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La región metropolitana de Buenos
Aires configura el mayor desafío
sanitario del país y refleja
nuestros mayores contrastes. En
ningún lugar del mundo se haya tanta
infraestuctura y recursos junto a
tantas dificultades de acceso.
El Instituto Nacional de Estadística
y Censos de la Argentina (INDEC) ha
utilizado la denominación “Región
Metropolitana” para referirse a un
área que es una porción de
territorio que no supera el 1% del
total del país y que concentra cerca
de un tercio de su población. Está
conformada por la Ciudad de Buenos
Aires y los 24 partidos del Gran
Buenos Aires (Lomas de Zamora,
Quilmes, Lanús, General San Martín,
Tres de Febrero, Avellaneda, Morón,
San Isidro, Malvinas Argentinas,
Vicente López, San Miguel, José C.
Paz, Hurlingham, Ituzaingó, La
Matanza, Almirante Brown, Merlo,
Moreno, Florencio Varela, Tigre,
Berazategui, Esteban Echeverría, San
Fernando, Ezeiza). Según los datos
del Censo 2001, cuenta con una
población de aproximadamente 12
millones de habitantes siendo una de
las grandes aglomeraciones urbanas
del mundo y la tercera en tamaño de
América latina, después de las
ciudades de México y San Pablo.
La oferta de salud de la Región
Metropolitana de Buenos Aires ha
crecido de forma absolutamente
descordinada tanto a nivel público
(de jurisdicción nacional,
provincial y municipal) como
privado. Se configura de esta manera
una sobreoferta de servicios con un
pobre desempeño. La capacidad
instalada del subsector público de
la Región se puede resumir en dos
indicadores, la oferta de camas
hospitalarias (una cada 685
habitantes) y de Centros de Atención
Primaria de Salud (uno cada catorce
mil habitantes).
Pero detrás de esos números, ya de
por sí desbalanceados, se esconde
una gran desigualdad. Probablemente
no exista en el mundo distribución
territorial tan poco (o tan mal)
relacionada con las necesidades de
salud como la población registrada
en la Región Metropolitana de Buenos
Aires. En el centro se encuentra la
Ciudad de Buenos Aires, con una
hipertrofia hospitalaria y una
notable atrofia de la Atención
Primaria de la Salud. Si
consideramos sólo la oferta pública
y la relacionamos con los habitantes
que no cuentan con cobertura de
seguros de salud, el cuadro que se
obtiene es el panorama inverso a la
ecología de la atención médica antes
citado. La Ciudad tiene una cama
hospitalaria cada 93 habitantes y un
Centro de Atención Primaria cada
casi 9 mil habitantes sin cobertura
de seguro de salud. O, en otras
palabras, hay cien camas
hospitalarias por cada Centro de
Atención Primaria de la Salud. Del
otro lado, los partidos del
Conurbano detentan una cama
hospitalaria pública por cada 504
habitantes y un 1 Centro de Atención
Primaria de la Salud por cada 6.073
habitantes, en ambos casos
considerando sólo a quienes cuentan
exclusivamente con cobertura del
subsector público.
Pero si se pudiera considerar
microáreas se verificarían
inequidades aun mayores. Es en el
área que alberga las mayores
desigualdades en salud, en
particular en lo que respecta al
acceso a cuidados, pero también a
resultados. Por lo tanto, la Región
Metropolitana de Buenos Aires es, o
debería ser, prioridad para el
desarrollo y la implementación de
políticas de gestión territorial en
salud.
GESTIÓN
TERRITORIAL EN SALUD
Desde hace algunos años se viene
desarrollando un modelo de abordaje
social que despliega respuestas
múltiples y combinadas en una
determinada localidad. Esfuerzos de
empoderamiento y transferencia, que
buscan sacar a una población de la
vulnerabilidad y el letargo;
poniéndola de pie para avanzar hacia
su autonomía y bienestar. Esta
modalidad, de intervención, que ha
sido denominada “gestión
territorial” porque recupera
enfoques del ordenamiento espacial y
ambiental, podría ser entendida como
una intervención horizontal en
reacción al tradicional enfoque de
programas verticales. Pero, en
realidad, se trata de una propuesta
más rica y compleja que aquella
analogía.
Cabe preguntarse si es legítimo
hablar de “gestión territorial en
salud”. No porque entendamos que no
se produce salud desde el
territorio, sino porque parece haber
una tensión entre el abordaje
territorial y cualquier gestión
sectorial. El territorio es
indisociable, no puede ser
parcializado. No puede ser
sectorializado. Por naturaleza, el
territorio horizontal es integral.
Es ese carácter holista el que hace
a la gestión territorial solidaria e
integral. En conclusión, hacer
gestión territorial implica una
forma de gestión social no
fragmentada, que busca satisfacer
todas las necesidades humanas del
habitante de ese territorio. Un
habitante que, entonces, al tener
sus principales necesidades
cubiertas, pasa a ser integrado y
comienza a tornarse Ciudadano.
Postulamos aquí que es posible
contemplar el desarrollo de una
gestión territorial en salud, pero
la misma debe satisfacer cuatro
condiciones básicas. En primer
lugar, promover un abordaje
poblacional. En segundo, privilegiar
un abordaje horizontal y
descentralizado. En tercer lugar,
avanzar hacia un abordaje integral.
Y en cuarto lugar, promover la
regulación de la oferta.
HACIA UNA
GESTIÓN TERRITORIAL EN SALUD EN LA
REGIÓN METROPOLITANA
Las acciones posibles para avanzar
hacia un modelo de gestión
territorial en la región
Metropolitana de Buenos Aires son
múltiples. Se destacarán aquí
algunas.
