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Columna


La era de la red
Por el Doctor Ignacio Katz

“SLa alienación contemporánea es producto de efectuar el trabajo de hoy con las
herramientas y los conceptos de ayer.”

Marshall McLuhan

 
Ante la fragmentación, articulación. Esa debe ser la consigna a seguir, para que lo que hoy aparece como disperso, se integre en un dispositivo racional y potente, destinado a encarar de la mejor manera la atención de la salud de los habitantes de nuestro país. Articular, integrar, reunir. Esos verbos son fundamentales para una etapa nueva, en la cual se unan las piezas del rompecabezas que es hoy el campo sanitario nacional. Y para poder plasmar esas palabras en la práctica, nada mejor que incorporar la idea de red a nuestro presente.
Hoy en el país, encontramos distintos establecimientos, sin relación entre sí, y, por lo tanto, sin que sean capaces de encarar políticas humanas eficientes. Por lo tanto, para un correcto gerenciamiento del capital biológico argentino, es imprescindible conformar una red de prestadores regionalizada. Es decir, agrupar, de manera racional, y con criterios de eficiencia, a quienes prestan los servicios en salud, de acuerdo al área geográfica de intervención.
La articulación en una red regional asegura la provisión de un volumen y de un tipo adecuado de servicios, permite monitorear los resultados de las acciones clínicas y terapéuticas, y ayuda a obtener los objetivos establecidos de antemano.
En la actualidad, al no existir una normatización y sistematización del accionar médico, ni su correspondiente auditoría y monitoreo por expertos, tenemos un faltante de las siguientes herramientas para la toma de decisiones, dentro del campo médico:

  • La historia clínica única de evolución continua.

  • La ficha técnica de comunicación interprofesional.

  • El certificado de necesidad, solicitud de estudios de diagnóstico y tratamiento.

  • La evidencia científica, con empleo de discernimiento para aplicarlo al caso singular.

Hablamos entonces de crear una red regional de prestadores. Siguiendo con esta idea, también es necesaria una red virtual de profesionales de la salud, que se abastezca de todos los recursos nombrados (historia clínica única, ficha técnica, etc.). Toda la información obtenida gracias a estas herramientas, conformará una verdadera institución virtual, basada en documentación, informes y debates. Ese gran espacio llegará a constituir una red de valor incomparable de interacción personal, y se sostendrá a partir de una nueva infraestructura informática con una “llave estrella“ como la telemedicina, en la que se combinan tanto las necesidades de estudio y formación, como las estrictamente curativas.
La actividad de este virtual ciberespacio sanitario en cuestiones de salud sería múltiple y serviría a los tres objetivos básicos de cualquier sistema: prevención, diagnóstico y terapéutica. Los médicos, por otra parte, integran la profesión más necesitada de información permanente y actualización de criterios. La utilización de este recurso informático permitirá evaluar experiencias clínicas, facilitando no sólo corregir errores e investigar nuevos métodos, sino discutirlos al tiempo en que son llevadas a cabo. De lo que se trata, en síntesis, es de lograr un engarce entre sanidad y enseñanza médica, a partir de dicha red.
Esta red virtual permitiría a sus profesionales aprovechar mucho mejor su tiempo y disponer de la experiencia de todos sus integrantes, ya que podrían compartir en forma simultánea o sucesiva la lectura de los exámenes complementarios requeridos. La alta capacidad en la transmisión de sonidos, videos, imágenes y datos, posibilitaría no sólo historiales informatizados, sino también asistencia médica segura.
Vale recordar que cuando Alexander Graham Bell inventó el teléfono pensó que estaba creando un instrumento para ayudar a los sordos. Thomas Edison creyó que la función principal del fonógrafo sería como máquina para el dictado. Johannes Gutemberg con la imprenta de tipos móviles contribuyó a una transformación social por la que el conocimiento dejó de ser el privilegio de unos pocos. En síntesis, toda innovación en el campo de las comunicaciones siempre estuvo teñida de una promesa de ayuda social.
El análisis sistemático de las rutinas y los procedimientos habituales revela considerables variaciones, aparentemente arbitrarias en las decisiones sobre internación, prácticas quirúrgicas, utilización de medios diagnósticos y fármacos, que no siempre gozan de suficiente consenso profesional. Por lo tanto, tener un espacio reticular virtual es fundamental para establecer líneas de acción comunes, definir protocolos e intercambiar experiencias.
Esta red permitiría la validación científica de la terapéutica, al utilizar los métodos habituales de investigación. En un sentido amplio, estos comprenden estudios sistemáticos sobre las decisiones médicas, las prescripciones, las pruebas diagnósticas y las derivaciones; aplicación de concepciones de calidad de vida relacionadas con la salud; estrategias de información al paciente; la difusión de guías de buena práctica clínica; y la revisión sistemática de ensayos clínicos mediante un monitoreo realizado por expertos.
Volviendo al plano de las redes de instituciones, señalemos que éstas, en tanto integran diferentes establecimientos y recursos humanos, facilitan la accesibilidad a los cuidados de la salud, la coordinación de los servicios y la continuidad asistencial, sobre todo cuando la atención primaria actúa como piedra angular, al ejercer la función de puerta de entrada al sistema a la que se le garantiza un elevado poder de resolución. Pero cuando no existe necesariamente competencia entre redes, o cuando esa competencia es sólo aparente, la capacitación pierde su papel de control en la calidad. Por lo tanto, ésta debe ser evaluada para evitar la posible subutilización de prestaciones, es decir, una disminución de los costos sobre la base de una reducción en la cantidad y la calidad de los servicios.
Recordemos que una gestión ineficiente puede ser más costosa que la impuesta por la presión asistencial generada por el aumento de una demanda indiscriminada. Las estructuras fragmentadas resultan inadecuadas para el desarrollo de nuevas economías como la que supone el despliegue científico. Y justamente, lo que nuestro país padece, en particular el campo sanitario, es de fragmentación.
Por lo expuesto, es necesario que una nueva gestión incorpore redes con criterios de seguimiento y control en la utilización de los servicios de atención médica, sobre todo teniendo en cuenta que una proporción muy importante de las decisiones de asignación de recursos en los servicios de salud, las toman los propios médicos. En esta maniobra de pinzas de creación de redes, con una institucional y otra virtual, se atacaría con firmeza uno de los grandes males argentinos -duplicaciones y carencias- alimentados por la falta de coordinación y el temor a los cambios.

Ignacio Katz. Doctor en Medicina (UBA)
Autor de: “En búsqueda de la Salud Perdida” (EDULP, 2006). “Argentina Hospital, El rostro oscuro de la salud” (Edhasa, 2004). “La Fórmula Sanitaria” (Eudeba, 2003)
 

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