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Tal lo descripto en nuestra nota
inmediata anterior, haciendo
sucumbir el destacado modelo de
salud español, el gobierno europeo
ha hallado los argumentos adecuados
para avanzar hacia la destrucción
del sistema de equidades y con él,
promoviendo la extinción del estado
de bienestar.
El doble mensaje ensayado y luego
ejecutado produce una dramática
discrepancia entre aquello que se
dice y lo que más tarde se hace.
Recientemente (Semana Santa), José
Ignacio Echániz, Consejero de
Sanidad de Castilla-La Mancha, y
responsable de sanidad en el Partido
Popular (PP) actualmente en el
gobierno de España, acusó a las
sociedades médico-científicas, no
gremiales, de defender (o ser o
estar asociadas) los intereses
comerciales de la Industria
Farmacéutica, por ser ésta su fuente
financiera. Dicha aseveración, ha
dado lugar a que la Federación
Nacional de Asociaciones Científico
Médicas Españolas (FACME)
reaccionara en consecuencia,
defendiendo la honorabilidad
científica y la reputación ética que
dichas asociaciones tienen.
En un comunicado oficial, FACME, que
agrupa a 39 sociedades científicas
españolas, muestra su “más profundo
rechazo” a las palabras del
dirigente ‘popular’, ya que “ponen
en cuestión la credibilidad de las
sociedades médico-científicas en su
labor profesional de revisión de la
evidencia científica y de su
responsabilidad a la hora de exponer
su opinión, conocimiento y
recomendaciones clínicas”.
“Defendemos la legitimidad de las
sociedades médico-científicas de
comunicar a la sociedad y a los
decisores sanitarios su opinión
profesional avalada por la evidencia
científica contrastada”, asevera
FACME, tras recordar que son
entidades reconocidas por el
Ministerio de Sanidad.
Esta asociación ha reconocido no
obstante que entre sus apoyos
financieros están la industria
farmacéutica y de tecnología
sanitaria, como así otras empresas
privadas y los propios socios, una
circunstancia que es “pública y
transparente” y, en todo caso, “no
afecta en modo alguno a su quehacer
profesional”, ha insistido.
[http://www.jano.es/jano/actualidad/ultimas/noticias/..]
Más allá de las visiones y los
contenidos periodísticos que la
circunstancia lleva implícitos, lo
ocurrido pone en evidencia, una vez
más (y van...) el temible
desconocimiento que la clase
política tiene sobre el
funcionamiento de los ámbitos
científicos y técnicos que acompañan
a la profesión médica como mecanismo
prestacional, poniendo en evidencia
cuánta distancia hay entre los
discursos y las políticas públicas
necesarias a las gentes y sus
demandas. Agregándose, cuánta
deformación hay en las visiones
políticas sobre las realidades que
imperan en el mundo de los mortales,
impidiéndoles realizar una lectura
prudente de ellas (realidades) y sus
consecuentes mensajes.
Podría decirse que así como las
ausencias de estados han dado lugar
a la toma de decisiones operativas
que han quebrado la relación
médico-paciente (iniciado aquí en la
Argentina durante los años noventa),
hecho aberrante si los hay, ahora se
va por más, intentando quebrar la
relación ciencias-medicina, la
relación ciencias-industria
farmacéutica, la consecuente
relación profesión médica-industria
farmacéutica, a lo cual puede
agregársele numerosos paralelismos,
tal los existentes entre todos los
miembros del equipo de salud,
demasiados por cierto.
Lo expuesto hasta aquí, deja al
descubierto aristas impensadas sobre
las ausencias políticas en los
estados... el por qué de los
recortes presupuestarios a
investigadores (no necesariamente
médicos) y/o a centros de
investigación dedicados a
adelantarse a los tiempos, agregando
valor al hecho prestacional en sí
mismo... el por qué de las abultadas
y añejas deudas públicas acumuladas
por años a los proveedores
farmacéuticos y tecnológicos... el
por qué de los recortes en los
servicios en la salud pública... el
por qué de la permanente negación de
la incorporación de tecnologías de
última generación a los servicios de
la salud pública... el por qué de la
difusión de los recursos de amparo
judiciales a los que los pacientes
deben recurrir porque los estados se
niegan, mecanismos viles mediantes,
a proveer como coberturas que
deberían proceder como
universales... el porqué de
considerar gastos catastróficos en
salud, a los tratamientos de última
generación molecular, cuando esos
mismos estados ausentes lapidan
inversiones inútiles en fines para
nada altruistas, mucho menos
sociales, ni qué hablar de
personales a favor de la vida de
pacientes librados a sus respectivas
suertes. Ello explica el por qué de
sacar vacunas de un calendario
perfectamente diseñado por la/s
Sociedad/es de Pediatría, pero al
fin y al cabo, no es más que un
ejemplo de las ausencias precitadas.
Demorar una campaña, también lo
es... negar la diabetes mellitus, la
artritis, o la EPOC, o el asma, o lo
que a Usted se le ocurra, también va
por la misma senda. No obstante
ello, negar o burlar no modifica
realidad alguna, antes bien la
complica colocándola en un paisaje
pleno de dramatismos.
Pero hay más... las sociedades
científico-médicas o aquellas otras
académicas, están huérfanas de
estados porque las ausencias
políticas no reconocen la
importancia que las mismas tienen
respecto a estrategias operativo-prestacionales,
sus tácticas, sus “presupuestos”,
concediéndoles entidad jurídica,
pero negándoles el apoyo y la
participación financiera que los
estados debieran tener con aquellas
instituciones que son angulares en y
para la “inteligencia social”, o si
se quiere para el derecho ciudadano,
o formando parte del concepto de
“garantía individual”... ya que ello
forma parte de las responsabilidades
que los estados debieran tener para
con la ciudadanía... una
responsabilidad rehuida
permanentemente.
En el curso del 2012 y lo que va de
2013, Europa ha pulverizado el
criterio presupuestario de la salud
pública, por ende ha hecho lo propio
con la investigación médica,
desmantelando aquello que alguna vez
(apenas ayer) funcionó de
maravillas... prometiendo, incluso,
que irá por más porque a los
administradores políticos no les
cierran los números, impericias
mediante. Lamentable. ¡Ah!, y lo
antedicho ya no se limita a España,
corre por las calles de cualquier
lugar, dentro y fuera de la Unión
Europea
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