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En las empresas de
salud medianas, el número uno generalmente es un
profesional de la especialidad que ha devenido en gestor
de la organización, y proyecta características de su
formación en su quehacer diario.
Como consultora de comunicación, al encontrarme con este
perfil de cliente, se han repetido situaciones que
fueron la inspiración para desarrollar este decálogo,
que espero que sea de utilidad para los directivos de
las instituciones.
Regla 1: La comunicación es un
compromiso de la Dirección.
Sin lugar a dudas, la reputación es clave en la
construcción del valor de la empresa de salud, y la
comunicación es una de las llaves para construirla. La
reputación de una organización depende, en gran medida,
de lo que se haga en comunicación. Y éste es un fenómeno
complejo, un proceso en el que intervienen múltiples
factores. Necesita de profesionales, pero no se puede
delegar y tercerizar en su totalidad.
Si deseamos incrementar el valor de la empresa de
servicios de salud fortaleciendo su imagen y sus marcas,
gestionando el conocimiento y la cultura, se contribuirá
al aumento del market share. Entonces, es imprescindible
otorgarle a la comunicación el valor estratégico que
tiene. Y la dirección necesita, por lo tanto, destinarle
tiempo.
Regla 2: La estrategia de
comunicación debe estar alineada a los objetivos
estratégicos de la dirección.
Las empresas de salud, la mayoría de las veces, están
conformadas por distintos servicios, con prácticas muy
diferentes, directivos con especialidades y formaciones
diversas. El sentido de unidad, de trabajar todos los
días con un objetivo claro, y el compartir una meta
futura son aspectos a definir y consensuar, para luego
poder transmitirlos.
Porque el qué se quiere de la empresa tiene que ver,
necesariamente, con su identidad, y por lo tanto, con su
imagen. Esta imagen que se construye, en gran parte,
desde la comunicación, permitirá diferenciarla de todas
las demás -aunque haga lo mismo-, y agrega valor
duradero a lo que hace, realiza y comunica.
Formalizar la redacción de la misión, visión, y valores,
es un paso fundamental para dar la idea de unidad
necesaria en la medida que la organización crece.
Regla 3: La comunicación
empieza desde el adentro de la institución.
En las empresas de salud, el personal es fundamental. Si
no está capacitado e informado, las acciones que se
realicen para atraer pacientes a la institución serán un
búmeran. El equipo de tecnología más avanzada, el
científico más prestigioso, pierden estrepitosamente
importancia ante la decepción que sufre un paciente
cuando no recibe la contención que necesita.
Aun en las empresas con sistemas de calidad eficientes,
generalmente las reuniones con el “personal de contacto”
se organizan a partir de una queja, un error, como
disparador de un “proceso de mejora”. ¿Cuánto hace que
no tiene una reunión con el telefonista, para conversar
sobre los problemas que surgen en el trato diario?
¿Están estandarizados los intercambios discursivos entre
la recepcionista y el paciente, por ejemplo?
Regla 4: Todos comunican. La
“dimensión comunicacional” debe ser incorporada en cada
uno de los integrantes de la empresa.
La empresa es un sistema con subsistemas que necesitan
intercambiar información entre ellos. Entonces, es parte
del trabajo del que gestiona o administra la
comunicación, tanto para el adentro, en el caso de los
subsistemas, como para el afuera, es decir, su entorno.
Si hace y no informa algo que necesitaba ser comunicado,
no está cumplido su trabajo de administración.
Por lo tanto, la comunicación no puede restringirse a
una persona o a un profesional que da ideas y las
gestiona, sino que debe ser una dimensión que atraviesa
toda la organización. La empresa es una red de
conversaciones, en la que cada destinatario es a la vez
un emisor. En la que el silencio, lo no dicho, también
implica estar diciendo algo.
