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Ante la fragmentación, articulación. Esa debe ser la
consigna a seguir, para que lo que hoy aparece como
disperso, se integre en un dispositivo racional y
potente, destinado a encarar de la mejor manera la
atención de la salud de los habitantes de nuestro país.
Articular, integrar, reunir. Esos verbos son
fundamentales para una etapa nueva, en la cual se unan
las piezas del rompecabezas que es hoy el campo
sanitario nacional. Y para poder plasmar esas palabras
en la práctica, nada mejor que incorporar la idea de red
a nuestro presente.
Hoy en el país, encontramos distintos establecimientos,
sin relación entre sí, y, por lo tanto, sin que sean
capaces de encarar políticas humanas eficientes. Por lo
tanto, para un correcto gerenciamiento del capital
biológico argentino, es imprescindible conformar una red
de prestadores regionalizada. Es decir, agrupar, de
manera racional, y con criterios de eficiencia, a
quienes prestan los servicios en salud, de acuerdo al
área geográfica de intervención.
La articulación en una red regional asegura la provisión
de un volumen y de un tipo adecuado de servicios,
permite monitorear los resultados de las acciones
clínicas y terapéuticas, y ayuda a obtener los objetivos
establecidos de antemano.
En la actualidad, al no existir una normatización y
sistematización del accionar médico, ni su
correspondiente auditoría y monitoreo por expertos,
tenemos un faltante de las siguientes herramientas para
la toma de decisiones, dentro del campo médico:
-
La
historia clínica única de evolución continua.
-
La
ficha técnica de comunicación interprofesional.
-
El
certificado de necesidad, solicitud de estudios de
diagnóstico y tratamiento.
-
La
evidencia científica, con empleo de discernimiento para
aplicarlo al caso singular.
Hablamos entonces de crear una red regional de
prestadores. Siguiendo con esta idea, también es
necesaria una red virtual de profesionales de la salud,
que se abastezca de todos los recursos nombrados
(historia clínica única, ficha técnica, etc.). Toda la
información obtenida gracias a estas herramientas,
conformará una verdadera institución virtual, basada en
documentación, informes y debates. Ese gran espacio
llegará a constituir una red de valor incomparable de
interacción personal, y se sostendrá a partir de una
nueva infraestructura informática con una “llave
estrella“ como la telemedicina, en la que se combinan
tanto las necesidades de estudio y formación, como las
estrictamente curativas.
La actividad de este virtual ciberespacio sanitario en
cuestiones de salud sería múltiple y serviría a los tres
objetivos básicos de cualquier sistema: prevención,
diagnóstico y terapéutica. Los médicos, por otra parte,
integran la profesión más necesitada de información
permanente y actualización de criterios. La utilización
de este recurso informático permitirá evaluar
experiencias clínicas, facilitando no sólo corregir
errores e investigar nuevos métodos, sino discutirlos al
tiempo en que son llevadas a cabo. De lo que se trata,
en síntesis, es de lograr un engarce entre sanidad y
enseñanza médica, a partir de dicha red.
Esta red virtual permitiría a sus profesionales
aprovechar mucho mejor su tiempo y disponer de la
experiencia de todos sus integrantes, ya que podrían
compartir en forma simultánea o sucesiva la lectura de
los exámenes complementarios requeridos. La alta
capacidad en la transmisión de sonidos, videos, imágenes
y datos, posibilitaría no sólo historiales
informatizados, sino también asistencia médica segura.
Vale recordar que cuando Alexander Graham Bell inventó
el teléfono pensó que estaba creando un instrumento para
ayudar a los sordos. Thomas Edison creyó que la función
principal del fonógrafo sería como máquina para el
dictado. Johannes Gutemberg con la imprenta de tipos
móviles contribuyó a una transformación social por la
que el conocimiento dejó de ser el privilegio de unos
pocos. En síntesis, toda innovación en el campo de las
comunicaciones siempre estuvo teñida de una promesa de
ayuda social.
El análisis sistemático de las rutinas y los
procedimientos habituales revela considerables
variaciones, aparentemente arbitrarias en las decisiones
sobre internación, prácticas quirúrgicas, utilización de
medios diagnósticos y fármacos, que no siempre gozan de
suficiente consenso profesional. Por lo tanto, tener un
espacio reticular virtual es fundamental para establecer
líneas de acción comunes, definir protocolos e
intercambiar experiencias.
Esta red permitiría la validación científica de la
terapéutica, al utilizar los métodos habituales de
investigación. En un sentido amplio, estos comprenden
estudios sistemáticos sobre las decisiones médicas, las
prescripciones, las pruebas diagnósticas y las
derivaciones; aplicación de concepciones de calidad de
vida relacionadas con la salud; estrategias de
información al paciente; la difusión de guías de buena
práctica clínica; y la revisión sistemática de ensayos
clínicos mediante un monitoreo realizado por expertos.
Volviendo al plano de las redes de instituciones,
señalemos que éstas, en tanto integran diferentes
establecimientos y recursos humanos, facilitan la
accesibilidad a los cuidados de la salud, la
coordinación de los servicios y la continuidad
asistencial, sobre todo cuando la atención primaria
actúa como piedra angular, al ejercer la función de
puerta de entrada al sistema a la que se le garantiza un
elevado poder de resolución. Pero cuando no existe
necesariamente competencia entre redes, o cuando esa
competencia es sólo aparente, la capacitación pierde su
papel de control en la calidad. Por lo tanto, ésta debe
ser evaluada para evitar la posible subutilización de
prestaciones, es decir, una disminución de los costos
sobre la base de una reducción en la cantidad y la
calidad de los servicios.
Recordemos que una gestión ineficiente puede ser más
costosa que la impuesta por la presión asistencial
generada por el aumento de una demanda indiscriminada.
Las estructuras fragmentadas resultan inadecuadas para
el desarrollo de nuevas economías como la que supone el
despliegue científico. Y justamente, lo que nuestro país
padece, en particular el campo sanitario, es de
fragmentación.
Por lo expuesto, es necesario que una nueva gestión
incorpore redes con criterios de seguimiento y control
en la utilización de los servicios de atención médica,
sobre todo teniendo en cuenta que una proporción muy
importante de las decisiones de asignación de recursos
en los servicios de salud, las toman los propios
médicos. En esta maniobra de pinzas de creación de
redes, con una institucional y otra virtual, se atacaría
con firmeza uno de los grandes males argentinos
-duplicaciones y carencias- alimentados por la falta de
coordinación y el temor a los cambios.
Ignacio Katz. Doctor en Medicina (UBA)
Autor de: “En búsqueda de la Salud Perdida” (EDULP,
2006). “Argentina Hospital, El rostro oscuro de la
salud” (Edhasa, 2004). “La Fórmula Sanitaria” (Eudeba,
2003) |
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