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La universalidad se está
convirtiendo en un lema preconizado
desde los organismos internacionales
para el área de salud. Sin embargo,
bajo este concepto se entienden
avances diferentes que van desde
Sistemas Unicos hasta Sistemas
Integrados. En estos segundos, la
estrategia de integración centrada
en construcción de líneas de
cuidados adquiere relevancia.
A través de revisiones de las
políticas de reforma de salud se ha
detectado que, a menudo, aun donde
se ha logrado la cobertura
universal, frente a los mismos
problemas de salud, las personas
reciben cuidados diferentes1. Entre
las alternativas identificadas para
superar la fragmentación (del modelo
de atención) y la segmentación (del
modelo de gestión) que generan esas
desigualdades, se destaca la
propuesta de construir protecciones
por líneas de cuidados.
Una protección se concreta a través
de una garantía explícita de
respuesta social organizada frente a
un determinado riesgo de enfermar y
morir2. El objetivo, para integrar
al sistema de salud, consiste en
avanzar de forma progresiva en la
construcción de protecciones
(condición de salud por condición de
salud) que optimicen los esfuerzos
de la sociedad y del Estado en su
conjunto para conseguir más y mejor
salud para los ciudadanos. Más que
un modelo de reforma de salud es una
estrategia para construir
ciudadanía, porque un modelo
ciudadano de salud requiere
consolidar protecciones iguales en
calidad y resolutividad para todos
los ciudadanos.
Avanzar garantizando protecciones
sociales en salud homogéneas para
cada necesidad o condición de salud
se hace más relevante a medida que
se avanza en la evolución
epidemiológica (que no resulta
conveniente continuar denominando
“transición” porque en los países en
desarrollo involucra una doble carga
de enfermedad). Diversos países han
avanzado buscando respuestas ante el
significativo aumento de la
prevalencia de las condiciones
crónicas. Por ejemplo, la noción de
Líneas de Cuidado viene siendo
propuesta en Brasil desde hace una
década3, 4. Al mismo tiempo, Chile
asumió una cruzada integradora de su
sistema de salud (fuertemente
segmentado) al impulsar la
construcción de puentes entre sus
subsistemas de atención patología
por patología proclamando Garantías
Explícitas en Salud. Las mismas
fueron inicialmente 16, pero en 2012
se alcanzó una totalidad de 80.
Recientemente, en España se decidió
avanzar en el mismo sentido al
incorporar el concepto de
continuidad asistencial5, para el
cual se han descripto tres
dimensiones: 1) continuidad
asistencial de información, es
decir, la percepción del usuario de
que los proveedores disponen y
utilizan la información de episodios
anteriores para dar una atención
apropiada a sus necesidades
actuales; 2) continuidad asistencial
de relación, que es la percepción
del paciente sobre la relación que
establece a lo largo del tiempo con
uno o más proveedores y 3)
continuidad asistencial de gestión o
provisión de los diferentes tipos de
atención sanitaria, de manera que se
complementen entre sí y no se
dupliquen. Está orientado a una
condición crónica de salud, y
comienza con un proceso de atención
que precisa estar bien planificado y
organizado para atender tanto las
necesidades de los pacientes como la
atención a las personas cuidadoras,
de acuerdo a unos determinados
estándares de calidad y evitando la
fragmentación de los cuidados,
principalmente en situaciones de
cambio de nivel asistencial.
Definir las líneas de cuidados a
implantar constituiría la forma más
importante de definir prioridades
sanitarias. Porque no se trata sólo
de definir qué se va a cubrir o qué
prestaciones serán brindadas sino
fundamentalmente cuándo, cómo y
dónde se proveerán. No es igual
definir un menú o elenco de
prestaciones entre las cuales se
incluye la cobertura del parto y la
atención prenatal que definir e
implantar un algoritmo que establece
la cantidad y periodicidad de los
controles, un mínimo de tres
ecografías (una cada trimestre), la
prescripción de hierro y acido
fólico, la derivación a un servicio
de referencia en caso de eclampsia u
otra situación de riesgo, etc.
