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En América latina, los estamentos
políticos consideran a la “salud
pública” como un gasto, pasible de
ser recortado, manipulado, y/o
adaptado a sus antojos
presupuestarios, para nada
estratégicos, mucho menos
coincidentes con planificación
social alguna. Ello ha colocado a la
mencionada “salud pública” de
rodillas, reclamando por cuestiones
meramente legítimas sobre las que no
existen dudas, pero que a ojos del
poder son licencias inaceptables y
por ende inconcebibles. Es así que
se fabrican realidades
contradictorias que enfrentan a los
actores, por caso a los pacientes
con sus médicos y a éstos con
aquéllos, generando una división
imprudente que da como consecuencia
final un claro divorcio de
finalidades y objetivos, virtual y
circunstancial pero divorcio al fin.
Curiosamente, este mismo criterio se
traslada a las coberturas sociales y
se instala el concepto que los
tratamientos crónicos o de alta
complejidad, producen daños al
presupuesto, los que deben ser
evitados a ultranza creando un
maremágnum de demandas contenidas
que finalmente se traducirán en una
catástrofe económica y financiera,
esencialmente dañina para el sistema
marco. En ese mismo mundo político,
nadie ha descubierto aún que este
mecanismo es una fábrica de
exclusión ya que siempre habrá un
argumento falaz para repeler una
necesidad cierta.
En tal sentido puede aseverarse que,
más allá de la generalizada creencia
política sobre el aumento progresivo
de la participación de la salud en
el gasto social, asistimos
masivamente a un retroceso
presupuestario que está lejos de
cubrir las necesidades de las
personas, tengan o no cobertura
social. Lo dicho afecta a todas las
instituciones participantes en la
actividad asistencial y
consecuentemente hacen lo propio con
sus actores, sometiéndolos a un
“burn out” creciente que arrasa con
sus voluntades y deforma sus
esfuerzos. No obstante ello, los
ámbitos de decisión se ubican cada
vez más lejos de las gentes y sus
reales demandas.
La conducta descripta es factor
común en Iberoamérica donde la salud
retrocede, cediendo espacio
significativo a la enfermedad. En el
caso de existir recursos económicos
personales suficientes (privados),
se sortearán algunos de los
inconvenientes pero ello no modifica
el paisaje global, ya que el
conjunto de los excluidos supera
largamente a los de los denominados
“incluidos”, y ello mal que pese a
quien sea se define como
“inequidad”.
En medio de esta calamidad social
latinoamericana, Estados Unidos de
Norteamérica no logra superar las
disparidades históricas que impuso
su modelo de seguros de salud que
obligó a numerosos segmentos
sociales a quedar al margen de
atención sanitaria de mínima alguna.
Simultáneamente, Europa se debate
entre el impacto de la crisis
económica de la Unión, que ha
obligado a un replanteo estructural
altamente peligroso de cara al
futuro inmediato, al tiempo que ha
instalado un valor agregado que
promete cambiar el curso de la
historia de las franjas sociales
usualmente indefensas.
La Unión Europea ha instrumentado
una directiva sobre asistencia
transfronteriza que contempla los
derechos de los pacientes,
anteponiéndolos a sus propios
estados. La legislación se ocupa de
la aplicación de los derechos de los
pacientes en la asistencia
transfronteriza y persigue la
eliminación de los obstáculos que
dificultan a los pacientes poder
buscar tratamiento en otro estado
miembro. Esto es de especial
importancia para los pacientes de
enfermedades raras que no pueden
encontrar diagnóstico a nivel local
o quieren acceder a un centro
especialista con base en otro país.
En una declaración, John Dalli, el
Comisario Europeo de Sanidad y
Consumo dijo que la Directiva
servirá para “ayudar a los pacientes
que necesiten un tratamiento
especializado, por ejemplo aquellos
que buscan un diagnóstico o
tratamiento para una enfermedad rara
ya que algunas de ellas no están ni
siquiera reconocidas en algunos
países, por ende menos tratadas.”
