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Columna


Lógica posmoderna, inmortalidad y responsabilidad médica
 

Por el Dr. Floreal López Delgado,
abogado y asesor sanatorial


LA MUERTE Y BORGES

Don Jorge Luis era afecto a parodiar el razonamiento lógico en general y los silogismos en particular. En “argumentum ornitologicum” deducía, de la existencia de un pájaro, la de Dios.
Cuando se refería al fin de la vida repudiaba la estadística y afirmaba que la única forma de demostrar la mortalidad individual era la muerte de ese individuo particular e, irónicamente, decía aspirar a ser el primer inmortal.
Expresado en silogismo: La única certeza de la muerte de un individuo es que se muera (premisa mayor). Jorge no está muerto (premisa menor) ergo: no hay certeza de que Jorge muera (conclusión).
La estadística dice que la mortalidad humana es del 100% y la experiencia demostró que también era aplicable a Borges.

LA MUERTE ANTES
Los que pasamos los 50, recordamos la actitud de nuestros padres y abuelos ante la muerte: era algo que ocurría en algún momento (si ese momento era después de los 60 años no era considerada prematura).No era menos lamentada que ahora pero, ciertamente era procesada como un hecho natural y sobre todo fatal. En los templos se rogaba por la “buena muerte”.
La gente solía morir en su casa, no había demasiada diferencia entre el tratamiento que podía administrarse allí o en un hospital.
El moribundo hacía su tránsito sabiendo que moriría, cuidado por sus parientes, visitado por sus amigos y con asistencia espiritual. El médico del barrio, que lo visitaba diariamente, daba la tranquilidad de que todo lo que podía hacerse se había hecho.
Los niños asistían al proceso, en silencio, mirando desde atrás o desde la habitación contigua.
El enfermo moría más rápido, no existían respiradores ni terapia intensiva, la muerte se verificaba por la “ausencia de actividad cardíaca y respiratoria espontáneas”.
Asistir al proceso llamaba a la reflexión sobre los valores de la vida (sin psicoanálisis).

LA MUERTE AHORA
La estadística dice que podemos aspirar a vivir casi veinte años más que en la década del 50, pero la mortalidad final sigue en el tradicional 100.
Ahora los moribundos mueren solos, sedados, asistidos por anónimos médicos y enfermeros que rotan cada ocho horas, en el marco aséptico y bajo la luz blanca de una sala de terapia intensiva.
Desnudos, con un delantal que se abre por detrás, respirados y reanimados una y otra vez.
Los parientes no lo ven, reciben el parte en los horarios preestablecidos, salvo el último.
Los mismos moribundos fingen que no van a morir.
No se hacen velorios o son muy breves, los niños no asisten.
Así ponemos a la muerte fuera de casa, fuera de la familia, fuera del lenguaje.
Esto se llama: negar la muerte.

ANTES DEL FINAL
Nadie dice “inmortalidad” pero: ¿qué está implícito en el discurso médico posmoderno?
Si no funciona un órgano un trasplante lo reemplaza.
Si el corazón se detiene se lo reanima cuantas veces sea necesario.
El cáncer, casi siempre “se cura” o “se trata”.
El dolor no debe existir, porque tiene su propia especialidad médica.
Gracias a la vida sana, implantes y algunos “toquecitos” señoras de 60 y hasta 70, causan cosquilleos en los hombres y los galanes prolongan sus carreras hasta la misma edad.
La promesa de la ciencia es la de no enfermar, no sufrir, no envejecer, tener un cuerpo siempre joven.
El correlato, no expreso pero sí implícito, es la promesa de no morir.
Pero la estadística, que divertidamente negaba Borges, se mantiene en el 100.

CORRELATO
¿Qué tienen que ver estas elucubraciones con los juicios de responsabilidad civil?
Mucho.
Si la gente cree que la ciencia médica nos dice que todo se cura o “se trata” transformándose en mera cronicidad, toda muerte es una “mala praxis”.
No muy lejos del silogismo borgeano.

SILOGISMOS, PREMISAS Y CONCLUSIONES
Construyamos un silogismo aristotélico (de esos que burlaba Borges).
Premisa mayor: Correctamente atendido nadie debe morir.
Premisa Menor: Pedro murió.
Conclusión: Pedro no fue correctamente atendido.
La premisa mayor es falsa, porque contradice la experiencia positiva.
Pero: el discurso médico posmoderno nos dice implícitamente que es cierta.
Otro silogismo:
Premisa mayor: El discurso médico posmoderno nos dice que toda enfermedad es curable o tratable.
Premisa Menor: La experiencia positiva dice que todos moriremos.
Conclusión: El discurso médico posmoderno es falso (porque contradice la experiencia positiva).
Este sí es correcto.

UN POCO DE HISTORIA JUDICIAL
Cuando inicié mi ejercicio profesional, años ha, la mayoría de las demandas se fundaban en gruesos errores quirúrgicos (era un tanto embarazoso cuestionar el oblito cuando la pinza aparecía en la radiografía o la extracción de la gasa olvidada constaba en el parte quirúrgico del siguiente sanatorio).
Luego vinieron las demandas neonatales.
Comenzó allí la anomalía “lógica”: la gente ya no toleraba la muerte del recién nacido y por ello todas eran atribuidas al médico sin que existiera algún indicio de culpabilidad, la ilación del razonamiento era: si ocurrió lo que no puede pasar es porque alguien se equivocó.
Simultáneamente comenzó la avalancha de demandas por parálisis cerebral del neonato, que continúa a la fecha: toda parálisis cerebral “debe” ser culpa del equipo de parto (ver: Parálisis cerebral: el mundo ha vivido equivocado: Revista Médicos Nº 28).
En ambos casos pese a que la tozuda estadística (otra vez los números fríos…) indica que no todos los nacidos vivos son viables y que la parálisis cerebral, desde hace venerables 60 años se mantiene en el 0,22: de los nacidos vivos.
Lo de los bebés es comprensible: el descenso de la mortalidad infantil que trajeron los antibióticos, el progreso de la obstetricia y la creación de la neonatología, hicieron de lo habitual algo extraordinario y lo extraordinario debe tener un origen anómalo (casi todos nuestros padres o abuelos tenían hermanos muertos en la primera infancia, nosotros no).
En los últimos dos años comenzamos a recibir reclamos y denuncias penales por el fallecimiento de adultos mayores previa y gravemente enfermos con patologías conocidas por la familia que, simplemente, llegaron al final de su vida.
Ahora la anomalía lógica se muestra en toda su evidencia: ninguna muerte es tolerada, todo debe ser culpa del médico.

¿QUO VADIS SALUD?
En el panel de seguros médicos sacamos una conclusión: los juicios de praxis sin fundamento médico llegaron para quedarse, porque los vivos no aceptan la muerte y el dolor se dirige (mal) contra el profesional.
Antes buscábamos la forma de evitarlos, ahora sabemos que no podemos.

CONCLUSION
No se puede ir contra la corriente cultural predominante.
Incorporemos los juicios infundados a los costos.
En lo personal alegrémonos: como sabemos empíricamente que la “onda” posmoderna es falsa, conocemos la realidad mejor que la mayoría.
Somos una minoría calificada.

Fuentes: Dos frases bien construidas pertenecen a Ricardo Lesser (en Clarín.com)
 

Para consultas o sugerencias al Dr. Floreal López Delgado, escriba a estudiojuridico@lopezdelgado.com.

 

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