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Haber asistido a la conferencia de HIMSS 2025 en Las Vegas me
dejó una serie de certezas que se confirman y otras preguntas
que siguen abiertas. La inteligencia artificial (IA) en salud ya
no es un concepto futurista, es una realidad instalada, la
cantidad de veces que vi la expresión A.I., es incontable. Pero
estoy convencido que no está aquí para reemplazar ni sustituir a
los profesionales de la salud, sino para asistir, optimizar y,
en algunos casos, desafiar la manera en que trabajamos.
HIMSS Global Health Conference, la feria más grande del mundo en
tecnología sanitaria dejó muchas cosas para analizar. Desde
avances esperados hasta grandes ausencias, pasando por
tendencias que parecen consolidarse. Comparto los puntos más
relevantes:

Automatización del registro
clínico y la documentación: el fin del tipeo (o casi…)
Los sistemas de reconocimiento de voz siguen evolucionando. La
idea de que un médico no tenga que escribir sino hablar y que la
IA estructure el contenido es atractiva, pero todavía
imperfecta. Pensar que el dictado va a resolver muchos de los
problemas relativos al subregistro clínico es mirar una pequeña
parte del problema. Aunque, claramente, nos deslumbra la
posibilidad de poder usar un método distinto a la escritura
tradicional en un teclado o dispositivo como el stylus y sin que
tengamos que usar las manos para ingresar información, es muy
atractivo.
Los escribas digitales están en auge. Son varias las empresas
que están brindando servicios de asistencia con “copilotos” que
buscan reducir el tiempo de documentación médica y optimizar el
flujo de trabajo. Sin embargo, pensar que estos sistemas pueden
eliminar por completo la necesidad de revisión es un error. La
responsabilidad implícita en la documentación clínica hace que
la supervisión humana siga siendo esencial.
Aunque estos asistentes pueden agilizar tareas, aún queda el
desafío de lograr una IA que comprenda el contexto clínico y
realmente reduzca la carga administrativa sin comprometer la
precisión ni la seguridad de la información.
Entonces surge la pregunta: ¿cómo aseguramos que la IA entienda
el contexto clínico y no solo transcriba palabras? Ahí está el
verdadero desafío. Creo que debemos esperar un poco más para que
puedan incorporar en sus lógicas y algoritmos la noción del
contexto en donde se dan las interacciones en salud. Porque la
verdad es que tenemos mucha variabilidad, y sin esa comprensión
real, cualquier automatización puede ser más un problema que una
solución.
Pero más allá del reconocimiento de voz y la automatización de
notas, la pregunta de fondo sigue sin respuesta: ¿qué tanto
recuperaremos del tiempo perdido con los pacientes? Porque, al
final del día, no se trata solo de eficiencia, sino de permitir
que los profesionales de la salud vuelvan a centrarse en lo que
realmente importa: el contacto humano, la escucha atenta y la
personalización del cuidado.
La tecnología debería servir para liberar tiempo valioso y
mejorar la relación médico-paciente, en lugar de convertirse en
una capa adicional de burocracia digital. Si la IA y la
automatización no logran esto, entonces estaremos perdiendo una
oportunidad enorme para devolverle a la medicina su esencia.
Codificación y facturación
automatizada: menos papel, más eficiencia (¿y mejores auditorías
futuras?)
Los sistemas de IA para la codificación médica están madurando.
Esto impacta directamente en la optimización de facturación y
reducción de errores administrativos. La incorporación de la IA
en los procesos de codificación prestacional permite entender el
accionar médico de forma más precisa.
Comprender mejor lo que se registra del acto sanitario puede
llevarnos a una mayor precisión en la asignación de códigos,
reduciendo errores y mejorando la calidad de la información
utilizada en auditorías y gestión de costos.
La integración de las soluciones con soporte en IA en los
sistemas de gestión clínica permite realmente aprovechar el
concepto de captura primaria de los datos e información
sanitaria. Se buscan soluciones que integren inteligencia
artificial con registros electrónicos para mejorar la
transparencia en los procesos de pago y auditoría médica,
asegurando una mayor trazabilidad y precisión en la
documentación del acto médico.
Se promete más automatización y menos burocracia, pero ¿serán
estas soluciones lo suficientemente flexibles para la práctica
diaria?
