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Es factible que el lector no haya visto la serie, más
aun cuando ésta haya concluido tras ocho temporadas, y
que su final sea propio del dilema que se plantea en
esta lectura.
Gregory House es un médico especializado en nefrología y
en enfermedades infecciosas. Jefe del departamento de
diagnóstico del ficticio Hospital en Nueva Jersey y de
su equipo. Se caracteriza por su mal genio, que provoca
la animadversión de la gente; Su cojera, causada por una
necrosis producida por un infarto muscular. Y su
adicción a la vicodina, por el consumo masivo de la
misma para calmar el dolor de su pierna. A pesar de
ello, tiene una gran capacidad de deducción y el “don”
de detectar la personalidad de un desconocido a partir
de pequeños detalles. Posee además un gran sentido del
sarcasmo y de la ironía. Sus faltas de respeto hacia las
normas del hospital (con el fin de salvar al enfermo)
han hecho que se haya jugado el puesto, pero siempre
acaba convenciendo a sus superiores.
Este caso ha sido comparado con el personaje de Sherlock
Holmes (de hecho, el creador de la serie, admite haberse
basado en el famoso detective), debido a su gran
capacidad de deducción o su adicción a las drogas. En un
artículo que lleva varios años del reconocido
catedrático español José Ángel Agejas se realiza una
breve descripción de la ética de un personaje rompedor
en un mundo hecho de tópicos y correcciones políticas
insulsas. Su ética no tiene nada de elaborado; quiere
saber si, de hecho, un hombre es feliz o infeliz, si
miente o dice la verdad. Puede parecer que martillea el
cerebro durante largas noches de ruido y truenos, pero
sabe entrar en el corazón sin llamar a la puerta.
La serie puede verse como un grito casi desesperado,
para que la ética vuelva a presidir las relaciones
humanas en un mundo pervertido por la falsedad de lo
políticamente correcto. Lo esencial es la ética
inquebrantable: el rechazo a la hipocresía tan
posmoderna y poscristiana. Lo realmente inmoral es
quedarse en los medios, métodos, reglamentos y no hacer
el bien. Por otra parte podemos cumplir las normas y no
ser buenos. Ya aconsejaba Don Quijote a Sancho que no
hiciera “muchas pragmáticas, y si las hicieres, procura
que sean buenas y, sobre todo, que se guarden y se
cumplan, que las pragmáticas que no se guardan lo mismo
es que si no lo fuesen”. Cumplir la norma no garantiza
ni que se haga el bien, ni que éste marque las pautas de
una sociedad.
El posmoderno es egoísta. Un sentimiento, por
definición, es particular, nunca universal. No es un
principio ético, aunque la cultura posmoderna se empeñe
constantemente como referentes en los debates éticos en
los que nos jugamos el futuro... “Quiten de esos debates
el sentimentalismo y se acabaron las objeciones”. Nadie
dice que sea santo. Pero quiere hacer el bien. La ética
no es cosa de normas, ni de sentimientos etéreos, sino
la combinación de todo ello a la luz de la prudencia,
con ese objetivo: el bien. “Este médico no viola normas,
las ignora”. Porque para inventarse normas, códigos y
procesos están los intervencionistas del signo que sean,
que odian la ética porque temen la libertad.
Al fin y al cabo lo que pretende el médico de la ficción
no es tanto enseñar medicina o deontología médica sino
entretener fascinando a su público, con apasionantes
asuntos de vida o muerte y un fingido carácter
insoportable. En el fondo late un corazón humano capaz
de insospechada ternura. En el capítulo final de la
serie titulado “todos mienten” se debate entre dos
alternativas: quedarse y morir o volver a prisión por
los próximos seis meses, lo que implica no pasar con su
mejor amigo, quien tiene cáncer, los últimos meses de su
vida.
A partir de diversos sucesos de la serie, se desarrolló
un libro de ensayos elaborados por profesores y doctores
en filosofía de significativo rango académico, que
intentan explicar, desde un punto de vista filosófico,
ético y religioso, lo que llamaríamos “el universo de
Gregory House” La primera parte analiza el sentido de la
vida, la modalidad particular del conflictivo
comportamiento con los otros, en el sentido sartreano, y
la discusión de la llamada “suerte moral” en la
responsabilidad médica: ¿Son los médicos responsables de
los errores que se cometen como consecuencia de factores
que no pueden controlar, tales como la negligencia o las
mentiras del paciente como factores de confusión o
distracción?
La segunda, resulta la más interesante, desarrolla las
diferentes analogías entre este médico y Sherlock
Holmes, y explica el método de diagnóstico mediante el
razonamiento abductivo que Charles Sanders Peirce
(1839-1914) llamó retroducción. La tercera considera a
sus principios en sus distintas modalidades,
especialmente desde el utilitarismo, donde el fin
justifica los medios.
En la última se tratan sus dificultades de conducta en
la amistad, el amor y hasta la necesidad de permanente
conflicto como forma de ironía socrática. Si bien, la
traducción tiene dificultades, en parte por el uso del
slang médico en el texto original y porque expresa los
términos filosóficos literalmente permite una adecuada e
interesante mirada para entender al personaje y su
universo.
Hasta se ha escrito sobre lo que opinaría Gregory House
del Obamacare: “Esto va a doler…”
(*) Médico - Maestreando
de la Maestría en Administración de Sistemas y Servicios
de Salud; Sede Fundación Sanatorio Güemes. Facultad de
Medicina – UBA - 2014.
Twitter @aacamerano
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