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Una
Reforma posible
La
integración
Público-Privada
Tabaré
Vázquez, el ex presidente del Uruguay, viajó a Buenos Aires
para exponer los fundamentos de la reforma del sistema de
salud que llevó adelante su gobierno y que comenzó con la
transformación del sistema anterior en uno que combina los
esfuerzos del Estado y las instituciones privadas para
garantizar a todos los ciudadanos el acceso a la atención
sanitaria.

TABARE RAMÓN
VÁZQUEZ ROSAS
Hombre de larga
militancia y lucha política, fue presidente de Uruguay por
el Frente Amplio entre 2005 y el 2010, siendo el primer
candidato de izquierda en ocupar un cargo de relevancia en
su país. Nació en el barrio obrero de La Teja, en los
suburbios de Montevideo, en 1940. Estudió medicina y se
especializó en oncología y radioterapia recibiendo su título
en 1976 mediante una beca del gobierno francés.
Ante un
auditorio conformado mayormente por miembros de la comunidad
médica y científica argentina, el ex presidente de Uruguay
por el Frente Amplio, Tabaré Vázquez, disertó en Buenos
Aires sobre la reforma del sistema de Salud en su país, la
creación del “Sistema Nacional Integrado de Salud”, en el
que el Estado y las instituciones privadas trabajan
juntamente con el objetivo de dar cobertura a la totalidad
de la población, conformando un sistema mixto. “Un sistema
que cumpla los principios de universalidad: salud de igual
calidad para todos, continuidad, eficacia, eficiencia social
y económica, atención humanitaria, gestión democrática,
centralización normativa, descentralización en la ejecución
y fortalecimiento de la red pública de atención”. Así
detalló Vázquez los objetivos de la reforma y especificó:
“Es un sistema público en lo que se refiere a su gestión,
funcionamiento, leyes, decretos y reglamentos; y es un
sistema mixto en el área de los ejecutores”. Rige en Uruguay
desde el 1 de enero del 2008 con muy buenos resultados y,
según encuestas públicas, tiene gran apoyo popular.
Durante el evento organizado por ASE (Acción Social de
Empresarios) y con el auspicio de la Fundación Medifé,
Tabaré Vázquez detalló las bases de la reforma partiendo de
la idea de que “la salud pública es un cometido esencial del
Estado”, según sus palabras, y tomando en cuenta la
Constitución uruguaya y la Carta Orgánica de su Ministerio
de Salud Pública, en 2007 su gobierno comenzó a discutir los
fundamentos del nuevo sistema. “Ambos documentos establecen
que el Ministerio adoptará todas las medidas que estime
necesarias para mantener la salud colectiva y le compete
también propender la educación sanitaria del pueblo”,
comentó Vázquez, haciendo hincapié en el derecho a la salud
de los uruguayos y en las responsabilidades del Estado al
respecto. Explicó que este cambio se inscribe en un conjunto
de reformas llevadas adelante por su gobierno y que tienen,
en su conjunto, el mismo espíritu: “Que dé cada cual por lo
que tiene y a cada cual por lo que necesita”. Con esta misma
lógica se creó en Uruguay El Fondo Nacional de Recursos (FNR),
una entidad pública no estatal que brinda cobertura
financiera a procedimientos de medicina altamente
especializada a toda la población, sin distinciones. Estos
actos se efectúan a través de los Institutos de Medicina
Altamente Especializada (IMAE), que son prestadores privados
o públicos - habilitados por el Ministerio de Salud Pública
- para realizar las técnicas cubiertas.
La misión del Fondo Nacional de recursos es otorgar
financiamiento a prestaciones médicas altamente
especializadas de demostrada efectividad permitiendo que las
mismas estén disponibles para toda la población y asegurar
que dichos procedimientos se realicen con el máximo de
calidad y eficiencia conforme a los avances
científico-técnicos.