La división del trabajo en las empresas de servicios de
salud no ayuda demasiado. Los profesionales orientados a
la asistencia o a procesos tienen muy poco tiempo para
organizar, estructurar, comunicar. Es más, muchas veces,
cuanto “más dura” es la disciplina a la que pertenecen,
más concentración requiere su actividad diaria, y por lo
tanto no consideran que es parte de su tarea la gestión
y menos aún la información. Es por ello que el
entrenamiento en la reflexión sobre el aspecto
“comunicacional” de sus acciones laborales debe ser
facilitado.
Regla 5: Existen distintos
públicos de una empresa, y cada uno se vincula de manera
diferente con ella.
Dado que el fenómeno de la comunicación se caracteriza
por ser complejo, es necesario construir una “plataforma
comunicacional” en base al análisis de cada público, en
función de su posición con relación a la institución y
lo que lo motiva a establecer un vínculo con ella,
tomando en cuenta su incidencia en la construcción de la
opinión pública.
Regla 6: Las herramientas de comunicación son
múltiples.
Las empresas de servicios de salud necesitan comunicar
de manera distinta a la de otros servicios y productos.
No son compras a “impulso” como un postrecito lácteo,
cuya aparición en un aviso hace pedirlo en la góndola al
día siguiente. No es posible utilizar las mismas
herramientas que una institución que está trabajando en
su imagen desde hace 30 años. Las herramientas de
comunicación son múltiples; trabajar profesionalmente
implica conocer las características de cada una, y
actuar en consecuencia.
Todos los días hay buenas ideas, pero las soluciones
mágicas no existen. Cada una de ellas debe ser evaluada
en relación con sus posibilidades, el nivel de inversión
y el objetivo que busca la institución, su posibilidad
de articulación y continuidad, para que se sinergicen y
potencien.
Regla 7: La publicidad se rige
con una lógica comercial, el periodismo con la lógica de
la “noticeabilidad”.
La apertura de nuevos servicios de salud no
necesariamente implican noticias científicas que
merezcan ser publicadas por los grandes medios, aunque
la inclusión en espacios periodísticos de novedades
respecto a ciertas instituciones crean la expectativa de
que el mismo espacio puede ser obtenido por otras.
REGLA 8: Se deben definir
políticas, programas, planes y acciones de comunicación.
De la misma manera que una institución médica tiene
políticas de calidad, debe tener políticas de
comunicación. La comunicación no se puede reducir a
momentos o a eventos. Es una dimensión que debe estar
presente en todas las funciones, que atraviesa toda la
organización. Haber invertido el tiempo para definir la
política, o diseñado un programa, redundará en el
acortamiento de los tiempos en la toma de decisiones
cuando surgen coyunturas específicas.
REGLA 9: Asignar un presupuesto
y determinar la manera de medir los resultados.
El problema de las buenas ideas: para hacerlas hay que
contar con fondos. Sucede con muchos proyectos en el
sector salud: el nuevo servicio se concentra en la
tecnología adquirida y el know-how de los profesionales.
Se realizan grandes inversiones en el inmueble, y el
equipamiento, se suscriben los contratos entre los
profesionales que conforman el emprendimiento. Quizás el
hijo de algún amigo hace folletos y llaman a un
periodista amigo para que haga alguna nota.
Pero pasan los días, y los pacientes o los clientes no
llegan. Se va tomando conciencia de que quizás necesitan
la ayuda de un profesional. Pero claro, no queda más
presupuesto, ni para el profesional ni para una campaña
publicitaria.
Entonces: Para cada nuevo servicio, para cada nuevo
producto, se debe prever un porcentaje de la inversión
para su comunicación. El mejor servicio, el tratamiento
con la tecnología más avanzada, el profesional más
excelso, necesitan contar que existen, especificar
porqué son diferentes a los otros. Y para ello, hay
consultoras y agencias especializadas, distintos
recursos, diferentes medios. Pero se necesita
presupuesto.
REGLA 10: La comunicación se
gestiona.
Es necesario que alguien se “haga cargo” de la gestión
de la comunicación. De llevar adelante el proyecto. Esto
implica que, una vez diseñada la estrategia y redactado
el plan, se haga cargo de implementarlo, reunir los
materiales y hacer un seguimiento de los resultados.
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