|
Sostiene César Molinas (¿Qué hacer
con España?, Ed. Destino, 2013) que
el futuro se construye tirando de la
organización, no empujando: hay que
tener una visión de futuro, poner
los piés allí y estirar de la
organización. Juan Simó “Juan Simó.
Centro de Salud Rochapea. Pamplona
(Navarra)” se sitúa en 2024 e
imagina los cambios que propone para
la Atención Primaria española
durante la próxima década. Los
describe en un hipotético reportaje
conmemorativo del 40 aniversario del
inicio de la reforma de la Atención
Primaria que se publicaría en 2024,
pero que El Médico publica en 2014
coincidiendo con el 30 aniversario
de la reforma de 1984
(http://www.elmedicointeractivo.-
com/analisis/tribuna/125617/2024-regreso-al-futuro-de-la-atencion-primaria).
Siempre se hacen discursos extensos
sobre la salud… los sistemas
solidarios de salud… las equidades y
las inequidades de la misma… y se
esgrimen numerosos argumentos de
esto y de lo otro, los cuales
aparecen como soluciones, algunas
mágicas, otras consensuadas, algunas
muy bien diseñadas pero que nunca se
traducen en resultados para el
público, otras improvisadas que
terminan produciendo más daños que
beneficios… y la realidad, la
implacable realidad, suele imponer
sus evidencias, y éstas revelan que
hay un divorcio entre el discurso y
la calle, o si se quiere entre la
salud desde lo macro y la otra que
se representa en lo micro.
Asumimos que lo macro se refiere a
los indicadores… de gestión… por
ende de producción en salud, algo
que tiene interés para los ámbitos
políticos… y si bien, éstos alcanzan
los estamentos de los servicios, no
siempre se condicen con las
respectivas realidades… esas que
perciben los médicos/as, los
enfermeros/as, los farmacéuticos/as,
los bioquímicos/as, y todos los
demás, que no son pocos, y que
muchas veces asumen el rol de ser
pacientes, o bien que deben “salvar”
a familiares en tal condición…
salvándolo de su enfermedad, pero
también de las paradojas del
sistema/modelo.
Asumimos que lo micro se refiere a
las personas… intentando ser
atendidas… intentando ser
contenidas… intentando ser curadas…
algo que la política suele recitar
como referencia, pero que rara vez
encaja en la realidad de los
pacientes y/o familiares y/o amigos
y/o “alguien” y/o algunos, que deben
hacer verdaderos periplos para
conseguir un turno, conseguir que
alguien los escuche, conseguir que
alguien los comprenda, conseguir que
alguien les explique, conseguir que
alguien los guíe en el laberinto de
las administraciones mal llevadas y
peor coordinadas, conseguir que los
respete como personas, conseguir que
alguien les resuelva el problema que
se ubica más allá de su enfermedad,
en general por sobre y por delante
de ella… tema no menor a la hora de
los enfermos y sus enfermedades,
condenados por estas últimas
(enfermedades) y también víctimas de
un sistema que dejó de serlo hace
mucho tiempo…
Cuando cada quien, o quien sea,
camina los pasillos de la salud
pública… visto con los mejores ojos,
despojados de sentimientos de
confrontación y/o persecución y/o
exclusión y/o crítica malparida,
descubre que hay un divorcio
tangible entre lo macro y lo micro,
o lo que es lo mismo, hay un
divorcio entre el discurso y la
necesidad genuina, creándose
agujeros negros peligrosos,
esencialmente peligrosos para los
pacientes y sus cuitas… mucho más
peligrosos para las finanzas
familiares… y ni qué hablar de las
usuales omisiones, negaciones,
olvidos, que condenan a los enfermos
a cargar con estados depresivos o
bien a sentirse (así lo describen
muchos de ellos) que están frente a
una pared que no ve, no escucha, no
entiende… pero que los goza.
La realidad, siempre implacable, nos
enseña que no hay coordinación
administrativa, por ende tampoco la
hay en la gestión, por consiguiente
mucho menos la hay entre los
recursos humanos profesionales, y
desde luego, tampoco la hay a la
hora de los pacientes y sus
desesperaciones y desesperanzas,
siempre libradas a sus suertes, a
sabiendas que una vez asumido el
diagnóstico, lo que le seguirá será
un calvario… ya que de no contar con
un “amigo” dentro de la estructura a
la que se asiste… se podrá perecer
en el intento, o también durante la
espera… parece o suena apocalíptico,
y lo es para los individuos
enfermos… aun cuando el resto del
sistema/modelo ni siquiera lo
perciba, no quiera darse cuenta, o
no le importe.
En el punto donde la salud pública
y/o privada y/o dudosamente
solidaria y/o inequitativa se
judicializa… indefectiblemente
fracasa, o al menos demuestra que el
sistema lo hace, o al menos enseña
que el modelo no sirve, está
fracturado, desintegrado, o hasta
descoordinado, lo suficiente como
para hacer que las
personas/pacientes se vean
frustradas en sus intentos de
reclamar por algo que les
corresponde por derecho…
Pami, como modelo fundacional de lo
solidario y de lo equitativo,
copiado y referido hasta el hartazgo
por terceros involucrados directa o
indirectamente… no ha servido para
que el resto del sistema “aprenda”
de sus aciertos tanto como de sus
errores… por consiguiente, el resto
del sistema, tanto el solidario como
el que no lo es, ha seguido el
criterio de los “errores”, dando
lugar a una administración que se ha
ido transformando en una máquina de
impedir-salud-al-paciente… puede
molestar o doler, pero dado que el
universo de afectados es demasiado
significativo, bien vale considerar
la aseveración.
El mundo de la salud globalizada
estima que la administración no
puede superar el 5% de la estructura
de servicios de salud… algunos
coincidirán… otros lo rechazarán… en
nuestro país, las administraciones
ocupan más del 12% de cualquier
estructura asistencial, y
curiosamente, impiden, sea por
acción, sea por omisión… aunque a
decir verdad, la falla o el fallo se
produce por carencia de
coordinación, esto es “alguien” que
colabore con los pacientes
llevándolos de la mano por el
laberinto de las estructuras
asistenciales… entre otras cosas,
claro está. El simple ejemplo que
comienza con el intento de obtener
un turno para ser atendidos…
establece que el paciente,
cualquiera sea, además de tal… se
convierta en víctima del sistema.
Epílogo: la estructura asistencial
de la salud pública demanda la
presencia de “coordinadores” que
resuelvan, sí… “resuelvan”… los
problemas de los pacientes, a
efectos que sólo deban ocuparse de
sus enfermedades, y no de ver cómo
esquivar las vallas que les imponen
desde los sectores administrativos,
siempre dispuestos a atropellar a
cuanta persona se les cruza… siempre
que no se trate de un “amigo”. Los
ejemplos son muchos, demasiados,
dolorosos… tanto que para cualquier
paciente y/o familiar, se tornan
insoportables, inmerecidamente
insoportables.
|