|
|
 |
|
¿Una complicación médica es mala
praxis? |
Por el Dr. Horacio E. Canto,
Gerente de Administración de Riesgo,
SMG Seguros |
|
Una realidad vista en nuestro medio
en la actualidad es que ante
cualquier tipo de complicación
médica los pacientes suelen reclamar
o cuestionar lo sucedido como
sinónimo de “mala praxis”, sin
considerar siquiera la posibilidad
de que la complicación se haya
presentado de manera imprevisible,
incluso pese a habérsele brindado
todos los correctos y necesarios
cuidados.
Es muy frecuente ver que el paciente
o su familia apresuradamente invocan
responsabilidad de los profesionales
o de la institución ante alguna
complicación, pese a que no exista
ni el mínimo indicio de una mala
práctica.
Son muchos los factores que pueden
explicar este fenómeno. Por un lado
es indiscutible que en las dos
últimas décadas los pacientes
empezaron a ponerse en el papel de
consumidores y exigir cuando algo
sale mal, no sólo explicaciones
sobre lo sucedido, sino también que
alguien se haga responsable de tal
resultado indeseado.
Asimismo los medios de comunicación,
en especial la prensa amarilla, han
considerado este tipo de situaciones
como una oportunidad de impacto en
una primera plana, impulsando muchas
veces reclamos injustificados, sin
siquiera un adecuado asesoramiento
sobre el tema que superficialmente
tratan.
Por último también es claro, que
detrás de un reclamo en la mayoría
de los casos existe el estímulo de
otro profesional de la salud, que ya
sea malintencionado o no, siembra en
los pacientes y sus familias la idea
que deben reclamar por dicho suceso
adverso, convenciéndolos en que lo
ocurrido constituye una negligencia
médica.
En la actualidad muchos
profesionales de la medicina y del
derecho, en forma antiética,
alientan este tipo de reclamos
invocando que lo sucedido fue una
negligencia médica. No obstante la
jurisprudencia no da la razón a tal
hipótesis, ya que la mayoría de los
reclamos judiciales a médicos y/o
instituciones de salud por
responsabilidad profesional no
prosperan, absolviendo al
profesional o al sanatorio
demandado.
¿Cómo saber que una complicación
producto de un acto médico no es
debido a una negligencia médica?
¿Cómo saberlo previamente para no
perder el tiempo en denuncias o
reclamos inconsistentes?
Se debe comprender que los actos
médicos implican una gran
responsabilidad que proviene de tres
componentes. El primero del
profesional de salud, el segundo de
la institución de salud y el tercero
del paciente.
En efecto hay muchas complicaciones
que se presentan y que son
consecuencia directa de la
irresponsabilidad del paciente, la
más común empieza por el
incumplimiento de la terapéutica
indicada.
Los casos de complicaciones por
responsabilidad de la institución de
salud surgen mayoritariamente en
casos en que ésta no proveyó
oportunamente los medios, insumos o
materiales necesarios y adecuados
para la atención del paciente o que
incumplió el deber de cuidado.
Finalmente, puede existir
responsabilidad atribuida
directamente al profesional de la
salud, la cual en caso de
corresponder, es esencialmente
culposa, ya que los médicos son
seres humanos y pueden cometer
errores que generen complicaciones.
Pero en la mayoría de los casos, las
complicaciones no son imputables a
los mismos, sino por hechos
fortuitos o imprevisibles.
Indiscutiblemente todo acto médico
tiene un riesgo implícito, por lo
que se debe tener presente que no
toda complicación es mala práctica.
¿Qué cirujano no ha tenido
complicaciones?
Los riesgos son eventos inherentes a
la práctica médica, aquel
profesional de salud que actúa
pensando que nunca le van a suceder
complicaciones está completamente
equivocado. En la práctica
profesional los cirujanos saben que
las complicaciones se presentan con
frecuencia.
“El único cirujano que no ha tenido
complicaciones es aquél que no ha
realizado ninguna cirugía”.
Se debe comprender que hay
procedimientos en la medicina que
implican riesgos que deben ser
aceptados y comprendidos por el
paciente.
Es por ello que una gran mayoría de
reclamos ocurren porque el paciente
no ha entendido los riesgos que
corría durante un procedimiento
médico o quirúrgico, aun aunque se
le haya explicado en un lenguaje
claro. Es por dicha razón que hoy en
día es fundamental que nuestros
pacientes firmen un adecuado
consentimiento informado.
¿Qué debe comprender el paciente?
Debe comprender las potenciales
complicaciones de un procedimiento
médico o quirúrgico de riesgo. Que
hay complicaciones muy simples y de
relativa, fácil y rápida solución y
que también hay complicaciones muy
graves que pueden producir lesiones
y daños a la salud y la vida del
paciente.
Minimizar ante los pacientes los
riesgos habituales de determinada
práctica es un error muy frecuente
de ver, y de surgir alguna
complicación, a los ojos de los
mismos, agiganta nuestra
responsabilidad.
Nada más errado como estrategia para
estimular a una persona a someterse
a determinada práctica, que
“pintársela” como ¡simple y sin
complicaciones!
En síntesis, y habiendo aceptado y
comprendido que los riesgos en
nuestra profesión existen y que las
complicaciones son una eventualidad
posible, debemos pensar cuál es la
mejor manera de atenuar el impacto
de las mismas en nuestros pacientes
y sus familias.
Indiscutiblemente, sólo una buena
relación médico-paciente-familia,
será el principal reaseguro para
lograrlo. Siendo fundamental
explicar cada uno de los
procedimientos o exámenes, para que
en caso de surgir alguna
complicación estén advertidos de la
posibilidad de su ocurrencia, pese a
una correcta praxis médica.
Por lo que es muy importante
informar con palabras sencillas todo
lo necesario, dejando constancia de
ello en la historia clínica, único
documento legal que puede aclarar
cuál fue la actuación profesional.
Esto no sólo va a evitar malos
entendidos, sino que va a devolver
la dignidad de persona al paciente y
la característica humanística a
nuestra profesión y a nuestro arte. |
|
|
|
|
|
|
|