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A.- Metodología:
Durante varios años, el objetivo general de la
prevención del riesgo médico, fue el incremento de la
calidad de los servicios sanitarios, la seguridad de los
profesionales y de los pacientes, y evitar pérdidas
económicas innecesarias. Los pasos que se consideraron
para ese proceso de gestión, fueron: analizar el
contexto en el que se desarrollaba la actividad,
identificar los riesgos a los que se hallaba expuesta,
analizar dichos riesgos, evaluarlos en materia de
secuencia, frecuencia, prelación y severidad, y por
último darle un tratamiento para tratar de reducirlos.
Luego del Informe “Errar es humano” (1), se ha hecho aun
mayor hincapié en la cuestión de la Seguridad del
Paciente, así como en el tratamiento del error de la
Organización Médica, para tratar de evitar la producción
de aquellos daños que resulten evitables. Finalmente,
los abogados que nos dedicamos a este tema, una vez más,
gracias a los médicos y a la ciencia médica, hemos
podido encontrar una metodología de trabajo, que nos
permite contrarrestar las acciones de la jurisprudencia
y la doctrina jurídica, para tratar también nosotros, en
un trabajo eminentemente interdisciplinario, colaborar
no sólo en evitar la producción de daños, sino también
en adicionarle una explicación jurídica a la necesidad
de llevar adelante este tipo de acciones. Es decir que
afortunadamente, nuestra tarea va mucho más allá del
Consentimiento Informado y la Historia Clínica. La
cuestión es que no siempre encontramos receptividad para
su aplicación.
Si bien el riesgo nulo en Medicina no existe, el RIESGO
EVITABLE estamos convencidos que sí existe. Para poder
determinar cuáles son los riesgos evitables, es preciso
realizar un análisis sistémico de los eventos adversos o
accidentes relacionados con los tratamientos médicos de
distinta naturaleza. Casualmente es esta evitabilidad
del daño lo que el Derecho de Daños exige de los
médicos. Y no solo eso, además la demostración
documentada de que trató de evitarse.
Una cuestión fundamental es poder determinar cuáles son
los accidentes evitables. Para ello, debemos
tipificarlos: unos serían los que son consecuencia de
una falla del médico, y los otros los que podríamos
denominar, o bien aleatorios o bien propios de la misma
práctica, o de la Organización. Ya hemos dicho muchas
veces que los que son aleatorios o hasta inevitables
para la propia Medicina, jamás podremos evitarlos. La
cuestión es conocer cuáles son estos últimos, y ponerlos
en conocimiento del paciente.
PARA
IDENTIFICARLOS, HAY QUE HACER EPIDEMIOLOGIA DE LOS
ERRORES.PERO EN SERIO. NO ATENEOS JUSTIFICADORES.
La
Gestión de los Riesgos debe ser realizada sobre aquellos
eventos que se corresponden con fallas de los médicos o
de la organización médica, para lo cual es necesario
identificarlos. Una vez que ello ocurre, deberá ser
relativamente sencillo oponerle una medida correctiva.
Las estadísticas que nosotros venimos produciendo desde
nuestra tarea profesional de aseguradores del riesgo de
responsabilidad profesional médica, nos indica que las
fallas de los médicos o de la Organización Médica
ocurren con una determinada frecuencia, y se repiten.
¿Cómo evitar entonces que estas fallas puedan repetirse?
Pues aplicando una determinada metodología para la
Gestión de los Riesgos a los que se halla expuesta la
práctica de la Medicina. Algunos trabajos de
investigación permiten establecer que tanto en la
actividad industrial con algún grado de complejidad,
cuanto en las denominadas Obras Públicas, entre un 65 a
un 80% de las fallas se deben a errores cometidos por
actores de primera línea.
Las fallas de los Sistemas Complejos, entre los cuales
la actividad de los cuidados de la salud puede ser
incluida, son de dos tipos diferentes: por una parte las
denominadas fallas patentes o errores activos, que son
cometidos por actores de primera línea, y las fallas
latentes, que son los defectos de la Organización, que
se corresponden con una determinada característica de
errores dentro del Sistema, que permite que acontezcan
los errores activos.
Un error de lado o de miembro en un acto quirúrgico, no
es solamente fruto de la falla de un actor de primera
línea.
