudes y el
contexto del paciente, edificando un ambiente de confianza.
Preguntas abiertas y aclaratorias
Estas interrogantes estimulan la expresión de dudas y permiten
adaptar la información al nivel de comprensión individual,
evitando suposiciones erróneas.
Reformulación
Al resumir y reflejar lo expresado por el paciente, se asegura
la correcta interpretación del mensaje, minimizando el riesgo de
malentendidos.
Toma de
decisiones compartida
El paciente no es un receptor pasivo, sino un participante
activo. Su involucramiento en la elección del tratamiento,
respetando su autonomía y valores, fortalece la relación
médico-paciente.
Resolución de conflictos incluso con familiares
En situaciones de conflictos familiares, el profesional de la
salud puede ejercer como mediador, facilitando la comunicación y
asegurando que todas las voces sean consideradas.
La integración de la mediación en
el proceso de Consentimiento Informado produce beneficios
palpables
Mayor
satisfacción del paciente
Sentirse escuchado y comprendido genera confianza en el equipo
médico, mejorando la experiencia del paciente.
Mejora
de la comunicación
Se reduce la distancia entre el lenguaje técnico y la
comprensión del paciente, fomentando una comunicación más
eficaz.
Reducción de conflictos
Los acuerdos informados disminuyen el riesgo de litigios,
protegiendo tanto al paciente como al médico.
Decisiones más informadas y autónomas
El paciente se siente empoderado para tomar decisiones
coherentes con sus valores y preferencias, lo que aumenta el
cumplimiento del tratamiento.
La mediación, al priorizar la comunicación y la colaboración,
redefine el Consentimiento Informado, transformándolo de un mero
requisito legal a un proceso de toma de decisiones compartida.
Al incorporar estas herramientas en nuestra práctica diaria,
fortalecemos la relación médico-paciente, posibilitamos una
relación auténtica (1) y promovemos una atención centrada en las
personas, en procura de satisfacer el objetivo primario de la
misma: poner ambas partes todo de sí para poder lograr la
curación o rehabilitación del paciente, en el convencimiento de
que su consecución es una empresa común, cuidando al mismo
tiempo las instituciones.
Estamos invitados a ello.
Bibliografía:
1) El poder de la Comunicación, Michael S. Woods, M.D. Y otros
autores.
(*) Abogadas – Mediadoras - Consultoras en Mediación Sanitaria
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