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Opinión


La hora de los pacientes
 
Por el Licenciado
Víctor Norberto Cerasale [MBA R&D]
 


He estado reunido en las últimas horas con distintas sociedades de pacientes, fundaciones de discapacidad, asociaciones de ciertas patologías tanto de enfermos como científicas, y todos, sin excepciones, se caracterizan por estar dominados por las incertidumbres, el “no saber” si podrán tratarse bajo el esquema de prometidas y escasamente cumplidas coberturas sociales, ésas que supimos conseguir, pero que los financiadores amparados en ambiguas resoluciones comunes a los estados ausentes, intentan siempre rehuir.
El panorama generalizado describe un singular estado de indefensión, donde los pacientes se unen para luchar por sus derechos, al tiempo que los médicos se ven atrapados en las perversidades de un sistema que describe equidades pero que según sus propias palabras: “carece de recursos” y “está ausente de gestiones”.
Cuando la salud pública se desplaza hacia los claro-oscuros de las interpretaciones políticas, inmediatamente sucumbe ante aseveraciones incumplidas y otras tantas diluidas por una rara máquina de impedir, que por un lado extiende su mano salvadora a los “amigos”, negándole ese mismo derecho a los desconocidos, los que se ven obligados a recurrir a todo tipo de artilugios para evitar perderse en el intento.
Bien podría definirse entonces, que la gestión en salud pública está atrapada por “momentos de negligencias”, esto es administraciones con escasa capacidad de lecturas, o incapaz de efectuar lecturas intermedias de las señales que envía la realidad.
Usted podrá entender que esto sucede en la Argentina, pero a decir verdad, está ocurriendo en todo el mundo, sin excepciones, peor en los mal llamados países desarrollados... observándose un desplazamiento en el eje de gravedad del estado bienestar y protector, para trasladarse hacia modelos sanitarios donde “sin recursos, la muerte está asegurada”. Dado que cada vez es menos el universo de personas con recursos adecuados para dichos accesos a servicios asistenciales privados, es cada vez más evidente que el número de personas caídas de los sistemas públicos crece en forma geométrica... aun cuando la manipulación estadística se empeñe en asegurar lo contrario.
En las mesas de deliberaciones de los pacientes, de cualquier enfermedad, esto es bien notorio, tanto como irrebatible. La preocupación es visible, y por ende la “ocupación” es significativa, intentando contrarrestar los huecos, los vacíos, y las ausencias que surgen de las ausencias de los estados, entidades políticas que han dejado de cumplir sus roles para justificarse a sí mismos de todo aquello que no se hace. Permanentemente se les niegan los tratamientos aduciendo “gastos catastróficos”, sin reparar que los mismos (gastos catastróficos) nacen cuando los tratamientos son negados o bien desplazados hacia la mala praxis (el diagnóstico indica una cosa, pero el sistema se empeña en proveer otra distinta, inapropiada para el estadio clínico). Curiosamente los gastos no retroceden, los ahorros no aparecen, y los pacientes “padecen” las negligencias comunes a la máquina de impedir antes mencionada. Detrás los recursos de amparo toman entidad, para inmediatamente verse neutralizados por los mismos mecanismos que mezclan cinismos con hipocresías... conclusión, se pierde el sentido de oportunidad, asegurando el crecimiento del gasto.
Las inequidades en salud son muchas, y sus actores se las arreglan como pueden. Podría aseverarse que dichas inequidades están en crecimiento debido a que los problemas de fondo encuentran cada vez menos atención, y de tener lugar lo antedicho, la consecuencia se traduce en mayores gastos ocultos, ahorros inexistentes por su condición de imprudentes, e indicadores manipulados para justificar balances equilibrados, algo que en salud es utópico, ya que si la población crece, también lo harán sus demandas genuinas.
Dado que el problema es global, no argentino como algunos pretenden, las sociedades de pacientes vienen destapando errores, omisiones, olvidos, negaciones, burlas, y hasta se han transformado en aliados impensados de sociedades científicas, de grupos médicos, de hospitales públicos, de grupos de investigación, y hasta se han incorporado de modo fehaciente en los ámbitos de los desarrollos biológico-farmacéuticos, proporcionando informaciones hasta no hace mucho tiempo inimaginables, debido a las soberbias académicas que suelen caracterizar a ciertas ignorancias políticas, como también a otras comunes a las “ciencias de las conveniencias”.
Aquellos que han comprendido la necesidad de los “cambios”, inmediatamente se han sumado a la tendencia, habilitando participaciones que se demuestran como proactivas, altamente calificadas para los tiempos que vienen.
Lo expuesto está reparando, consciente e inconscientemente, la pretendida estrategia de la reconversión de los años noventa, la misma que pulverizó la relación médico-paciente, y que además desreguló las profesiones sumiéndolas en confusiones interminables. Indudablemente, bienvenidas las renovaciones, ya que ellas establecen mejores puentes vinculares entre las organizaciones, por una parte, y entre las personas, por la otra.
Al fin y al cabo se ha demostrado el potencial de lo “participativo”, y se ha hecho valor de evidencia la necesidad del compromiso de las partes, sumando “valor” a la interpretación de la enfermedad como un hecho social dinámico, evolutivamente complejo, que tiende a involucrar a actores diversos, directa o indirectamente.
A las llamadas sociedades de pacientes, se han sumado médicos inquietos, abogados, contadores, psicólogos, a sabiendas que en dichas organizaciones no hay lugar para los oportunismos, ya que con las necesidades de las gentes no se juega. Esta suma de solidaridades está descubriendo una nueva “salud pública”, donde sin las “partes” no hay un “todo”.
Finalmente, la salud pública, al igual que la educación, son factores aglutinantes de cualquier sociedad que se precie de tal. Cuando la “ciencia” deja de ser “propiedad intelectual” de pocos, para transformarse en un motor de soluciones sociales inmediatas, la ciencia se libra de ataduras conceptuales para avanzar hacia la resolución de las necesidades de las gentes. Allí residen todos y cada uno de los ahorros, en la responsabilidad y el compromiso de las partes.
 

Licenciado [MBA R&D] Víctor Norberto Cerasale, 2013-06-28. Copyright by Cerasale, 2013. Derechos reservados. Exclusivo para Revista Médicos, Medicina Global.
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