|
Cecilia Grierson, la primera mujer en graduarse de
médica en la Argentina en el año 1889, para entonces ya
había desarrollado la primera escuela de enfermeras de
América latina que funcionaba en el Círculo Médico de la
Capital Federal. Cabe recordar que Grierson había
diseñado esa carrera aun antes de recibirse de médica,
al observar la necesidad imperiosa de esa labor en los
distintos establecimientos sanitarios. También fundó la
Sociedad Argentina de Primeros Auxilios, y la Sociedad
de Obstetricia Nacional.
“Res non verba”, la expresión en latín que significa
“hechos, no palabras”, era el lema que ella había
adoptado como guía para su profesión. Y qué mejor que
retomar tanto esa consiga como el propio legado
conceptual de Grierson para trabajar en nuestro
presente, en espacios médicos ¡Tan despoblados de
enfermeros!
Grierson siguió los pasos de Florence Nightingale,
considerada una de las pioneras de la enfermería moderna
y creadora del primer modelo conceptual de enfermería.
Ella sentó las bases de la profesionalización,
estableciendo en 1860 su escuela de enfermería en el
hospital Saint Thomas de Londres, primera escuela laica
de enfermería en el mundo. Sus aportes fueron básicos
para la planificación y organización hospitalaria y para
la comprensión del concepto de asistencia médica. Es
ella la que inspiró la Fundación de la Cruz Roja
Internacional, que todavía otorga la Medalla Florence
Nightingale para las enfermeras que han dado una
atención excepcional a los enfermos y heridos en la
guerra o en la paz.
En nuestro país, la desarticulación entre los actores
del sistema sanitario, las bajas remuneraciones y las
particularidades de la cultura local que privilegia la
figura del médico, hace que en los eslabones
fundamentales de la atención de la salud -como la
prevención, curación y rehabilitación- no cuenten al
presente con la participación cuantitativa y cualitativa
que el rol de la enfermería requiere.
Llegamos así al panorama actual que muestra que en la
Argentina tenemos 5 médicos por cada enfermero, mientras
que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece
como relación ideal 1 médico cada 3 enfermeros. Al mismo
tiempo determina que es recomendable la relación de 1
médico cada 800 habitantes, mientras que en la Argentina
tenemos 1 cada 320, con extremos como Capital Federal
con 1 médico cada 113 personas, y en Formosa 1 cada 910.
Estas cifras evidencian una desproporción muy acentuada
del equipo asistencial, cuando lo que se necesita
imperiosamente es un cuerpo de enfermeros capacitados,
confiables y bien remunerados. La situación es
extremadamente variable en todo el mundo. En primer
lugar en términos cuantitativos, las últimas
estadísticas de la OMS reflejan que en Canadá hay 90
enfermeros por cada 10.000 habitantes, en Australia,
Finlandia, Alemania y Japón el número es de 100 y en
España de 50, mientras que en la Argentina es de 5 cada
10.000 habitantes. Sin embargo, hay que tener cierta
cautela al interpretar esas cifras porque la fiabilidad
de estos datos ha sido cuestionada en varios países.
La baja retribución salarial determina que se tiña a la
profesión de enfermería como poco calificada, con la
consecuente desmoralización de estos profesionales. Este
cuadro de poca retribución salarial se combina con una
capacitación insuficiente, en particular dentro de las
especialidades médicas. Todos estos elementos potencian
la falta de incentivos para quien quiera dedicarse a la
carrera de enfermería, y en el plano de quienes ya
trabajan en ella, explican la escasez de personal como
también la ineficiencia laboral provocada por la
sobrecarga de tareas y por la necesidad de tener varios
empleos, lo que dificulta su formación continua.
Si hacemos foco en su capacitación, observamos que
apenas el 2% de quienes ejercen de enfermeros tienen la
Licenciatura, el 29% son Enfermeros profesionales, casi
el 58% Auxiliares, y el 11% es personal “empírico”, así
llamados por haberse formado en la práctica. Estas
debilidades formativas sin duda agravan el cuadro de
escasez de personal de enfermería, ya que una parte
significativa no tiene los niveles necesarios de
capacitación y perfeccionamiento que la profesión
necesita. En las zonas del país más alejadas de los
principales centros urbanos, se acrecientan los aspectos
negativos y al marcado déficit de enfermeros se le suma
un mayor porcentaje de personal auxiliar y “empírico”.
Si bien en este texto nos centramos en los enfermeros,
el marco actual del sistema sanitario también hace
imprescindible hablar de otros sectores que componen el
plantel de profesionales como anestesistas, terapista
intensivos, neonatólogos, anatomopatólogos y
emergentólogos que son especialidades en las que es muy
manifiesta su llamativa falta.
Esta aproximación al nodo esencial – la disarmonía en el
núcleo asistencial – sirve de orientación para concretar
propuestas que transformen nuestra “realidad virtual” en
una realidad auténtica y por lo tanto efectiva en el
escenario de la salud.
El desafío sigue siendo construir un Sistema Federal
Integrado de Salud en correspondencia al proyecto de
Nación por medio de una planificación estratégica con un
cronograma de agenda a cumplir y el presupuesto por
programa que la sustente. También se hace imprescindible
recuperar el rol del Estado, la Universidad y el Sector
privado, para que en articulación permanente, cumplan
las pautas de un plan integral que tienda a solucionar
las distintas problemáticas que aquejan al campo
sanitario argentino.
Resulta fundamental incluir al personal de enfermería en
la formulación de las políticas de salud, elemento que
aún no ha sido puesto en práctica. A no dudar, los
enfermeros aportarían sus experiencias, observaciones y
datos imprescindibles para rediseñar las políticas
sanitarias. De ahí la importancia de que las enfermeras
líderes se involucren en el desarrollo de programas para
mejorar los servicios sanitarios, ya que ellas tienen el
conocimiento práctico de cómo éste puede ser concebido,
diseñado, coordinado e implementado. Un reciente estudio
publicado por The Lancet mostró que el incremento del
10% del número de enfermeras con estudio universitario
se traduce en un descenso del 7% en el riesgo de muerte.
Hoy estamos urgidos por contar con un mayor número de
enfermeras profesionales, que tengan acceso a las
múltiples especialidades y a los nuevos conocimientos
que la tecnología aporta, y al mismo tiempo se diseñe
una distribución geográfica nacional inteligente y
equitativa que nos permita volver a expresar ”res non
verba”, es decir “hechos, no palabras”.
|
Ignacio Katz.
Doctor en Medicina (UBA).
Director Académico de
la Especialización en Gestión Estratégica de
Organizaciones de Salud Universidad Nacional del
Centro (UNICEN).
Autor de: “Claves jurídicas y asistenciales para la
conformación de un Sistema Federal Integrado de
Salud” (Eudeba, 2012) |
|