La automatización, sin embargo, debe priorizar la calidad antes
que la eficiencia, y hacer procesos más rápidos sin asegurar que
sean efectivos solo amplifica los errores. Seguramente
haya
que contemplar los efectos colaterales de la automatización de
procesos, para evitar que impacte negativamente en la calidad de
los servicios. La velocidad y la fluidez sin fricción, sin
definiciones claras ni supervisión, pueden transformarse en
amplificadores de errores y daños consecuentes.
La clave está en equilibrar la automatización con la supervisión
adecuada, garantizando que la eficiencia no comprometa la
seguridad ni la calidad del acto sanitario.
Interoperabilidad: el viejo
problema con nuevas soluciones (o no)
Por suerte, o no (y no lo sé a ciencia cierta), aún se continúa
conversando sobre la necesidad de interoperar más y mejor en los
sistemas de salud. La realidad es que faltan varios aspectos por
pulir (la mayoría apoyados en los intereses contrapuestos de las
partes que debieran comunicarse) para que podamos pensar en un
circuito donde la información sanitaria fluya sin trabas.
La interoperabilidad sigue siendo el gran tema. Hablamos de
sistemas que deben comunicarse sin fricciones, pero la realidad
es que el camino sigue siendo complejo. FHIR R5, su release
número 5, sigue pujando para lograr una mayor adopción. En este
punto, creo que no hay una conciencia real de la importancia de
los acuerdos, porque los incentivos siguen sin alinearse. Se
continúan demostrando los beneficios del uso de estándares como
FHIR, pero la implementación real sigue siendo un dolor de
cabeza para muchas instituciones.
Probablemente, como efecto de la concientización sobre la
interoperabilidad, se está viendo el resurgimiento de las
soluciones desarrolladas in-house, que empiezan a reemplazar
soluciones monolíticas que, quizás, no tienen la capacidad (o no
les dan los costos) para adecuarse a las nuevas demandas, como
la adopción de soluciones puntuales (con o sin IA). Estas
soluciones, necesitan consumir servicios de otras soluciones de
nicho, y es aquí donde los estándares, y FHIR en particular,
demuestran sus virtudes y generan beneficios.
También noté que hay un consenso en donde vemos a la
interoperabilidad total como un estado ideal al que aspiramos,
como si fuese una utopía. Por lo pronto, aspiro a que siempre
sigamos teniendo al menos un norte en este sentido de la gestión
sanitaria. Una de las preguntas que dejó HIMSS 2025 es: ¿alguna
vez lograremos una interoperabilidad real o siempre será una
utopía regulatoria?
Y se me ocurre pensar que, si la IA puede ayudar en algo (como
lo hace con la escritura de código de programación), debería ser
en facilitar estos procesos de integración en lugar de agregar
más capas de complejidad. Y ojalá que la magia que terminamos
esperando de la IA pueda ayudarnos a encontrar la
interoperabilidad de alguna manera más fácil de adoptar, con
menos barreras técnicas y resistencias institucionales. La
Interoperabilidad Organizacional, se las debo…

IA para la seguridad del paciente
y predicción de riesgos: más sensores, mejor calidad y mayor
seguridad (no sé de precios)
Por lo que pude apreciar, cada vez quedan menos dispositivos
médicos que no tengan algún grado de integración con soluciones
basadas en algún tipo de IA. La mayoría de estos dispositivos
están destinados al cuidado directo del paciente o al
autocuidado, incluyendo sensores para prevenir caídas,
algoritmos que detectan signos tempranos de deterioro y sistemas
inteligentes para mejorar la seguridad hospitalaria.
Y lo que pasa con el paciente, también está pasando en las
instalaciones hospitalarias. Ya es una realidad que las salas,
las habitaciones y los quirófanos estén asistidos por
dispositivos, cámaras y sensores que se integran a los procesos.
Esto permite un monitoreo en tiempo real del flujo de pacientes
y personal, así como una detección precoz de eventos adversos,
lo que nos permitirá anticiparnos a los problemas y mejorar la
eficiencia operativa sin comprometer la seguridad.
Dentro de toda esta innovación, increíblemente veloz, queda el
fantasma de los precios y los costos (no todos evidentes ni muy
claros). Es un gran desafío pensar cómo abordar estas
decisiones, y dónde este costo será inversión o gasto. La
implementación de estos sistemas sigue siendo costosa y requiere
un cambio cultural dentro de los hospitales, lo que plantea
preguntas fundamentales sobre sostenibilidad y prioridades en la
adopción de tecnología.
