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MÁS ALLÁ DE LA FIRMA: HUMANIZANDO EL ACTO DE SUSCRIPCIÓN DEL CONSENTIMIENTO INFORMADO
Por las Dras. Alicia Gallardo e Ingrid Kuster (*)


El Consentimiento Informado, baluarte de la ética médica, a menudo se ve reducido a un mero formalismo legal. Sin embargo, su esencia radica en un diálogo sincero, un intercambio que garantiza la autonomía del paciente y su participación en la gestión de su salud.
En el quehacer clínico cotidiano, afrontamos retos que obstaculizan este ideal. La complejidad del léxico médico, la escasez de tiempo y las barreras emocionales o culturales pueden abrir una brecha entre la información proporcionada y la comprensión real del paciente.
Las consultas médicas suelen ser breves, limitando el espacio para un diálogo profundo, en muchas ocasiones este procedimiento se encuentra delegado a personal administrativo de las instituciones, los pacientes pueden tener creencias tradicionales sobre la salud y la enfermedad que difieren significativamente de la medicina occidental, y tantas otras barreras que nos distancian del ideal en cuanto a la figura de consentimiento informado.
Destacamos la importancia que implica que los médicos -no el personal administrativo- tomen a su cargo la celebración del acto de suscripción del Consentimiento Informado, para que el mismo sea un verdadero instrumento que refleje, en un escrito, el resultado y las conclusiones de una auténtica conversación entre médico y paciente.
Conversación a través de la cual el médico desde su saber, y ubicándose en el “peldaño” adecuado en términos intelectuales, le brinde al paciente la información técnica de las prácticas que va a transitar, y fundamentalmente se pueda asegurar que el paciente, que muchas veces llega a este acto con algunas informaciones previas que ha obtenido por algunos medios, comprendió lo informado.
Del mismo modo en ese espacio de diálogo, es estratégico que el médico repare en el deber del paciente de brindar toda la información que él le requiera, y de cumplir con el tratamiento indicado.
La mediación, en este contexto, emerge como una herramienta invaluable, un puente que facilita un diálogo claro y significativo.

Herramientas de mediación para un Consentimiento Informado efectivo

Escucha activa
Trasciende la simple audición; implica comprensión profunda. Al prestar atención plena, el médico capta las inquietudes y el contexto del paciente, edificando un ambiente de confianza.
Preguntas abiertas y aclaratorias
Estas interrogantes estimulan la expresión de dudas y permiten adaptar la información al nivel de comprensión individual, evitando suposiciones erróneas.
Reformulación
Al resumir y reflejar lo expresado por el paciente, se asegura la correcta interpretación del mensaje, minimizando el riesgo de malentendidos.
Toma de decisiones compartida
El paciente no es un receptor pasivo, sino un participante activo. Su involucramiento en la elección del tratamiento, respetando su autonomía y valores, fortalece la relación médico-paciente.
Resolución de conflictos incluso con familiares
En situaciones de conflictos familiares, el profesional de la salud puede ejercer como mediador, facilitando la comunicación y asegurando que todas las voces sean consideradas.

La integración de la mediación en el proceso de Consentimiento Informado produce beneficios palpables

Mayor satisfacción del paciente
Sentirse escuchado y comprendido genera confianza en el equipo médico, mejorando la experiencia del paciente.
Mejora de la comunicación
Se reduce la distancia entre el lenguaje técnico y la comprensión del paciente, fomentando una comunicación más eficaz.
Reducción de conflictos
Los acuerdos informados disminuyen el riesgo de litigios, protegiendo tanto al paciente como al médico.
Decisiones más informadas y autónomas
El paciente se siente empoderado para tomar decisiones coherentes con sus valores y preferencias, lo que aumenta el cumplimiento del tratamiento.

La mediación, al priorizar la comunicación y la colaboración, redefine el Consentimiento Informado, transformándolo de un mero requisito legal a un proceso de toma de decisiones compartida.
Al incorporar estas herramientas en nuestra práctica diaria, fortalecemos la relación médico-paciente, posibilitamos una relación auténtica (1) y promovemos una atención centrada en las personas, en procura de satisfacer el objetivo primario de la misma: poner ambas partes todo de sí para poder lograr la curación o rehabilitación del paciente, en el convencimiento de que su consecución es una empresa común, cuidando al mismo tiempo las instituciones.

Estamos invitados a ello.

Bibliografía:
1) El poder de la Comunicación, Michael S. Woods, M.D. Y otros autores
.

  

(*) Abogadas – Mediadoras - Consultoras en Mediación Sanitaria


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