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Columna


Conmovidos por un hecho doloroso

Por el Dr. Jorge Gilardi
Presidente de la Asociación de Médicos Municipales
de la CBA

El 7 de abril se conmemoró nuevamente el Día Mundial de la Salud. En esta ocasión especial, siempre propicia para el reconocimiento, cabe destacar recientes logros de nuestra lucha gremial pero también un profundo dolor en la sociedad.
En primer lugar, la reciente firma de las actas paritarias en las cuales se resuelve, por la vía de la negociación, mejoras en la condición salarial y laboral de los pediatras a domicilio y médicos de cabecera, arribando a feliz término una situación cuya resolución venía postergándose innecesariamente.
En segundo lugar, la firma del acta de acuerdo entre el Ministerio de Salud, la Asociación de Médicos Municipales y la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Anestesiología de Buenos Aires, se constituye en un hecho gremial, sin precedentes, dado el urgente requerimiento de contar con suficientes y calificados médicos anestesiólogos en los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires.
Pero además, en la suscripción de este acuerdo se logra consenso y se avanza sobre los siguientes puntos: al aumentarse en un número de aproximadamente cincuenta residentes por año, se asegura una mayor cantidad de anestesistas cubriendo cargos en los hospitales públicos.
Se eleva a cinco años la residencia para la especialización de los anestesistas; un recurso crítico para el sistema de atención. Después de finalizada la residencia, el profesional deberá prestar servicios por un año, en el hospital público.
El llamado a concurso para cubrir 160 cargos de médicos anestesiólogos es testimonio de esta resolución adoptada por las instituciones partícipes del acuerdo, y resulta un hecho auspicioso de cara a resolver un problema endémico para los hospitales de nuestra ciudad.
El reciente Día Mundial de la Salud también debe hacernos recordar que la salud no es sólo ausencia de enfermedad sino es el logro de adecuados niveles de bienestar psicológico y del aseguramiento de las condiciones sociales propicias para quienes forman parte de ella.
Infelizmente, este aniversario se conmemora en un momento en el que nuestro país se ve estremecido por un suceso ominoso, que obliga a repensar nuestros supuestos acerca de lo que significa una convivencia civilizada.
El episodio impacta sobremanera, y no excluyentemente, en el gremio docente y afecta a toda la sociedad que en su gran mayoría, se movilizó para repudiar el hecho y gritar otro nunca más en la República Argentina.
Si ningún hecho socialmente significativo puede ser comprendido aisladamente, menos aún en casos como éste en donde se trastocan todos los supuestos institucionales que rigen el orden social: el policía que debe proteger, mata impunemente al maestro, a quien confiamos nuestros hijos para poder ser parte activa y fundante de esta sociedad.
Como ocurriera ya en otras situaciones que condensan lo aberrante, la sociedad repudia en el crimen o en el hecho delictivo la sensación de hartazgo ante la impunidad y ante la violencia instituida como una cuestión natural.
Cuando las instituciones regresen a su actividad habitual, nada volverá a ser idéntico el día después del dolor: la sociedad registró el impacto y el significado del lamentable episodio y reaccionó en reclamo de paz y justicia.
Porque las demandas no pueden ser desoídas impunemente cuando alcanzan la intensidad de un reclamo masivo, es allí cuando más se necesita ampliar las fronteras del diálogo como contrapartida de lo sucedido.
Por eso, este Día Mundial de la Salud representa para nosotros una fecha opacada por el dolor de hallar a una sociedad indignada por lo inconcebible, pero a la búsqueda de alternativas de convivencia más seguras, más justas, más merecidas para cada una de las personas que forman parte de ella.
Este Día Mundial de la Salud debería servir, entonces, para testimoniar el reclamo de la sociedad entera para evitar que la violencia y el horror regresen una vez más a la República Argentina.
 

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