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El proceso de evolución científico-tecnológico en el
campo médico nos muestra tal acumulación de información
que obliga, por una parte, a descripciones difíciles de
conocer y comprender, y por otra a redefinir las
“capacidades esenciales” que se requieren para ejercer
la labor médica.
Estos requisitos esenciales deberían responder en forma
conjunta a los contenidos curriculares de las facultades
de medicina y de las escuelas médicas, representadas
éstas por las tareas propias del hospital (en épocas en
que éste cumplía cabalmente con esa finalidad). Tanto
una como la otra deberían estar enlazadas a fin de
responder a las necesidades precisadas y requeridas por
los responsables del área sanitaria del ámbito
gubernamental.
Al referirnos a acciones ensambladas, reconocemos que
sus esfuerzos deben ser complementarios y no
contradictorios, para que sus resultados tengan
implicancias significativas (ya que se trata de
distintas caras del mismo prisma), de manera tal de
lograr el genuino cambio estructural que la realidad
impone.
PREMISA: “PARA DECIDIR ES NECESARIO COMPRENDER”
La actual condición sanitaria, con su primordial
caracterización, su complejidad, requiere ser
comprendida, y esto sólo es posible si previamente es
conocida.
Debemos establecer que el sector sanitario es importante
en la economía argentina, ya que representa no sólo
alrededor del 10% del PBI, sino también, por ser el
componente más sensible y el elemento clave en el
bienestar social.
Sabido es que se demandan en forma reiterada políticas
de estado para el sector. Para que este reclamo no sea
sólo enunciativo, la inexistencia de un desplegado
observatorio de salud es su obstáculo primario. Los
criterios básicos de su finalidad están dados por
identificar a la población que abarca en su accionar,
diferenciándola en enferma y vulnerable, y a su vez
segmentándola por biodiversidad, tecno-diversidad y
aquellas otras diversidades que se encuentran en
relación con las distintas regiones de procedencia. Esto
permite formular “nuevas formas de asociación de
política operacional”, con el objetivo de examinar y
explorar interacciones que hagan posible el mejor
aprovechamiento de los recursos disponibles. Su
elaboración implica inteligencia y capacidad de
construcción suficiente para responder sin ambigüedades
a una realidad manifiesta.
¿AULAS MAGNAS?
Pasemos, en primer término, a analizar las facultades de
Medicina. Estas deberían aportar graduados capaces de
integrar el tratamiento de las enfermedades y de las
lesiones, con la promoción de la salud y la prevención,
además de trabajar para lograr estos objetivos en
equipos multidisciplinarios, y así alcanzar las metas
que facilitan “conductas saludables de vida”. No sólo
lograr estándares de conocimiento sino también de
valores profesionales y de ética y moral que impacten
positivamente en la cultura ciudadana.
Su función esencial se mostrará incompleta si no se
articula con las escuelas médicas y con aquellos centros
de actividad médica como los hoy llamados “privados”
(por no ser del Estado, aunque su función es tan pública
como la de aquél), quienes por los avatares políticos y
económicos que nos atravesaron -en épocas no tan
recientes- están mejor equipados, y son los que
funcionan con mayor nivel de eficacia (diferenciando
eficacia de eficiencia). De ahí la necesidad de una
organización educacional innovadora público-privada.
Vale decir, hay que tender hacia nuevas asociaciones
educacionales que privilegien la vigencia del nivel
profesional como motor de recuperación, mediante la suma
de innovación, esfuerzo y exigencia.
Cuando nos referimos a los requisitos globales mínimos
necesarios, estamos aludiendo a aquellas capacidades que
son resultantes de un proceso de educación médica, en
que el Estado Nacional está implicado a partir de los
requerimientos profesionales que él debe demandar, a fin
de cumplir con las metas de equidad y bienestar social
que el derecho a la salud representa. Sin una
orientación por parte de las autoridades, los saberes
médicos se alejan de las verdaderas preocupaciones
sanitarias de la sociedad en donde intervienen las casas
de estudios.
