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En la década de los noventa la Medicina Basada en la
Evidencia (MBE) produjo cambios radicales en la Gestión
Clínica. El objetivo primordial de la MBE es el de que
la actividad médica cotidiana se fundamente en datos
científicos y no en suposiciones o creencias.
Si bien se pueden rastrear antecedentes de la MBE en los
trabajos pioneros de Cochrane en 1972, de John Wennberg
en 1973, y en los trabajos sobre la variabilidad de la
práctica clínica y de Iván Illich y Thomás McKeown en
1976 sobre crítica a la medicina, su desarrollo
explosivo se puede asignar a la publicación en la
revista JAMA del artículo titulado: Evidence-based
medicine. A new approach to teaching the practice of
medicine en 1991, del Grupo de Trabajo en Medicina
Basada en la Evidencia de la Universidad McMaster en
Ontario (Canadá), “Evidence-Based Medicine Working Group”
(EBMWG). A partir de entonces la MBE ha cambiado la
práctica clínica y la formación médica en muchas
facultades de medicina.
A partir del 2000 es el concepto de “Seguridad Clínica”
el que cobra relevancia dentro de la Gestión Clínica. Es
en 1999 cuando el Instituto de Medicina (IOM) de la
Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos
publicó el informe “Errar es humano” y la tendencia
hacia la seguridad clínica o seguridad del paciente
alcanzó gran relevancia. La Organización Mundial de la
Salud creó en el año 2004 la “Alianza Mundial para la
Seguridad del Paciente” y posteriormente se publicó el
informe europeo “Una Organización con Memoria”, mientras
que en América latina el primer documento nacional que
estableció oficialmente una política de seguridad del
paciente fue el denominado “Lineamientos para la
implementación de la política de seguridad del paciente”
en Colombia en junio de 2008 seguido en el 2009 de una
Guía técnica “Buenas prácticas para la seguridad del
paciente en la atención en salud”.
En el segundo decenio de los 2000 la tendencia es hacia
la lucha contra el derroche de trabajos clínicos que no
aportan nada. Se estima que alrededor de 200.000
millones de dólares – o el equivalente a 85 por ciento
del gasto mundial en investigación – son desperdiciados
rutinariamente en estudios mal diseñados y redundantes.
El 30 por ciento de los trabajos más influyentes de
investigación médica llegan a ser considerados de baja
calidad y con información exagerada. Existe también una
gran cantidad de evidencia médica contradictoria y poco
fiable, como mucho de los estudios que pretenden
demostrar que casi todos los alimentos que consumimos
son causa o previenen el cáncer. La Medicina Basada en
la Evidencia fue puesta bajo una lupa por la cantidad de
trabajos sesgados por mal diseño o por influencia del
patrocinante.
Un campo que presenta esta problemática es la
investigación preclínica de medicamentos -por ejemplo la
investigación realizada en los laboratorios académicos
sobre cultivos celulares- tratando de proponer un
mecanismo de acción de los fármacos que se podían
desarrollar. Hay documentos que muestran que sólo el 10
a 25 por ciento de ellos podrían ser reproducidos por
otros investigadores. La investigación con animales es
otro de los campos que ha tenido una serie de
evaluaciones empíricas mostrando que casi todo lo que se
publica es “estadísticamente significativo”. Sin
embargo, hay grandes problemas en los diseños de estos
estudios y muy poca reproducibilidad de los resultados.
La mayoría de estos estudios no sirven cuando se intenta
avanzar en la experimentación humana.
REINVENTANDO LA GESTIÓN
CLÍNICA
Todas estas tendencias han producido una revolución en
la Gestión Clínica a la vez que su revalorización. Las
bases conceptuales de esta reforma y revalorización de
la Gestión Clínica son los tres pilares porterianos y la
triple aim de IHI.
Michel Porter en 2006 plantea que los tres principios
que deben guiar esta reforma son: 1) El objetivo debe
ser centrarse en el “valor salud” para los pacientes (Health
Care Value for Pacients), 2) La práctica médica debe ser
reorganizada alrededor de condiciones médicas y ciclos
de cuidados y “centrada en pacientes” (Patient Centered
Care -PCC-) y 3) Los resultados de salud y de los costos
deben ser mensurados. Siguiendo estos principios afirma
Porter, se incrementará la satisfacción profesional y
decrecerá la actual presión hacia los médicos, los
pacientes recibirán mejor atención y los costos podrán
ser contenidos.
