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Paritarias y salud mental en la
agenda de la AMM |
Por el Dr. Jorge Gilardi
Presidente de la Asociación de
Médicos Municipales
de la CBA |
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La paritaria entre la
Asociación de Médicos Municipales y
el Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires suscripta recientemente, no
hace más que ratificar la
continuidad de logros que, en
materia de negociación salarial y
mejoramiento de las condiciones de
trabajo, han venido gestándose
ininterrumpidamente en el último
período de lucha gremial.
Tales conquistas han contado además
con el apoyo del 96% de los
delegados que, representando a los
33 hospitales públicos, conforman el
Consejo Central de nuestra
asociación. Se trata, y de allí la
importancia que el acuerdo reviste,
de un aumento salarial, en el cual
se reconoce además, una deuda
histórica que el gobierno había
contraído con los profesionales y
que fuera reclamada permanentemente
por la actual conducción. Tales
acuerdos resuelven cuestiones
históricamente postergadas:
a) El reconocimiento de las guardias
y jefaturas por encima de la base
salarial, incrementándose en tal
sentido el plus de guardia y el plus
para jefatura de servicio, esto
último en el marco del proyecto
orientado a fortalecer la gestión
clínica en los hospitales públicos
de la ciudad de Buenos Aires.
b) Logro de un monto adicional de
$150 por guardia efectuada los días
sábados, domingos y feriados, lo que
representa un hecho histórico en la
lucha gremial de la AMM.
c) Insistir en el reconocimiento del
82% móvil para los jubilados, lo que
permitiría una retribución digna
para el trabajador en la etapa de su
retiro laboral. Mientras no se haga
efectivo dicho reconocimiento del
monto a percibir, otorgar una
retribución fija (de $40.000) a fin
de que en los dos primeros años de
alcanzada la edad correspondiente,
se perciba una cifra aproximada al
porcentaje antes aludido.
Conjuntamente, se ha creado un grupo
de estudio, en el marco de las
paritarias, que permita formular
propuestas para revertir las
situaciones de injusticia que
impiden una retribución acorde para
su jubilación.
d) Obtener la titularización de
interinos, hecho posible a partir de
la labor realizada por
representantes de la asociación en
la Legislatura porteña, dando así un
importante pasó en dirección a
disminuir la precarización laboral.
e) Que los cargos de ejecución
puedan, en casos de necesidad,
lograr una prolongación horaria de
dedicación semanal para quienes
desempeñan dicha función.
En otro orden de cosas, se requiere
una mención a los inminentes
anuncios que, en materia de
políticas en salud mental, han hecho
públicas las autoridades sanitarias
de la ciudad.
La asociación está de acuerdo con
los principios éticos y operativos
que fundamentan las estrategias de
progresivas reformas y actualización
del sector. En tal sentido, existe
ya un cúmulo inobjetable de
evidencias que señalan la necesidad
de transformar, actualizar y renovar
las estructuras que, durante más de
un siglo, han resultado ejes
fundamentales en el tratamiento de
los enfermos mentales.
Entre ellos se incluyen, claro está,
los hospitales neuropsiquiátricos
surgidos y consolidados en nuestro
país desde su fundación hasta la
fecha, tales como el hospital José
Tiburcio Borda y el hospital Braulio
Moyano. Pero la medida de reforma
anunciada recientemente, que prevé
la desaparición de los dos
hospitales psiquiátricos en el lapso
de aproximadamente dos años y la
creación de ocho nuevos centros de
internación psiquiátrica para
atender a quinientos pacientes, se
opone a toda apreciación sobre la
importancia histórica que han tenido
estas instituciones y convierte en
inviable cualquier propuesta futura
de mejora en la atención de este
tipo de enfermos. Porque aun cuando
resulten objeto de críticas no
podemos ignorar cómo, a lo largo de
su historia, estos hospitales
monovalentes:
a) Han dado asistencia médica
(cuando en ningún otro lugar se
daba) a quienes entonces la sociedad
comenzó a definir como enfermos
mentales.
b) Han permitido, a partir de
entonces, otorgar una respuesta más
humana ante el sufrimiento y la
desolación de quienes carecían de
toda ayuda o contención social.
c) Han propiciado el avance del
conocimiento científico en el campo
genético, psiquiátrico, psicológico
y de las neurociencias en general,
constituyéndose en sede de numerosas
cátedras universitarias y proyectos
de investigación.
d) A través de las residencias, se
han constituido en un ámbito de
referencia para la formación
continua de quienes optaron por
continuar sus estudios mediante una
especialización en el área de la
salud mental.
Asimismo, y aun con la necesidad de
la reforma, la solución no podrá
surgir por un decreto inapelable
sino que deberá consensuarse e
implementarse con las entidades
gremiales que representen a los
propios trabajadores, a las
entidades médicas y a los
profesionales de la salud mental.
Estos deben ser convocados, sin
dilación alguna, para que participen
en las decisiones que hoy se tomen y
que afectarán al futuro próximo de
ambas instituciones. Porque son
precisamente estos trabajadores
quienes durante décadas han
sostenido el funcionamiento de estos
hospitales, quienes se han visto
expuestos a condiciones penosas y
debieron sobrellevar una carga de
trabajo que los ha colocado
continuamente al borde del burnout
profesional.
En síntesis, consideramos que no se
resuelve el problema de la atención
en salud mental desmontando
instituciones históricas como los
hospitales Borda y Moyano, bajo el
riesgo de que las nuevas
construcciones se transformen en
micromanicomios o bellos manicomios,
prolijos y políticamente manejables.
En salud mental llegaron tiempos de
reforma, pero de la mano del
consenso y la legitimidad. Sólo así
tendremos una respuesta de mayor
calidad científica y humana ante el
padecimiento que hoy manifiestan las
personas con enfermedad mental. |
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