HACIA NUEVOS “NIDOS DE
MAESTROS”
Las escuelas médicas son las que permiten traducir los
conocimientos de la ciencia básica médica en
experiencias clínicas y habilidades, siendo por sobre
todo espacios de reflexión, núcleo esencial para
discernir conocimientos, conductas habituales, errores y
valores éticos profesionales. En estas escuelas se
desarrolla la experiencia basada en la educación médica
continuada. No se trata de enseñanzas separadas sino de
pedagogías conjuntas.
No hace mucho tiempo estas escuelas estaban
representadas por los hospitales públicos, verdaderos
“nidos de maestros”. Hoy, más allá de desear su
recuperación en su triple función -asistencial, docente
y de investigación clínica- se requieren “nuevas e
innovadoras asociaciones” con el sector privado a fin de
salvar las grietas que los hospitales poseen y que de
hecho impiden una formación sólida, que es la que
posibilita a su vez, la neoformación de maestros, de
manera tal de recuperar el legado de aquellos que
hicieron viable alcanzar el nivel que la Argentina
poseía.
Es el devenir médico que vivimos, el que hace evidente
la necesidad de la “educación continuada” de los
profesionales, en base al rol destacado de las cátedras
de materias básicas, clínicas y quirúrgicas en el
posgrado. Son estas escuelas las que pueden brindar
experiencias educativas que otorguen, revisen, y
refuercen conocimientos, de manera de lograr actividades
en correspondencia a la ciencia-arte que significa el
oficio médico en permanente evolución, en donde
reconocemos que “el error” juega un rol destacado. Vale
recordar a Georges Canguilhem, quien expresaba que
“equivocarse es humano; perseverar en el error, es
diabólico”. Esto nunca es más cierto que en el campo de
la salud.
La información en sí misma no es suficiente, ésta debe
tener como correlato el aprendizaje o cambio de
comportamiento basado en la experiencia. Lo antedicho
traduce un actuar profesional responsable.
Es la interacción médico-paciente que impone la escuela
médica, la que sustenta el aprender, enseñar y capacitar
en forma simultánea, como única manera de controlar la
desactualización que el devenir conlleva. Se trata del
sitio donde el que aprende imprime un rol activo al que
enseña, y así acompaña la evolución de la institución.
EL ESTADO
Por último, debemos hablar del gran orientador de la
política sanitaria, en cualquier país que se precie de
no dejar en manos del mercado la salud de sus
habitantes. Mencionar las fallas enquistadas dentro del
Estado obliga a preguntarnos:
-
¿cómo superar un pasado aún presente en las
instituciones, algunas con niveles de autonomía que
impone al conjunto formas y contenidos anárquicos?
-
¿cómo superar estadios en los que los gobiernos han
cedido a los colegios profesionales la matriculación
sin integrarlos a la gestión asistencial como
miembros activos? De ahí que se le reconozcan
“prácticas corporativas”, tiñendo negativamente a
esta calificación.
-
¿cómo demandarle al Estado actitudes a concertar con
las facultades y las escuelas médicas, para que
agreguen a sus currículas los requisitos médicos
nacionales, regionales y locales que respondan a las
pautas que surjan del observatorio de salud? Vale
resaltar el compromiso y la responsabilidad que
implica esta labor inexcusable de inducir a poner en
marcha acciones que no soslayen la coyuntura, pero
que reconozcan como meta la estructura deseada en
abierta evolución.
-
Finalmente, ¿cómo lograr que el Estado asuma su rol
de garante-responsable de un derecho a la salud que
la evolución asigna no sólo como individual, sino
como un derecho social, de manera tal que éste
asegure un acceso equitativo, adecuado y oportuno a
los servicios de salud, con igualdad en su
utilización para igual necesidad, resguardando su
calidad?
Se
reclaman políticas de Estado, éstas sólo serán posibles
a través de una red asistencial si se construye un
Sistema Federal Integrado de Salud en correspondencia a
un proyecto de Nación, al que pretendemos aportar
mediante un despliegue crítico y analítico como el que
venimos de exponer.
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Ignacio Katz. Doctor en Medicina (UBA)
Autor de: “Claves jurídicas y asistenciales para la
conformación de un Sistema Federal Integrado de
Salud” (Eudeba, 2012). “En búsqueda de la Salud
Perdida” (EDULP, 2006). “Argentina Hospital, El
rostro oscuro de la salud” (Edhasa, 2004). “La
Fórmula Sanitaria” (Eudeba, 2003) |
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