|
A principios del mes de junio los
diarios de todo el mundo se hicieron
eco del mensaje que el Fondo
Monetario Internacional les envió a
los 16 países de la zona euro
señalando la necesidad de proceder a
tomar “acciones decisivas” para
evitar que la crisis no destruyera
la unión monetaria.
Si bien Grecia fue el “primer actor”
en la crisis al ser el primero en
anunciar ajustes presupuestarios,
pronto los gobiernos de José Luis
Rodríguez Zapatero en España,
Nicolás Sarkozy en Francia, David
Cameron en Inglaterra e incluso
Angela Merkel en Alemania,
comenzaron a anunciar también sus
propios ajustes.
Tal vez David Cameron, por ser quien
accedió al poder más recientemente,
fue el que habló más clara y
sinceramente cuando expresó: “El
ajuste va a afectar nuestra forma de
vida”.
Claro, contundente. Sin dudas eso es
lo que viene.
La pregunta es ¿Estamos acercándonos
al final del “estado de bienestar”?
Ese modelo que nos enseñaron a
admirar en la mayoría de los países
europeos ¿llegó a su fin?
Los salarios de la administración
pública, sus aguinaldos, la edad de
jubilación, los seguros de
desempleo, el modelo de atención
médica, todo está bajo revisión.
El mandato es doloroso pero simple:
deben reducirse los déficit de los
presupuestos y para hacerlo
–teniendo en cuenta que por su
dimensión no es posible hacer una
rápida mejora en los ingresos- no
hay otra forma que disminuir los
gastos.
Pareciera que es así, en materia de
salud por lo menos. De hecho, tanto
España, como Francia y Portugal
están estudiando, entre otros
cambios, una disminución en materia
de cobertura de medicamentos y en la
gratuidad de la atención médica. El
planteo es simple: ¡o se recortan
las prestaciones o se incrementan
los ingresos! Los restantes países,
no me cabe ninguna duda, los
seguirán tarde o temprano.
Para tener más claro el sistema
vigente, veamos el modelo de
arancelamiento de algunos países de
la eurozona:
En Francia se cobra un 1 Euro por
una consulta médica –está vigente
desde 2005-. En Portugal la visita
ambulatoria en un Hospital cuesta
2,20 Euros. En Italia, si bien la
consulta con los médicos
especialistas está arancelada, la
consulta con el médico de familia es
gratuita. En Inglaterra la atención
de los médicos de familia también es
gratuita.
En casi todos los países se percibe
que la gratuidad ha sido una de las
causas que generaron que el sistema
se encuentre sobreutilizado (algunos
países, como Italia, han establecido
penalidades económicas para los
casos de urgencias no justificadas).
Si bien como se dice siempre “las
comparaciones son odiosas” no
podemos ignorar lo que pasa en la
Argentina. En lo “macro” tenemos un
sistema fantástico, que todo lo
cubre y “todo lo puede”. En términos
comparados la Argentina no tiene
nada que envidiarle a ningún modelo
ni a ningún país.
El problema es en lo “micro”. La
atención de la salud por parte de
los gobiernos, tanto nacional como
provincial y municipal, deja mucho
que desear. El Hospital Público está
colapsado. No podemos decir que la
atención en el Hospital Público sea
un modelo de nada, ni para nadie.
En el sistema de Obras Sociales y de
medicina prepaga las esperas de
turnos se han multiplicado en tiempo
y la brevedad de las consultas son
un signo inequívoco del estado de
cosas. Por otra parte, los mejores
médicos siguen saliendo del sistema
y se transforman en exclusivos de
aquellos con capacidad de financiar
la consulta en privado.
Finalmente, la mayoría de los
profesionales que aún están en el
sistema se muestran disconformes y
se sienten maltratados económica y
profesionalmente.
Todavía no queremos aceptar que la
gratuidad, el modelo “sin límite y
sin cargo” –o con copagos totalmente
desactualizados-, no nos está
llevando al objetivo que
imaginábamos.
Como reflexión final se me ocurre
que deberíamos aprender de las
crisis “ajenas” y tomar las
decisiones necesarias para encontrar
el rumbo que necesitamos. Todavía
estamos a tiempo para que nuestro
sistema pueda mejorar y
transformarse en un modelo posible. |