Esta Metodología de trabajo, denominada de Gestión de
los Riesgos Médicos, se transforma en una lucha
permanente contra los errores humanos, pues resulta
imposible suprimir el error en el accionar humano, sea
cual fuere la calidad de la formación en el recurso
humano. Obviamente, mayor frecuencia y severidad
poseerán estos errores, si además no se procede a la
formación del personal, para tratar de evitar su
producción. Por ello es necesario integrar al Sistema
del tratamiento de los errores ya producidos, mecanismos
de lucha contra ellos.
B.- La lucha contra los errores humanos.
Un Sistema seguro no es aquél en el cual no se cometen
errores, sino un Sistema que ha desarrollado métodos
para protegerse de la comisión de errores. Dicha
protección debe ser de dos niveles, dentro de la
organización: hacia arriba, luchando contra las fallas
latentes que favorecen los errores, y hacia abajo,
instalando “defensas en profundidad”, para disminuir e
incluso anular las consecuencias de los errores.
Las fallas latentes en una Organización Médica tienen
distintos orígenes: el Management, los procesos de la
Organización, el Equipamiento Tecnológico, el material
quirúrgico, los procedimientos médicos estándar, la
formación de las personas a cargo de la prestación de
los cuidados, la Ausencia de Mandos, las fallas de la
Intercomunicación Interna.
Podríamos ejemplificarlos con: Competencia inadecuada de
los intervinientes en las misiones confiadas; ausencia
de formación, falta de organización del trabajo,
inexistencia de procedimientos preestablecidos,
insuficiencia de personal, material inadaptado u
obsoleto, entre alguno de ellos.
Las defensas en profundidad pueden ser vistas como, el
diseño de sistemas correctores de errores, alarmas,
cumplimiento de leyes, resoluciones, reglamentos, normas
de buena práctica.
C.- Búsqueda del error vs. Análisis médico-legal.
En nuestro trabajo profesional diario estamos
acostumbrados a realizar dos tipos de análisis del
riesgo médico. Cuando se nos denuncia un siniestro, y
nos reunimos con la totalidad de la documentación
clínica, buscamos el error y quién y cómo fue cometido,
para saber a quién adjudicarle la responsabilidad, y
cuál será la mejor forma de llegar a un acuerdo. Si no
podemos solucionar la cuestión frente al reclamo, y se
llega a un juicio para ello, otra vez analizaremos cuál
y cómo será la mejor defensa para nuestro asegurado.
Muchas veces esto es llamado por mis colegas Prevención
del Riesgo.
Contrariamente a lo comentado, en la Gestión de Riesgos
Médicos, en mi modesto entender, no está exclusivamente
centrada en los errores de los operadores, sino más que
nada en la insuficiencia de las defensas de la
Organización, que ha permitido que el error del Operador
degenerase en un accidente o en la producción de un
daño, que podría haberse evitado. Es decir, un análisis
sistémico del accidente.
Es decir que el trámite de la Gestión del Riesgo y la
Seguridad del Paciente consiste en:
1. Determinar si existe o no una falla en el accidente,
y, en caso afirmativo, si se trata de un error o de una
desviación, con el fin de:
2. Investigar si las defensas estaban instaladas, y en
caso afirmativo porque no cumplieron con su rol.
2.-1. Si hubo defectos de la organización que
favorecieron la ocurrencia del error.
D.- Los errores:
Cuando Dalmacio Vélez Sarsfield redactó el Código Civil
Argentino, (1872) recurrió a lo que se conoce como
“Fuentes del Derecho”. Entre ellas, el Derecho Romano,
el Código Civil Francés, o Código Napoleón, y por
supuesto a sus tratadistas y comentadores. Es decir,
aquellos quienes con sus razonamientos lógicos y
jurídicos permitieron la redacción de cada norma.
Respecto del error, la fuente inspiradora fue un notable
jurista alemán, comentarista del derecho Romano, llamado
Federico Carlos von Savigny, nacido en 1779 y fallecido
en 1886, quien decía: “La noción exacta de una cosa
puede faltarnos, ya porque no tengamos ninguna idea, o
ya porque tengamos una falsa idea.” “En el primer caso,
decía, hay ignorancia, en el segundo error”.