LAS LEYES DE LA
REFORMA
No sin un “amplio, profundo y virulento debate”, según
rememoró Vázquez, durante 2007 se aprobaron las tres leyes
que acreditaron el cambio. En primer lugar se creó el Fondo
Nacional de Salud (FONASA - ley 18.131) que financia el
régimen de prestaciones de asistencia médica a los
beneficiarios del seguro del Banco de Previsión Social (el
banco del Estado) y a los funcionarios públicos. “Se trataba
de un primer paso hacia una auténtica universalización del
beneficio, porque éste incluye a las familias de los
trabajadores y, para ellos, este seguro es de por vida”,
especificó Vázquez. Como segunda medida se creó la
Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) como
empresa pública (ley 18.161). Aclaró Vázquez: “Si bien esta
administración existía desde 1987 como órgano
descentralizado del Ministerio, la ley actual establece una
separación entre las áreas de política y regulación que
permanecen en la órbita ministerial, es decir, las
directivas políticas, regulación y control, y las áreas
asistenciales que ahora son responsabilidad directa de ASSE”.
En tercer lugar, se fundó el Sistema Nacional Integrado de
Salud propiamente dicho (ley 18.211). “Esto reposiciona al
Ministerio de Salud Pública como el rector del Sistema,
además de suponer una ampliación sustantiva de los derechos
de acceso a la salud y cambios profundos en el sistema de
financiamiento”, sintetizó Vázquez. A la vez, esta ley creó
la Junta Nacional de Salud (JUNAS): “Un organismo
descentralizado, responsable de la administración del
seguro, presidida por el Ministerio de Salud Pública y con
la participación del Ministerio de Economía y Finanzas y del
Banco de Previsión Social, además de representantes de los
trabajadores y de los usuarios, para darle máxima
participación a la población como responsabilidad de todos y
la mayor transparencia posible”, se explayó el ex
presidente.
Estas tres leyes fundamentales se complementan con otras
leyes, decretos y ordenanzas, por ejemplo, el Plan Integral
de Atención a la Salud, un conjunto taxativo de las
prestaciones que todas las instituciones públicas y privadas
están obligadas de brindar a sus afiliados. “Incluye
programas de Salud Mental, Salud Sexual y Reproductiva,
Emergencias, Salud Bucal, Cuidados Paliativos, etc.”, aclaró
Vázquez. A su vez, este plan enumera los derechos y
obligaciones de los usuarios y hace especial foco en el
control del tabaquismo. En este sentido, la flamante Ley
anti-tabáquica uruguaya, que prohíbe la publicidad y fumar
en lugares públicos, transformó a Uruguay en el primer país
de América y el séptimo del mundo libre de humo de tabaco e
incluso los enfrentó judicialmente con las tabacaleras.
Por otra parte, la nueva normativa incluye prestaciones
específicas para mujeres: “todas las instituciones deben
brindar por lo menos una vez al año mamografías y PAPS.
Estos estudios, por cierto, son gratis”, festejó Tabaré.
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BASES Y
BENEFICIARIOS
La reforma de Salud en Uruguay se basa en tres
pilares fundamentales:
- la creación del
Fondo Nacional de Salud (FONASA)
- la
descentralización de la Administración de los
Servicios de Salud del Estado (ASSE).
- la creación del
Sistema Nacional Integrado de Salud.
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“En el
2005 partimos de 586.000 afiliados, hoy estamos en un millón
y medio y se prevé que al finalizar este período de gobierno
llegaremos a que 2.500.000 uruguayos sean beneficiarios de
este seguro”, vaticinó Tabaré Vázquez. Según el último
censo, que se actualizará este año, la población uruguaya
suma 3.350.000 habitantes.
