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Columna


La “Desregulación”
 

Por  Patricio Pasman
patricio@pasman.com.ar

 
Esperando un vuelo en Aeroparque, un periodista extranjero que estaba haciendo un estudio sobre la medicina privada en la Argentina, me preguntó qué opinaba de la desregulación. Comencé a intentar dar mi opinión con tartamudeos y gambeteando la situación. Finalmente le pedí que cortara el reportaje y le dije:
“Me quiero ir, la desregulación es un tema complejo y en la medicina privada mucho no hablamos del tema”.
Sin embargo tomé coraje y decidí entrar en el tema sin vueltas, expresando mi opinión sobre las ventajas y desventajas de la “Desregulación”.
Se le llama “desregulado” en el sector, a aquel afiliado de una obra social sindical que ejerce una opción de cambio por otra obra social sindical del sistema. El término no es muy feliz. Igualmente menos feliz aún, es llamar al sector como “Medicina Prepaga” y convivimos con eso. Se le da el nombre de “prepagas” en base a los plazos de pago de las cuotas de los asociados, un tema menor dentro de lo que es la Medicina Privada hoy en la Argentina. Para rematar este error, dos tercios de los afiliados pagan “pospago”...!
Las tarjetas “prepagas” de los celulares abonan por adelantado el consumo que van a realizar, esto no sucede en la Medicina Prepaga donde funciona como la cuota de un seguro y no como pago anticipado de las prestaciones que vaya a realizar.
Volviendo a “la desregulación” que es el tema en cuestión comencemos con un poco de historia. En enero del año 2007 comienza la posibilidad de opción de cambio para afiliados a obras sociales sindicales. Los afiliados de obras sociales de dirección ya podían cambiar de obra social sin inconvenientes. Hasta ese momento, los afiliados eran cautivos de la obra social sindical de la actividad. Ese año el período de traspaso fue entre enero y abril. La Obra Social de Empresa OSDO había realizado un acuerdo con la Empresa de Medicina Prepaga DOCTHOS y salió con una campaña publicitaria masiva y una cantidad importante de vendedores a captar este nuevo mercado. Esto sorprendió a las obras sociales sindicales y al sector de Medicina Prepaga, ya que flotaba la idea que había habido un acuerdo de no agresión comercial. A partir de esto, muchas obras sociales se organizaron para competir.
Al año siguiente se amplió el período de traspasos a todo el año y se excluyó a las Obras Sociales de Empresas de la posibilidad de poder captar nuevos afiliados.
Desde el año 1998 hasta el 2011 se realizaron más de 4,5 millones de traspasos. Estos crecieron año a año con excepción del año 2009 que se redujeron los mismos por cambios en el proceso. Se eliminó la posibilidad de traspasos por correo y se incorporó la certificación de firma.
Según los datos del Censo 2010 de los 6 millones de habitantes que tiene cobertura de Medicina Prepaga, 4 millones están a través de una obra social.
Veamos que opinan algunos Secretarios Generales de la desregulación:
Antonio Calo (UOM): “No se puede permitir a un sindicato que le venda un sello de goma a una empresa de medicina prepaga para que atienda a sus afiliados. Tenemos 170.000 afiliados de los sueldos más bajos, porque el resto, de los honorarios más elevados, se lo llevaron las empresas”.
Ricardo Pignanelli (SMATA): “En los 90 se quebró la solidaridad del sistema bajo el lema del individualismo. Mientras en SMATA poníamos el mayor empeño para conseguir buenos salarios, la medicina prepaga se apoderaba de 40.000 afiliados de la obra social con mejores sueldos (el famoso descreme) para brindarles una medicina cómoda bajo un sistema que no admitía a todo el mundo y discriminada a través de su interés y a través de cuotas elevadas”.
Hugo Moyano (Camioneros): “Las prepagas se llevan a los (trabajadores) más jóvenes, a quienes ofrecen un montón de condiciones, y dejan el resto a las obras sociales, las cuales tienen que utilizar el dinero de sus aportantes para hacer frente a todo tipo de cosas”.
Con la desregulación, las obras sociales sindicales fueron sacadas de su “zona de confort” y es entendible que no les guste el actual sistema. Sin embargo hay que escuchar sus quejas y encontrar posibles consensos. Quizás en algunos temas puedan tener razón.
Como bien sabemos no todos los afiliados de obras sociales tienen la libertad de pasarse a otra que prefieran. Las Obras Sociales Provinciales y otras Especiales han quedado afuera de la desregulación. No todo el sistema se “desreguló”.
¿Qué ocurre con éstas? Tenemos por ejemplo el reclamo de gremios de la Provincia de Buenos Aires, que desean salir de la Obra Social IOMA y no pueden (en casi todas las prepagas podemos encontrar afiliados de obras sociales provinciales que pagan su cuota completa y tienen doble cobertura). También podemos recordar, hace no mucho tiempo, el reclamo de los Gendarmes, que en su petitorio al Gobierno de mejoras estaba el de poder elegir obra social.
Estoy convencido que el sistema anterior, donde los afiliados eran todos cautivos, no es conveniente. Naturalmente las organizaciones tienen un menor incentivo a mejorar sus servicios cuando los afiliados son cautivos. El extraordinario personaje de la empleada pública de Gasalla gritando; ¡“atrás, atrás”!, no es habitual en organizaciones que compiten por la fidelidad de sus clientes.
El mejor ejemplo de lo bueno que es la competencia, es apreciar varias obras sociales sindicales que hoy compiten de igual a igual con los mejores prepagos y obras sociales de dirección, con servicios de excelencia.
Una característica intrínseca del ser humano y por consiguiente de las organizaciones, es mayoritariamente tender a un mayor esfuerzo y mejor rendimiento, en escenarios de sana competencia.
Sin embargo considero que hay aspectos de la desregulación que pueden y deben corregirse y/o mejorarse. Especialmente lo vinculado a la solidaridad del sistema.
Sería necio negar, que el sistema anterior, aunque más ineficaz e ineficiente, era más solidario que el actual.
Vale aclarar que el sistema no era totalmente solidario. Los petroleros eran solidarios entre sí pero no con los textiles, ni éstos con los peones rurales. De acuerdo con la realidad de la industria del momento sus ingresos se modificaban y obtenían seguramente distintos servicios de salud.
Está claro que no hay que cortar la desregulación. Hay que pensar cómo mejorarla.
Para poder corregir este descreme durante años se estudiaron distintas alternativas sin resultados.
Una de las ideas fue que los afiliados que se pasaban a otra obra social, sólo transferían el promedio de aporte de su obra social anterior y no su aporte real. La diferencia entre su aporte real (generalmente mayor) y el promedio de su obra social, debía quedar en ésta para no perjudicar al resto de los afiliados.
Pese a que este esquema resolvía de alguna manera el esquema solidario, tenía dos grandes inconvenientes:
1) En algún aspecto este sistema “premia” a obras sociales ineficientes de quedarse con dinero de beneficiarios que se cambian por no estar satisfechos con el servicio.
2) Es muy complejo de administrar, casi inviable.
Para hacerlo viable desde lo administrativo, se pensó también en la opción que sólo se transfiera a la nueva obra social la contribución patronal y quede el aporte en la obra social anterior. Más premio a la ineficiencia.

