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Comencemos analizando la salud en nuestro país desde
tres perspectivas.
La primera tiene que ver
con el nivel de salud de nuestra población
Si analizamos el comportamiento de dos indicadores que
miden el nivel de salud como son la Mortalidad Infantil
(MI) y la Esperanza de Vida al Nacer (EVN) vemos que han
mejorado en las últimas décadas. Efectivamente la MI
descendió un 80% en los últimos 60 años y la EVN aumentó
alrededor de un 20% en ese mismo período. O sea hoy los
argentinos vivimos unos 13 años más que en aquel
entonces. Pero la realidad es que todos los países del
mundo han mejorado su salud y lo que cobra importancia
entonces es el ritmo o la velocidad de las mejoras de
esto indicadores. Desde ese punto de vista la Argentina
pasó del 2do lugar en AL de la década del 50 a un 7mo
lugar en la actualidad en cuanto a ambos indicadores
mencionados. Y así con la mayoría de los indicadores de
salud. O sea hemos perdido mucho terreno.
La EVN es un indicador que integra además el índice de
desarrollo humano. En la primera medición de dicho
índice la Argentina estaba primera en AL y actualmente
descendimos a un 2do lugar detrás de Chile y con otros
países acercándose.
En cuanto a la Mortalidad Materna estamos lejos de
cumplir las metas propuestas para el 2015 de los
Objetivos del Milenio compromiso asumido por nuestro
país en el año 2000. Obviamente los peores indicadores
se observan en la población de menores recursos y sin
cobertura explícita. Además la Argentina enfrenta una
doble carga de morbilidad con una prevalencia muy alta
de Enfermedades No Transmisibles.
La segunda perspectiva es la de la respuesta organizada
que se da un país justamente para resolver sus problemas
de salud, o sea la organización de su Sistema de Salud.
Varios estudios demuestran diferencias en cuanto al
nivel de acceso a los servicios según el nivel de
cobertura de la población. Quienes poseen cobertura
explícita de obra social o prepaga médica acceden más y
mejor a los servicios de salud. Incluso entre los que
dependen exclusivamente de la cobertura del Estado
(sector público exclusivo), los que tienen algún plan de
salud como el NACER, Seguro Público Provincial u otro,
tienen mejor acceso que quienes no lo tienen. Esto nos
habla de la importancia de avanzar hacia un modelo de
inclusión hacia sistemas de protección social en salud.
La gran fragmentación y segmentación del sistema (más de
250 obras sociales, múltiples prepagas médicas, 24
provincias autónomas, sistemas municipales, etc.)
complican este panorama. Esto habla de la necesidad de
coordinación y de generar Rectoría a nivel Nacional.
La tercera perspectiva es
desde el financiamiento de la salud
El gasto en salud en nuestro país es de alrededor del 9%
del PBI, similar (en cuanto al porcentaje destinado, no
a la cantidad total) a muchos países desarrollados. Pero
la diferencia es que mientras que aquí alrededor del 40%
de ese gasto es privado (o sea gasto del bolsillo de las
personas fundamentalmente) en otros países como
Inglaterra, España, Canadá, etc. más del 80% del Gasto
es público. Esto habla de una enorme inequidad en
nuestro país en donde quien más tiene mejor salud puede
obtener.
Alrededor del 33% del gasto es de la Seguridad Social y
el 22% es público. Del gasto público el gasto
mayoritario lo realizan las provincias, luego los
municipios y por último la Nación. El Ministerio de
Salud de la Nación solo aporta el 0,3% del PBI. Esto nos
habla a su vez de la escasa Rectoría que el gobierno
Nacional ejerce sobre el sistema, agravando la
fragmentación y segmentación. Esta situación no se
modificó en esta década en donde se aumentó
exponencialmente el gasto público. La Salud es una gran
deuda social.
¿Qué hacer entonces en
Salud? Un Nuevo Shock de Acceso
Debemos tener en cuenta que el ritmo de mejoras en los
niveles de salud descriptos más arriba, no fue parejo en
estas décadas. Del total de mejoras en estos indicadores
el 60% ocurrieron entre los años 1945–55 y 1970–75.
