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Sin duda alguna que es cierto
aquello que “con el diario del lunes
es fácil hablar de los resultados de
las carreras del domingo”… pero, a
pesar de eso, no faltan las crónicas
hípicas… así que vamos a recoger
opiniones –y a sumar la nuestra
naturalmente- sobre las causas que
generaron y que culminaron con la
actual estructura de la ley.
En primer término señalemos que es
una norma legal que, desde el punto
de vista estrictamente técnico… es
estrictamente política. Basta
analizar las votaciones de ambas
Cámaras del Congreso de la Nación:
Senadores: 59 Votos a favor, ninguno
en contra; Diputados: 190 votos a
favor, ninguno en contra y 29
abstenciones.
Ahora bien, ¿qué es lo que llevó a
esta situación?
En todo el mundo, cuando se refieren
al sector de las empresas dedicadas
a la salud, se lo denomina “la
industria” y a ella nos vamos a
referir en adelante.
En mi opinión tal vez se ha tenido
un “exceso de pudor” y entonces los
propios actores han preferido evitar
hablar de la industria. El problema
es que, desde la política, una de
las formas en que se planteó el
proyecto de cara a la sociedad, fue
sobre la base de que “no es posible
que las empresas lucren con la salud
de la gente”. Y probablemente la
gente haya asimilado esto. Cuando
uno habla con alguien que no está en
la actividad de la salud, el
comentario que recibe es que se ha
hecho justicia, que se le ha puesto
coto a los abusos de las empresas
del sector (mejor ni hablar de la
opinión de la gente sobre aquello
que establece la nueva norma
respecto de que no se permitan las
exclusiones por preexistencias o por
razones de edad: la gente está
encantada!… mientras todos sabemos
que eso hará inviable el sistema!).
Ahora bien, nadie duda que los
medicamentos estén relacionados con
la salud de la gente, así como nadie
duda en hablar de la industria
cuando se refiere a los
laboratorios. Y si bien éstos han
tenido más de un planteo a nivel
internacional y a nivel local sobre
el tema costos, precios,
comercialización, etc. etc., la
industria de los medicamentos no ha
cesado de instalar en la opinión
pública la idea que la investigación
y la inversión que llevan adelante,
es la que posibilita salvar vidas,
curar las enfermedades y lograr que
el ser humano viva cada vez más.
Volviendo a nuestra idea central,
¿no faltará instalar en la sociedad
la idea que la inversión de la
industria de la salud debe tener una
rentabilidad y que por lo tanto, es
lícito que se gane dinero? Que es
una industria y por lo tanto debe
tener rentabilidad para seguir
prestando el servicio que da. Y en
esa dirección quisiera formular una
pregunta: la mayoría de los 59
Senadores y los 190 Diputados que
votaron el proyecto, y quien
promulgó la ley ¿dónde imagina usted
que se atienden, en el Hospital
Público o en el sector privado?
Quiere decir que probablemente hemos
tenido un grave problema de
comunicación, cómo comunico
claramente a los demás qué me pasa o
qué me va a pasar. Y creo que aquí,
en mi opinión, tampoco ha sido muy
feliz el proceso.
Retomando la analogía con la
industria de los medicamentos
¿cuántas personas del gran público
conocen a los Bagó, a los Roemmers o
a los CEO de los laboratorios
extranjeros? Posiblemente muy pocos.
Y sin embargo, a nadie le caben
dudas que defienden sus intereses.
¿Tal vez no habrá faltado unificar
la comunicación de la industria de
cara a la sociedad y a los medios?
“Alguien” que hubiera logrado
influir más en la percepción de la
gente sobre el problema? No lo sé…
me lo pregunto.
Lo que no necesito preguntarme es si
¿en algún lugar del mundo existe una
cobertura médica como la que se
brinda en la Argentina en términos
del alcance que tiene y del precio
que se paga por ella? La respuesta
es obvia, en ninguno. ¿La gente sabe
esto? ¿Sabe que con la nueva Ley ese
privilegio puede terminar?
Probablemente deberá pensarse en una
campaña de Comunicación permanente;
habrá que invertir en esto, de la
misma forma que todos los sectores
lo hacen.
Otro tema es encontrar las razones
por las cuales la industria no llevó
la iniciativa en materia de sanción
de la ley. Alguien me señaló que una
de las cosas que influyeron en esta
actitud fue el “así estamos bien”
(que circuló precisamente…hasta que
se sancionó la ley). Puede que sea
lógico; esto se parecía bastante al
“allí viene el lobo”…hacía 20 años
que escuchábamos hablar que se iba a
regular a la industria, y todo
seguía igual. Es evidente que no
hubo un proyecto propio de la
industria.
Lo difícil de entender es por qué,
de cara a la Reglamentación de la
Ley, no haya un proyecto conjunto en
la materia. ¿Que cada Cámara tiene
intereses diferentes? Probablemente.
Pero esta tormenta encuentra a todos
los actores en un único barco.
Aprendiendo de lo que ya pasó, creo
que se deberán resignar intereses
sectoriales, trabajar sobre lo que
es común a todos, olvidando aquellas
cosas que diferencian y lograr el
consenso antes que nuestros
políticos den la estocada final y se
pierda lo logrado hasta ahora.
Así de simple y así de serio. |