CASO OSFE-AMSA
Hace más de 10 años me tocó participar de un acuerdo entre la Obra Social Ferroviaria y AMSA.
La Obra Social no quería perder a sus afiliados de mayores ingresos. Como es habitual todos los afiliados tenían el mismo plan. Este plan no estaba brindando a este grupo, el nivel de servicio requerido y evaluaban opciones de otras obras sociales para cambiarse. Los ingresos por cápita promedio de todos los afiliados de la obra social, no le permitían mejorar mucho el plan universal y al ser defensores del sistema solidario, no veían como una alternativa segmentar por niveles de ingreso.
Negoció en forma corporativa un plan superador de AMSA obteniendo un precio menor que el que conseguiría cada uno de sus afiliados en forma individual. Para la empresa de medicina prepaga el costo comercial y administrativo de enviar una sola factura, baja considerablemente al ser un acuerdo corporativo.
OSFE calculó cuánto era la cápita promedio de aporte de todos sus beneficiarios y ofreció a todos la posibilidad de pasarse al plan superador de AMSA, pero no tomando su aporte individual. El precio que debían pagar los que querían tomarlo, era la diferencia entre la cápita promedio y el precio del plan superador. No importaba cuanto era el aporte individual. Para todos los beneficiarios, el precio por cápita para pasarse al plan superador era el mismo. Más de 10 mil beneficiarios optaron por adherirse. La obra social no perdió afiliados, mantuvo la solidaridad del sistema y los afiliados que no se pasaron mantuvieron el mismo nivel de servicio que tenían al no disminuir los ingresos.
Existen otros casos de éxito de complementación entre: obras sociales y prepagos, obras sociales y Hospitales o Sanatorios y entre distintas obras sociales entre sí.