Justamente ambos períodos en donde se forjaron nuestros
dos subsistemas mayoritarios: el Público durante la
gestión Carrillo en el 1er gobierno de Perón y el de la
Seguridad Social a partir de la ley 18.610 en 1970. En
ambas experiencias, en donde los indicadores de salud
mostraron una mejoría sustancial, lo que se logró fue
que la gran mayoría de la población accediera en forma
masiva a la tecnología adecuada en un período corto de
tiempo. En ambos se logró masificar y poner al alcance
de las mayorías, las tecnologías de la época en un
tiempo muy corto lo cual impactó en los niveles de salud
al resolver gran cantidad de demanda oculta.
Estos shocks de acceso fueron determinantes para mejorar
los niveles de salud de la población, especialmente de
los más desprotegidos.
Teniendo en cuenta este análisis, algunas de las grandes
líneas estratégicas para avanzar estarían dadas por
lograr nuevamente un acercamiento masivo de la
tecnología disponible a la gran mayoría en un período de
gobierno. Consideramos aquí al acceso no como un valor
absoluto (hay o no acceso) sino como un valor continuo
que va desde un extremo de acceso oportuno en el tiempo
a servicios de calidad hacia otro extremo de acceso
inoportuno y de baja calidad. En general podemos afirmar
que las personas con mejores coberturas acceden cercanas
al primer punto y quienes tienen menor cobertura
explícita acceden más cercanos al segundo extremo del
continuo configurando grandes brechas de inequidad.
Este nuevo shock de acceso se debe configurar
ensamblando varias políticas.
Algunas de ellas podrían
estar dirigidas a:
-
Incluir a las personas a los sistemas de protección
social existentes o nuevos:
En la actualidad el shock de acceso se debería
manifestar incorporando al 34% de la población que
trabaja en negro a los sistemas laborales en blanco
que le brinden cobertura en salud de la seguridad
social. También debemos incorporar a la población
sin cobertura a sistemas provinciales de
aseguramiento en salud como pueden ser los seguros
públicos provinciales u otros. En estos casos
debemos asociar fuertemente los planes de protección
social como la AUH a coberturas explícitas en salud.
-
Modificar la composición del gasto en salud
Debemos pasar del 45% del gasto privado (altamente
inequitativo) a una relación como mínimo de un 80%
de gasto público (seguridad social más gasto del
Estado) y un 20% privado. Este aumento del gasto
público debe estar liderado por una fuerte inversión
de la Nación, fundamentalmente subsidiando gasto en
medicamentos para los sectores con menores recursos
económicos y a los sistemas provinciales de
protección social en salud.
-
Nueva Relación Nación - Provincias
A través de un Pacto en Salud que determine roles y
funciones de cada uno y el financiamiento adecuado
según resultados a obtener. Firma de Convenios entre
Nación y Provincias que determinen el sistema a
adoptar y fije metas claras.
-
Modelo de Atención basado en la Estrategia de
Atención Primaria de la Salud
Avanzar hacia un nuevo modelo de atención homogéneo
en todo el país a partir del establecimiento de
Líneas de Cuidados con protocolos de atención
adaptados a realidades regionales.
-
Incorporar tecnología adecuada
Incorporar tecnología a la atención de la salud como
por ejemplo Historia Clínica digital, recetas
electrónicas, etc.
En síntesis
Uno de los principales desafíos del próximo gobierno en
la cuestión social deberá ser reformular el sector
salud. Luego de una década de superávits gemelos y una
macroeconomía fuerte, en donde el Estado Nacional
retornó a un centro luego de un período de
privatizaciones, haciéndose presente en todas las áreas
de la economía y sociales, aumentando el gasto en
educación y el gasto social con diferentes programas, y
siendo la fuente de mayor creación de empleo,
verificamos que este mismo Estado Nacional sigue ausente
en el sector salud. La Salud es la gran deuda social.
Será responsabilidad del próximo gobierno revertir esta
situación.
(*) Médico. Especialista en
Salud Pública. Ex Subsecretario de Relaciones
Institucionales e Investigación del Ministerio de Salud
de la Nación (2008 – 2009).
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