:: REVISTA MEDICOS | Medicina Global | La Revista de Salud y Calidad de Vida
 
Sumario
Institucional
Números Anteriores
Congresos
Actualidad
Opinión
Suscríbase a la Revista
Contáctenos

 

 

 

 

 

 

 
 

 

:: Infórmese con REVISTA MEDICOS - Suscríbase llamando a los teléfonos (5411) 4362-2024 /  (5411) 4300-6119 ::
  

Columna


CORSI E RICORSI, el momento de la verdad…
El dengue no es una condena irreversible
Por el Doctor Ignacio Katz

 
Los medios instalan temas en la sociedad, ¿qué duda cabe? En ese circuito permanente de noticias, algunas nacen, se desarrollan y mueren, para luego resucitar y continuar así un eterno ciclo periodístico. La propia dinámica de este flujo hace que la información, que se muestra durante un corto tiempo, fragmente la posibilidad de comprender y solucionar los problemas. Y un ejemplo de esta situación es el dengue, enfermedad que el verano hace aparecer en los medios, al mismo nivel que los precios en Mar del Plata, o el calor húmedo de Buenos Aires. El propio tratamiento episódico que se le da al dengue, y la fragmentación real del campo sanitario argentino, nos muestra la urgencia por crear un sistema integral que no se guíe por espasmos mediáticos ni por caducas estructuras burocráticas.
Al inicio de este artículo citamos la expresión “corsi e ricorsi”, que está tomada de la teoría del acontecer histórico desarrollada por el filósofo italiano Giambattista Vico. Decía este pensador que la historia nunca avanza “en línea recta”, sin alteraciones, en un movimiento de progreso permanente. Para Vico, la historia se desenvuelve en forma de ciclos que repiten, y que, por lo tanto, implican avances y retrocesos. En esa expresión, “corsi” quiere decir evolución, transcurrir de una situación a lo largo del tiempo, y “recorsi” es el regreso al punto de partida. En ese doble movimiento pueden explicarse muchos fenómenos, incluidos los que tienen que ver con el tema que hoy nos ocupa: el dengue.
Si no se desarrollan las acciones específicas para transformarla, volvemos siempre al mismo punto de origen, y con más frustración a cuestas. De lo que se trata, entonces, es de desarrollar políticas consistentes, no determinadas por la inmediatez, ni que tengan que ser meros parches a cuestiones de fondo. No podemos resignarnos a esperar a que cada verano, cuando las temperaturas siempre superan los 20 grados y hacen eclosionar los huevos del mosquito Aedes Aegypti, portador del virus del dengue, tengamos que revisar los mismos tópicos y esperar, con mansedumbre, cómo la crónica periodística nos pica de día y de noche con alarmas, contagios, conteos de infectados y otras cuestiones.
Como ante cualquier situación que obedece a distintas causas, se necesita la interacción de muchas fuerzas. Por lo tanto, hay que establecer una acción conjunta del Estado, que involucre a la Nación, las provincias y municipios, y que se articule con el sector privado. Este dispositivo que enlaza a todos los actores de la salud en la Argentina es un primer paso para dar respuestas efectivas a situaciones como las que plantea el dengue. Porque no podemos pensar en una función, sin un órgano que la ejecute. Y éste deber estar constituido por los actores antes mencionados, siguiendo las directivas generales del Estado Nacional, que no debe ceder su rol conductor.
Crear un “comité de crisis” es inadecuado, porque ya nace ese organismo como temporal, creado a los apurones y solamente para tener vigencia durante un cierto tiempo. Si las autoridades se guían por la lógica de los medios, se resignan a dar la sensación de que los problemas solamente existen cuando las empresas periodísticas los encaran, y que, cuando éstas cambian de inquietud, lo que antes era dramático pasa al olvido, aunque la situación de base sea la misma. Por supuesto, este mecanismo perverso también favorece que los funcionarios especulen con que, una vez que se salga al cruce de las noticias con medidas espectaculares aunque poco o nada efectivas, la sociedad se olvidará de todo.
Justamente, para evitar este esquema simplista, de lo que se trata es de conformar un verdadero “gabinete de acción”, con un “tablero de comando” que pueda desarrollar las soluciones a los desafíos que plantea el dengue, siempre al servicio de una planificación estratégica integrada. El dengue, al desvanecerse de los medios, parece como si se disolviera, y lo que ocurre es que, literalmente, está en “cuarteles de invierno”, presto a reactivarse cuando los calores -y la imprevisión de las autoridades- lo convoquen de nuevo. Por lo tanto, la solución tiene que ser crear instancias permanentes de combate de la enfermedad.
Estas instancias deben tener una triple línea en su labor, que incluya:
a) acción
b) vigilancia
c) concientización.
Es necesaria la combinación de medidas concretas, del monitoreo de la salud de la población, y de concientizar a la misma, lo que incluye que participe de las tareas preventivas. Es la articulación de esta tríada la que puede revertir el daño causado por el dengue.
Recordemos que para esta enfermedad hasta ahora no hay vacuna preventiva. Los esfuerzos por evitar su surgimiento y propagación son, por lo tanto, fundamentales. La máxima responsabilidad se llama prevención. No tienen que quedar dudas sobre este punto.
En términos porcentuales, podríamos decir que generalmente un 95% del gasto en salud se destina a la curación de distintos males, y que apenas un 5% se gira hacia la prevención de aquéllos. En realidad, lo óptimo es tener un 40% de gasto en curación, elevar también a un 40% los recursos en prevención, y establecer un 20% de fondos para investigación clínica aplicada, que en definitiva redunda en mejorar el rendimiento de los otros destinos. Cuando hablamos de dengue, no hablamos solamente de mosquitos. Hablamos de cambio climático, de migraciones, de falta de infraestructura, de laboratorios inadecuados, de hábitos a erradicar, de investigación y de muchas cosas más.
Si vamos hacia un plano más general, observamos que la salud es una condición resultante de 4 componentes básicos, a saber:
a) lo biológico.
b) lo medio ambiental.
c) las formas de vida (que incluyen lo socioeconómico y lo cultural).
d) el sistema de salud (o su ausencia, como es el caso argentino).

