Biología Computacional
La revolución
de los datos
La genómica
revolucionó la biología y permitió una mejor comprensión
del desarrollo de diversas enfermedades. En la
actualidad, el desafío es contar con tecnologías y
herramientas que permitan recolectar, manejar y analizar
los datos del genoma. John Quackenbush, una de las
personalidades más importantes en la materia, visitó la
Argentina para explicar el alcance y pormenores de su
investigación.
El
físico John Quackenbush es director de Biología
Computacional Oncológica del Instituto Dana-Farber de
Investigación en Cáncer y docente de la Escuela de Salud
Pública de Harvard. Tiene 47 años, el pelo algo largo y
un tono jovial que lo alejan del imaginario habitual que
tenemos sobre los científicos de la materia. Sus
anfitriones en Buenos Aires nos cuentan que en la
intimidad es aún más sencillo, que no es habitual
encontrarlo vestido de traje, como la mañana en que en
el Palacio Balcarce de Recoleta, invitado por Galeno,
Telefónica Empresas y Pfizer, explicó el significado de
términos como “Genómica computacional”, que ocupan gran
parte de su vida cotidiana.
LA GENOMICA COMPUTACIONAL
La genómica busca predecir la función de los genes a
partir de las interacciones con otros genes. Y la
genómica computacional (término acuñado por Thomas
Roderick en 1986) se concentra en desarrollar software
para que los datos que se obtienen cobren sentido.
El trabajo de Quackenbush y su equipo se especializa en
el desarrollo de sistemas bioinformáticos que permitan
manejar cada vez una mayor cantidad de datos en menor
tiempo –a un menor costo- que sirvan para determinar
nuevos diagnósticos y análisis de la enfermedad.
Datos y conclusiones a los que antes se abordaba en
meses o años, utilizando cientos de personas y máquinas
del tamaño de un galpón, hoy es posible elaborarlos en
pequeños equipos de trabajo y con computadoras
personales.
La meta es entregar la información en un camino que les
permita a los médicos y sus pacientes usarlo como parte
del tratamiento. Y sólo es posible llegar a ella
mediante enfoques interdisciplinarios que integran el
trabajo de ingenieros, matemáticos, especialistas en
ciencias de la computación y biólogos.
En ese sentido, John Quackenbush hizo en su exposición
especial hincapié en la importancia que tienen otros
factores además del tecnológico para avanzar en estos
desarrollos: “Es un honor para mí trabajar con un grupo
talentosísimo de gente” y contar “con el apoyo de una
serie de organizaciones, el Instituto de Salud del
Gobierno de los Estados Unidos, y también de empresas
privadas que están interesadas en el trabajo que
hacemos”.
“Si lo pensamos, mi trabajo en la biología
computacional, está impulsado por el hecho de que estas
tecnologías cambian la biología, que solía ser una
ciencia de laboratorio y que ahora la vemos cada vez más
como una ciencia de la información, donde los desafíos
ya no son generar datos, sino aportarles sentido común e
interpretarlos”.
EL MAPA HUMANO
El científico apeló a imágenes claras y sencillas para
explicar sus ideas: “Si yo tengo una tapa de metal o un
pedazo de metal puedo construir una llave o un martillo.
Ustedes, como yo, probablemente utilizan un martillo
para clavar un clavito, pero no se puede utilizar un
martillo para aflojar un tornillo. Entonces la
estructura es muy importante para determinar la función
de las proteínas. La célula es una pequeña máquina
conformada por proteínas y si ocurre un error en el ADN
(ácido desoxirribonucleico), una mutación, eso puede
generar a una proteína con una estructura o una
secuencia netamente diferente, que puede plegarse en una
estructura inadecuada, que a su vez puede influir en la
función, y esa función puede ser activar
inapropiadamente a otros genes”.
De este modo concluimos que “hay dos cosas importantes
en la enfermedad: una, cuáles son los genes que
realmente mutan o cambian. Y la otra cuáles son los
genes que se activan o desactivan en el lugar adecuado
en el momento adecuado”.
“La revolución de la genómica de hecho nos permite mirar
más abarcativamente en todo este espectro de escalas.
Pero el futuro verdadero está en la integración entre
dominios para aprender mejor sobre los mecanismos de la
enfermedad y el tratamiento”.
El Proyecto Genoma Humano -el programa internacional de
investigación pública para determinar la secuencia
completa del ADN humano para conocer todos sus genes
localización y función- exigió analizar tres mil
millones de bases. Para graficar la magnitud de esta
cifra, Quackenbush explicó que tres mil millones es el
número de segundos en 95 años. El análisis de esta
cantidad de datos permitió generar “el mapa de los genes
humanos: un catálogo de éstos”.
Sin embargo, aclara el físico, “como cualquier mapa, es
solamente un punto de partida en un viaje. Y esta
secuencia genómica ha sido el principio para tratar de
entender de qué manera el mensaje del ADN se relaciona
con el mensaje que dicta el desarrollo de una
enfermedad”.