Incorporar líneas de cuidados es
implantar políticas que afecten la
gestión clínica llegando al corazón
de cómo se produce salud. Por eso
debe ser responsabilidad de la
autoridad rectora el conjunto de
problemas de salud que serán
priorizados en cada etapa del
camino.
Se trata de jerarquizar cuidados
prioritarios. La idea no es racionar
sino hacer una discriminación
positiva, jerarquizando la respuesta
frente a protecciones necesarias
para responder a los problemas de
salud que generan mayor carga de
enfermedad. Esto no significa que
las prestaciones no incluidas dentro
de las líneas de cuidados se dejarán
de realizar, todas las demás
acciones se deben seguir haciendo,
mientras sea necesario y no haya
evidencia suficiente que indique lo
contrario. Pero algunos cuidados de
promoción, de prevención, de
tratamiento y rehabilitación deben
constituir prioridades para comenzar
a integrar al sistema de salud.
Construir protecciones por líneas de
cuidados implica reducir la
variabilidad de la práctica médica y
asumir parámetros que estandaricen
todo el proceso de cuidados, desde
la promoción hasta el diagnóstico y
el tratamiento. Esto se logra en
forma progresiva, enfermedad por
enfermedad o, mejor aún, condición
de salud por condición de salud.
Incorporando los avances de la
Medicina Basada en la Evidencia para
construir guías de prácticas clínica
(propiamente dichas o guidelines) y
protocolos.
La secuencia lógica para construir
protecciones sanitarias a través de
líneas de cuidados es ilustrada en
el gráfico e involucra los
siguientes pasos:
En primer lugar, se define en base
al Análisis de Situación de Salud de
la Red y apoyados por los equipos
epidemiológicos, cuáles son las
condiciones de salud y las
enfermedades que generan mayor carga
de enfermedad, morbilidad y
mortalidad sobre la población
involucrada en la red.
En segundo lugar: en base a la
priorización de los problemas, los
profesionales y técnicos de las
redes especializadas elaborarán y
validarán Protocolos y Guías de
Práctica Clínica, basados en
evidencias científicas.
En tercer lugar, para conseguir que
las Guías de Práctica Clínica se
conviertan en verdaderas líneas de
cuidado, se debe definir que tiene
que hacer cada efector de la red
para garantizar que se cumpla con
las Guías de Práctica Clínica, para
lo que debe existir un organismo con
poder y capacidad para decidirlo y
garantizarlo.
En cuarto lugar: es necesario que se
firmen compromisos de gestión, que
pueden estar atados a incentivos
económicos y no económicos.
En quinto lugar: es necesaria una
estrategia de capacitación en
servicio al personal de salud, y de
comunicación y difusión a la
comunidad, los equipos de salud y
las autoridades.
En sexto lugar: implementar el
monitoreo y la evaluación de los
resultados sanitarios de las Líneas
de Cuidado y del desempeño de los
servicios.
La implantación de líneas de
cuidados involucra cambios profundos
en el modelo de atención. Hay, al
menos, tres requisitos funcionales
para construir protecciones
universales por líneas de cuidados.
Pero éstos, a su vez, son medidas de
reforma consistentes en sí mismas y
generan sinergias entre sí:
I. Establecer responsabilidad
nominada.
En este esquema de división del
trabajo es fundamental establecer
quién es el primer responsable por
los cuidados de cada persona. Debe
haber un profesional o un equipo
responsable para que la población, a
su cargo, reciba los cuidados y
adhiera a los tratamientos. No se
trata de prestar un servicio si
alguien lo viene a demandar, sino de
identificar la necesidad y salir al
encuentro de una demanda que a veces
no es manifiesta. En un estudio
sobre la medicina que se avecina a
través de las nuevas TICs, Joan
Escarrabill cuestiona la
conveniencia de continuar
aferrándose al viejo pilar de la
Atención Primaria de la Salud que
consistía en definir un médico de
cabecera o aun un equipo de APS como
eje6. Este autor sostiene que la
posibilidad de compartir información
clínica en tiempo y forma permitirá
la continuidad de los cuidados más
allá de la centralización de las
decisiones clínicas. Sin embargo,
concluye que, de cualquier manera,
el mayor reto del sistema sanitario
se centra en gestionar la demanda.
