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Dos historias;
una que merece conocerse y otra con “final abierto”

Por el Dr. Héctor Barrios,
Director de Towers Watson

 
En el año 1933, en California, Estados Unidos, mientras transcurría la “gran depresión”, en el medio del desierto de Mohave, muy cerca de un pequeño pueblo llamado Dessert Center, un joven médico cirujano llamado Sidney Garfield, vio la oportunidad de brindarle servicios médicos a los miles de trabajadores que estaban construyendo el acueducto del Río Colorado que llevaría el agua a la ciudad de Los Ángeles.
Para llevar adelante su proyecto, el Dr. Garfield obtuvo un préstamo y construyó un pequeño Hospital de 12 camas, ubicado a unos pocos kilómetros de la ciudad y comenzó a atender tanto a los trabajadores enfermos, como a los accidentados. Pero al poco tiempo comenzaron a surgir problemas financieros, ya que las compañías de seguros no le pagaban las facturas con la rapidez necesaria. Como la política del Dr. Garfield era que nunca debía rechazarse una persona enferma o accidentada, pronto los gastos superaron a los ingresos.
En la búsqueda de ideas y soluciones, el Dr. Garfield participó del problema a Harold Hatch, un ingeniero que se había dedicado a trabajar como agente de seguros. Después de analizar detenidamente el tema, Hatch le recomendó al Dr. Garfield que le cobrara a las compañías de seguros un importe por persona, por día y por adelantado: nacía la medicina prepaga.
Por la –hoy- increíble suma de cinco centavos (0,05 u$s) que abonaban las compañías, los trabajadores estaban cubiertos de los accidentes y por otros cinco centavos que abonaban ellos, quedaban cubiertos por cualquier otro tipo de enfermedad no relacionada con el tema laboral. Miles de trabajadores se asociaron al Plan del Hospital y el sistema fue un éxito, tanto económico como financiero.
El nuevo modelo, no sólo resolvería los problemas financieros del Hospital, sino que también le permitiría al Dr. Garfield hacer incapié en la prevención y en la seguridad, en lugar de limitarse a tratar enfermedades y lesiones.
Finalmente, cuando el acueducto estuvo finalizado, el Dr. Garfield dejó el Hospital con la idea de trasladarse a la ciudad de Los Angeles para trabajar como cirujano. Pero un nuevo emprendimiento y un gran desafío, reclamarían de sus servicios: la construcción de una gran represa que ocuparía a más de 6.000 trabajadores a quienes debería proveerse de atención médica. El Dr. Garfield postergó su idea de ir a Los Angeles y convocó a un grupo de médicos a quienes contrató por el sistema de capitación adelantada: nacía el primer “Group Practice”, sistema que también resultaría un verdadero suceso.
En 1941 la represa fue terminada y cuando el Dr. Garfield estaba por retomar sus planes para dirigirse a la ciudad de Los Angeles, nuevamente intervino la historia: la Segunda Guerra Mundial había comenzado y las empresas del industrial Henry Kaiser, dedicadas principalmente a la construcción de barcos y aviones de guerra, necesitaban brindarle atención médica a más de 30.000 trabajadores, muchos de los cuales venían con malas condiciones de salud.
Kaiser imaginó que el Dr.Garfield podía resolver el problema adecuadamente y lo convocó para ello.
Apenas terminada la guerra en 1945, la cantidad de empleados de las industrias Kaiser se redujeron dramáticamente en unos pocos meses de 90.000 a 13.000 y sólo quedaron una docena de los 75 médicos que trabajaban en el sistema. Pero tanto el Dr. Garfield como Henry Kaiser querían que ese nuevo modelo de atención médica que habían desarrollado no desapareciera, razón por la cual el 1° de octubre de 1945 el Plan Médico de Kaiser Permanente era oficialmente ofrecido al público. Sólo en los primeros diez años, se asociarían 300.000 personas.
Hoy Kaiser Permanente tiene 8,9 millones de asociados a sus Planes de Salud y cuenta con 167.300 empleados y 14.600 médicos.
Esta es la primera de las historias, la de la primera empresa de medicina prepaga. Podemos decir, con un muy buen final.
La segunda de las historias tiene que ver con las empresas de medicina prepaga en la Argentina -y con las entidades que brindan modelos similares-.
Naturalmente tienen un pasado y un presente en donde nos encontramos: con una ley que las regula que es técnicamente nociva, con nuevas normas que agregan coberturas permanentemente y finalmente con enormes dificultades para trasladar a precios los incrementos de costos -tanto los estructurales, como los inflacionarios-.
Con este presente, lo que no sabemos es si tienen futuro.
Nuestra gran esperanza amigo lector, es que las cosas cambien para evitar que dentro de algún tiempo, alguien escriba sobre cómo comenzó y sobre cómo terminó la medicina prepaga en nuestro país. Decididamente, no sería un buen final.
Aún estamos a tiempo…

 

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