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¡La Argentina será federal o no
será! Cualquier intento de
transformación que no reconozca el
protagonismo de las provincias será
contranatura. Porque nuestra esencia
es federal. Recordemos que las
provincias tuvieron gobierno antes
que la Nación. Repitamos, todos
juntos, una vez más. “La salud no es
una función delegada por las
provincias a la Nación”.
Entre las múltiples alternativas que
se han venido discutiendo para
fortalecer la gestión provincial
merece destacarse la de construir
seguros provinciales de salud. ¿Pero
qué son seguros públicos? ¿Qué
alternativas admiten?
La noción de seguros públicos de
salud es controvertida. Se ha usado
y abusado de ella. Se han formulado
(y en algunos casos se ha
implementado) esquemas de
aseguramiento público como caminos
para avanzar hacia la universalidad
y equidad en las protecciones de
salud. Pero también se la ha
esgrimido como estrategia para
privatizar la financiación
(incorporando “coseguros”) y la
prestación (incorporando, desde los
fondos públicos, contratos a
proveedores privados). En algunos
casos, como en el Seguro Popular de
México y el Seguro Público de Salud
de la Provincia de Buenos Aires
(Argentina), la propuesta generó
reacciones y discursos encarnizados
que si bien no consiguieron frenar
las iniciativas, en parte las
“demonizaron”.
Para contribuir a este debate
postulo, en este artículo, diez
hipótesis sobre cómo organizar
seguros públicos de salud en la
Argentina:
¿Qué deben hacer los seguros
públicos provinciales?
1. Que exista una identificación
precisa de la población demandante
de servicios (es decir asegurada) en
cantidad y composición.
Esto implica la conformación y
actualización de un Padrón único de
Salud, que puede (o no) ser
complementado con carnets,
credenciales o mecanismos
alternativos de identificación de
los usuarios / beneficiarios. La
identificación es un instrumento
para la proactividad del sistema.
Las actividades de promoción exigen
un seguimiento desde los prestadores
hacia los ciudadanos que implica
alarmas sobre controles periódicos,
y promoción de conductas saludables.
La prevención y el seguimiento de
los pacientes, en especial los
crónicos exige que los prestadores
hagan un seguimiento
individualizado.
2. Que permita alcanzar la cobertura
universal del sistema de seguros de
salud en la provincia donde se
implementa.
La capacidad de los seguros
provinciales para reorganizar el
modelo asistencial es lograr la
capacidad de mejorar la programación
de la oferta y reorientar los flujos
de financiación de los servicios.
Por este motivo, para que los
seguros involucren una reforma sobre
el sistema local es necesario que
toda la población que utiliza los
servicios públicos de salud esté
asegurada, ya sea por el seguro
público por obras sociales o
prepagas.
3. Que exista un plan único y
explícito de beneficios cubiertos
para los asegurados.
Se trata de garantizar formalmente
(a través de normas legales) el
paquete de prestaciones a los que
los asegurados deben tener acceso,
independizando las mismas de las
disponibilidades de créditos
presupuestarios. A su vez, se trata
de que no haya dos asegurados con
niveles de acceso diferente a las
prestaciones.
4. Que incorpore incentivos a los
prestadores y que sean
independientes del ingreso del
asegurado.
Separar el “precio” de la prestación
de la capacidad de pago del paciente
es un principio de los seguros
sociales. Fue Armando Mariano Reale,
a quien considero el “Gurú”
argentino de la administración en
salud quien me enseñó ese principio.
En él reside la base solidaria del
esquema de protección de la salud ya
que cada uno aporta según sus
posibilidades y demanda servicios
según sus necesidades. Es
fundamental que la transformación de
los servicios públicos de salud no
incorpore incentivos para
privilegiar prestaciones a la
población más favorecida. En todo
caso, y si fuera necesario, sería
interesante discutir si las
retribuciones no debieran ser
inversamente proporcionales a los
ingresos de los asegurados en la
medida que esta variable puede ser
considerada como un proxy de riesgo
y necesidades sanitarias
diferenciales.
5. Que la organización del seguro
privilegie el modelo de atención.
Es operando sobre la transformación
del modelo de atención que podremos
conseguir mejores resultados de
salud. El sistema público tiene hoy
una mayor orientación hacia el
modelo de atención que las obras
sociales y prepagas y es fundamental
que no la pierda en un entorno de
aseguramiento. Privilegiar el modelo
de atención implica asumir objetivos
como:
a) Partir del empadronamiento para
nominalizar la responsabilidad
primaria de los servicios sobre la
población estableciendo a los CAPS y
equipos de salud familiar como
puerta de entrada al sistema.
b) Recuperar la programación de
acciones y servicios con base en la
población y el territorio.
c) Fortalecer las acciones de
promoción, así como la detección
precoz y la adhesión a los
tratamientos.
d) Reacreditar servicios definiendo
con precisión cuáles son las
competencias de cada nivel.
e) Definir e implantar modelos de
funcionamiento en red con cuidados
progresivos y con nodos de
referencia y contrareferencia en
cada servicio.
f) Garantizar la continuidad de la
asistencia y del tratamiento
evitando la peregrinación de
pacientes entre diferentes
especialistas y la conformación de
corredores sanitarios.