Si hasta ahora la preocupación era
promover la accesibilidad a los
servicios, ahora que en muchos casos
se han conquistado aceptables tasas
de consultas anuales por habitante,
el desafío se desplaza hacia lograr
que mayor contacto del ciudadano con
el sistema se traduzca también en
mejor salud.
Se asume aquí que sólo cuando hay un
servicio que funciona como puerta de
entrada al sistema y que, si hace
falta, se encarga de gestionar las
derivaciones, es que los cuidados de
salud se convierten en garantías
explícitas. Los servicios públicos
tienen que conocer la población que
tendrán a cargo y salir a buscarlos,
en vez de permanecer a la espera de
que la gente venga a demandar las
prestaciones. Esto requiere que su
desempeño sea evaluado y tiene como
condición que se disponga de
infraestructura y personal
adecuados.
II. Corregir desigualdades e
insuficiencias en la infraestructura
y recursos humanos.
Para que el heterogéneo subsistema
público de salud consiga dar cuenta
del desafío de brindar protecciones
frente a las enfermedades
priorizadas con igual trato en
tiempo y forma, hará falta
garantizar una oferta efectiva de
servicios. El primer paso para
lograrlo consiste en desplegar una
recategorización de los servicios de
salud. Mientras todos hagan “de
todo” o, peor aún, mientras cada uno
haga lo que puede en lugar de lo que
debe hacer, no conseguiremos que la
salud sea un verdadero derecho.
Entonces será posible conquistar de
forma progresiva servicios que
brinden los cuidados que necesita la
población que tienen a su cargo y
cuyo desempeño sea evaluado. Pero
esa evaluación exigirá,
necesariamente, sincerar los
recursos disponibles. Y es muy
probable que en muchos lugares haga
falta incrementar los recursos
disponibles en términos de personal,
infraestructura y presupuesto
operativo.
III. Construir redes de cuidados
progresivos.
Para implantar una línea de cuidado
centrada en una condición de salud
significa desplegar un conjunto de
cuidados responsables, continuos e
integrales de las personas, desde la
promoción de la salud, la prevención
de riesgos globales y específicos
hasta la asistencia en los niveles
de mayor complejidad. Para que esto
sea posible se requiere la
preexistencia de una red integrada
de servicios de salud, que primero
elabora una Guía de Práctica Clínica
y que luego tiene un gobierno y una
coordinación operativa de la Red con
capacidad de definir y garantizar
cuáles son los procesos de
referencia y contrarreferencia, y
qué es lo que tiene que hacer cada
actor y cada servicio de salud para
dar cumplimiento a esa guía.
Referencias
1 Tobar, F (2011). ¿Qué aprendimos
de las Reformas de Salud? Evidencias
de la experiencia internacional y
propuestas para Argentina. Fundación
Sanatorio Güemes. Buenos Aires.
Página 62.
2 Tobar, F; Lifstchitz, E (2011).
Modelo Argentino de Salud: propuesta
de un plan Estratégico de mediano y
largo plazo. Buenos Aires. Fundación
Sanatorio Güemes. 2011. Páginas
3 Cecílio, L & Merhy, E. A
integralidade do cuidado como eixo
da gestão hospitalar. Campinas:
Mimeo, 2003. Apud. Vilaça Mendes, E
(2011).Op. Cit. Página 37.
4 Instituto Nacional do Câncer. A
situação do câncer no Brasil. Rio de
Janeiro: Ministério da Saúde/INCA/Coordenação
de Prevenção e Vigilância, 2006.
Apud. Vilaça Mendes, E (2011).Op.
Cit. Pág 37.
5 Gobierno de España. Ministerio de
sanidad, servicios sociales e
igualdad. Estrategia para el
Abordaje de la Cronicidad en el
Sistema Nacional de Salud.
Estrategia aprobada por el Consejo
Interterritorial del Sistema
Nacional de Salud el 27 de junio de
2012. Madrid. 2012. Páginas 47 y 48.
6 Escarrabill; Joan (2009).”Medicina
2.0”. RISAI 2009, Vol 1. Num 4 |