A
su vez, se sumó un régimen de organización y funcionamiento
para los laboratorios de análisis clínicos y otro para las
instituciones de asistencia médica colectiva del sector
privado. “Existen créditos fiscales para estas instituciones
y, además, se creó un Fondo de Garantías para reestructurar
el pasivo de las mismas. Algunas tenían pasivos realmente
terribles y no tenían la garantía de poder acceder a
créditos para enfrentarlos. Otras instituciones hicieron uso
del mismo y, felizmente hasta el momento, no volvió a
suceder lo que pasó hace 10 años”. Vázquez hizo referencia
al cierre de varias instituciones que dejaron a sus socios
desprotegidos, a muchos trabajadores en la calle y al
sistema público colapsado.
Por último, se creó el Instituto Nacional de Donantes y
Trasplantes, el Instituto del adulto mayor, el Programa
Nacional de Control del Cáncer (con protocolos de
diagnóstico y tratamiento que son revisados anualmente por
el Ministerio y la Facultad de Medicina), la Convención
Nacional de Bioética y Calidad Integral de Atención y el
Colegio Médico de Uruguay.
FINANCIAMIENTO
El Sistema Integrado de Salud se financia “a través del
Fondo Nacional de Salud, con el 6% de los ingresos de los
trabajadores con hijos menores de 18 años y con el 4,5% de
los ingresos de los trabajadores con hijos mayores de 18
años. Con esto, no sólo el trabajador queda asegurado sino
que su familia queda incluida en el programa, están
cubiertos con este aporte”, detalló Vázquez y agregó: “Pero
para aquellos trabajadores que ganen menos de 15 mil pesos
(750 dólares aproximadamente), el Estado se hace cargo de
sus aportes”. El pago a las instituciones privadas y
públicas está regulado por la edad y por el sexo de la
persona que usufructúa el servicio. En moneda uruguaya son,
en promedio, 1.700 pesos por prestación. Este monto se
ajusta anualmente de acuerdo a los gastos de las
instituciones que brindan los servicios. El flamante Sistema
Nacional de Registro de Gastos realiza los cálculos y los
promedios.
La reforma de salud uruguaya es similar al Sistema Nacional
de Salud que tiene Francia, con algunas diferencias. “El
movimiento de usuarios en Francia es libre.
Nosotros, por tres años no permitimos que ninguno de los
usuarios cambie de institución, precisamente por las metas
asistenciales y por las cápitas que también se pagan por
inversiones que hagan las instituciones privadas. Algunas
hacen un gran sacrificio para abrir, por ejemplo, una
policlínica en algún barrio de Montevideo, y lo hacen en
base a progresiones que toman de la población que van a
atender, y se supone que la van a asistir por un período de
tiempo. Por tanto, esa es la exigencia hoy en nuestro
sistema, que de todos modos es abierto”, detalló Vázquez.
EL DEBATE Y LAS
DIFERENCIAS
Como se ha dicho, la implementación de este nuevo Sistema de
Salud integrado despertó un caluroso debate antes de su
aprobación. “En mi fuerza política existía la pretensión de
crear un sistema único y estatal, pero se logró aprobar la
idea de generar un sistema nacional integrado”, se alegró el
ex presidente, y completó: “Como ustedes saben, el sector
privado ha trabajado, y lo ha hecho muy bien, por lo cual
sería absolutamente ilógico e irracional borrar de un
plumazo su actividad y pretender que sea el Estado el que
brinde todo los servicios. Consideramos más oportuno e
inteligente unir los esfuerzos y las experiencias de décadas
para mejorar el subsistema público que estaba muy venido a
menos y buscar un sistema congruente que funcionara, cosa
que, hasta el momento, podemos decir que sucede en Uruguay”.
A la hora de explicar las diferencias y su decisión de
implementar un sistema mixto, Vázquez remarcó: “Hay
sensibilidades, opiniones y más que eso, intereses en juego.
Vaya si los hay. ¡Y qué poder tienen! Entre ellos, los de
algunas corporaciones que no son ajenas a quienes aquí
estamos. No piensen que no tuve diferencias con mis queridos
colegas. Pero lo que prevalece es que el presidente de la
República, sin renunciar a su identidad personal,
profesional o política, tiene que gobernar para todos los
ciudadanos y en especial, creo yo, para los más
desposeídos”.
