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Columna


EL “MOBBING”, UN CRIMEN PERFECTO
El acoso moral o maltrato psicológico en la vida cotidiana y laboral 

Por el Dr. Antonio Angel Camerano (*)


El “Moobing” se encuadra dentro del “estrés Psicosocial” y “Trastorno Adaptativo con ansiedad y depresión asociadas”. Mientras la Organización Mundial de la Salud mantiene sus previsiones para el año 2020 donde la depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo alerta sobre la posibilidad de destruir a una persona con frases, miradas y actitudes. Mecanismo que no sólo existe en la pareja, en la familia sino que es un problema serio en las empresas o instituciones.
Patologías de la esfera psicológica que tengan sustrato en un “órgano de choque” por ejemplo: úlcera, presión, trastornos vasculares entre otros, ocultan el problema. Las agresiones proceden de la voluntad de desembarazarse de alguien sin mancharse las manos. Avanzar enmascarado es lo propio del perverso. Esto es lo que hay que develar para que la víctima pueda volver a encontrar sus puntos de referencia y sustraerse a la mano de su agresor. Hoy la experiencia clínica fundada en la victimología, sitúa la problemática del lado de los agredidos con el fin de que el acoso que sufren se considere como lo que es: un verdadero “asesinato psíquico”. La víctima vive una situación de la que no es responsable.
El tema “acoso moral” es todavía un tabú que se está transformando en un gravísimo problema que afecta a las estructuras en todos sus niveles desde las bases hasta la alta conducción de la profesión, el individuo, la familia y la sociedad toda. Estudios realizados por el FBI sobre asesinos en serie sitúan el perfil psicológico del acosador moral como un pariente cercano de los mismos. Insomnio, migrañas y dolores de estómago son los primeros síntomas. Algunos beben y toman tranquilizantes. El rol de la compulsión profesional, el traslado de la culpa y la judicialización (acoso legal) entre otros son factores del medio. Como concluye Marie-France Irigoyen en su clásico libro sobre el tema: “Médicos e inspectores de trabajo han confirmado este fenómeno en plena expansión en el hemisferio norte, y han comenzado a denunciar públicamente estos casos. La toma de conciencia colectiva y corporativa es necesaria para que la gente reaccione. Muchos siguen manteniendo a esa gente destructora”.
El acoso empieza cuando la víctima reacciona y no se deja avasallar. Su capacidad de resistir, a pesar de las presiones es lo que lo señala como blanco. No es un proceso vertical con base única en la autoridad sino más bien tangencial. En países como España el 23 % de alta dirección padece de sintomatología. “La empresa en su conjunto se puede convertir en un sistema perverso: cuando el fin justifica los medios, y cuando está dispuesta a todo -incluso a destruir a sus empleados en toda su escala- con tal de alcanzar sus objetivos”. Enfrentamos a un proceso de acoso sin códigos, que no sólo socava la dignidad del recurso humano, sino de la propia estructura laboral. Si el punto de partida es un conflicto entre personas es porque la empresa o la institución lo permite y aunque ninguna Ley regule el acoso moral, se debe imponer el respeto de los individuos. La víctima no llega a darse cuenta de que la están forzando. Se halla como atrapada en una tela de araña, anestesiada, y a merced del que la domina. El perverso tiene que poder controlar el juego, su víctima no es más que un objeto que no debe abandonar su posición de objeto, y no un sujeto interactivo. Esta es la fase donde el agresor mantiene a la víctima en un estado de estrés permanente. Lo que nos diferencia de los individuos perversos, es que estos actos, en nosotros, son reacciones pasajeras. La noción de perversidad, implica una estrategia de utilización del otro, sin que se produzca un sentimiento de culpa. Los perversos son considerados como sicóticos sin síntomas que encuentran su equilibrio en este proceso.” Si existe un error de la víctima es en no ser desconfiada y en ser leal en cuanto aceptar lo que se le dice al pie de la letra.
Frente a una situación de estrés, el organismo reacciona en un permanente estado de alerta, con secreción de hormonas, depresión del sistema inmunitario con una modificación de los neurotransmisores. En realidad esto no es un problema de los neurotransmisores sino un problema de relación que los altera. Se dirá entonces, que las víctimas nacieron víctimas, se las acusará de ser las responsables y a la hora de tratar de resolver lo irresoluto se generará un aislamiento que las llevará a la soledad.
DSM-IV lo define como el trauma generado que afecta a funciones como la conciencia, la memoria, la identidad o la percepción. Una vez que el proceso de acoso ya se ha establecido, es difícil que se detenga de otro modo que con la marcha de la víctima. Los medicamentos sólo salvan el pellejo. La Asamblea General de las Naciones Unidas, en un anexo a la declaración de principios relativos a las víctimas, las define como violaciones en materia de derechos humanos.
Otro libro significativo cuya autora es de nuestro país, resulta ser el de la Lic. Diana Scialpi donde la violencia es considerada una epidemia soslayada que, en un futuro próximo, superará a las enfermedades infecciosas como causa principal de morbilidad. El enfoque de salud pública aborda las causas y las consecuencias de la violencia, hace hincapié en la acción colectiva y considera prioritaria la prevención. La autora explora el territorio de la administración y desenmascara conductas violentas habituales a través de una muestra intencional de casos, propia de los estudios exploratorios. Esta investigación es pionera del fenómeno de la violencia laboral institucional (político burocrático).
Quienes trabajamos en el área de la salud tenemos la obligación ética y científica de reconocer y alertar sobre estas patologías, y actuar siempre que sea posible desactivando así la relación perversa, así como introducir modificaciones, en el ámbito laboral profesional o familiar donde se manifieste. Y sobre todo los que tenemos alguna responsabilidad en el manejo y liderazgo de equipos de trabajo, debemos estar informados a fin de poder detectar y evitar estas posibles situaciones fundamentalmente manteniendo un bajo nivel de conflictividad.

(*) Médico - Maestreando en Administración de Sistemas y Servicios de Salud; Sede Fundación Sanatorio Güemes. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Medicina 2014.
Twitter @aacamerano
 

 

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