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Medicina Prepaga


"El largo plazo está en nuestro ADN"

Por el Lic. Horacio Raiman, Director Ejectutivo - Medife AC 

  
Solo un par de meses atrás le consultaba a un prestigioso abogado, cuánto tiempo estimaba él que llevaría a los actores del Poder Judicial y a la sociedad argentina toda, la adaptación al nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Su respuesta fue categórica: “no menos de tres a cuatro años”. No solo son necesarios los andamiajes jurídicos, sino que el conjunto de las sentencias de los tribunales y la doctrina que éstos contienen (jurisprudencia) los completen, y permitan su aplicación con carácter fluido y universal.
Sin que esto suponga un paralelismo absoluto, la reflexión fue simple: las soluciones a problemas profundos requieren de políticas claras, y de un tiempo de construcción y asimilación.
Desde 2011 la Medicina Prepaga se encuentra regulada por una Ley votada casi por unanimidad en las Cámaras del Congreso Nacional. Y un sistema inmerso en un sector fragmentado como lo es el de la Salud pública/privada, y regido por una Ley que podemos llamar cuanto menos “incompleta”, tiene carácter de “problema profundo”.
¿Podemos pensar en que esta Ley, sea reemplazada por una nueva o en que evolucione en su reglamentación? … me inclino más a pensar en esto último. Sus puntos más cuestionados: el artículo 10 que permite el ingreso al sistema de personas con enfermedades preexistentes, o el 17 que pone en manos de los organismos regulatorios el control de precios de las cuotas, ofrecen un escenario rico en cosas por hacer. No parece ser simple la determinación de fórmulas que resuelvan la cuestión de las “cuotas diferenciales”, pero sabemos que no podemos seguir configurando respuestas en un esquema “caso a caso”. La historia reciente demuestra que no ha habido tampoco un profundo análisis de las estructuras de costos, mucho menos de sus proyecciones, a la hora de determinar los aumentos de cuota autorizados. Esto también ofrece una oportunidad a las nuevas autoridades para determinar caminos que procuren equidad y sustentabilidad a un sistema que hoy, aun atravesando una situación crítica tal como la hemos descripto repetidamente, le da respuestas.
La ciencia médica avanza sin pedirnos permiso, y eso se ve claramente en la evolución de las terapéuticas a enfermedades cada día más complejas que obligan al sistema a asumir mayores costos. Gracias a ello vivimos cada día un poco más, y eso modifica en forma permanente las ecuaciones actuariales del sector. Nos debemos un profundo debate en torno a esto, no a poner barreras, sino a entender cómo acompañar este proceso de manera responsable.
La Medicina Prepaga no desapareció desde la promulgación de la Ley 26.682 tal como algunos con sus fundamentos auguraron, pero tampoco va a desaparecer. No la pasó bien, es cierto, pero por el contrario se ha consolidado como una alternativa deseable para millones de argentinos que buscan lo que las Empresas de Medicina Prepaga ofrecen: seguridad, respaldo y accesibilidad. Y esto, en mi opinión, no tiene vuelta atrás.
Las empresas de medicina prepaga no invierten en su crecimiento en pos de una permanente movilidad, por el contrario hacen importantes esfuerzos en fidelizar sus carteras, en consolidar sus marcas dentro de la cultura de las familias cuyos cuidados de salud la medicina prepaga toma a su cargo.
El sector no invierte a 2 ni a 5 años, lo hace a 10, a 20 o más. Muchas de las clínicas y sanatorios que hemos visto inaugurar en la última década lo demuestran. Inversiones millonarias, infraestructura y servicios de excelencia, creación de fuentes de trabajo para miles de personas y una perspectiva temporal proyectada en el tiempo, demuestran que el largo plazo está en nuestro ADN. Inversiones “del sistema para la gente” que ponen cada día la vara más alta.
La Seguridad Social acompañó este proceso y lo seguirá acompañando, hay capacidad de hacerlo y se demuestra.
El nuevo Gobierno tiene mucho trabajo por delante: procurar educación, agua corriente y cloacas a millones de argentinos es una prioridad, que sin duda alguna devienen en una perspectiva sanitaria superior. Deberá reinaugurar espacios de diálogo, de ahí surgirán las soluciones, el equilibrio y los proyectos virtuosos. No es necesario que alguien pierda para que otro gane, es el racional del principio de la creación de valor.
En nuestra querida República Argentina nos seguimos debiendo una cuota adicional de pensamiento a largo plazo. No le pidamos a este Gobierno, ni a cualquier otro que hubiera asumido esta nueva etapa, que resuelva en horas una problemática sectorial profunda. Seamos optimistas, nuestro país lo merece. Démosle tiempo pero empecemos a trabajar para ello. El tiempo pasa y no negocia.

 

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