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Sin ninguna duda podríamos decir:
mucho. En efecto, si hacemos una
mirada retrospectiva, desde la
salida del Dr. Rubén Torres como
Superintendente de Servicios de
Salud -un columnista asiduo de la
Revista Médicos- se ha sentido
fuertemente el contraste entre su
gestión y quienes lo sucedieron.
Usted podrá coincidir o disentir con
el pensamiento o con las políticas
que llevó adelante el Dr. Torres,
pero todo el espectro de opiniones
coincide en que se trató de la mejor
gestión desde la creación de la
Superintendencia. No es poco en un
país donde la gestión de la cosa
pública no ha sobresalido por su
eficiencia y eficacia.
Hablo con total independencia de
criterio y con la sola limitación de
mis propias ideas ya que no me une
ninguna relación personal con el Dr.
Torres. Pero sería injusto,
desconocer el mayor período de
transparencia de información que
hemos tenido y seguramente de
calidad de gestión, tal como lo
avala el Premio Nacional que
oportunamente recibiera.
Luego del paso de dos
Superintendentes, llega a la
posición el Cdor. Ricardo Bellagio.
Autodefinido como un “hombre
técnico” -sin dudas sus antecedentes
señalan que lo es- le toca por
delante un reto por demás difícil
como es el de ser árbitro -y
amigable componedor- de posiciones
fuertemente encontradas en el seno
del gremialismo. El principal tema
que debe encarar es de conocimiento
público: se trata de la distribución
de alrededor de 3.000 millones de
pesos que se han acumulado como
excedentes del Fondo de
Redistribución.
Sin dudas, hay mucho por hacer al
respecto, entre otras cosas
actualizar muchos de los valores
establecidos en los subsidios que
brinda la Administración de
Programas Especiales.
A solo título de ejemplo mencionemos
que los valores para cubrir una
Comunidad Terapéutica para Adictos
se encuentra desde hace varios años
anclado en los $ 1.200 mensuales. Si
tenemos en cuenta que la mayoría de
las Comunidades son entidades sin
fines de lucro que hacen un
importante aporte al tratamiento de
los adictos, no resulta fácil de
entender que se las obligue a
alcanzar metas cada vez más
difíciles, como es lograr la
financiación de tratamientos, la
alimentación y el cuidado de los
pacientes con $40 diarios. No
debemos olvidar que estas
Comunidades cubren además una
importante función que, por otra
parte, el mismo Estado no brinda.
Además del retraso en muchos de los
valores del APE -que dificulta el
cumplimiento de los objetivos del
sistema como es el de brindar a
través de ellos una adecuada
cobertura- su actualización
permitirá también un saludable
efecto “secundario”: evitará la
acumulación de excedentes.
Finalmente, y en la misma dirección,
agilizar el enorme retraso en el
pago de los subsidios del APE sería
una excelente señal al mercado de la
salud.
Volviendo a la designación del Cdor.
Bellagio, permítaseme señalar que,
en mi opinión, ha comenzado bien su
gestión. Me tocó escucharlo en
algunas entrevistas que le
realizaron y mi impresión es que se
desempeñó con un muy adecuado bajo
perfil.
A sabiendas que presenta el estigma
de quien ha sido su “gran elector” y
que debe convencer al resto del arco
observador sobre que “gobernará para
todos”, uno de sus primeros pasos ha
sido acompañarse por alguna de las
mentes técnicamente más lúcidas que
habían sido alejadas conjuntamente
con él de la Superintendencia. Saber
rodearse de gente del mejor nivel no
es una virtud menor.
Le toca también destrabar la
enmarañada red de normativas
secundarias que tuvieron por
objetivo restringir la libertad de
la gente para cambiar de obra
social. El recupero de esa libertad,
que le permite a la persona
“castigar” a las entidades que no
brindan servicios adecuados,
probablemente será uno de los
medidores más importantes de su
labor.
Para concluir, le damos el crédito
que se merece el inicio de toda
tarea. Suerte en su gestión Cdor.
Bellagio. Será en beneficio de todos.
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