LA “OPCION URUGUAYA”
El sistema más progresista y solidario sería que cada obra social reciba el mismo valor por cápita por beneficiario con una tabla de ajuste por edad, sexo y región, ya que los costos médicos varían sensiblemente por estas variables. El total de aportes y contribuciones del sistema se divide entre todos los beneficiarios de acuerdo a esta matriz. En este caso no hay descreme posible. Aquellos que deseen un plan superador deben abonar siempre por encima de esta cápita, aunque su aporte individual sea mucho mayor. Cuando alguien cambia de obra social no desfinancia a su obra social anterior.
Sería un cambio profundo y radical que seguramente encontrará rechazos, pero quién puede dudar de su equidad y solidaridad. No sólo entre los beneficiarios de una misma obra social sino entre todo el sistema. Por ejemplo, aquí sí los petroleros son solidarios con los textiles y los camioneros con los peones rurales.

Profundizar herramientas vigentes
Entendiendo que no son sencillos los cambios tan profundos, el sistema actual contiene herramientas que corrigen asimetrías y una buena opción podría ser profundizarlas aún más.
La recaudación del Fondo Solidario de Redistribución (FSR) es una herramienta claramente progresista. Los que más ganan son los que más aportan. El personal de dirección aporta más que el de convenio.
También el SANO (Subsidio Automático Nominativo de Obras Sociales) y el SUMA (Subsidio de Mitigación de Asimetrías) son herramientas que hacen al sistema más solidario.
Aumentar progresivamente los porcentajes de retención al FSR por rango de ingresos y sobre todo incrementar los valores del SANO, es un camino posible para mitigar los efectos no deseados de la desregulación, manteniendo la libre elección de los beneficiarios. El SANO tiene valores muy bajos y no se actualiza adecuadamente.

CONCLUSION
En resumen, considero que la desregulación produjo en el sistema mayores beneficios que perjuicios. La libertad de opción le permitió a 4,5 millones elegir una obra social seguramente mejor que la que tenían. También generó una sana competencia donde muchos se adaptaron y mejoraron notablemente sus servicios como por ejemplo Unión Personal. Otras, como en el libro “Quien se ha llevado mi queso”, no se adaptaron a los cambios, un ejemplo es la Obra Social Bancaria, y están con dificultades que esperemos puedan superar.
Esto no significa que no sea necesario dialogar entre todos los sectores para mejorar el sistema en base a la experiencia de ya casi 15 años de desregulación.
Acerca del diálogo, hace unos años leí una definición brillante de nuestro admirado y querido Cardenal Bergoglio, hoy nuestro queridísimo Papa Francisco.
En el libro “Sobre el Cielo y la Tierra” decía lo siguiente:
“El diálogo nace de una actitud de respeto hacia otra persona, de un convencimiento de que el otro tiene algo bueno que decir; supone hacer lugar en nuestro corazón a su punto de vista, a su opinión y a su propuesta. Dialogar entraña una acogida cordial y no una condena previa. Para dialogar hay que saber bajar las defensas, abrir las puertas de casa y ofrecer calidez humana”.
Que así sea.

 

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