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La regulación de la seguridad social en la Argentina con
sus dos leyes más importantes 18.610 y 23.660 no
establece incentivos para que los aseguradores cumplan
el rol de cuidar, mantener y promover la salud de la
población asegurada. El sistema estuvo diseñado de tal
manera de actuar como compensador de la pérdida de salud
y no como una organización preparada para prevenir y
promover.
En el caso de las obras sociales casi en forma
concomitante con la Ley Nº 18.610 que estableció el
aporte obligatorio a la Seguridad Social se crea a
través de la Ley Nº 19.032: el Pami que concentra los
riesgos de las personas de mayor edad. En consecuencia
¿por qué? una obra social se va a preocupar por la salud
de sus afiliados si total cuando esa persona envejezca o
deje de trabajar en la actividad se transferirá al Pami
que tendrá que lidiar entonces con esa persona de salud
deteriorada y con los mayores costos de los servicios
requeridos por parte de los adultos mayores.
Aproximadamente en los mismos años (1971) el Presidente
de Estados Unidos Richard Nixon, que se enfrentaba con
el problema nacional de una inflación en la cual los
costos de la atención médica eran un factor cada vez más
importante, destacó en su mensaje presidencial al
Congreso la necesidad de crear más programas como el de
Kaiser. (1)
Ese discurso, ampliamente divulgado en los medios de
comunicación y discutido en los ambientes académicos,
desató un proceso político que recibió el apoyo de los
dos partidos mayoritarios. El proceso culminó en 1973
con la promulgación de la Ley 93.222. Básicamente
inspirada en el sistema Kaiser-Permanente, la ley
promueve la creación de sistemas en todo el país y
otorga fondos federales para su planificación y
financiamiento inicial.
Como consecuencia de esta legislación que impulsaba el
surgimiento de las HMO (2) (Health Maintenance
Organization) en el año 1985 ya se encontraban en
funcionamiento más de 483 de estos planes, ubicados en
zonas muy diversas del país, y sirviendo a más de 19
millones de personas. Al margen del beneficio social que
han acarreado, una de las grandes ventajas, que algunos
señalan, de estos sistemas ha sido el lograr una marcada
reducción en la tasa de utilización de camas en los
hospitales, sin reducir calidad, con satisfacción del
usuario y beneficio para la economía del país.
Sin dudas que el sistema de salud de Estados Unidos no
puede ser considerado un ejemplo para el resto, sus
resultados sanitarios y la población que no está
alcanzada constituyen una muestra de que era necesario
producir reformas que llevó adelante el Presidente Obama
y que han sido resistidas por grupos del partido
republicano. Sin embargo, es necesario subrayar que el
sistema de salud de Estados Unidos a través de sus
diferentes agentes es un innovador clave, como muestra
solamente mencionemos los desarrollos de tablero de
mandos en las organizaciones de salud, la planificación
estratégica de los hospitales, los nuevos modelos de
financiamiento (GRD) o la evaluación de la calidad a
través de la Joint Commission.
La Argentina es uno de los países de América latina con
más larga tradición y desarrollo de los terceros
pagadores. Nos estamos refiriendo por supuesto a las
obras sociales y a las empresas de medicina prepaga.
Cuyo rol histórico ha sido compensar y manejar el riesgo
de determinadas poblaciones al enfermarse o perder la
salud. Crecieron y se desarrollaron pagando prestaciones
para recuperar la salud perdida de la población. Los
incentivos para “mantener la salud” de la población
fueron escasos o nulos.
Así el crecimiento estuvo asociado a las tecnologías, al
manejo financiero en las épocas de inflación y en
retaceo (vueltas burocráticas) de prestaciones a través
de diversos mecanismos. En estas políticas de preferir a
los sanos por sobre las personas con problemas de salud
o buscar mecanismos para dificultar el acceso se
destacan las empresas de medicina prepaga mucho más que
las obras sociales que continúan a pesar de los avances
realizados en los últimos años respondiendo a presiones
y reclamos políticos sindicales de los responsables de
la seguridad social que son los sindicatos.
En este doble rol de juez y parte, los sindicatos que
tienen que reclamar y defender la cobertura de salud que
reciben los afiliados son al mismo tiempo los
responsables de brindar ese servicio. La libre elección
a pesar de las críticas que ha recibido y de que se
podría haber implementado de otra manera minimizando los
daños colaterales, generó en algunas obras sociales
cambios positivos en cuanto al tratamiento y la atención
de los beneficiarios.
Volvamos al tema central del artículo -la naturaleza del
asegurador-, comprador de servicios de salud en el caso
argentino. El asegurador es la persona jurídica
(sociedad anónima, obra social, mutual, cooperativa y
mutualidad de previsión social) que, con la autorización
oficial (registro) correspondiente, asume las
consecuencias del riesgo que es objeto de cobertura en
un contrato de seguro.