Definitivamente, la incorporación de la IA podría mejorar los
aspectos concernientes a la equidad en el acceso a los servicios
en los sistemas de salud, si permitiese aumentar la efectividad
y calidad de los servicios. La IA tiene el potencial de asistir
en la toma de decisiones clínicas y mejorar la equidad en salud.
Pero si solo se usa para mejorar la eficiencia de procesos sin
alcanzar primero un nivel óptimo de efectividad, los riesgos
pueden ser enormes.
Quedan grandes y nuevos desafíos
por enfrentar (seguro que hay más)
La IA ha avanzado muchísimo, pero con ella han llegado preguntas
fundamentales:
Regulación y ética: se viene conversando mucho sobre
distintas formas y alternativas para encuadrar normativamente a
la IA. Pero no es una única solución, son incontables modelos e
instancias donde se implementan soluciones con algún grado de
gestión soportada en IA. Por lo pronto, sin discusión alguna,
hay que definir cómo adecuar estas tecnologías con los intereses
por la seguridad, privacidad y transparencia de la información
de las personas y las organizaciones. Además, la regulación no
puede frenar la innovación, pero tampoco puede permitir que
avancemos sin control.
Sostenibilidad
financiera: no me ha quedado claro, y es entendible en el marco
de este evento, cómo se va a financiar y sostener toda esta
movida, ya que la adopción de nuevas tecnologías requiere
inversiones significativas, inmensas a veces y sin relación de
reasignación presupuestaria en las estructuras actuales. Muchos
hospitales y clínicas aún luchan con sistemas antiguos y
presupuestos ajustados. ¿Cómo hacer para que la transformación
digital sea accesible para todos??
Ciberseguridad: más digitalización significa más
oportunidades, pero también más riesgos. La ciberseguridad en
salud ya no es solo una preocupación técnica, es una cuestión de
confianza y estabilidad del sistema sanitario. La implementación
de IA y la hiperconectividad de los sistemas están resolviendo
problemas antiguos, pero también develando nuevos conflictos en
el horizonte. Se están automatizando procesos clave, se
optimizan respuestas y se mejora la detección de amenazas, pero
al mismo tiempo surgen vulnerabilidades inéditas que antes no
existían. La ciberseguridad fue una de las estrellas de esta
conferencia, y no es para menos: cualquier avance en salud
digital debe estar respaldado por una estrategia sólida de
protección de datos y prevención de ciberataques. La
confiabilidad del ecosistema sanitario depende de ello.
Efectividad antes que eficiencia: si la IA en salud
tiene una misión, no debería ser solo hacer las cosas más rápido
o barato. Primero debería enfocarse en hacerlas bien, mejorar la
equidad y asegurar calidad. No alcanzar los resultados deseados
no debería ser el punto de partida para buscar ahorros
operativos. La eficiencia sin efectividad no solo es ineficaz,
sino que puede amplificar errores y aumentar riesgos en la
atención. Cuando la efectividad esté garantizada, cuando sepamos
que los procesos cumplen con los objetivos clínicos y mejoran
los resultados en salud, recién ahí podemos hablar de
eficiencia. De lo contrario, cualquier intento de optimización
se convierte en una falsa solución, con consecuencias difíciles
de revertir.
Conclusión: IA, interoperabilidad
y un futuro incierto pero prometedor
HIMSS 2025 dejó claro que la IA en salud ya no es una pro- mesa,
es una realidad. Pero lo que realmente importa no es la
tecnología en sí, sino cómo la usamos. La clave está en una
implementación efectiva, regulada y centrada en el paciente.
Si la IA realmente quiere transformar la salud, no debe
limitarse a optimizar procesos, sino ayudar a resolver problemas
estructurales de acceso, equidad y calidad. No tiene sentido
realizar semejante inversión simplemente para continuar
incorporando tecnologías, cuando podríamos estar perdiendo de
vista el verdadero sentido del cuidado de la salud de las
personas y las poblaciones. Tenemos que volver a una medicina
más humana, y ese debería ser el verdadero propósito de la IA en
salud: darnos más espacio y tiempo para los vínculos entre
nosotros, para que la tecnología no reemplace la relación
médico-paciente, sino que la potencie y la fortalezca.
¿Hacia dónde evolucionará la IA en salud? Esa es la gran
pregunta que nos llevamos de Las Vegas. Se vienen cambios
importantes, pero la velocidad y dirección dependerán de cómo
enfrentemos estos desafíos.
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Médico y MBA. Cofundador
de Recetario RCTA y de
Epicrisis HCE. |
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