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Opinión


LA SALUD... el lado oscuro de las estadísticas

Por el Licenciado
Víctor Norberto Cerasale

...“nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo.”
Evangelio según San Juan, 3:32-30. (Décimo primera parte)
 

Siendo que las estadísticas gobiernan el mundo y viendo que los indicadores epidemiológicos están señalando que la mano viene “mal”, cabe analizar expectativas, tendencias y el sentido último de las conveniencias. Existen hoy cuestiones conceptuales que nadie puede negar. Una de ellas es que el perfil infectológico del planeta ha cambiado gracias al uso irracional, indiscriminado, y estratégicamente conducido de los antibióticos, tanto en seres humanos como en animales de consumo (vacas, pollos, cerdos, cabras, etc.) La consecuencia es simple y concreta, muchos antibióticos no sirven para la finalidad terapéutica para la cual fueron creados y esta situación se revela en muchos casos en menos de veinticinco años de comercialización.
No obstante ello la primera premisa que se esgrime, numerológicamente hablando, es la que sigue:
1. El grupo poblacional que más crece se ubica en el grupo de la tercera edad, medido claro está en los Estados Unidos de Norteamérica [Las únicas estadísticas confiables provienen de allí o del grupo europeo ya que lo demás es apenas un dibujo que acomoda indicadores a las conveniencias políticas de los oportunistas de turno]. Esto demuestra con precisión que los Estados (poder político) deberán estudiar seriamente cómo enfrentar este crecimiento en los próximos cien años. Aunque parezca utópico, se deberá pensar cómo dar cobertura de salud para patologías cada vez más complejas y por ende más caras ya que la cartesiana que se proyecta con una pendiente ascendente relativamente suave se reflejará en una demanda de recursos geométricos (ese cuadro no aparece en ninguna declaración estadística a la Nación Americana que se hace cada año en el Congreso de aquel país…).
2. Traducido, mientras los >65 años suben por ascensor, los <65 años lo hacen por escalera. La tasa de natalidad en el mundo desciende en forma directamente proporcional a la canibalización de los recursos económicos y su concentración en países con alta capacidad productiva. Mucho hincapié se hace en la importancia de la longevidad atribuible a mejores diagnósticos, mejores medicinas, y una supuesta mejor calidad de vida que a decir verdad nadie mide por las dudas que el resultado real y verificable no sea el esperado…
3. Los países que aún sostienen altas tasas de natalidad son aquéllos donde la mayoría de sus poblaciones concentran altos índices de pobreza y marginalidad (donde tener un hijo implica un sentido de pertenencia singular). Sin embargo allí, la morbi-mortalidad infantil es dramáticamente significativa y como siempre, los índices nunca dicen toda la verdad.

