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Los países de América latina han agregado en sus
reformas constitucionales el derecho a la salud o bien
han aprobado leyes consagrando el mismo. Esto no asegura
el acceso equitativo e igualitario a la salud por parte
de la población, sino que es un norte, un consenso
social que establece desde el punto de vista jurídico
institucional que todos tienen derecho a la salud.
El derecho a la salud es muy amplio e involucra aspectos
que tienen que ver con ciertos comportamientos
individuales que hacen al riesgo y por supuesto un
accionar y responsabilidad del Estado en organizar o
regular un sistema de atención de la salud que permita
recuperar la misma cuando se ha perdido. Un tema clave
del debate es el rol del Estado hasta donde alcanza,
debe prestar los servicios en forma directa o sólo
financiar y regular las prestaciones que pueden ser
brindadas por otros operadores.
Hasta donde se brinda la cobertura, tiene límites o es
algo que se va corriendo hasta que alcancen los recursos
correspondientes. Si analizamos el sector salud desde la
teoría económica podemos decir que se trata de un
mercado anormal, donde los proveedores tienen muchas
facilidades para diferenciar servicios y así manejar
precios, los servicios distan de ser homogéneos y
comparables y la demanda no está organizada ni preparada
para comprar y negociar. La relación de agencia del
médico interactuando entre oferta y demanda constituye
sin dudas un aspecto clave a considerar en esta
anormalidad.
La revolución científico tecnológica constituye un
proceso irreversible y salud ha sido junto con otros
sectores como la informática o la electrónica quien más
se ha visto beneficiado por la introducción de nuevas
tecnologías (incluido medicamentos) que han acortado
distancias y han logrado avances extraordinarios. La
medicina genómica por ejemplo combinada con la
bioinformática y la biotecnología constituye una fuente
de innovación y de nuevos productos que se volcarán a
resolver no sólo problemas sino causas de las
enfermedades a precios muy altos.
Ya no se tratará de medicamentos o terapias amplias para
todos que constituye un mecanismo de escala para lograr
precios accesibles. Estamos asistiendo al lanzamiento de
innovaciones cada vez más específicas para patologías y
pacientes muy concretos que naturalmente ejerciendo su
derecho a la salud, quieren acceder a lo último en
materia tecnológica sin estar condicionado por el
financiamiento.
Comienza a jugarse un partido donde el derecho a la
salud y sus alcances, las innovaciones tecnológicas en
salud y el financiamiento solidario constituyen los
vértices de un triángulo que resulta difícil de
contener.
La judicialización de la salud vía los amparos que tan
bien se presenta en esta tesis constituye una estrategia
de extensión vertical de la cobertura que genera dudas
sobre la sustentabilidad futura del sistema de salud. Es
cierto como me decía un gerente del sector que hemos
fallado en el diagnóstico de pronosticar la quiebra del
sistema de salud ante la presión de las coberturas más
innovadoras que no quiere decir que hayan pasado la
prueba de la medicina basada en la evidencia o de la
evaluación económica. Sólo han pasado la prueba, que no
es poco, de la calidad, la eficacia y el de no causar
mal. Pero esto no es suficiente para lo que estamos
discutiendo. Aquí falta una variable clave que es la
escasez de recursos y como el sistema necesita encontrar
mecanismos de racionalización para no terminar
racionando indiscriminadamente y causando perjuicios que
podrían ser evitados.
Es incorrecto sin embargo decir que el incremento de la
judicialización no ha producido consecuencias porque no
ha quebrado el sistema. Esto ha significado durante todo
este tiempo un proceso de reasignación de los recursos
de los aseguradores discriminando en forma negativa la
prevención y promoción de la salud a favor de prácticas
complejas o de medicaciones de dudosa efectividad pero
que los jueces han previsto que sea entregada respetando
la abundante legislación en materia de derecho a la
salud que figura en la Constitución Nacional y en las
leyes específicas. Sin dudas estos son elementos claves
para que el juez pueda dictaminar a favor de cualquier
tipo de prestación o medicación, a ser prestada o
provista en cualquier lugar y en cualquier momento.
A nadie le gusta poner los límites. Según la teoría del
public choice la población está dispuesta a financiar de
forma generosa todo tipo de servicios al momento en que
le consultan, el problema es que luego cuando tiene que
pagar los impuestos para sostener esas mismas
prestaciones que le parecen justas y adecuadas, tiene
serios problemas para aceptarlo. Quién es entonces el
encargado de poner equilibrio en esa relación.
Claramente el Estado a través de sus diferentes agentes
es el encargado de brindar las garantías necesarias para
cerrar el círculo entre acceso, sustentabilidad y
calidad.
Este no es un problema de los jueces, o de los pacientes
o de los proveedores que hacen su juego en consonancia
con los médicos o los estudios jurídicos, es un problema
de mal diseño de las reglas. Los malos diseños invitan a
la corrupción y la mala utilización de los recursos. La
política no es un arte que se resuelve a través de la
magia, todo arte tiene también métodos y una cuota de
ciencia que permite en este caso mejorar la gobernanza
del sistema.
La economía de la salud provee elementos claves a ser
tenidos en cuenta por la política para racionalizar la
utilización y evitar recortes indiscriminados e injustos
sobre tecnologías e innovaciones de probada efectividad.
La evaluación económica de tecnologías, las guías
clínicas y protocolos, la variación de la práctica
clínica, metodologías para el cálculo de copagos, el
costeo de las prestaciones le brindan a la política
sanitaria la cuota de ciencia para tomar decisiones y
establecer prioridades.
La política tiene el desafío de establecer los límites y
asumir los costos políticos si fuera necesario entre
todos los partidos asumiendo un diagnóstico exento de
voluntarismo y expresiones de deseo que muchas se
cambian al momento de acceder a las responsabilidades
concretas de gestión. Recordando el Teorema de Baglini
la responsabilidad de las expresiones de los políticos
resultan inversamente proporcional a las posibilidades
de ser gobierno. Cuando más se acerca la posibilidad de
gobernar mayor razonabilidad y respaldo técnico tienen
las expresiones.
Según el gran analista Prof. Carlos Matus los políticos
se dividen en aquellos que él denomina cabecillas que
son los punteros, los que se dedican a la micropolítica,
luego están los líderes que son aquellos que ven más
allá del ángulo de la curva y finalmente los estadistas
que tienen la obligación de ver más allá del camino. En
la Argentina a diferencia de lo que sucede en la región,
tenemos desde hace muchos años cabecillas y no líderes
que puedan observar un poco más allá. En salud esta es
una importante limitación para asegurar el derecho a la
salud para todos en forma universal, equitativa y de
calidad.
(*) Carlos Vassallo - Consultor en Economía y
gestión de la salud y el medicamento.
vassallo@gmail.com
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