Destacó, a su vez, que “en estos procesos de cambios
estratégicos son difíciles las unanimidades, pero son
posibles los acuerdos y gestionar los desacuerdos. En
Uruguay no tenemos miedo ni tenemos precio”. Para Vázquez,
“el sentido de país, la vocación democrática, el compromiso
ciudadano, el respeto al semejante y la confianza en la
sociedad” son las que guían las transformaciones.
RONDA
DE PREGUNTAS
Tabaré Vázquez respondió a las diferentes inquietudes de
especialistas y referentes del sector con la amabilidad y
elocuencia que lo caracteriza.
Federico Tobar, consultor internacional en temas de
Salud.
¿Cuál fue la estrategia para impulsar el debate y
conducirlo? En la Argentina tenemos una epidemia de leyes
diferentes que conviven. Muchos seguimos intentando impulsar
una ley pero hay mucha resistencia para que todo siga como
está.
La existencia de múltiples leyes es una realidad general en
América latina. La conclusión es que estos sistemas no están
funcionando como tales y que en el marco de nuestra
independencia como países tenemos que tratar, racionalmente,
de encauzar todo este gran esfuerzo que hemos hecho durante
décadas para generar un sistema nacional que sea justo y
equitativo. Tenemos que introducir cambios profundos. Por
ejemplo, con el tema del tabaco, en Uruguay fue fruto de
muchos años, de mucha gente creando conciencia. Pasó lo
mismo con el Sistema de Salud. Teníamos miedo de fracasar,
pero cuando vimos el apoyo de la sociedad, que la sentía tan
necesaria, fuimos buscando consenso… Dialogamos con todos,
hicimos foros, ateneos, y bueno, instrumentamos los cambios,
pero llevó casi dos años. Pero ya veníamos desde la campaña
electoral. En lugar de hacer discursitos emotivos,
hablábamos de la reforma de la salud, de la reforma fiscal,
de la necesidad de repartir las ganancias que generaba el
país con justicia social. Y cuando llegamos al gobierno
cumplimos con los compromisos. Que hay gente que critica,
sí, gente de derecha y de izquierda. Unos porque quieren que
vayamos al sistema único estatal de salud y otros porque
quieren que haya una libertad total, sin organización. El
camino fue el del diálogo, del encuentro, de escuchar al
otro.
Aldo Neri. Ex ministro de Salud y Acción Social
durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
Me gustaría
tener una mayor precisión en cuanto a qué otros grupos de
interés, si los hubo, se resistieron o fueron reticentes
frente al proceso de reforma. Usted mencionó a los propios
colegas, seguramente no fueron los únicos.
Efectivamente, no solo la corporación médica tuvo sus
reservas. Hubo consultorios médicos privados que sentían que
si venía la reforma iban a ser perjudicados. El sector
empresarial también quería saber de qué se trataba y
discutió, y nos hizo ver puntos de vista que no teníamos muy
claros. Los trabajadores, a través de los sindicatos,
plantearon resistencia porque tenían miedo de que esta
reforma les hiciera perder el trabajo, lo cual era lógico,
que defendieran sus fuentes laborales, pero a veces la
ilógica es que con el sistema anterior lo estaban perdiendo
abiertamente. Con este sistema se les abría, por lo menos,
la esperanza de que ese drenaje de puestos de trabajo se
detuviera. Y se detuvo. El sector farmacológico también
tenía sus reparos, un sector con mucho poder de lobby, pero
todos ellos participaron abiertamente de esta discusión.
Las
corporaciones defienden sus intereses particulares, pero el
gobierno defiende el interés general. Como usted dice, hubo
grupos que por intereses económicos presionaron fuertemente
al principio, pero finalmente llegamos a estos acuerdos.
Enrique Zuleta Puceiro, analista político, profesor
universitario.