“La diferencia entre una célula del cerebro y una célula
del riñón no son los genes codificados en el ADN sino,
por el contrario, es la forma en que estos genes se
activan y se desactivan. Entonces lo que necesitamos
hacer es entender, tanto a los genes, como al proceso
por el cual esta información se utiliza”.
Por ello, sostiene que no fue el genoma de referencia
sino las secuencias del genoma lo que transformó la
medicina “el proyecto genoma humano y el mapa produjeron
una serie de tecnologías que de hecho nos abrieron
nuevos caminos para la investigación y nuevas formas de
entender los fundamentos de la enfermedad”.
De este modo las ciencias que se ocupan del tema se
fueron transformando: “la genética se transmutó en
genómica, surgió la transcriptómica, por la que miramos
todo el ARN (ácido ribonucleico) y no sólo el gen en el
ARN. En lugar de mirar a la proteína, por la proteína
miramos a todas las proteínas y hacemos proteómicas”,
ejemplificó.
“Hemos pasado de un punto de vista reduccionista a otro
muy holístico, donde podemos ver una célula y mirar a
todos sus componentes de una sola vez, en un solo
momento, pero lo que realmente logró esta explosión
tecnológica es drásticamente aumentar la velocidad en la
que podemos generar datos”.
PREGUNTAS Y PERSPECTIVA
Quackenbush expuso preguntas que surgen naturalmente
sobre la implicancia de esta ciencia en la práctica de
la medicina: “¿Podemos utilizar la tecnología genómica
para descubrir nuevos tipos de enfermedades? ¿Podemos
usar la genómica para comparar tipos de enfermedades?”
En ese sentido expresó que “Podemos mirar la tecnología
genómica como una forma de distinguir distintos subtipos
de enfermedades y aplicarlas como herramientas
diagnósticas o prognósticas”. “Podemos utilizar todas
estas tecnologías generalmente para entender los
fundamentos de la enfermedad humana”, sentenció.
“El cambio ha sido dramático en los últimos años: la
tecnología de vanguardia para secuenciar el genoma y la
tecnología que usamos esencialmente fueron tecnologías
industriales. Antes la secuenciación se hacía en
fábricas, grandes salas, 20 veces el tamaño de este
auditorio, donde ejércitos de personas trabajaban con
máquinas que llenaban estas salas para generar la
secuencia humana”, graficó.
“La secuencia del genoma humano llevó 15 años en el
primer intento y costó tres mil millones de dólares.
Hoy, en cambio, yo puedo tomar un instrumento que se
puede ubicar en esta mesa, y poner en la cocina de
nuestra casa y así secuenciar el genoma humano, no en 15
años sino en 6 semanas. Estamos secuenciando el genoma
de cáncer ovárico a un costo de 60 mil dólares
aproximadamente. Hay una empresa en los Estados Unidos,
que si uno se hace un hisopado en la mejilla y le envía
ese hisopo con un cheque de 48 mil dólares, pueden
secuenciar su propio genoma”, ilustró. “Otra, anunció
ayer que hacia fines de este año anticipa ofrecer un
servicio de secuenciación de 5.000 dólares”.
“La tecnología que yo conozco proyecta que la gente en
dos o tres años obtenga el genoma no por 1.000 dólares
sino por 10 dólares -continuó- esto nos da la
oportunidad de drásticamente cambiar la manera de pensar
los sistemas biológicos”.
Sin embargo, el Físico plantea que “esa información no
solamente nos da oportunidades sino también desafíos”.
“Podemos entender nuestra predisposición genética a la
enfermedad pero también debemos entender cuáles son las
limitaciones para nuestro conocimiento”. Y apeló
nuevamente a ejemplos cotidianos para apoyarse en su
apelación: “Mi abuela murió del mal de Alzheimer y hay
una mutación conocida relacionada con esa enfermedad,
pero no hay tratamiento aún. Entonces si yo sé que llevo
la mutación conmigo ¿qué hago con esa información, va a
mejorar o empeorar mi vida? No solamente hay desafíos
científicos, hay desafíos filosóficos, legales: ¿De qué
manera va a utilizar el empleador el hecho de que usted
lleva el gen del Alzheimer? ¿Cómo va a reaccionar la
empresa de seguros de salud? ¿Va a darle cobertura o a
negárcela?”
Por ello manifestó que se viene “un mundo de mucho
coraje impulsado por la tecnología y yo lo que quiero
destacar es que la velocidad del desarrollo de la
tecnología se acelera”.
“Necesitamos nuevos abordajes para interpretar los datos
que generamos y lo que mi equipo y yo hacemos es tratar
de desarrollar estos métodos mirando los problemas
reales”
En este sentido es que Qua- ckenbush compara la tarea de
su grupo con la de “los fabricantes de telescopios del
comienzo: generamos herramientas que también permiten la
investigación mas allá de lo que nosotros podemos
investigar. Como Galileo produjo el telescopio para
observar la luna y luego miró a Júpiter y vio que
también tenía luna y se dio cuenta que el modelo de
Copérnico del universo centrado en una hélice era
verdad, transformando la física y la astronomía, las
herramientas que tenemos a nuestro alcance pueden
transformar la medicina y la biología”.