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La globalización, el marketing y la
tan mentada “economía de mercado”
han transformado a los seres humanos
en simples números que componen
estadísticas. Son estadísticas,
cuadros porcentuales, las personas,
los devenidos en pacientes, los
géneros, los incluidos, los
excluidos, las razas, las etnias,
los niños, los adultos, también las
especialidades médicas y desde luego
todo lo que compone la estructura
sanitaria y asistencial. Todos somos
números que aparecemos en algún
cuadro y justificando algún motivo.
Algunos de nosotros figuramos en
cuadros cartesianos ascendentes, así
como otros lo hacen en descendentes,
o viceversa. Todos, sin excepción,
formamos parte de algún eje X/Y (aún
no siendo conscientes de ello) que
alguien, algunos, en algún lugar
observan cuidadosamente, dando forma
a intereses o a intenciones que
conllevan o resguardan una finalidad
económica y estratégica.
Por estas horas en el mundo
civilizado se habla de genómica,
proteómica, nanomedicina, para
mencionar sólo algunos de los nuevos
términos que están popularizados
allá porque forman parte de
estrategias del mercado americano
para monopolizar las ciencias y las
tecnologías que han ido perdiendo
tanto alemanes como japoneses.
Estados Unidos de Norteamérica, sus
empresas, controlan hoy cerca del
90% de las patentes de
biotecnología, aspecto que asegura
que nada ni nadie podrá copiar
dichas investigaciones y desarrollos
que cuestan miles de millones de
dólares (y euros, yens, etc.).
El mundo que camina a contrapaso
(nosotros) aún no se ha dado cuenta
que toda esta biotecnología
reemplazará en el corto plazo a
todas las terapias conocidas desde
la insulina/penicilina para aquí.
Esto significa que la vigencia plena
de las consecuencias planteadas por
el PROYECTO GENOMA HUMANO desde su
implantación entre los años 1990 a
1992 no sólo han modificado las
bases de la medicina, sino que
además (valor agregado) han
reconvertido todos los contenidos
científicos alterando el método de
manera medular. La medicina, nos
guste o no, lo aceptemos o no, ya no
es la históricamente conocida.
Médico y Paciente son las variables
de ajuste (económico). La/s
ciencia/s justifica/n la finalidad.
El marco regulatorio depende hoy de
las estrategias empresarias, pero
curiosamente la administración de
los conocimientos, también. Países
como el nuestro donde hace más de 50
años que caminamos a contramano de
la historia estamos casi aislados,
nos hemos perdido la mayor parte de
la película. Apenas el 3% de la
población argentina habla
correctamente un segundo idioma.
Apenas el 8% de la población tiene
acceso pleno a internet (para fines
consultivos serios). Eso habla de
las consecuencias trágicas de
nivelar para “abajo”.
Hace algunos días, preparando una
conferencia me crucé con la
diapositiva que sigue a
continuación. Me agarró un ataque de
espanto. Tomé conciencia de cuán
graves son los tiempos que estamos
transitando y hasta qué punto se
está manipulando nuestro futuro.
Antes de entrar en detalles, que
serán muchos, quiero expresar que
coincido con el método científico
fundado en las bases del PROYECTO
GENOMA HUMANO, aunque discrepo con
los fundamentos éticos que lo
sustentan y por ende con las
consecuencias económicas que tanto
el método como sus fundamentos
producirán en la SALUD PÚBLICA y en
los sistemas solidarios del seguro
social. Si los intereses privados
internacionales o políticos
estratégicos de unos pocos son las
bases de nuestro “mañana”, estamos
como se dice “mal rumbeados”.
La
diapositiva pertenece a una
presentación interna de la Food and
Drug Administration y refleja tal se
indica en inglés el FOCO estratégico
y que forma parte de la política de
Estado. El autor indudablemente
refleja las circunstancias que
impone el entorno y no hace otra
cosa que focalizar el destino, el
“hacia dónde vamos”. Así se puede
apreciar, que la base de la pirámide
está conformada por los intereses
empresarios que como bien se sabe,
en Estados Unidos de Norteamérica en
particular, y en el singular mundo
del Grupo de 8 naciones en especial,
no es otra cosa que un tembladeral
donde los accionistas tienen más
poder de decisión que los
funcionarios técnicos y donde los
conflictos de intereses ocupan mayor
volumen que la ética.