Por otra parte se habla de que un programa o una
actividad producen un triple aim cuando: 1) Mejora la
experiencia del paciente, incluyendo la calidad del
proceso y la satisfacción por el trato recibido 2)
Mejora la salud de las personas y de las poblaciones y
3) Reduce los costos. Por ejemplo un programa de mejora
en la prescripción médica de antibióticos mejora al
paciente y a la población al producir menor resistencia
a los ATB, menores efectos adversos y disminuye costos.
ALGUNOS DESAFÍOS DE LA
GESTIÓN CLÍNICA RENOVADA
1) Mejorar la investigación y la evidencia médica.
Muir Gray plantea que hay siete impurezas que contaminan
el conocimiento y sobre los que hay que trabajar para
mejorarlos. Estos son: Sesgo inicial que parte del
patrocinio, Obscurantismo en la publicación de
resultados, Sesgo de la información que llega a los
médicos, Sesgo de la información que llega a los
ciudadanos, Conflictos de intereses a todos los niveles,
Práctica de la medicina defensiva, Innumeracy
generalizada.
2) Disminuir el sobrediagnóstico y el sobretratamiento.
El sobrediagnóstico es un concepto probabilístico de
difícil manejo en el ámbito clínico. Hay que abordar el
problema a través de escalas de riesgos. Actualmente
aparece un nuevo término en el campo de la prevención:
La prevención cuaternaria, que incluye el conjunto de
actividades que intentan evitar, reducir y paliar el
perjuicio provocado por las intervenciones innecesarias
o excesivas del sistema sanitario. Se trata de evitar
daños originados por la acción médica específica.
3) Lograr que la Medicina Basada en la Evidencia llegue
al consultorio médico.
A través de las Guías de prácticas Clínicas y los
Protocolos de Atención.
4) Incorporar la Atención Centrada en el Paciente.
Este es el gran cambio cultual. Es involucrar al
paciente en las determinaciones. Darle opciones para que
él pueda tomar una determinación.
5) Hacer Medicina mínimamente disruptiva e integración
de servicios.
Se trata de ajustar los planes terapéuticos a las
realidades de las vidas diarias de las personas que
padecen varias patologías. Debemos evitar derivaciones a
especialistas, que a su vez les ofrecen recomendaciones
y prescripciones descoordinadas que les conducen a la
polifarmacia y a iatrogenias causadas por interacciones
imprevisibles.
6) Evitar actuaciones desproporcionadas en el final de
la vida.
El sistema sanitario no está afrontando con el rigor
necesario la atención en el período de final de vida de
pacientes oncológicos, pacientes crónicos y geriátricos
frágiles. Hace falta más investigación sobre adecuación
de prácticas clínicas y, sobre todo, más debate social y
científico sobre el tema.
EL FUTURO DE LA GESTIÓN
CLÍNICA RENOVADA
Varios cambios serán necesarios para lograr imponer este
enfoque de una Gestión Clínica Renovada. En primer lugar
serán necesarios científicos que sean capaces de filtrar
los malos estudios. Es necesario una mejor revisión por
pares en múltiples niveles. Se debe mejorar el proceso
de revisión por pares y nuevas formas de hacerlo y
cambiar el sistema de incentivos y recompensas de manera
que se premien los mejores métodos y prácticas. Se deben
alinear incentivos y recompensas con credibilidad y
buenos métodos. Se necesita investigación sobre la
investigación.
La MBE está cuestionada. Existen innumerables
investigaciones sesgadas por los patrocinantes. Deberá
recomponer su credibilidad y para esto será necesaria
una profunda reforma en la manera en que se obtiene la
evidencia científica.
El “Health Care Value for Pacients” y el “Pacient –
Centered Health Care” deben ser los nuevos objetivos de
la práctica clínica y de la reorganización de los
servicios. La Gestión de las Expectativas de los
Pacientes (Managing Patient Expectations) una
herramienta imprescindible para lograr estos objetivos.
En países desarrollados esta nueva ola de reformas se
viene dando progresivamente. Tanto los servicios de
salud como la industria están trabajando en esta
dirección en un entorno altamente competitivo. En
nuestro país estamos lejos de estas reformas. Alinearnos
en esta dirección debe ser una Política de Estado que
encare el próximo gobierno.
(*) Médico. Especialista en
Salud Pública. Ex Subsecretario de Relaciones
Institucionales e Investigación del Ministerio de Salud
de la Nación (2008 – 2009).
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