Hay un tema con
el consenso y es posible que no haya consenso, es decir, que
los parlamentos saquen leyes 190 a 0 sobre materias de alta
controversia. Es posible que los jueces estén generando una
doctrina muy profunda y de repercusión internacional,
constitucionalista, y generen una perspectiva de la salud
desde los derechos que, sumado al litigio estratégico de las
cuestiones de salud, haga imposible contar realmente con un
esfuerzo convergente, y es posible que los presidentes
generen hilos de conducción más hijos de la necesidad que de
la virtud. Que trabajen directamente sobre la ausencia de
ese consenso. En ese caso, vamos a necesitar de la política
un esfuerzo de construcción de masa crítica y de perspectiva
estratégica. ¿Qué puede hacer la Política con mayúscula
frente a situaciones que pueden ser muy difíciles?
Usted plantea una realidad que es innegable. Nosotros
trabajamos sobre el consenso partiendo de la base que no
creemos que las unanimidades sean buenas siempre. A veces
trabajamos sobre el consenso y no lo logramos, entonces
tenemos que administrar las divergencias. Y comprender,
además, que todas estas reformas estructurales profundas, no
son cambios y reformas técnicas, son cambios y reformas
políticas. No pueden los políticos dejar sólo en manos del
técnico la reforma de la salud, la reforma fiscal, porque
son temas políticos. Esta reforma no fue un proceso idílico.
Ese gobierno y esa política tienen que acercarse fuertemente
basándose en el respeto a la Democracia. Y en el ejercicio
del poder por parte del gobierno sabiendo que dentro de la
Constitución y la ley, todo, y fuera de la Constitución y de
la ley, nada. Usted lo planteó muy bien, pero no
necesariamente en el terreno de la aceptación se avanza en
la construcción de la Nación sino que la población vota
libre a su gobierno. No nos eligen para que contemos
nuestros males, nos pusieron para que encontremos
soluciones. El mejor camino para buscarlas es el de los
equilibrios, el diálogo, el respeto y la transparencia.
EL SISTEMA INTEGRADO
EN MARCHA
“Este proceso en curso seguirá por mucho tiempo,
perfeccionándose, adaptándose a las nuevas realidades”, se
esperanzó Vázquez ante los buenos resultados de la
implementación de la reforma de salud, que ya logró bajar la
tasa de mortalidad en varias regiones de Uruguay. “Esta
reforma tuvo como objetivo central la niñez. Porque por un
lado teníamos en Las Láminas, un asentamiento al norte del
país, una tasa de mortalidad infantil de 53 por mil. Algo
vergonzoso mientras que en algunos barrios de Montevideo, de
mayor desarrollo sociocultural y económico, la mortalidad
era de 8 por mil. Fíjense qué incoherencia, en un país tan
pequeño. Ese fue uno de los primeros focos de atención y en
ese barrio logramos bajar la mortalidad al 13 por mil”,
especificó.
Para terminar su disertación, Tabaré Vázquez, con su
honestidad característica, quiso reflexionar sobre la idea
de construir una Nación, el objetivo final de cualquier
reforma igualitaria. Estas fueron sus palabras: “Amigas y
amigos, las naciones son proyectos históricos, que exigen
mirar a lo lejos y trabajar por objetivos cuyo horizonte va
más allá de uno, dos o tres períodos de gobierno. Para
construir las naciones hay que pensar y actuar
estratégicamente. Y los primeros que deben hacerlo son
quienes, por decisión y confianza ciudadana, ocupan cargos
de gobierno. Hay que atender, por cierto, muchos asuntos que
no pueden esperar porque son graves, vienen de lejos y
afectan a mucha gente. Pero también hay que preparar el
futuro en lo que el mismo tiene de previsible. Para ello,
creo modestamente que hay que pasar de la ansiedad táctica y
de la ganancia pequeña a la templanza estratégica y a las
conquistas colectivas sabiendo que la realización de ese
proyecto llamado Nación no es una epopeya utópica sino un
laborioso trabajo de transformación, profundo en sus
objetivos y gradual en su instrumentación”.
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