Los pacientes que requieren
asistencia en otro país, lo que
implica la internación en un
hospital altamente especializado y
costoso, necesitarán solicitar
permiso a las autoridades sanitarias
nacionales para el reembolso. “Sin
embargo, el gran avance que contiene
esta directiva es que la previa
autorización no puede ser negada o
pospuesta de manera indefinida,”
explica Flaminia Macchia, directora
de Asuntos Públicos Europeos de
EURORDIS. “La buena noticia es que
no pueden denegar el viaje para
obtener un tratamiento de una
enfermedad rara que no esté
disponible en el país de
afiliación.”
El texto final (adjunto, ver al
pie), se refiere varias veces a las
enfermedades raras e incluye una
definición de la UE de una
enfermedad rara, en sí misma una
consolidación de la política de la
UE sobre enfermedades raras. El
artículo 12 de la directiva
establece que “la Comisión apoyará a
los estados miembros en el
desarrollo de redes europeas de
referencia entre los profesionales
sanitarios y los centros de expertos
en los estados miembros, en
particular en el área de las
enfermedades raras”.
La Comisión Europea estima que el
coste de la nueva norma con la que
la Unión Europea acotará los
derechos de los pacientes que viajan
para recibir tratamiento en otro
país comunitario será muy limitado.
Como máximo, y "contando con que los
Estados miembros sean muy generosos,
de unos 30 millones de euros", lo
que, según fuentes comunitarias
consultadas, es un impacto "muy
limitado, frente a los 10.000
millones que suma en la actualidad
el gasto público anual en la UE para
los cuidados médicos
transfronterizos".
En medio de este notable avance
tendiente a resolver inequidades,
muchos países miembros de la UE
enfrentan recortes impuestos a
partir de la crisis económica. Esta
paradoja pone en tela de juicio
evidencias sobre las que no cabe
duda alguna ya que su especificidad
y costo-eficiencia (antes que
eficacia) han sido sobradamente
demostradas a lo largo de muchos
años en diferentes ámbitos y en
realidades a escala, lo cual ha
permitido establecer un modelo
eficiente en sí mismo, aun cuando
sea pasible de mejoras y
adaptaciones.
Tanto pacientes, sociedades de ellos
sobre distintas enfermedades,
médicos, sociedades científicas,
unidades académicas, miembros del
equipo de salud, advierten sobre las
nefastas consecuencias que podrían
tener las salvajes limitaciones
impuestas a partir de los falaces
argumentos que se esgrimen por la
crisis. Del otro lado nadie escucha,
nadie atiende, nadie comprende, y
los valores oportunamente agregados
pasan a ser restados y
desintegrados. Las consecuencias
esperables son socialmente dañinas,
como así también enseñan una
involución en las consideraciones
sanitarias que comienzan a limitar
las demandas producidas a partir de
la movilidad de las personas y de la
propia globalización. Cabe
preguntarse cómo enfrentarán los
estados aquello que pretenden omitir
y cuya inversión potencial se
geometrizará hasta límites
insospechados.
El mundo enfrenta una clara
estrategia política de exclusión y
de recorte de las coberturas. Los
resultados esperables se traducirán
ya no sólo en la caída del gasto
social genuino sino además en un
tsunami de demandas contenidas que
agravarán las necesidades de
recursos, los que se multiplicarán a
medida que se acumulen sin recibir
soluciones prudentes. El mundo no
tiene espacio para la degradación
sistemática de los sistemas de
salud. El concierto
económico-político habla de derechos
y hace extensos discursos sobre el
particular, sin embargo parece no
entender que cuando pacientes y
médicos (por mencionar algunos) se
convierten en variables de ajuste,
la salud pública no muere, se la
asesina.
Fuentes:
Texto completo de la Directiva de la
UE sobre los Derechos de los
Pacientes en la Asistencia
Transfronteriza:
http://register.consilium.europa.eu/pdf/en/11/pe00/pe00006.en11.pdf
Derechos de los Pacientes en la
Asistencia Transfronteriza: EUROPA -
Press Releases - Q&A: Patient's
rights in cross-border Healthcare
http://europa.eu/rapid/pressReleasesAction.do?reference=MEMO/11...
Asistencia Transfronteriza |
Directiva de la UE sobre la
Asistencia Transfronteriza |
www.eurordis.org .
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