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Voces


La farmacia, el farmacéutico.
Pasado, presente y...

 

Medio siglo atrás, en nuestro país, el farmacéutico era un “personaje” tan importante como el médico, como el cura, como el comisario. Ser farmacéutico tenía un valor superlativo, uno iba a la farmacia por el farmacéutico en sí. Con el paso del tiempo, la profesión de farmacéutico, se fue degradando tanto en lo económico como en lo profesional.

 
Entiendo que una de las causas que provocó esta situación es el hecho de que convergen en él dos roles bastantes antagónicos, uno es ser profesional del arte de curar” -para atender, contener al paciente -, y otro: un empresario que tiene que estar haciendo permanentemente evaluaciones de bonificaciones, de ofertas, de análisis de stock, de aportes a convenios, de un número de variables, es decir para evaluar e ir administrando correctamente su farmacia, para lo cual quizás no está debidamente preparado.
Otras circunstancias como: la incorporación de nuevos servicios (tomar la presión, poner inyecciones, vacunación); la incorporación de nuevos productos a la venta (artículos de perfumería, cosmética, óptica); realizar el marketing de la farmacia con mejoras en la forma estética y edilicia; la delegación de la actividad profesional farmacéutica en otras personas, nuevas modalidades o estrategias comerciales implementadas por los productores y la industria, como el hecho de que no respeten los canales “normales” de distribución-dispensación y/o la integración vertical (droguerías controladas), fueron las que llevaron a invertir el rol, es decir, pasó a tener más importancia la farmacia como edificio, como negocio en sí mismo, por sobre el farmacéutico como profesional, perdiendo así “el poder de ser un consultor de pacientes” y de responder por lo tanto al verdadero fin para el que fue preparado en los claustros universitarios.
Hoy ya no discutimos la urgencia de recrear nuestra profesión, por suerte también hoy ya comprendimos la imperiosa necesidad de la Ley de Promoción de utilización del medicamento por su nombre genérico. Esta junto con la Ley de Patentes y otra más, aún pendientes, resultan imprescindibles para generar el marco normativo necesario para el ejercicio de una profesión con directo impacto sobre los resultados sanitarios de nuestra población.
Tenemos que capacitarnos e informatizarnos para desempeñar el nuevo rol que se nos pide, pero también necesitamos obtener como medianas y pequeñas farmacias distribuidas a lo largo y ancho de nuestro país ingresos suficientes y oportunos.
Debemos comprender que esas pequeñas farmacias de barrio, que en su conjunto, tal cual una red, son las que brindan la accesibilidad de la población a los medicamentos. Los problemas enunciados anteriormente afectan la viabilidad de su existencia y no podemos dejar su suerte librada a que el mercado encuentre la solución, son cuestiones de política sanitaria y alertar sobre esta situación es una responsabilidad social.
En Fefara nos sentimos orgullosos que la profesión farmacéutica y las farmacias sean consideradas como un “servicio público impropio”, y como tal debemos atender los 365 días del año, con turnos de 24 hs., además de domingos y feriados. Pero para cumplir con este requerimiento legal y social necesitamos que los restantes integrantes de la cadena de comercialización también cumplan con la parte que les corresponde, evitando tomar nuevas medidas comerciales a las ya vigentes.
Los sucesivos incrementos de la participación de las farmacias en la financiación de los medicamentos a cargo de las Obras Sociales, afectan directamente su rentabilidad y nos asfixia financieramente.
Una de las últimas medidas que se quiere implementar es obligar a tener un stock permanente, inmovilizando medicamentos, las consecuencias serán una disminución aún mayor del cash flow disponible.
Por todo lo expuesto, entendemos que apremia encontrar un ámbito donde nos sentemos todos los actores, junto a las autoridades nacionales y provinciales, para plantear nuevas formas de relacionarnos.
En este marco tiene que primar el interés colectivo sobre los individuales o sectoriales y evitar así el ajuste automático del mercado, que no reconoce valores ni equidad, y que indefectiblemente lleva a un camino ya conocido por los argentinos, donde la concentración de la dispensación se sume al camino emprendido por la distribución y a la ya concentrada y cada vez más globalizada industria farmacéutica.
No nos cabe ninguna duda, como dirigentes y representantes de las oficinas de farmacias, nuestra obligación es arbitrar todos los medios para ser escuchados, de lo contrario como el título de esta nota lo indica, nuestro futuro y el de la red de dispensación…es incierto.
 

Farmacéutico Manuel Agotegaray Presidente Federación Farmacéutica (FEFARA) Matrícula 3068.

 

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