6. Que no promuevan un esquema de
competencia sino de cooperación
entre prestadores.
Esta es la quintaesencia de la
propuesta. Este es el antídoto
contra los errores de las propuestas
defendidas en década anteriores que
buscaban las soluciones para el
sistema haciendo competir a los
prestadores. La eficacia del modelo
de atención propuesto descansa en
una adecuada división de
competencias entre los servicios y
en su despliegue territorial. Se
trata de un modelo planificado y no
competitivo. Donde cada servicio
hace lo que debe y no lo que quiere
o lo que le resulta más rentable. Se
trataría de un elemento distintivo
de los seguros públicos que
brindarían las mismas protecciones
que las obras sociales y prepagas en
el sentido de la integralidad de la
cobertura. Es decir, no se trata de
un esquema que brindaría menos
prestaciones sino que lo haría de
otra manera. Algunos fundamentos de
la atención gerenciada (o en su
versión original Managed Care) son
más compatibles con la figura del
seguro público de salud que con las
obras sociales y prepagas. Por
ejemplo, la integración vertical
entre prestador y asegurador y el
modelo de provisión directa
complementado con una contratación
selectiva de proveedores y las
restricciones a la libertad de
elección del prestador. Un esquema
de funcionamiento en red requiere
que cada servicio funcione allí
donde hay necesidades identificadas
de la población y brindando un
conjunto muy bien definido de
prestaciones.
7. El seguro público no compite
con los demás seguros por la
captación de asegurados.
La población que haga contribuciones
a la seguridad social, ya por la vía
del empleo formal o del monotributo,
tendrá opción de canalizar sus
aportes a una obra social, quienes
no lo hagan permanecerán cautivos
del seguro provincial. El mismo es
concebido como un esquema de
protección social en salud que busca
optimizar los recursos humanos de
infraestructura, tecnología y
financieros disponibles en el
subsector público provincial para
alcanzar la equidad en el acceso a
la salud. Su éxito no debe depender
del flujo positivo o negativo de
beneficiarios sino de los resultados
obtenidos en términos de
distribución adecuada de la
estructura, los procesos y los
resultados. Esto requiere que se
preserve (y en algunos casos se
privilegie) una financiación
centrada en la oferta de servicios.
8. Que los recursos financieros que
sustentan el seguro involucren
fuentes del tesoro provincial y
nacional.
El aporte de la financiación
nacional es necesario para corregir
desigualdades entre jurisdicciones y
garantizar que todos los ciudadanos
de todo el territorio nacional
accedan a las mismas protecciones
sociales en salud. Pero también, es
imprescindible que la mayor parte de
la financiación del seguro provenga
del tesoro provincial porque es éste
quien ejerce la función de
asegurados. Los seguros públicos
pueden estar situados a nivel
nacional, a nivel provincial o hasta
a nivel municipal.
9. Que los servicios de salud
reciban financiación vinculados con
el cumplimiento de metas sanitarias.
La recuperación de la programación
de acciones y servicios permitirá
definir metas sanitarias a ser
alcanzadas por cada prestador y
vincular la financiación a su
cumplimiento (a través de
compromisos de gestión). Un conjunto
de condiciones hacen que esto
resulte más factible, tales como la
reacreditación de los servicios, la
nominalización de la población y el
diseño de redes con cuidados
progresivos. A partir de ellos, será
posible definir la función de
producción de salud de cada
servicio. Y luego verificar que cada
servicio haya hecho lo que debía
hacer.
10. Que se eliminen los subsidios
cruzados en la financiación de los
servicios de salud.
Una de las ventajas del seguro
público local de salud es que si el
mismo permite la universalidad de la
cobertura de seguros en el ámbito
provincial y se puede identificar
quién es el asegurador de cada
ciudadano en salud, es posible
eliminar las transferencias
indirectas que se producen cada vez
que un beneficiario de una obras
social o un prepago asiste en un
servicio público. Una alternativa es
que los servicios públicos puedan
celebrar contratos de prestación con
otros seguros (prepagas y obras
sociales). En algunos casos, como en
la reforma sanitaria llevada a cabo
por el gobierno socialista de Tabaré
Vázquez en Uruguay, al avanzar hacia
la universalidad del aseguramiento
se restringió la oferta de servicios
públicos solo a los beneficiarios
del seguro público (en Uruguay se
llama ASSE-Administración de
Servicios de Salud del Estado) y
permitir que cada establecimiento
celebre contratos de provisión con
otros aseguradores. También ocurre
en Colombia donde, a partir de la
ley 100/1993 los aseguradores
(llamados EPS- Entidades Promotoras
de la Salud) pueden integrar los
servicios públicos. Otra posibilidad
es mantener la universalidad del
acceso a los servicios públicos de
salud (como ocurre en la actualidad)
pero garantizando de forma efectiva
que cada prestación genere un flujo
de recursos concreto a través del
cobro con un nomenclador no inferior
al que rige en el mercado privado. |