Curiosamente, ascendiendo en la
pirámide, esto es sustentado en los
intereses económicos que rige el
marco regulatorio. Claramente, las
bases jurídicas se sustentan sobre
una base plagada de conflictos y con
intereses divergentes. Esto define
naturalmente un problema interno de
los Estados Unidos de Norteamérica
que nunca ha podido resolver, desde
su fundación y del que poco se habla
aunque más del 50% de la población
norteamericana no coincida con nada
de lo expuesto ya que los daña y
condiciona como sociedad.
Sobre los intereses (base) y el
marco regulatorio (armado para…) se
sustenta el sistema de salud
americano (medio), para nada
equitativo, extremadamente caro, sin
duda alguna muy eficiente para
quienes disponen de los recursos así
como ineficiente y/o insuficiente
para quienes no les alcanzan los
recursos. Un modelo altamente
expulsivo así como limitante (ver
números 47 y 48 de Revista Médicos).
Para la sorpresa del profano,
superada la mitad de la pirámide y
justo allí donde los vientos
impactan con mayor fuerza se sitúan
primero a los médicos, sometidos a
intereses que fabrican un modelo
regulatorio acorde a la finalidad
los que a su vez condicionan las
estrategias asistenciales (por ende
las sanitarias). Esto nos indica que
la población que se quemó las
pestañas se encuentra dominada y
limitada por la influencia de los
intereses, los que a su vez
determinarán quién sí, quiénes no,
cuándo una cosa o la otra, pero
esencialmente administrarán los
tiempos. Esto es terriblemente
peligroso porque donde hay intereses
no hay ética y si hay una profesión
sufrida al respecto, ésa es la
medicina de los últimos veinte años
(quizás un poco más).
En la punta de la pirámide se ubica
Usted o yo en calidad de pacientes.
El tercio superior de la pirámide
muestra la fragilidad del modelo que
se propone para el mundo que viene
donde el ser humano (aunque esté
encaramado en la cúspide) no es otra
cosa que una variable de mínima que
se desprecia (al igual que el
médico) si ambos no responden a las
bases, esto es a la estrategia de
los intereses y sus oscilaciones.
Lo dicho refleja el por qué del
fracaso intrínseco del modelo de
salud americano y sus diferencias
con el canadiense o el tradicional
esquema sanitario europeo (con todas
sus falencias operativas). En todo
caso, la base debería estar
conformada por la sociedad y sus
necesidades. Sobre ella debería
ubicarse un marco jurídico
regulatorio que diera sustento a las
necesidades. Las necesidades
sanitario-asistenciales deberían ser
el fundamento del desarrollo de los
conocimientos científicos y éticos
de las ciencias de la salud, por
ende de la expansión y la
estructuración de los servicios
profesionales. Finalmente todo ese
conjunto o sumatoria debería dirigir
la canalización de los esfuerzos
empresarios para alcanzar no sólo el
resultado económico (contribución
marginal) sino para satisfacer al
universo de demandas ciertas de
salud, sea por medio de subsidios,
aportes u otros mecanismos
patrimonio de los estados.
Sin embargo, el mundo que
transitamos va en otra dirección.
Indudablemente la errada. No es
bueno estar en la cúspide de la
pirámide cuando debajo las bases no
responden a las necesidades de las
gentes. El PROYECTO GENOMA HUMANO
nos ha impuesto la medicina
personalizada. Cabría preguntarse si
el costo está al alcance de la
sociedad humana en su conjunto o
sólo busca que el modelo de salud
americano, inequitativo y
excluyente, se expanda acrecentando
la expulsión y la marginación. El
discurso plantea una cosa. La
realidad nos está atropellando.
Aunque no nos guste, este puede ser
el certificado de defunción de la
SALUD PUBLICA.
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