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Desde el año 2002 a través de un
artículo publicado en la Revista de
OPS venimos proponiendo implantar un
seguro universal que garantice a
todos los argentinos cuidados
adecuados e iguales en calidad,
resolutividad y oportunidad frente a
las enfermedades catastróficas1.
Se trata de unas pocas enfermedades
(menos de cincuenta entre las más de
4.000 identificadas) que registran
pocos casos pero requieren
tratamientos muy costosos. El
adjetivo “catastróficas” deriva de
su impacto económico para quienes
las financian. En el mundo cada año
150 millones de personas padecen los
efectos catastróficos de la
enfermedad. De ellos 100 millones
caen por debajo de la línea de
pobreza y 90 viven en países en
desarrollo. En la Argentina a través
de la Encuesta de gasto y
Utilización en Salud del 2010 se ha
podido estimar que el 6% de los
hogares (esto representa unas 2,4
millones de personas) tienen gastos
en salud que superan el 35% de sus
ingresos.
La propuesta consiste en construir
un sistema solidario cuya misión
será consolidar el derecho universal
a los cuidados adecuados frente a
las enfermedades catastróficas.
Todos los argentinos que padezcan
estas enfermedades recibirán la
asistencia y tratamiento acordes al
estadio de la misma, de forma
independiente a su nivel de ingreso
y lugar de residencia. Para alcanzar
su misión el seguro dispone de
autonomía, de fondos estables y
administra riesgos.
Un seguro único y universal
generaría inclusión, para quienes
hoy no tienen ningún acceso. Sería
más equitativo para quienes sí
tienen acceso y resultaría más
eficiente. Hoy hay respuestas frente
a estas enfermedades pero son
fragmentadas y desiguales. Las Obras
Sociales Nacionales, por un lado,
tienen la posibilidad de solicitar
un reembolso de la APE para costear
los tratamientos. Las prepagas
deberán cubrirlo según lo estipula
el artículo 10º de la ley 26.682. A
su vez, las provincias hacen lo que
pueden.
Un seguro para todas y todos los
argentinos no sólo extendería la
protección social en salud frente a
los riesgos catastróficos sino que
también resultaría más sostenible
por reunir el pool de riesgo
adecuado. Por ejemplo tratar a un
paciente con Enfermedad de Gaucher
puede costar más de u$s 400 mil al
año. Este valor resulta fatal si lo
debe enfrentar el paciente o su
grupo familiar. El costo del
tratamiento también desequilibraría
las finanzas de un seguro de salud
que cuenta con alrededor de 10.000
beneficiarios. Pero repartido entre
40 millones de habitantes, el
impacto sería mínimo.
El seguro podría ser un Ente Público
No Estatal, administrado de forma
autárquica por una estructura
profesional estable y presidido por
una Junta integrada por
representantes del Ministerio de
Salud de la Nación, del Consejo
Federal de Salud, de las Obras
Sociales Nacionales y Provinciales,
de las Empresas de Medicina Prepaga,
de los Prestadores privados y de los
Usuarios.
El Seguro se conformaría como un
fondo fiduciario integrado por
aportes sobre una base capitada
homogénea proveniente de diferentes
fuentes: a) Tesoro Nacional, para
sustentar la cobertura de los
beneficiarios cautivos del subsector
público, b) Obras Sociales
Nacionales (incluyendo el INSJJP),
que será debitada del Fondo de
Redistribución y del actual
presupuesto de la APE, c) Recursos
de las Obras Sociales Provinciales
para brindar cobertura a sus
beneficiarios, d) aportes de las
empresas de medicina prepaga, sobre
la base de su nómina de
beneficiarios. Esto permitirá
generar un padrón único de
beneficiarios de salud que
identificará quién es el financiador
de cada ciudadana y ciudadano
argentino.
Hay cinco hipótesis de intervención
que permitirán al seguro lograr una
respuesta adecuada:
1) Generando Economías de escala:
El seguro se constituirá en el
único comprador (monopsonio) de un
conjunto de servicios, pero
fundamentalmente de bienes
tecnológicos. Las tres cuartas
partes de los gastos catastróficos
son en medicamentos (en su mayoría
biotecnológicos). Las compras se
realizarán por Licitación Pública
esto permitirá obtener importantes
economías sobre los gastos actuales
(Brasil, por ejemplo, logra un
ahorro del orden del 24,7% comprando
estos medicamentos de forma
centralizada).
2) Protocolizando tratamientos.
Todos los pacientes serán
incorporados en un protocolo de
atención bajo estricto control. De
esta manera, todos los argentinos
que padezcan la misma enfermedad
catastrófica tendrán idéntica
respuesta en términos de diagnóstico
y tratamiento. El Seguro dispondrá
de una comisión de efectividad
clínica que evaluará la inclusión de
tecnologías y diseñará y validará
protocolos de atención a partir de
la medicina basada en la evidencia.
Sus decisiones tendrán carácter
normativo. Esto además de generar
igualdad en la respuesta reducirá
los requerimientos de cobertura por
vía judicial.
3) Acreditando prestadores:
El SENEC definirá no sólo cómo sino
también quién puede tratar las
enfermedades cubiertas sea éste un
prestador público o privado.
4) Gradualidad. Incorporar de
forma progresiva protecciones frente
a más enfermedades permite controlar
los costos y garantizar la
sostenibilidad financiera. A medida
que la cobertura de enfermedades se
expanda, las prestaciones
involucradas serán excluidas del
Programa Médico Obligatorio (PMO),
puesto que se habrá conquistado la
implantación de líneas de cuidados
homogéneos y universales a través
del seguro.
Como consecuencia de este conjunto
de medidas complementarias se
lograrían tres conquistas relevantes
para la respuesta social frente a
enfermedades catastróficas. En
primer lugar, se incorporarían
herramientas para controlar el
gasto. En segundo lugar, se
incorporarían herramientas para
controlar la variabilidad de la
práctica clínica y en tercer lugar,
como consecuencia de las anteriores,
la población argentina tendría
acceso igualitario a prestaciones de
calidad y efectividad homogénea y
controlada frente a los problemas de
salud que generan mayor impacto
económico. |