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Comúnmente, en el ámbito de la salud
hacemos hincapié en las habilidades técnicas y cognitivas del
recurso humano (“habilidades duras”) tanto en las actividades de
atención, así como de gestión. En la actualidad existe un
interés creciente en los diferentes servicios de salud en
desarrollar las denominadas habilidades socioemocionales o soft
skills (“habilidades blandas”).
Las habilidades blandas son de vital importancia para los
pacientes y sus familias durante su experiencia dentro de
cualquier parte del sistema de atención médica. Estas
habilidades desempeñan un papel fundamental en los servicios de
salud, ya que contribuyen a mejorar el bienestar de los
pacientes y sus familias.
Habilidades como la empatía, la comunicación efectiva y el
trabajo en equipo permiten establecer una relación más cercana y
de confianza con los pacientes, lo que a su vez favorece una
atención de calidad, mayor adherencia a los tratamientos y una
mayor satisfacción en la experiencia de atención sanitaria.
Habilidades duras y
habilidades blandas
Las habilidades duras tienen que ver con las competencias
técnicas y científicas. Son las que adquirimos formalmente a
través de los estudios en facultades, posgrados, cursos y
también informalmente por enseñanza de otros pares o jefes en
los diferentes puestos de trabajos.
Por ejemplo, el conocimiento y habilidades en técnicas
quirúrgicas, en realizar diagnósticos diferenciales y
tratamientos adecuados, en el manejo presupuestario, en las
normativas burocráticas, en costos, estadísticas, epidemiología,
etc.
Estas habilidades son las que generalmente se solicitan en
búsquedas laborales de personal, son las que definen los
perfiles de los puestos de trabajo y por las que se evalúa al
recurso humano en salud.
Por otro lado, se han definido a las habilidades blandas como
“actitudes y prácticas que afectan el comportamiento de una
persona frente al aprendizaje y cómo este interactúa con el
mundo que le rodea. Son características personales y sociales
que permiten a los individuos adaptarse y resolver de manera
eficaz los problemas que se presentan”. (Molinari, L. R. 2017)
Las habilidades blandas o soft skills son características que
determinan cómo un individuo interactúa con su contexto, o sea
se desarrollan a través de la interacción con otras personas.
Las habilidades blandas son parte del comportamiento y de la
personalidad adquiridos en diversos contextos.
En términos generales podemos afirmar que mientras las
habilidades duras se obtienen a través de la educación y el
ámbito formal y están relacionadas con los contenidos, las
habilidades blandas van más allá del ámbito profesional y tienen
que ver con valores de los individuos para un mejor desarrollo
personal y profesional en distintos ámbitos. (Buxarrais en
RevEspEduMed 2023, 3: 62-68)
Por lo tanto, debe existir equilibrio entre las habilidades
blandas y duras para el éxito personal y organizacional. La
conjunción e integración de los dos tipos de habilidades permite
que los profesionales de la salud ofrezcan una atención centrada
en el paciente de acuerdo con su contexto.
¿Cuáles son las
habilidades blandas necesarias en salud?
Dentro de las habilidades socioemocionales, soft skills o
blandas destacamos en este escrito cuatro: empatía, trabajo
colaborativo en equipo, comunicación eficaz y liderazgo.
Se ha definido la empatía como la actitud de ponerse en el lugar
del otro, identificarse con las emociones del otro. Todos somos
personas con angustias, temores, pasando muchas veces en los
servicios de salud por momentos emocionales excepcionales.
Es compartir sus sentimientos, emociones, pero con la capacidad
de controlar las nuestras. Contribuye a la estrategia de
“Hospital Centrado en el Paciente” y la de “Humanización de la
atención”.
La empatía es una habilidad blanda esencial para el trabajo en
equipo, para el liderazgo y para la atención de personas.
Implica escucha activa, comprender, no juzgar, respeto por el
otro, comunicar con responsabilidad, interpretar el lenguaje no
verbal, si es necesario prestar ayuda emocional, paciencia. No
quiere decir que la otra persona tenga razón ni que estemos de
acuerdo, pero es tratar de comprender.
La empatía contribuye a dos aspectos. Por un lado, permite que
el otro se sienta mejor y aumenta la satisfacción para con el
servicio de salud y para consigo mismo, aumenta la autoestima
del personal que la ejerce ya que recibirá muchos más
satisfacciones y elogios de parte de pacientes y familiares y lo
hace sentir útil y buena persona.
Por otro lado, contribuye al aspecto organizacional ya que
facilita la resolución de conflictos, induce el respeto del
paciente para con los trabajadores y el servicio de salud,
desarrolla capacidades de liderazgo, negociación y colaboración
entre quienes la ejercen, mejora los diagnósticos, aumenta la
adherencia a los tratamientos, disminuye la angustia y la
ansiedad y aumenta la confianza del paciente para con el
servicio.
El entorno laboral influye en los niveles de empatía, por lo
tanto, es muy importante cuidar el clima organizacional y el
entorno laboral.
La empatía puede mejorarse. Existen los denominados factores de
estabilidad para tener en cuenta. Factores de estabilidad altos
son los valores familiares, religiosos, culturales,
hereditarios. Medios son algunas situaciones adquiridas en el
trabajo, experiencias de vida, etc. y bajos son los que
modifican con situaciones estresantes, problemas personales,
cansancio, falta de sueño, hambre, stress, depresión, ansiedad,
conflictos laborales, entorno laboral malo y cercanía con la
muerte.
La empatía no solo se debe ejercer con los pacientes, sino
también con los familiares y con los compañeros de trabajo. Pero
la empatía no solo es ponerse en los zapatos del otro, debe
generar una acción. De nada sirve ser empático sin resolver el
problema. Esto es EMPATIA INSTITUCIONAL.
La comunicación eficaz es otro de los aspectos claves y muy
relacionada con la empatía. La mala comunicación es falta de
empatía. Debe existir una comunicación entre los trabajadores y
entre el trabajador y el paciente y sus familiares.
La tercera habilidad blanda destacada aquí es el trabajo en
equipo. La atención de la salud es obligatoriamente un trabajo
en equipo: no debe existir competencia ni individualismo, sino
colaboración y apoyo. Los servicios de salud son empresas
talento - intensivas: cada uno sabe de lo suyo más que el otro y
más que los jefes. El trabajo en equipo es fundamental para la
calidad asistencial y para la adecuada toma de decisiones.
Para un buen trabajo en equipo se requiere: conocerse entre los
integrantes, gestión de conflictos, aprendizaje constante,
empatía interna, adaptabilidad, y confianza en el líder. Los que
confían en su líder aumentan su satisfacción y producen con
mayor calidad.
El liderazgo es otra de las habilidades blandas muy importante
en los servicios de salud. A su vez el líder gana confianza a
través de una comunicación eficaz, el buen trato y respeto y una
buena motivación del recurso humano.
En definitiva, cada vez se están incorporando más las
habilidades blandas en los programas de estudio y en los
servicios de salud. A medica que estas ganen terreno se mejorará
la atención integral de las personas. Especialmente en estas
épocas en donde la tecnología parece ser el factor preponderante
de la atención.
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(*)
Médico Especialista en Salud Pública. Presidente Grupo
PAIS. Director General Hospital Ramón Carrillo de San
Luis |
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