1. En primer lugar, crear una mesa
regional de coordinación y diálogo
del sector salud. La consolidación
de una mesa de articulación
constituye una respuesta
institucional que ha dado buenos
resultados en los lugares donde se
implementó, aumentando la
gobernabilidad sectorial. Sería el
vector para que se canalicen las
inquietudes de los actores
sectoriales asumiendo una actitud
asertiva que derive en propuestas y
supere la denuncia. El Gobierno de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
el Ministerio de la Provincia y los
gobiernos de los departamentos del
Conurbano Bonaerense tienen
condiciones para convocarlo e
implementarlo.
2. En segundo lugar, en el marco de
la mesa regional de coordinación y
como una de sus principales
herramientas, se puede definir un
mapa sanitario del área en el cual
se registre la oferta en cada nivel
de atención, las prestaciones, la
población atendida, los flujos de
derivación. Del modelo observado se
puede pasar a un modelo propuesto en
el cual se eliminen las inequidades
e irracionalidades. Entre uno y otro
escenario se podría avanzar
corrigiendo los desbalances a través
de inversiones adecuadas y frenando
las inversiones y desarrollos que
puedan aumentar las
irracionalidades. En otras palabras,
se comenzaría definiendo un modelo
de distribución espacial de la
oferta adecuado a ser construido de
forma progresiva y paulatina. Es
fundamental que esto se haga en el
marco de una mesa de acuerdo porque
de lo contrario puede correr la
suerte de quedar en un tecnicismo.
Hace falta una fuerte voluntad
política para comenzar a mejorar la
racionalidad en la distribución de
la oferta y de los esfuerzos. Y esta
racionalidad, a su vez, constituiría
la piedra angular del despligue de
un conjunto de protecciones y
cuidados de base territorial.
3. En tercer lugar, desplegar un
modelo horizontal homogéneo y
adecuado en las 25 jurisdicciones.
Esto significa, garantizar que
frente a un conjunto esencial de
problemas de salud, todos los
habitantes de la región tendrán
respuestas similares en calidad y
oportunidad. Para ello lo más
importante es definir servicios de
Atención Primaria de la Salud con
población a cargo, entrenados para
proveer los cuidados básicos y
adecuados según normas y
directrices. Es una forma adecuada
de conquistar resultados de salud en
términos epidemiológicos, así como
de lograr un funcionamiento más
eficiente del sistema de salud.
Combinado con la implantación de
garantías explícitas generaría alto
impacto sobre la salud de los
habitantes metropolitanos. Esto
exige que el Ministerio de Salud de
la Ciudad de Buenos Aires y las
secretarías municipales de salud de
los 24 partidos del Gran Buenos
Aires: a) designen centros de salud
y/o médicos de cabecera con
población a cargo, b) implementen
instrumentos de registro de
beneficiarios y de historias
clínicas familiares, c) incorporen
promotores sanitarios que asuman de
forma periódica una ronda sanitaria
relevando a la población e
identificando problemas que
requieren solución desde la red de
atención. d) incorporen un convenio
de adhesión en el cual tanto el
equipo de salud que incorporará la
población a su cargo, como los
pacientes, reconozcan y asuman
obligaciones y derechos, e)
programen cuidados a ser desplegados
desde los servicios sobre la base
poblacional identificada y conocida,
f) capaciten al personal de salud
para implantar el nuevo modelo y
para que adquieran competencia en
gestionar directamente las
derivaciones en caso de ser
necesaria y g) diseñen e implementen
un esquema para monitoreo y
evaluación del esquema de
responsabilidad nominada.
4. En cuarto lugar, consolidar
garantías explícitas para
protecciones priorizadas. Por
ejemplo, los cuidados gestacionales
y de la infancia (COE-Cuidados
Obstétricos Esenciales y AIEPI -
Atención Integrada a las
Enfermedades Prevalentes de la
Infancia) que deberían ser derechos
humanos garantizados a toda la
población. Así como la correcta
asistencia de enfermedades de
altísima prevalencia como es el caso
de las cardiovasculares
(Hipertensión Arterial y Diabetes
Mellitus) que constituyen la primera
causa de muerte en la Región.
Garantías explícitas significa que
se define (y se aplica) una guía o
protocolo de cuidados que garantiza
iguales niveles de calidad de los
cuidados a toda la población. Para
ello, el Ministerio de Salud de la
Ciudad de Buenos Aires, junto al
Ministerio de Salud de la Provincia
de Buenos Aires, deben: a) definir
protocolos de atención, b)
garantizar los insumos, el
equipamiento y los recursos humanos
indispensables para dar la respuesta
adecuada, c) incorporar un sistema
de información con historias
clínicas que permitan la
verificación del cumplimiento y
adhesión a los protocolos, d)
capacitar al personal de salud en la
implantación del modelo de garantías
explícitas, e) difundir las
protecciones garantizadas y convocar
a la población para que sea
incorporada y comprometa su adhesión
y f) auditar y supervisar el
funcionamiento de los cuidados
verificando la efectividad de las
protecciones asumidas.
5. En quinto lugar, crear
dispositivos de coordinación
territorial de carácter técnico y
administrativo que colaboren
articulando las respuestas entre los
servicios municipales (en su
mayoría, pero no exclusivamente de
APS), las regiones sanitarias del
ministerio de Salud de la Provincia
de Buenos Aires y las áreas
programáticas del Ministerio de
Salud de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. La misión de estos
dispositivos será consolidar la
atención programada y construir
redes de atención con adecuados
esquemas de referencia y
contrarreferencia entre servicios.
Esto requiere el desarrollo e
incorporación de normativas, sistema
de registro, sistema de información
clínica, conectividad informática o
telefónica, generación de aptitudes
en el personal, conocimiento y
capacidad operativa, y espacio
físico y equipamiento adecuado. |