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Como todos los años en esta época, el sector atraviesa
picos de máxima tensión en las discusiones por los
aumentos de precios de los Prestadores con las Entidades
de Medicina Prepaga (EMP) y de éstas con el Gobierno
para que autoricen el aumento de las cuotas a los
usuarios. Lamentablemente, un proceso que naturalmente
debiera darse entre el libre juego de la oferta y la
demanda, en un contexto de mercados con muchos oferentes
que compiten, se complica innecesariamente.
Todas las EMP se esfuerzan día a día en ofrecer planes
médicos de alta calidad a costos lo más bajo posibles
para ganar mercado. Si alguno intentará cobrar cuotas
muy altas para obtener rentabilidades excesivas,
perdería rápidamente asociados que migrarán a otras que
ofrezcan planes con la misma calidad a precios
inferiores. La gente no suele pagar de más y
permanentemente averigua otras opciones.
Como comentara en la columna de mayo*,
el sector no tiene un nivel de concentración que
requiera la intervención del Estado. Vale aclarar
también que muchas de las principales Prepagas son
Entidades sin fines de lucro.
Este año el Gobierno se encuentra en una situación de
mayor poder aún de negociación, al estar vigente una ley
que obliga a las entidades a requerir una autorización
formal a la Superintendencia de Salud para aumentar sus
precios.
Los Prestadores a su vez comienzan a hacer frente a los
mayores costos por las alzas salariales de la paritaria
del sector y, en muchas ocasiones, sin poder conseguir
que las EMP le aumenten el valor de las prestaciones,
amparándose en que no pueden comprometerse a aceptarlos
sin aumentar el precio de los planes a los asociados.
Algunos interpretan que el último aumento se resolvió
cuando algunos prestadores importantes comenzaron a
cobrar copagos a los asociados de las EMP y este
conflicto adquiriera gran repercusión mediática.
Pareciera que la presentación de estructura de costos o
demostraciones actuariales que técnicamente demuestran
la clara necesidad de aumentar los precios, no es
suficiente para las autoridades. La opinión pública
mayoritariamente considera que los valores de los planes
de las EMP son muy altos, que los aumentos de los
precios son excesivos y por consiguiente sea una medida
de alto costo político para el Gobierno la autorización
de los mismos, que por supuesto intenta evitar. La
situación es compleja.
En el mes de julio la Universidad de Belgrano realizó
una encuesta de más de 600 casos en la Ciudad de Bs. As.
que nos ayuda a entender la situación:
En los últimos 5 años, ¿el sistema de salud pública
en la Argentina mejoró, empeoró o se mantiene igual?
Empeoró 69% - Mejoró 4% - Se mantiene Igual 11% - NS/NR
16%
Si pudiera elegir, ¿preferiría que lo atendieran en
un hospital público o en un sanatorio privado?
Sanatorio Privado 86% - Hospital Público 14%
¿Los funcionarios públicos deberían atenderse en los
hospitales públicos o es correcto que también lo hagan
en sanatorios privados?
Hospitales Públicos 84% - Les es indiferente 11% -
Sanatorio Privado 4% - NS/NR 1%
¿Considera que los aumentos en los sistemas de
medicina prepaga durante el último tiempo han sido
bajos, moderados o excesivos?
Excesivos 74% - Moderados 26%
Vemos que los ciudadanos en general confían más en las
Clínicas, Sanatorios u Hospitales Privados, que en el
sistema de cobertura universal a través de los
Hospitales Públicos e inclusive consideran que sería
beneficioso que los funcionarios se atendieran allí, en
el supuesto que al experimentar ellos mismos la atención
que se brinda, el servicio va a mejorar.
Sin embargo están también disconformes con los altos
costos del sistema privado.
El “atajo” que encuentra el Gobierno para “satisfacer
las necesidades” de sus contribuyentes -¡y votantes!-,
es controlando los precios de la Medicina Privada. Sin
embargo este atajo sólo conducirá a deteriorar la
calidad, provocar mayor concentración y algunos creen
que eventualmente pueda eliminar un sector que brinda
cobertura a 6 millones de argentinos. Sector que
finalmente le ahorra al Estado el gasto que
representaría que estas 6 millones de personas se
atendieran en el Sistema Público.
El camino virtuoso, aunque seguramente más largo, es
mejorar la percepción de la calidad de atención en los
Hospitales Públicos, con lo cual la gente podrá optar
libremente a pagar las altas cuotas del sistema privado
o utilizar el sistema público. El mejor ejemplo que
tenemos en el país es quizás el de la Universidad, donde
se puede encontrar aun similar percepción de calidad en
las Universidades Públicas que en las privadas.
Lamentablemente no sucede lo mismo en la educación
primaria y secundaria donde la brecha de percepción de
calidad entre unas y otras se sigue ampliando según
varias encuestas.
En el medio de este conflicto entre Prestadores y EMP
están los médicos, que lamentablemente algunas veces han
sido la variable de ajuste en los últimos años. La
atención médica poco a poco se ha ido deteriorando,
aumentando considerablemente la cantidad de consultas
aunque éstas son cada vez más breves, con muy poca
posibilidad de construir relaciones adecuadas de
médico-paciente y la imposibilidad concreta que los
médicos puedan realmente hacerse cargo de la salud de
los usuarios del sistema.
Así como en muchas localidades del interior del país
encontramos prestadores que dependen fundamentalmente de
los aranceles del Pami y la Obra Social Provincial, en
algunas ciudades grandes del Interior y en el AMBA (Area
Metropolitana Buenos Aires) hay Clínicas y Sanatorios
que dependen de los aranceles de las EMP. Aquí el
conflicto va a agudizarse en estos meses con picos de
máxima tensión entre unos y otros.
Son negociaciones dónde todos tienen razón y algunos ya
comienzan a jugar en esta disputa su supervivencia. Como
en la selva, lamentablemente sobrevivirán los más
hábiles y fuertes.
Esperemos que Prestadores, EMP y las Autoridades puedan
encontrar caminos de solución. Lamentablemente las
posibilidades de que esto ocurra son muy bajas.
*(http://www.revistamedicos.com.ar/numero69/columna_pasman.htm)
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