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Primero que nada, mil disculpas por
el título. Quédese tranquilo amigo
lector, no pienso hablar del
conflicto con el campo ni de la
oportunidad perdida como país. No sé
usted, pero yo todas las mañanas,
cada vez leo más “por arriba” las
noticias del conflicto; duele ver la
realidad de país que somos. Haciendo
un símil con la medicina, es como si
a un enfermo terminal le leyeran
todos los días el diagnóstico de su
enfermedad, le explicaran su
pronóstico desfavorable, le contaran
lo limitado de su expectativa de
vida y encima le dijeran “¡que
lástima, no sabe lo que se pierde al
no poder vivir mucho tiempo más! En
fin, es de esperar que como país no
estemos en etapa terminal…
El título de esta nota está
relacionado con el sistema de salud.
Una vez más se ha “escapado” la
posibilidad de modificar la oferta
de servicios para lograr una
utilización más razonable del
sistema.
En efecto, algunas semanas atrás las
empresas de Urgencias y Emergencias
Domiciliarias desistieron finalmente
de aplicar un coseguro realista que
regulara la sobreutilización que
existe en el rubro y que dio origen
al colapso del sistema en el
invierno pasado. La falta de acuerdo
habría estado basada en la oposición
a ponerle copagos a sus planes más
altos, de uno de los principales
actores del mercado.
No importan los nombres, lo
interesante desde el análisis, es
entender desde dónde deben venir los
cambios al sistema.
A principios de 2007 las empresas de
medicina prepaga ofrecieron al
público Planes con copagos a cambio
de no incrementar la cuota. El
resultado: prácticamente nadie tomó
esos Planes. El Director Comercial
de una de las empresas me dijo por
entonces: “Es lógico y no es malo
que ocurra, ya que todavía hay un
recorrido de precios ascendente.
Igual no nos engañemos, a la corta o
a la larga los copagos van a ser
imprescindibles para regular la
demanda. El problema es que la gente
no los quiere”.
Es verdad, la gente no quiere
copagos. De hecho, en materia
corporativa, si usted le pregunta a
cualquier Gerente de RRHH si quiere
coseguros en lugar de un aumento de
cuota, la respuesta que le van a dar
es “discutamos el aumento, porque
los copagos son prácticamente
inaplicables”.
Con su permiso, voy a utilizar una
frase de la generación “y”: la gente
“la tiene clara”: quiere servicios
gratuitos. Lógico, esto es como
preguntar ¿Qué quiere usted, ser
rico y sano, o pobre y enfermo? Es
lo mismo que hacer preguntas
directas en una encuesta en donde
está en juego quién es quién,
conforme a la respuesta que dé.
Siempre me acuerdo de mis primeras
lecciones recibidas en
comercialización y en particular,
algunas obras y autores que me
introdujeron a ese mundo particular
de la oferta y la demanda. Y entre
las cosas que siempre recuerdo, está
aquel clásico de Vance Packard, The
Hidden Persuaders, en donde relata
la historia de una empresa que
estaba por sacar al mercado los
denominados libros “de bolsillo”.
Decidió por lo tanto, hacer una
encuesta para conocer el gusto de
los consumidores y así garantizarse
el éxito del nuevo negocio. Para
esto preparó una larga lista de
títulos, a partir de cuya lectura se
le pedía a los encuestados que
dijeran cuál era su preferido. El
resultado fue arrollador; una
mayoría absoluta se inclinaba por
“La Biblia” y en segundo término por
“Las obras completas de William
Shakespeare”. En esa dirección
marchó la editorial. El final: un
fracaso de ventas total. La
editorial, desesperada, acudió a
alguien que “sabía más”. Solicitó
validar los resultados. Y allí
salieron nuevamente a hacer la
encuesta con el “pequeño cambio” que
luego de la primera elección, el
encuestador sacaba una segunda lista
de libros –que era igual que la
primera con un orden distinto- y le
decía al encuestado: “En
agradecimiento por participar en la
encuesta, la editorial le va a
regalar un libro. Puede elegir usted
el que desee de esta lista…”.
Resultado: ganó abrumadoramente “La
Reina del Varieté”. Corolario: evite
las preguntas obvias.
Miremos un poco para atrás. ¿Cuál
fue el único cambio sustancial en la
oferta de servicios en los últimos
años? La reducción de la cobertura
en medicamentos del 50% al 40%.
¿Cómo se produjo? Sí, efectivamente
amigo lector, los principales
actores acordaron la reducción del
20% del beneficio y aquí no pasó
nada. Podríamos decir que “fue por
ley”.
Conclusión, los cambios no son
generados por la demanda, sino por
la oferta de servicios. Y en ese
sentido, la falta de acuerdo
respecto de nuevos coseguros para
las visitas domiciliarias, ha sido
una oportunidad perdida.
Y para el final, lo más importante:
En la Argentina, en mi opinión, la
única forma de dar un salto
cuantitativo para financiar el
retraso existente en materia de
honorarios de los profesionales que
integran el sistema, es la aparición
de copagos “realistas”. Mientras
tanto, conseguir médicos en muchas
especialidades será cada vez más
difícil -Psiquiatras y médicos a
domicilio es hoy un buen ejemplo- y
los servicios se irán ubicando muy
por debajo de donde deberían estar.
Los cambios, cuando lleguen, no me
cabe duda, serán para bien de todos. |