Se trata especialmente de crear lo que mencionamos en el punto d), esto es, un sistema integrado de salud, que articule a los distintos representantes del campo sanitario, y que pueda, de forma eficiente y solidaria, atender a las necesidades de la población. En particular, de aquellos que más sufren de la lógica de la salud entendida como mercancía, que los aleja de una verdadera calidad de vida aceptable.
Tampoco alcanza con decir la verdad. Hacerlo no implica querer modificar la realidad, y de eso se trata cuando nos referimos a “corsi e recorsi”, ya que sin racionalidad y voluntad transformadora todo se vuelve un eterno ciclo de avance y regresión.
Otro aspecto que muestra esta irracionalidad en el campo sanitario argentino es que el único laboratorio de enfermedades tropicales, actualmente en funcionamiento se encuentra en la ciudad bonaerense de Pergamino, lejísimo de zonas donde estas afecciones atacan con mayor gravedad, como Salta y provincias aledañas.
Por lo tanto, dentro de este “tablero de comando” que proponemos, y más teniendo en cuenta la importancia de la integración de los distintos elementos disponibles, debe realizarse una articulación de diferentes organismos. Ellos son: el Instituto Mario Gulich, de Córdoba, que es un centro de aplicaciones espaciales, alertas y reportes de emergencia, donde con un satélite se monitorea el estado de situación y se realizan alertas epidemiológicas; el Instituto de Física que se encuentra en Mar del Plata, donde por una simulación dinámica de poblaciones estudia la propagación de las epidemias, el árbol de contagio, estima las reproducciones, provee el apoyo de vigilancia y evalúa decisiones según el escenario que se presenta; también el Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas del CONICET, donde se desarrollan los insecticidas duales. A estas tres instituciones, debemos sumarles el ya mencionado Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Dr. Julio I. Maiztegui" de Pergamino, el Hospital Dr. Javier Muñiz y el Instituto Carlos G. Malbrán dependiente de La Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud ( ANLIS ).
Si estas instituciones trabajaran mancomunadamente, dependiendo de las directivas de un verdadero gabinete de acción, podríamos tener un esquema integral, racional y al servicio de una genuina planificación estratégica sustentada por una agenda colectiva de trabajo.
“La peste viene de afuera”, decía el genial escritor Albert Camus. En un sentido es cierto. Pero convengamos que, muchas veces, la usina que multiplica los virus de la ineficiencia, la corrupción y el egoísmo está bien adentro de nuestro país y de nuestra propia cultura.

 

Ignacio Katz, Doctor en Medicina (UBA), Autor de: “En búsqueda de la Salud Perdida” (EDULP, 2006). “Argentina Hospital, El rostro oscuro de la salud” (Edhasa, 2004). “La Fórmula Sanitaria” (Eudeba, 2003).

 

SUMARIO

 

Copyright 2000-2016 - Todos los derechos reservados, Revista Médicos