El segundo factor peligroso y altamente inestabilizante de cualquier sistema es que los hombres y mujeres en actividad que aportan a los seguros de salud (públicos o privados) tienen un crecimiento menor y además son universalmente menos con lo cual sin ser “genio” su contribución no será suficiente para compensar la proyección geométrica del plano “necesidades-demandas”.
Si hoy, el modelo americano es el que más recursos demanda (ver números 46, 47, 48 y 49 de Revista Médicos) siendo el que más gasto de bolsillo genera en aquellos que están “cubiertos” por él, ¿qué será de cara al futuro?, ¿no terminará el mundo entero contribuyendo a que 250 millones de personas estén cómodas?, ¿a qué precio?... Algo anda mal en la conceptualización fundamental pero está mucho peor en el análisis y planificación tanto política sanitaria como empresaria-estratégica. En especial cuando veamos lo que sigue:
Entre los años 1965 y siguiendo las tendencias en escalas expresadas cada cinco años, muestran una realidad terrible. En los Estados Unidos de Norteamérica allá por los sesenta se atendía muchísima más gente con bastante menos dinero, sin embargo desde el 90 en adelante los gastos en salud entre los americanos se geometrizaron en un fenómeno semejante a una ola de tsunami, incrementándose proporcionalmente los niveles de exclusión.
Se aprecia entonces que en menos de 40 años los costos de salud en los Estados Unidos de Norteamérica han crecido exponencialmente sin corresponderse con un aumento en la calidad de la atención en salud (alcanza con introducirse en alguna guardia de hospital público). Piénsese, no obstante, que el costo es sólo una parte del precio que paga el supuesto beneficiario o que invierten los Estados serios (no quedan muchos por estos lares), lo cual indica que el crecimiento representado en la “inversión” para los unos o el “gasto” para los otros, ha sido dramático. Entiéndase, esto se traduce como que “alguien debe pagar el/los daño/s colateral/es” [¿yo señor?].
Al menos sabemos que en Estados Unidos de Norteamérica por cada dólar invertido (no gastado como dicen los integrantes del poder político tercermundista) en salud, us$ 0.304 corresponden al sistema asistencial, us$ 0.213 a los Servicios Médicos privados, us$ 0.100 a los medicamentos éticos (bajo receta), us$ 0,073 a los gastos administrativos y a los costos netos, us$ 0,084 a los servicios de enfermería domiciliaria, quedando un remanente de us$ 0,225 que componen otros destinos. Centavos más o menos, ése es el cuadro actual (2004). Insisto con la figura ya expresada en notas anteriores, más del 50% de ese dólar sale del bolsillo del beneficiario para salvar los desequilibrios del modelo inequitativo. Todo ello indica que algo anda mal en dicha ecuación y mucho peor en la fórmula.
Por su parte, si de medicamentos se trata, el universo de genéricos que se consume en el mundo civilizado es muchísimo menor al que se cree o se declama por estas tierras y su volumen difícilmente alcanza el 10% y ello solamente en muy pocos países. Aun cuando la demanda crezca, la biotecnología y las drogas de invención siempre lo harán más (con un impacto totalmente diferente desde luego).
El problema de los medicamentos genéricos es algo semejante a un “burlesque” orquestado para disimular esas realidades sociales que nadie tiene ganas de ver ni aceptar. Unos se conforman al tiempo que otros “manipulan” indicadores. No obstante ello, podría definirse sin temor a equivocarnos que los “genéricos” representan una película que sirve únicamente para entretener las pobrezas que genera y acumula el tercer mundo. El problema de fondo no se resuelve. La proporción de gente enferma crece, epidemiológicamente el planeta se complica cada día más, muchas campañas de inmunización se están tornado inefectivas (sarampión, poliomielitis, pertusis -tos ferina-, etc.) y creer que esto no afectará al conjunto de la raza humana es un error en que se suele incurrir mediando el pensamiento simplista de que cada cual está libre de formar parte de las estadísticas.
En Estados Unidos de Norteamérica el consumo de genéricos desde 1984 hasta el año 2004 se multiplicó por 3, sin embargo nadie explica claramente dónde van a parar dichas unidades, de la misma forma que nadie evalúa que a pesar de semejante crecimiento, la demanda de los medicamentos patente o de última generación han crecido de igual manera.
En Estados Unidos de Norteamérica los medicamentos genéricos son demandados por una inmensa masa de marginados que no tienen acceso a cobertura de salud alguna (superan los 40 millones de personas, ¿42?) Y ése no es un dato menor. Valga para que de una vez por todas terminemos de mentirnos a nosotros mismos. No sirve creer que estamos mejor cuando en realidad todo nos indica que estamos cada vez peor, más aislados, más empobrecidos, con un sistema de salud pública colapsado (que no debe medirse por la calidad de los Hospitales Juan A. Fernández ni por el Cosme Argerich de Buenos Aires), con un modelo de seguro social sindical que favorece a algunos en desmedro de los muchos [aún cuando el discurso diga lo contrario] y donde las personas y sus médicos están a merced de las conveniencias, siempre oscuras, indefinidas, imprecisas, que favorecen descalificar a las variables de ajuste permanente (médicos y sus pacientes) antes que asumir que hacen falta soluciones de fondo y ya.
Mientras tanto, Usted y yo apenas somos números perdidos dentro de alguna estadística imprecisa.
 

Licenciado Víctor Norberto Cerasale. 2008-06-22
Fuentes:
1. PhRMA: New Medicines New Hope, Annual Report 2006-2007, Biopharmaceutical inspiration; Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, 950 F Street, NW. 2. PhRMA: Facts and Figures 2006; Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, 950 F Street, NW.
Copyright by Cerasale, 2008. Derechos reservados.
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