El asegurador es quien recibe el aporte y el que tiene
la obligación de cuidar la salud de la población a su
cargo y no sólo “negociar” mejores precios con los
prestadores para las prestaciones que contrata para el
grupo. Que siempre serán más baratas que si la persona
tiene que contratarla sola. El manejo de riesgo de la
población, de estado de salud, de la tasa de utilización
es clave para el proceso de negociación entre asegurador
y proveedor de servicios.
La función que juega en el mercado es representar y
negociar en nombre de la demanda agregada de la cual
tiene información epidemiológica, en otros términos
tiene el deber de conocer la población a la cual tiene
que comprarle servicios. En no pocos casos observamos
una renuncia a esa representación ante determinados
servicios como son los medicamentos ambulatorios y
proveedores poderosos como los laboratorios, donde se
termina entregando al paciente que debe pagar copagos y
adicionales que incrementan el gasto de bolsillo.
La asimetría informativa entre aseguradores, proveedores
y pacientes se incrementa con el tiempo por que sin
ningún tipo de regulación y control por parte de defensa
de la competencia se profundiza la integración vertical
entre aseguradores (obras sociales y EMP) y prestadores.
Es decir el paciente tiene que enfrentarse no solamente
con el asegurador que tiene una asimetría informativa a
su favor (sabe quién contratar, le arma la red
prestadora pensando más en el precio que en la calidad o
mejor dicho en lo que se pueda pagar) sino que además
ahora maneja la información clave del prestador en
cuanto a las necesidades y condiciones del mismo
paciente. La asimetría informativa de la relación de
agencia se agiganta enormemente y deja al enfermo ante
la impotencia de aceptar todo lo que le digan e
indiquen.
La falta de regulación e incentivos en la materia genera
una perversa distribución y asignación de recursos donde
un gran colectivo de personas son perjudicadas en
silencio. ¿Por qué digo esto? por que son personas que
no concurren al médico, ante síntomas o problemas
específicos de salud pero que tienen derecho a recibir
una prevención y promoción de la salud que las
aseguradoras deberían brindar por los ingresos mensuales
que reciben. Sin embargo y dado su carácter de fondos de
enfermedad y no organizaciones para mantener la salud,
lo único que financian es la prestación cuando ya la
persona ha perdido su salud.
Es lamentable pero es así y es por ello que debemos
trabajar en los próximos años para que los aseguradores
recuperen su verdadera naturaleza que son organizaciones
para mantener la salud y no para compensar ante la
enfermedad.
La Superintendencia de Servicios de Salud tiene hoy la
obligación de controlar y regular el sistema de
seguridad social y de medicina prepaga que al mismo
tiempo tiene relaciones complejas difíciles de controlar
y monitorear. Pero se encuentra ante el desafío de
aplicar el conocimiento adquirido sobre el
funcionamiento de los planes de salud promoviendo
comportamientos que tiendan a proteger y beneficiar a
los asociados – pacientes del mayor conocimiento y poder
de los aseguradores y proveedores de servicios. El único
camino es la construcción de capacidad técnica, de
estudios, regulaciones e incentivos que guíen el
comportamiento y la conducta de las organizaciones
prestadoras y aseguradoras.
1 Kaiser Permanente
organización con sede en Oakland, California, fundado en
1945 por el industrial Henrio J. Kaiser y médico Sidney
R. Garfield. Kaiser Permanente es un consorcio de tres
grupos distintos de entidades: el Kaiser Foundation
Health Plan, Inc. y sus organizaciones de funcionamiento
regionales, hospitales de la fundación de Kaiser, y los
grupos médicos de Permanente. En fecha 2006, Kaiser
Permanente funciona en nueve estados y Washington, C.C.,
y es la organizacion más grande de cuidado en Estados
Unidos. Kaiser Permanente tiene 8.7 millones plan de la
salud miembros, 156.000 empleados, 13.729 médicos, 37
centros médicos, 400 oficinas médicas, y $34.4 mil
millones en réditos de funcionamiento anuales y $1.3 mil
millones en la renta neta.
2 Tipo de práctica asistencial en grupo desarrollada en
EE.UU. que facilita el mantenimiento básico y
suplementario de la salud y los servicios de tratamiento
a los individuos inscritos voluntariamente que pagan
previamente unas tasas periódicas fijas que se
establecen sin tener en cuenta la cantidad o clase de
servicios recibidos. Algunas de las primeras HMO, entre
ellas la Kaiser-Permanente, han demostrado que este
sistema puede facilitar asistencia médica de alta
calidad a menor coste que otros sistemas de asistencia
sanitaria. Además de los servicios de diagnóstico y
tratamiento, incluida la hospitalización y la cirugía,
una HMO ofrece a menudo servicios suplementarios, como
asistencia dental, mental y oftalmológica, así como la
prescripción de fármacos. El soporte financiero federal
para el establecimiento de las OMAS se proporciona bajo
el Título XIII de la Public Health Service Act de
Estados Unidos de 1973
(*) Carlos Vassallo - Consultor en Economía y
gestión de la salud y el medicamento.
vassallo@gmail.com
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