En general el Derecho lo define como un vicio del
consentimiento, causado, por equivocación de buena fe,
pero que anula el acto, sobre todo si afecta lo esencial
del mismo, o de su objeto. Imaginen ustedes si con esto
se causa un daño.
El diccionario de la Real Academia lo define como:
concepto equivocado o juicio falso; acción desacertada o
equivocada.
El error en Medicina, puede producir estragos, y ocurre
que para que el médico o la Institución no sean
sancionados por ello, deberán demostrar que dicho error
es excusable, o bien que se fue diligente en tratar de
evitarlo. Difícil tarea si no hay Protocolos y
Documentación del Cumplimiento.
Cuando se analizaba esta conducta del error respecto de
los médicos, se lo hacía generalmente en referencia al
diagnóstico, pero hoy en día a ello debemos sumarle los
denominados errores de la Organización, que son los que
vemos todos los días que producen daños en personas, que
bien pudieron ser evitados.
Existen tres tipos de errores humanos
-
Los
errores de rutina, (los más frecuentes)
-
Los
errores de activación de conocimiento,
-
Los
errores de posesión de conocimiento.
Los
primeros acontecen, pues cuando nos familiarizamos con
una rutina, lo hacemos en forma automática, nos tomamos
confianza y…nos equivocamos.
Los segundos ocurren porque fallamos en la posesión del
conocimiento básico del tema que estamos trabajando, o
porque p.ej. no sabemos hacer una lectura comprensiva de
los hechos. Tal vez una más ajustada tarea de
Certificación Institucional lo podría detectar.
Los errores de posesión de conocimiento, tienen mucha
relación con lo anterior, a lo que podríamos agregarle
la necesidad de una permanente actualización, y la
verificación de que ello ha existido en el RRHH a quien
permitimos que se desempeñe dentro de las Instituciones
Sanitarias.
Trataremos de dar un ejemplo, surgido de nuestro día/día
en la atención de reclamos:
Una mujer de 46 años se realiza una intervención por
síndrome de túnel carpiano izquierdo. A las 14 h. le
hacen anestesia regional (20ml. de xilocaína al 1%,
diluidos en 20ml de suero fisiológico). Existe necesidad
de agregar Hypnovel 2mg. X 2 y Rapiñen 1,5 mg. A las
14:30 h. al finalizar la intervención el miembro
superior está cianótico y muy doloroso. Hay ausencia de
causa quirúrgica pero se establece que el anestésico no
había sido disuelto con suero fisiológico sino en
Cloruro de Sodio hipertónico 20 mg. x 100.
Qué dijo la pericia médica judicial: “el médico
anestesista hubiera debido verificar la naturaleza de la
ampolla utilizada para diluir la Xilocaína. Dio pruebas
de una falta elemental de precaución en la preparación
de la solución anestésica. Pero el almacenamiento de
ampollas de Cloruro de Sodio, de concentraciones
diferentes en el mismo cajón del botiquín del quirófano
solo podía favorecer este tipo de error, aun cuando, al
fin y al cabo, el médico siempre debe verificar la
naturaleza del contenido de la ampolla.”
Evidentemente el error cometido por el anestesiólogo es
un error de rutina. Enfrascado en su rutina cotidiana,
ese médico no imaginaba que pudiera ocurrir un problema.
Cabe preguntarse entonces si un defecto de la
Organización favoreció este error de rutina del médico:
evidentemente la respuesta será afirmativa. Cuál fue: el
almacenamiento de ampollas de Cloruro de sodio de
concentraciones diferentes en el mismo cajón en el
quirófano.
Situaciones como la descripta o similares, son las que
luego entorpecen la posibilidad de obtener una rápida
solución al reclamo, sobre todo por la asunción de las
responsabilidades, su determinación, y sobre todo en que
existan distintos aseguradores del Riesgo de RC Médica:
uno por el médico y otro por el establecimiento médico.
Cabe preguntarse entonces: ¿existían “defensas en
profundidad” puestas por la Organización para evitar que
ese error provocara el accidente? De la investigación
realizada para evitar la repetición del error surgió que
NO.
¿Cuál debería haber sido?: tal vez la necesidad de un
último control antes de la inyección de productos que se
utilizan para la preparación de solución inyectada a
cargo de quién la realiza, o mejor aún, por otro miembro
del equipo.
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