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Opinión


El emponderamiento de pacientes y médicos
 
Por el Licenciado
Víctor Norberto Cerasale [MBA R&D]
 

El derecho a la salud de las personas, además de ser una parte fundamental de los derechos humanos, lo son de los derechos ciudadanos, formando parte de numerosas declaraciones de instituciones de orden global, que contrariamente a lo que podría suponerse, en vez de instalarse como criterios socio-políticos, vienen involucionando en el orden mundial donde se declama una cosa pero se hace exactamente lo contrario.
Éticamente, o si se quiere bioéticamente, el derecho a la salud de las personas se vincula directamente con aquello que entendemos y aceptamos como una vida “digna”.
El objetivo básico de la protección jurídica y de la salud descansa en potenciar la promoción integral de la misma que, por un lado, proporciona un aumento de la salud a la población y, por otro, ahorra costos de asistencia hospitalaria. Y ahora que estamos atravesando un período grave de profunda crisis económica globalizada, se requiere la sostenibilidad de los Sistemas Públicos de Salud así como el emponderamiento de pacientes y médicos (equipo de salud en su totalidad), así como de médicos y pacientes (famoso viceversa)… algo que cada día está más lejos de traducirse en realidad.
Durante la década de los noventa, en el fin del siglo pasado, se vendió desde ciertos organismos internacionales la necesidad de producir una “reconversión” global de los sistemas de salud, el resultado de la ecuación derivó en una crisis que luego se tradujo en recortes de las coberturas sociales-solidarias y universales, sumergiendo a la población médica en un burn-out insoportable, y a los pacientes en un estado de zozobra e intolerancia que se ha terminado de convertir en un quiebre en el vínculo médico-paciente, médico-sistema, paciente-cobertura, y numerosos etcéteras que han degradado la condición de los unos y los otros, todo ello mientras los discursos dicen todo lo contrario a lo que la realidad impone.
Las coberturas solidarias se han ido deformando restando valor al acto médico y condicionando a las necesidades de salud de las poblaciones, aduciendo siempre razones económicas de fuerza mayor, al carácter catastrófico de ciertas enfermedades, y extrañas administraciones que priorizan la exclusión antes que la integración, partiendo de la premisa del ahorro a costillas del estado de indefensión de los pacientes.
Curiosamente, y contrario a lo que podría suponerse, Europa es la mejor muestra de la calamidad global, ya que es la que ha alentado la iniciativa de restar coberturas solidarias, desmantelar servicios, condicionar especialidades médicas, disminuir camas, limitar los actos quirúrgicos, un ejemplo aberrante que se ha ido diseminando asociado al crecimiento y dispersión del estado planetario de una crisis que nadie sabe dónde comienza, dónde termina, y mucho menos hacia dónde se dirige, ya que todos los días le nace una nueva justificación injustificable.
De hecho, construir hospitales para luego no tener con qué llenarlos o bien, no tener con qué hacerlos funcionar apropiadamente, es uno de los tantos disparates de este nuevo modelo de medicina contable-administrativa donde las variables de ajuste son, justamente, sus actores principales: médicos, enfermeros, farmacéuticos, bioquímicos, técnicos, pacientes, recursos tecnológicos, medicamentos, tecnologías biomédicas, los que están cada vez más cercados y/o impedidos de cumplir adecuadamente con sus roles debido a que los gerenciadores-administradores han sido formados para no sumar, no agregar valor, restar, dividir, negar, no escuchar, no ver, esgrimiendo un cinismo que hoy por hoy ya es parte de cualquier paisaje.
Tanto es así, que los pacientes, hartos de ser ninguneados han comenzado crear sus propias organizaciones a efectos de defenderse de la estupidez contable-administrativo-gerencial y política que pretende decirle al enfermo cómo vivir con su enfermedad y sin asistencia protectora, e imponiéndole al equipo de salud un criterio de producción industrial inadmisible en cualquier ámbito donde las ciencias se entrelazan con los servicios a las personas o lo que es lo mismo, lo que “gasta” no sirve o lo que es lo mismo, el derecho humano a la salud es algo que debe cercenarse para disminuir el gasto social, otro disparate que no resiste análisis alguno.
Aquí, la visión política de que la salud no suma no votos, se ha visto acompañada por otra aberración que es que la educación tampoco suma votos, así como tampoco lo hacen los recursos laborales, los derechos a una vivienda digna y/o a una vestimenta digna, incluyendo en ello el acceso al agua, que para algunas visiones europeas es equivalente a un “lujo”.
Traducido, lejos de emponderar los roles de médicos y pacientes (para mencionar sólo dos de los ángulos involucrados), el modelo político se ha empecinado en negar lo evidente y en colocar todo tipo de piedras y palos en ruedas, algoritmos, protocolos, que alguna vez funcionaron medianamente bien.
Por un lado los médicos están atrapados en una madeja que los condiciona o les resta protagonismo, por el otro, los pacientes están cada vez más enfermos de frustración, de depresión, y de saberse indefensos ante un sistema perverso que se come a todos para salvar los libros de contabilidad de los temibles rojos propios de recursos mentidos y presupuestos diezmados (para no decir lavados).
La solución a tanta estupidez y miseria humanas es relativamente simple. Es imprescindible emponderar los roles de los miembros del equipo de salud en su totalidad, así como emponderar a los pacientes en sus roles, quitando las trazas de corrupción y terminando con la falsedad de recortes que incrementan los peligros epidemiológicos globales a cambio de economías mentidas.
Insisto con algo que ya expresé desde estas mismas páginas: la Industria Farmacéutica sigue investigando bajo las pautas vigentes desde los años sesenta/setenta del siglo pasado, sigue construyendo costos del mismo modo que lo hacía en aquellos mismos años desconociendo que el mundo, los médicos, los investigadores y hasta los enfermos, deben enfrentar realidades donde nadie encaja adecuadamente en su rol, a lo que hay que sumarle una clase política incapaz de comprender que la coberturas insuficientes derivan en gastos geometrizados que luego se traducen en más impuestos para apagar incendios en salud lo que se deja para mañana triplica su costo y cuadruplica su incidencia y justamente eso es lo que está sucediendo, mientras la realidad se niega por impericia y negligencia de partes. La realidad está indicando que cada vez son menos los pacientes que tienen acceso a sus medicamentos, agravando sus enfermedades por decisiones políticas que no son otra cosa que un delito de lesa humanidad.

Referencias bibliográficas
El eje vertebral del derecho a la salud. Mayo de 2015 - Honorio-Carlos Bando Casado. Profesor honorario de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Académico de las Reales Academias de Farmacia, Jurisprudencia y Legislación y Doctores. El Médico Interactivo

 

Licenciado [MBA R&D] Víctor Norberto Cerasale, 2014-10-04. Copyright by Cerasale, 2014. Derechos reservados. Exclusivo para Revista Médicos, Medicina Global.
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